GRADUACIÓN 4ºESO

Junio. Preludio del verano, mes de sentimientos encontrados, tu nombre siempre nos sabe a despedida, y decir adiós nunca es grato. Sin embargo, su presencia tan dolorosa como inevitable, es parte de la vida. Decir adiós no es romper con el pasado, éste se hace más fuerte y visible en nuestro corazón cuando habita la distancia. Decir adiós es continuar con todo lo bueno y lo malo que el azar nos depare, y hacerlo con determinación, con la sabiduría de las lecciones aprendidas y los errores subsanados.

Decir adiós es regalar abrazos que superen los límites del tiempo, para que algún día puedan traernos de nuevo al hogar cuando nos atenace la nostalgia. Decir adiós es confiar en la esperanza que promete un hasta pronto, palabras que suavizarán la espera y nos ayudarán a continuar cuando nos sintamos afligidos.

Decir adiós es seguir avanzando, nunca del mismo modo, pero sí con mayor experiencia. Decir adiós implica mirar atrás y hacer balance, borrar lo malo y conferirle prioridad exclusiva a lo positivo. Decir adiós es amar cada momento vivido, es congelar en nuestra memoria un tiempo que no volverá, pero que será incondicionalmente nuestro, nunca se marchitará, ni menguarán sus segundos llenos de vida.

Decir adiós cuando se ha sentido tanto no es fácil, pero debéis saber, queridos alumnos, que un adiós nunca nos relega a un camino sin retorno.

Hoy os decimos adiós sin que suene a despedida, orgullosos de haberos visto crecer y haber escuchado vuestros sueños; felices por haberos entregado con amor lo mejor de nosotros mismos, por ser parte de lo que sois y por todo lo que a vuestro lado aprendimos.

Gracias por trece maravillosos años.