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Una decisión importante…

La vida nos obliga constantemente a tomar decisiones, algunas poco trascendentes, otras más significativas, pero sin duda llegarán aquellas que podrían cambiar para siempre nuestro destino…Sin embargo, llegado el momento, es impredecible saber qué pasará después, por ello sólo nos queda confiar en el más sabio, aquel que nunca se equivoca: nuestro corazón, él siempre nos indicará el camino correcto.

Conozcamos la historia de estos alumnos y alumnas de 2ºESO…

Toma-de-Decisiones

Carla Juan Beneyto, 2ºESO B

Creo que la vida hace que nos enfrentemos a muchas situaciones difíciles, muchas de ellas nos dejan marcadas. Aunque con trece años no he tenido aún la oportunidad de tomar muchas decisiones importantes, por eso quiero contar la historia de mi madre, una etapa llena de obstáculos y dificultades…

Ella era una niña, pequeña, inocente y con una vida entera por delante. Pero algo que siempre tuvo claro era que quería dedicarse al arte, y lo sabía porque podía plasmar su vida en un papel, algo que le parecía increíble. Los años pasaron, pero su sueño no cambió. Cuando cumplió los 18, llegó la hora de que ese ansiado sueño se cumpliera al fin. Se fue a Valencia a estudiar Bellas Artes. Lo que no sabía es que en muy poco tiempo todo iba a cambiar. Allí en Valencia se celebraban “les falles” en marzo, y no había clase, por eso mi madre decidió ir a Ibi. Para la familia era un 23 de Marzo normal, se pusieron a pelar cebolla para venderla al día siguiente en el mercado. Acabaron por la tarde de trabajar. Mientras mi madre y sus hermanos fueron a casa a cambiarse de ropa, mis abuelos salieron a la calle. En Ibi aquel día había mucho tráfico, ya que era Pascua. Mi abuelo cruzó la calle y esperó a mi abuela en la acera de enfrente. Ella vio que pasaban demasiados coches y decidió esperarse, pero desafortunadamente eso no sirvió de nada. Una moto que iba a demasiada velocidad se desvió de la carretera, derrapó contra mi abuela y la atropelló. Lo más duro de todo es que mi abuelo vio el impacto desde la acera de enfrente. La llevaron al hospital, pero el accidente había sido demasiado fuerte, y ya no había nada que hacer. Desde la inesperada muerte de mi abuela, la vida de mi madre y sus hermanos se paró. Todo era muy triste, se pasaban el día llorando, y María José decidió dejar su carrera de Bellas Artes. No podía aceptar tener que irse a Valencia sabiendo que su madre ya no estaba, que ya no tenía a nadie a quién llamar para contarle lo que le pasaba, porque a su padre también lo quería mucho, pero no tenía el mismo carácter. La confianza que tenían mi madre y mi abuela no la tenía nadie. Y por desgracia, eso se había esfumado de repente. Una parte de la vida de mi madre había sido arrebatada inesperadamente.

Pasaron dos años, las hermanas de mi madre querían que María José volviera a empezar la carrera, pero ella no quería, estaba tan triste que no tenía ganas de nada. Hasta que un día, mis tías Maite y Asun le dijeron: “María José, tú naciste para dedicarte al arte, y si no sigues ahora, te arrepentirás. ¿Qué harás si no trabajas en lo que de verdad te gusta? Todos estamos tristes por la muerte de mamá, pero tienes que ser fuerte y seguir adelante”. Mi madre supo que sus hermanas tenían razón, y al final, con el apoyo de su padre y de Asun y Maite, decidió empezar su carrera de nuevo. Los primeros meses fueron muy duros para ella, aún no lograba asimilar que el último año que estuvo en la universidad su madre estaba viva, y que ahora no volvería a estar con ella. Muchas veces salía de clase con un nudo en la garganta, y lloraba, lloraba mucho… Los años pasaron y mi madre terminó la carrera, aquel sueño que prometió de pequeña se cumplió. Se casó con mi padre, que había conocido dos años atrás y siempre le estuvo apoyando.

Y bueno, las cosas cambiaron, pasó el tiempo y en el 2000 nací yo. Yo, que fui creciendo y aprendiendo, y ahora estoy sentada escribiendo esto, me doy cuenta de lo que es la vida. Nunca sabes qué te va a pasar. Pero algo que sí sé, es que aunque yo no haya tenido la oportunidad de conocer a mi abuela Fina, sé que desde allá dónde esté, está orgullosa de mi madre, porque es un ejemplo de superación. Tuvo que tomar la decisión más importante de su vida y no se rindió. Después de escuchar la historia de mi madre, sé que debo luchar por mis sueños y ser fuerte, porque eso es lo que hizo ella y yo no le pienso fallar. Algún día yo también cumpliré mi sueño y mis padres estarán felices. Pero sobre todo, espero tenerles siempre a mi lado y que vivamos muchísimos momentos juntos, y que me ayuden a conseguir lo que me proponga.

Y esta es la historia de mi madre, que siguió adelante para que su madre, aunque ya no estuviera con ella, se sintiera orgullosa y le cuidara desde el cielo. Estoy segura que desde allá arriba, está sonriendo y guiando nuestro camino.

María Castillo Berlanga, 2ºESO A

Por suerte o por desgracia, nunca he tenido que tomar una decisión drástica en mi vida, o al menos yo no la considero drástica porque ni siquiera la recuerdo. No obstante, creo que una de esas decisiones importantes ha venido ligada a mi destino desde que nací, porque de no haber sido por aquella decisión ahora mismo no estaría escribiendo esta redacción y es más, ni siquiera sé si hubiera nacido.

Pues bien, esta decisión no fue mía, sino de mis abuelos, aunque yo pienso que ha tenido una repercusión realmente importante en mi vida, y creo que es hora de que sea plasmada sobre el papel porque me parece verdaderamente relevante.

Mis abuelos son de un pueblo muy bonito de Castilla La Mancha, que tiene como nombre Tomelloso, y se encuentra al sur de Ciudad Real. Ambos procedían de familias muy humildes, y teniendo en cuenta que era una época difícil, tuvieron que ganarse la vida como pudieron. Allí se conocieron, se casaron y tuvieron a uno de sus hijos, pero lamentablemente no tenían un trabajo con el que poder vivir, por lo que tuvieron que abandonar a toda su familia y emprender un largo viaje hacia un lugar desconocido, totalmente nuevo para ellos en cuanto a cultura, en el cual ni siquiera sabrían si encontrarían techo y trabajo para toda su familia. Yo pienso que tuvo que ser un trago muy duro; ver como tu hijo o tu hermano emprenden un viaje hacia otro lugar y no saber cuándo volverás a verles, sabiendo además que el resto de tu vida estarán alejados de ti. No creo que les fuera nada fácil, la verdad.

Gracias a Dios, después de mucho insistir y hacerles ver al pueblo de Ibi que eran buena gente, mi abuelo encontró trabajo en una fábrica de juguetes en la que permaneció hasta hoy. Con el tiempo, también encontraron un hogar fijo donde residir y poder criar a sus dos hijos.

Yo no pienso que sea la persona adecuada para poder opinar sobre si cambiaría o no aquella importante decisión, creo que ese poder lo tienen mis abuelos. Ahora que mi abuela ya no está con nosotros, yo creo que mi abuelo cada vez siente más nostalgia de su tierra, de sus hermanos. Así que para que él se sienta un poco mejor, solemos ir prácticamente todas las vacaciones allí, y yo creo que es muy importante, porque de esta manera él puede observar que todo sigue igual, que sus hermanos siguen estando ahí. Así, puede volver ligeramente a su infancia, a esa infancia en la que era un niño y realmente no creería poder separarse nunca de su hogar.

Lucía Palau Almarche, 2ºESO B

Como yo no he tomado ninguna decisión importante en mi vida le pedí a mi abuela, una señora de 79 años, que me contase la decisión más importante que tuvo que tomar ella cuando era joven. Y su historia empieza así…

Nació en Banyeres de Mariola en 1934, y la llamaron Consuelo. Su padre era guardia civil y su madre ama de casa. Cuando sólo era una niña de 8 años a su padre lo trasladaron a Ondara, por lo que toda su familia tuvo que ir con él. A los 4 años a su padre lo despidieron y la familia dejó de recibir salario alguno, por lo que no tuvieron más remedio que decidir que mi abuela marcharía sola a Ibi, un pueblo por entonces de industria emergente, para poder comer. Así que mi abuela, con sólo 12 años y sin otra opción, tuvo que irse sola, sin familia y sin nada, a trabajar a una fábrica para dar de comer a su familia. Como no tenía refugio para dormir, por las noches dormía en casa de una señora que ella había conocido en el trabajo y la hospedó durante un tiempo en su casa. Dos meses después su tía se mudo a Ibi por la misma razón y entonces la acogió en su casa, donde estaría más segura hasta que sus padres y hermanos tuvieron el dinero suficiente para comprarse una casa en Ibi y vivir otra vez todos juntos y felices.

En Ibi conoció a mi abuelo, se casaron y tuvieron a mi padre y a mi tía. Años después mi padre conoció a mi madre y tuvieron a mi hermana y a mí. Ahora mismo doy gracias a mi abuela por haber tomado esa decisión tan difícil para ella y que ha hecho posible que esté yo aquí.

Sus padres la extrañaron como nunca lo habían hecho. Ella se sentía infeliz y aburrida al mismo tiempo, alejada de su familia, sin amigos y sin alguien con quien poder jugar. Ella estuvo alejada de los que más quería, pero sentía la satisfacción de que gracias a lo que ella ganaba podrían comer sus seres queridos. Ella no cambiaría esa decisión, porque tal y como están las cosas ahora, si tuviera una oportunidad de trabajo con un buen salario, la aceptaría, aunque con el dolor de tener que separarse de su familia.

Mireia García Monllor, 2ºESO A

Yo no he tenido que tomar ninguna decisión importante todavía, pero mi abuelo sí.

Él vivía en Almería con su hermano y sus padres, un día se les presentó la oportunidad de trabajar en Argentina, y como en aquella época todo tenía más valor, tuvieron que vender todo lo que tenían en España para poder irse allí. Cuando llegaron estuvieron cinco años trabajando como caseros en una masía, y un mes después de ese lustro, su padre falleció, y entonces volvieron a España y trabajaron muy duro para poder empezar otra vez su vida. Al llegar a España conoció a mi abuela, una vez casados y con una hija: mi tía, se vinieron a Ibi a trabajar, vinieron con su hermano que también estaba casado y con su madre.

Mi abuela también tuvo que tomar una decisión importante, tuvo que venirse a Ibi con la familia de su marido y dejar a su familia allí. Los hermanos de mi abuela se quedaron en Almería cuidando a sus padres, y su hermana mayor se fue a Barcelona por cuestiones de trabajo, pero siguen visitándose todos los veranos y algunas navidades.

Antonio Vicedo Pina, 2ºESO B

El año pasado, sobre julio, me encontraba, como siempre en esa época, en Alicante. Anualmente suelo asistir a un colegio de verano llamado British College, que también ofrece la posibilidad de hacer el curso completo allí. El caso es que en esa escuela todo es en inglés, lo cual facilita el aprendizaje del mismo. Normalmente no solía disfrutar de esas clases, ya que pensaba que era malgastar el verano, que no lo pasaba bien… Sin embargo, aquel año todo fue distinto, parecía que había un ambiente positivo, casi se podía oler. Además gozaba de una compañía exquisita. Me di cuenta de lo importante que es aprender nuevos idiomas, tanto para abrir la mente como para tener más posibilidades en el mundo laboral.

 Y he aquí el gran dilema que se me planteó, ¿me apuntaba a este colegio para aprender inglés de forma continua y lo dejaba todo atrás, o me quedaba en Ibi, donde están mis viejos amigos y mi familia? La respuesta debería ser obvia, pero aún así dudé mucho. Sabía por la experiencia de personas cercanas a mí que los alumnos de dicha escuela suelen ir a universidades de prestigio y que además gozan de un alto nivel de inglés. Además, había conocido a varios amigos con los que conecté desde el primer momento. Sus nombres eran Omar, Eliseo y Álvaro, y por todo ello estuve a punto de aceptar, pero finalmente me retraje, ya que no soportaría estar alejado de mi familia y amigos, además de que me recomendaron que no lo hiciera. Creo que hice lo correcto.

 Thais Mirón Fernández, 2ºESO A

Una decisión importante en mi vida fue cambiarme de colegio, me afectó muchísimo porque no conocía a la gente y me daba mucha vergüenza, a mis compañeros del otro colegio también les afectó un poco porque llevábamos muchos años juntos. Me sentía mal y preocupada por si las viejas amistades se perdían, la verdad es que lo pasé algo mal durante el verano porque no sabía con quién me iba a encontrar en el nuevo colegio. No sabía en qué clase me iba a tocar ni con que compañeros, para mí era todo nuevo. Pensé que me arrepentiría de mi decisión, pero ahora que ha pasado un tiempo me he dado cuenta de que no.

 Sigo conservando las antiguas amistades y lo que es mejor, he hecho también otras nuevas que me llenan de alegría todos los días. Dudo mucho que alguien tenga mejores compañeros que los míos, porque no ha todo el mundo le tratan tan bien como han hecho ellos conmigo desde que entré el primer día. No los cambiaría por nada.

Beatriz Carricondo Colomina, 2ºESO A

En mi vida no he tenido que tomar muchas decisiones, pero sí hubo una que en su día fue importante para mí…

Me levanté una mañana de verano y mis padres me dijeron que dentro de tres días nos iríamos de viaje. Hasta aquel momento todo genial. Al día siguiente me llamó mi tío y me dijo que él, mi tía y mi primo me invitaban a un apartamento, pero había un problema: habían elegido por casualidad el mismo fin de semana que mis padres habían pensado para nuestra escapada. Justo en aquel momento me bloqueé, ya que tenía que elegir entre irme con mis tíos y mi primo a un apartamento o irme con mi familia a un viaje. Era una decision difícil porque fuera donde fuera me lo iba a pasar bien y tanto a mis tíos y a mi primo, como a mi familia los quiero mucho. Estuve unos días dudando, pensando, pero al final tomé aquella difícil e importante decisión para mí, que fue la de irme con mi familia. ¿Y por qué elegí esa opción? Os preguntaréis… porque además de pensar que mi familia me lo había dicho antes, también me tranquilicé cuando mis tíos me dijeron que no había ningún problema, que no pasaba nada, y que otra vez sería.

No cambiaría por nada la decisión que tome, ni tampoco todos los momentos que viví en aquel viaje, y aunque esta decisión no fue sencilla para mí, todo afortunadamente salió muy bien.

Rebeca Berlanga Suárez, 2ºESO A

Una decisión difícil para mí llegó a raíz de que mi gato se pusiera enfermo. Fue una mala noticia para mi familia, pero sobre todo y especialmente para mí.

Todo empezó cuando le dio un pequeño ataque epiléptico, al principio creíamos que sólo ocurriría una vez, pero nos equivocamos, y comenzó a ocurrir casi todos los días. Cada vez comía menos y no paraba de toser, así que decidimos llevarlo al veterinario. Allí nos dijeron que no se habían enfrentado a ningún caso parecido antes. A nosotros, esta respuesta nos desanimó mucho, ya que era la única opción que teníamos.

El siguiente paso que nos propusieron fue el de hacerle una analítica para descartar que tuviera un problema en el corazón. Al descartar un problema cardíaco, no se le asignó medicación y el gato continuó con los ataques. Nos reunimos entonces con el veterinario y nos dio dos únicas soluciones: hacerle unas pruebas muy caras o sacrificarlo.

Y esa fue una de las decisiones más difíciles que he tomado jamás, ya que si le hacíamos las pruebas podía dar positivo y el gato cada vez estaría más enfermo hasta que falleciera, y visto así, tal vez era mejor sacrificarlo para que no sufriera más. Al final decidimos hacerle las pruebas para ver si sufría leucemia felina. El resultado fue negativo, nos alegramos muchísimo porque así descubrieron lo que realmente tenía: epilepsia. De manera que el veterinario nos recetó unas pastillas para dárselas diariamente, y aunque estaban indicadas para personas, funcionaron. Y ahora mi gato está sano.