Después de un sueño reparador nos despertamos con las pilas cargadas de fuerza e ilusión para comenzar un nuevo día. La jornada empieza pronto, a las 8 de la mañana nuestros estudiantes comienzan las clases en su “nueva” escuela en Tábor junto a los alumnos y alumnas de su clase. Nuevos amigos y amigas, nervios y mucha expectación por parte no sólo de nuestros alumnos, también por parte de sus anfitriones checos que no dejan de hacer preguntas y enseñar pequeñas fórmulas lingüísticas con las que empezar a construir nuevas relaciones. Los alumnos no deján de intercambiarse números de teléfono y cuentas de Instagram…¡hemos roto el hielo!
Por parte de los profesores, la jornada empieza con una reunión a las 9 de la mañana junto a los equipos de Chequia, Bulgaria, Italia, Turquía y Portugal, con quienes intercambiamos impresiones sobre el día anterior y delimitamos algunas cuestiones de orden relativas a las siguientes movilidades.
La mañana prosigue y los alumnos y alumnas de todos los proyectos asisten por una parte a un taller de pintura urbana en forma de Grafitti, y posteriormente a la transferencia a cerámica del dibujo en forma de hoja que hicieron el día anterior.
Se acaban las clases de la mañana y nuestros anfitriones nos invitan a la degustación de un plato típico checo consistente en una salsa de crema de apio, zanahoria, cebolla, pan texturizado, mermelada de arándano y filete de ternera. Delicioso.
Nuestros alumnos se van con sus anfitriones y a las 3 de la tarde llegamos al museo del chocolate de Tábor, donde degustamos algunos de sus productos y asistimos a un taller de realización de figuritas de mazapán. Después de hacernos unas cuantas fotos e intercambiar anécdotas sobre los dos días que llevamos en Tabor, los padres y madres anfitriones llegan a recoger a nuestros escolares, se acaba el día y hay que descansar, ya que mañana hay que madrugar.
