Alguien dijo una vez que las buenas personas nunca se van para siempre, pues permanecen eternamente en el corazón de los que tanto las quisieron. Pensar en todo lo vivido junto a ese ser querido nos reconforta, nos llena de paz, y le da sentido a nuestra existencia…hasta el momento en que podamos reencontrarnos en esa gran familia llamada Cielo.