LOLA, CONCHI Y PEPA.

DSC_0491 (Pequeño)Despedirte de tu profesión, ésa que desempeñaste con amor durante más de cuatro décadas, no es tarea fácil. Cuando amas de verdad lo que haces, tu trabajo diario se convierte en tu filosofía de vida, en tu válvula de escape, en tu hogar. Por eso duele tanto decir adiós, pero por suerte, aún nos queda la oportunidad de poder hacer balance y guardarnos como un tesoro de valor incalculable, todo lo que nuestra labor nos dejó como legado. Cierto es que ya no podremos recuperar los segundos que vivimos, pero si los disfrutamos con intensidad, su esencia nos guiará siempre. Tendremos el eco de las risas compartidas, el recuerdo de las anécdotas que tanto nos hicieron sentir, la satisfacción de un buen trabajo en equipo, las palabras de cariño dadas, también las recibidas. Nos quedarán los saludos efusivos con las personas con las que trabajamos codo con codo, y también, en nuestro caso, los de los niños y niñas a los que tanto quisimos. Y todo ello dulcificará el adiós, pues de algún modo, nunca nos distanciaremos de aquello que fue tan nuestro.

 

Lola, Conchi, Pepa, ha sido un verdadero placer sumar esfuerzos a vuestro lado, soñar juntos, crecer y avanzar mirando siempre hacia adelante, dedicarnos de corazón a una profesión por la que sentimos devoción. Habéis sido unas compañeras excepcionales, y vuestra impronta seguirá latente entre estas paredes que nos arropan y nos llenan de vida cada mañana.