Últimos días en Madeira

Como todos estos días, nos despertamos muy temprano y nos vamos a desayunar junto a nuestros amigos. Una vez que hemos cargado pilas nos encaminamos hacia Cámara dos Lobos, un pueblo que por su belleza enamoró al mismísimo Winston Churchill, aficionado acuarelista. Seguimos ruta admirando la carretera litoral, paraíso de los aficionados al surf, que nos lleva al pueblo de Porto Moniz, famoso por sus piscinas naturales. Al volver.al hotel descansamos un rato y nos preparamos para visitar una fortaleza portuaria en Funchal que la diseñadora y arquitecta Nini Andrade ha convertido en un espacio de vanguardia del diseño mundial. Es allí donde cenamos y recibimos los documentos acreditativos de nuestra participación en el proyecto. El día se acaba y comienza uno nuevo, el último. Hacemos nuestras maletas que ya se vendrán con nosotros, y después de desayunar nos dirigimos al bonito museo de la Quinta das Cruzes, antigua residencia del cónsul británico de la isla que cuenta además con un jardín espectacular, lleno de piezas románicas y vestigios de otros tiempos pasados. Nos vamos a comer, nuestro tiempo aquí se termina y empiezan a aflorar las emociones. Nos dirigimos a la Escuela de Hostelería, donde asistimos a un chocolate y cómo despertar los sentidos a través de la comida. Nuestro tiempo aquí se termina, vuelven las emociones y nos despedimos de nuestros amigos y compañeros, el proyecto y la movilidad se ha terminado pero las amistades permanecerán y las imágenes de todo lo vivido nos acompañarán el resto de nuestras vidas. Nos espera un avión de vuelta a casa y pensamos que a esta isla, algún día hay que volver.