Durante los últimos cincuenta años, el mundo, en su impetuoso y frenético vuelo hacia la eternidad, dejó para nosotros los fotogramas de una película que se tornó irrepetible. Miles de gestas, hitos, hazañas, catástrofes, logros, descubrimientos, penurias y alegrías completaron una insólita proyección de medio siglo de antigüedad. Pero hoy, de entre todas las secuencias recopiladas, queremos rescatar una, para nosotros sin duda la más especial.
Esta escena inédita se remonta a 1968 cuando una valerosa mujer, conocida como Sor Milagro, tuvo el coraje de materializar un sueño. Para ello contó con la estimable generosidad de otra valiente mujer, Aurora, quien cedió sus tierras en beneficio de ese loable objetivo. Y fue así como comenzó la sencilla, pero bella historia de nuestro estimado colegio.
Desde aquel maravilloso año, hubo siempre una canción, un baile, una excursión, un recreo, un juego, una costumbre, una vieja tradición, una anécdota, o tal vez dos, o incluso diez… que quedaron grabados en el imaginario colectivo de cada generación.
Recuerdos que el pasado 11 de junio, con motivo de la celebración del festival de fin de curso, volvieron intactos a la memoria de esos cientos de niños y niñas, que asistieron expectantes a esta maravillosa retrospectiva.
Esa mágica tarde volvimos a reír con los payasos de la tele, y gritamos al unísono un fuerte y sonoro: ¡Bien! al escuchar su emblemático: ¿Cómo están ustedes…?
Nos vimos de nuevo vestidas con aquel característico uniforme verde con el que nos convertimos en verdaderas señoritas. Rememoramos los ensayos del coro de la mano de nuestra estimada Sor Ángeles, que con tanto cariño educó nuestra voz. Y cómo no, viajamos hasta los orígenes de la televisión en compañía de la entrañable familia Telerín.
Gracias a nuestros alumnos y alumnas, sus padres se reencontraron con la pureza y el encanto de su más tierna niñez. Un regalo sagrado que les pertenecerá incondicionalmente.
