Sobreprotección: Les sobreprotegemos cuando no dejamos que se equivoquen, que se hagan daño, que luchen para conseguir amigos. Directamente se lo solucionamos.
Sobreestimulación: Rodeamos al niño de un elevado conjunto de estímulos “Prohibido aburrirse”, lo tiene muy fácil y de adulto no asocia que entre el deseo y la realidad media el esfuerzo.
Sobrecomunicación: No se puede negociar tanto ni dialogar tanto, los niños necesitan que los adultos tomemos decisiones y establezcamos límites.
Sobrevaloración: Constantemente les decimos que son maravillosos, increíbles… Con esta actitud no les orientamos en sus defectos, ni les ayudamos a superarlos.
Sobreconsumo: Continuamente les rodeamos de un sin fin de regalos, premios, objetos…, sin que para conseguirlos hayan realizado ningún esfuerzo.
Para ser buenos padres, no es necesario que todo sea perfecto; con que en la mayoría de las cosas les transmitamos afecto, les enseñemos a percibir y transmitir sus sentimientos y seamos buenos modelos para ellos, ya es bastante.