Llegó fatigado por el trepidante viaje, pero cuál fue su sorpresa al llegar a aquel nuevo lugar, que el Principito no pudo contener un intenso y sentido ¡Oh! para expresar su profunda admiración ante la belleza del paisaje.
De todos los planetas que había visitado, aquel, sin duda, era el más especial.
Aquellos seres extraños volaban livianos de un lado a otro, sintiéndose libres, y al encontrarse se saludaban entre sí majestuosamente, en señal de respeto y consideración ante el otro, que le correspondía con algunas de sus mejores palabras.
Los habitantes de aquel insólito paraíso parecían a todas vistas muy felices y dichosos por albergar en sus corazones un sinfín de bellas experiencias, recuerdos, lecciones, misterios e increíbles historias de amor, de intriga, de esperanza…
El Principito no salía de su asombro, y él, cuyo afán por descubrir no conocía límites, se atrevió a preguntarle a uno de ellos:
– ¿Hacia dónde te diriges?
– No sigo un rumbo fijo, es sólo que mi imaginación necesita volar, y yo, por darle el gusto, la acompaño en su aventura.
– ¿Y qué es la imaginación? Inquirió el Principito.
– Los hombres que habitan la Tierra necesitan de ella para llenar sus vidas de color, de lo contrario la tristeza se cerniría sobre ellos y ya no encontrarían motivos para sonreír.
– Pero, ¿y qué es la imaginación? Volvió a insistir el Principito, que nunca desistía ante una pregunta una vez formulada.
– La imaginación es el poder para ver la realidad del lado positivo. Gracias a ella los adultos jamás olvidarán que un día fueron niños.
– ¡Ah! –dijo el Principito que parecía haberse quedado conforme con la respuesta anterior- Entonces, si vosotros los libros no existierais, ¿los hombres no podrían ser verdaderamente felices?
– Tal vez no, pues necesitarían el calor de un buen consejo, encontrar inspiración en otras historias, reír y llorar desde la intimidad que proporcionan nuestras páginas. Conocer seres extraordinarios, ser también protagonistas de sus aventuras, descubrir los rincones más encantadores del mundo sin necesidad de comprar un peaje…Y, por supuesto, la garantía de ser para ellos incondicionales.
– Vosotros, los libros, sois realmente únicos, manifestó con gratitud el Principito -orgulloso de haber visitado un planeta que ya nunca podría olvidar-.
Nuestros alumnos escogieron para la ocasión su cita favorita de este inolvidable cuento, que el pasado 6 de abril cumplió 73 años. Siete décadas siendo un tesoro para muchas, muchísimas generaciones.