¡Hola estimados alumnos y alumnas! Aquí os dejo el PDF. relativo a la Unidad 3: De tú a tú, en la que pronto nos embarcaremos. Un saludo.
Archive for » noviembre, 2018 «
Dice el refrán que “sabe más el diablo por viejo que por diablo”, y cierto es, que, aunque la experiencia de los años me ha servido para aprender, aún tengo esperanza de que sea mucho, muchísimo lo que el tiempo me permita descubrir. Porque la curiosidad, aunque dicen las malas lenguas “que mató al gato”, es lo que nos mantiene vivos, ávidos de saber, sedientos de explorar mundo…Y puede que sólo así, con la sabiduría que confieren los momentos vividos, “no tropecemos una y otra vez con la misma piedra”.
Con la edad uno se vuelve más cauto, mide sus palabras, no vaya a ser “que por la boca muera el pez”, pero lo cierto es que pocas o muchas, las que nos atrevemos a pronunciar suenan más honestas, con menos aristas, con menos rodeos, pero con una implacable sinceridad. El tiempo, aunque efímero y fugaz, siempre llega a la hora justa para poner orden y dictar sentencia, “no hay mal que cien años dure”. Éste se llevará tras de sí la tristeza y nos dejará a cambio una lección. No olvidemos que “después de la tempestad siempre llega la calma”. Por eso, antes de que el gran justiciero emita su primer veredicto, concedámonos la maravillosa oportunidad de ser fieles a lo que somos, a nuestra esencia, a nuestros principios. Escuchemos nuestra voz interior y démosle la fuerza suficiente para que su eco resuene sin cesar. Seamos buenos, con nosotros y con los demás, pues al final, “cada uno recoge lo que siembra”, ¿y quién querría para sí el resultado de una mala cosecha?
¡Y vive!, sé que suena redundante, pero no hay mejor eslogan para la causa, Vivir, sin olvidarnos del que sufre, valorando lo que tenemos, sin concederle importancia a las cosas nimias, pues lo grave llega sin previo aviso. Despiértate pronto, las horas de sueño te impiden lanzarte a la búsqueda de los mismos, y por si te sirve de aliciente, “a quien madruga, Dios le ayuda”. No tengas miedo a equivocarte, siempre podrás rectificar, de hecho “es de sabios”, y no dudes en decir lo que piensas, lo que sientes, porque, aunque digan “que en boca cerrada no entran moscas”, la mordaza nos privaría de otros placeres, y de sentido común es “que quien tiene boca, se equivoca”.
Vive, la vida es un regalo, y ya sabes, “que de bien nacido es ser agradecido”. ¡Aprovéchala, disfrútala, exprímela, ámala!
Aida Pastor
He aquí nuestro sentido homenaje a los refranes y frases hechas de nuestro país…
Trabajo realizado por Hanna Talledo:
Trabajo realizado por Silvia Albert y Carolina Martínez:
Trabajo realizado por Eva Berbegal y Naiara Carrillo:
https://create.piktochart.com/output/33621299-new-piktochart
Trabajo realizado por Lucía López, Camila Mendoza y Carolina Valdivieso:
Trabajo realizado por Javier Bernabeu y Nacho Serrano:
Trabajo realizado por Inés Llinares y Nacho Sola:
Todos los días son buenos para decirles a las personas que queremos lo que sentimos por ellas, porque estén donde estén, el recuerdo de lo que fueron siempre vivirá en nosotros. Y si tenemos la inconmensurable suerte de seguir sumando momentos a su lado, no hay que desperdiciar la oportunidad de decirles lo importantes que son en nuestra vida.
A todos y todas ellas, nuestro más sentido homenaje.
Querido papá:
Escribirte esta carta me traslada a mis primeros días en Madrid, cuando lo único que me robaba un pedacito de esa fría soledad era leer una de tus cartas. Recuerdo llegar a casa y abrir nerviosa el buzón para encontrarme con ella, tu caligrafía curva, tus palabras llenas de poesía y tu voz leyéndolas al ritmo que mis lágrimas empapaban el papel. Aún hoy las conservo todas, con sus renglones borrosos y su textura arrugada por el tacto de mi piel, pero con la misma esencia, con la misma luz. Ni te imaginas las veces que mis dedos han acariciado los bordes de cada una de tus frases, mientras mi mente vagaba libre por el tiempo compartido. Siempre he procurado encontrarte de nuevo a mi lado al repasar con detalle lo que entonces me decías, y no puedo evitar preguntarme qué me dirías ahora, aunque en el fondo lo sé. Te conozco tanto que si cierro los ojos sé que puedo escucharte…
Me gustaría poder contarte tantas cosas en esta carta, pero estoy tan segura de que estás conmigo, que sobran los pormenores…Aunque añoro tu forma de reír, nunca he conocido a nadie con una sonrisa tan franca, tan natural y tan contagiosa, daba igual el motivo, el caso es que, si tú reías, todos terminábamos haciéndolo sin poder parar. Me falta tu sentido del humor, tan genuino, tan tuyo, tan espontáneo, a veces siento que mi risa está falta de ti, como mi yo, que se quedó huérfano de una mitad que se fue contigo para siempre…
Te echo de menos, no sé si el tiempo ha magnificado la ausencia o si conforme me hago mayor te necesito más. No me acostumbro a que los días pasen sin ti, ni a volver a los sitios que descubrí contigo, porque ilusamente te sigo buscando en el banco en el que me esperabas cuando salía de las prácticas para regresar a casa enfrascados en una conversación que sólo nosotros entendíamos. No me acostumbro a no sentir tu brazo por detrás de mi espalda mientras veíamos una serie, a no comer la pizza que hacías los domingos…Ni soy capaz de escuchar las canciones que me hiciste amar, pues cada nota me devuelve al instante en que mis pasos se posaban tranquilos sobre tus zapatones (como yo los llamaba entonces), y, sencillamente, me dejaba llevar.
Teníamos sueños, teníamos planes, y sé que intentaré hacerlos realidad por ti, pero ya no brillan, ni laten como cuando los concebimos, porque tú eras el motor de muchas de esas ilusiones, y contigo se fue su esperanza.
Te quiero tanto papá, quizá no te lo dije todas las veces que merecías escucharlo…Nos faltaron segundos, pero los que tuvimos me ayudan a seguir hoy mirando hacia delante. Y quién sabe, tal vez algún día, retomemos lo que dejamos a mitad, y pueda darte ese abrazo que guardo con impaciencia en mi corazón.
Te quiero hoy, mañana. Por siempre, todavía.
Aida Pastor
Carta a mi abuelo Pedro:
Hola abuelo, me gustaría que, desde dondequiera que estés, estuvieras leyendo esto. Sé que no te llegué a conocer, pero me han hablado muy bien de ti, y de cómo cuando yo nací, me cogiste en brazos con la poca fuerza vital que te quedaba, y pocas semanas después de eso, falleciste y no pude llegar a conocerte y apreciarte como seguro que lo merecías. Me encantaría escribir esta carta emocionándome y añorándote, pero como ya he dicho no llegué a presenciar tu carácter y tu forma de ser.
Siempre que he preguntado cosas sobre ti he recibido una respuesta positiva y he escuchado cosas admirables por tu parte, como ayudabas a tus hijos y a tu familia en general. Según me cuenta mi padre, dabais largos paseos por el campo, le enseñabas a diferenciar gran variedad de plantas, a buscar los famosos caracoles de sierra, pero sobre todo a amar la naturaleza. Todo esto me hace pensar que también a mi me hubiera gustado dar algún paseo y tener largas conversaciones contigo, y estoy convencido de que muchas cosas habría aprendido de ti. Me cuenta mi abuela, tu mujer, que han sido muchos años los que estuvo junto a ti, y que nadie que ella haya conocido ha sido mejor persona que tú. Te puedo decir que desde que nos dejaste, no ha dejado de pensar en ti. ¿Sabes? Incluso uno de tus vecinos, que seguramente sería uno de tus mejores amigos, muchas veces me menciona los buenos momentos que pasasteis juntos. Bueno, en realidad, creo que todo tu pueblo, Tibi, te considera hoy todavía una gran persona, lo cual me hace sentir realmente orgulloso. Y también, escribir esta carta me hace reflexionar sobre cómo hubieran sido las cosas si ahora mismo siguieras con nosotros, todas aquellas conversaciones y paseos serían una realidad, te apreciaría y te querría como toda la gente que me ha hablado de ti, y muchas veces me pregunto lo que sentiste al saber que nací y que posiblemente no pasarías todo el tiempo que te hubiera gustado conmigo. Y, si lees o sientes esto de alguna manera, me gustaría saber, ¿sientes la misma sensación que yo?, ¿también te gustaría estar conmigo y conocerme?
Nacho Sola
A mi abuela:
Supongo que nadie en el mundo olvida la pérdida de algún ser querido. Yo no conocí a mi abuela por parte de madre. Tenía 3 años cuando le diagnosticaron una enfermedad. Nunca se me olvidará el momento en el que vi volver a mi madre del hospital y ver cómo lloraba día tras día sin entender el porqué. Ella me decía que mi abuela se había ido de vacaciones a un sitio súper especial y que tardaría unos cuantos años en volver. Cuando cumplí los 5 años, seguía preguntándome cuándo volvería y qué recuerdo me iba a traer de allí. Mis padres me cuentan que a los pocos meses de fallecer, en las comidas familiares, solía ponerme la peluca de mi abuela y preguntar a mis tíos “¿A que no sabéis quién soy?”.
Recuerdo sus caras, mirándome con una expresión alegre y a la vez triste. Siempre que hablamos de ella, mi madre me cuenta que le encantaba cuidarme por las tardes mientras mis padres trabajaban, que siempre me compraba un detalle fuera donde fuera y que le encantaba abrazarme.
Solíamos celebrar parte de la noche de “Los Reyes Magos” en casa de mis abuelos. Era mi lugar favorito para recibir los regalos, porque aunque fuera muy pequeña, me sentía más a gusto con la mayor parte de mi familia alrededor. Desde que mi abuela falleció, no hemos vuelto a celebrarlo allí, ni ninguna de las cosas que solíamos hacer.
La echo muchísimo de menos a ella y a los momentos a su lado. Ojalá hubiera podido llegar a conocerla mejor y haber podido disfrutar un poco más de su compañía. Pero en la vida no podemos elegir cuándo debe irse algún ser querido. Y espero estar preparada para cuando vuelva a pasar, ya que esta vez sabré que no se han ido de vacaciones.
Aitana Tortosa
Estás en mi corazón y siempre lo estarás:
Esta redacción se la voy a dedicar a mi abuela Elvira, ya que es una de las personas más importantes de mi vida y siempre lo será, que esté aquí o en el cielo, pero siempre en mi corazón.
Mi abuela es una persona súper simpática, valiente, siempre se ofrece a intentar ayudar a los demás y se deja la piel intentando hacer las cosas lo mejor que sabe o lo mejor que puede. Le gusta sacarle una sonrisa a las personas, no le gusta que la gente se preocupe mucho de las cosas si no son extremadamente importantes. Ella dice que siempre habrá una solución más fácil o más difícil y que hay que intentarlo cueste lo que cueste. Siempre que le haces falta está ahí.
Me ha enseñado muchas cosas como que valoremos todo lo que tenemos y que no pidamos más cosas, ya que con lo que tenemos, nos sobra para vivir, y no tenemos que estar enfadados por eso. Nos tenemos que acostumbrar a que las cosas en la vida no nos las regalan, ni nos las dan, nos las tenemos que ganar y conseguir, ya que hay gente que está en situaciones peores que las nuestra, pero siempre tienen una sonrisa de oreja a oreja, pase lo que pase tenemos que agradecer nuestra vida y a las personas que más queremos y no las cosas materiales.
Siempre está feliz, me ha dicho que siempre tenemos que estar contentos y no quedarnos estancados cuando las cosas no salen como nosotros queremos, sino que hay que dar un paso adelante y seguir intentándolo una y otra vez hasta que al final salgan. También que no hay que ir aparentando lo que tenemos o dejamos de tener, porque a nadie le importa.
Ha pasado por muchas etapas fáciles, pero también difíciles: cuando su hermana murió por una operación de corazón, cuando mi madre estaba embarazada de mí y le detectaron cáncer, pero lo afrontó lo mejor que pudo.
Para finalizar, me encanta pasar tiempo con ella, salir del colegio y comer con mis abuelos y contarle mis cosas, me gusta ayudarla los sábados cuando va a comprar al mercado, y a ella lo que más le gusta es estar con su familia.
María Guillem
Querida abuela,
Hace mucho tiempo que o hablaba contigo, y quería aprovechar este día especial para recordarte una cosa. Hoy es mi primer año sin verte, y siento que he perdido una razón para sonreír. Tus últimos días aquí fueron los más duros para mí, puse todas mis esperanzas en la quimioterapia, pero no resultó. No llegué a decir mi último adiós, sólo me quedó ver tu dulce cara con los ojos cerrados, si aliento alguno. Parecía que por fin estuvieses sin sentir dolor. Al principio me alegré de que se te hubiera acabado el sufrimiento, pero luego me di cuenta de que el sufrimiento, lo tenía ahora yo en mi corazón al no tenerte a mi lado. Te extraño. Y aunque no estés aquí te voy a querer para siempre.
Con cariño, tu nieta, Ainara.
Ainara Cugat
A mi abuelo:
Recibir esa llamada fue una de las cosas más horribles que ha podido pasarme, ver cómo las lágrimas de mi madre corrían sobre sus mejillas y expresar dolor en una sola mirada. Ver cómo su corazón se rompía en mil pedazos al momento…
Decir que tu abuelo, ya no estaba aquí era complicado de razonar. Saber que cada vez que entraríamos a tu casa ya no estarías detrás de la puerta para asustarnos y cogernos en brazos mientras reíamos.
Ahora veo tus vídeos, fotos, escucho tus cintas y hasta tus canciones favoritas y solo puedo decir que echo de menos, echo de menos tu sonrisa, tu voz, tus expresiones y tus chistes.
Saber que no vas a volver, aunque todos lo deseamos, es difícil, pero espero, aunque sea solo una vez, volver a sentir tus brazos abrazándome.
Sofía Ferrero
Carta a mi abuela:
Abuela, por ser la persona más fuerte y más bonita de mi vida, por darme cariño con solo verte y ver como luchas hasta el final.
Quiero ser como tú, quiero tener esa sonrisa de oreja a oreja aunque se me ponga lo más grande delante, como lo haces tú. Y quiero llegar a ser una maravillosa persona como tú lo eres. Por estar desde el minuto uno conmigo y nunca irte. Abuela, gracias por compartir tanto y hacerme sentir la persona más afortunada del mundo por tenerte en mi vida. Ojalá esa enfermedad tan grave no te hubiera tocado a ti.
Te quiero y te querré siempre, nunca lo olvides. Y que sepas que siempre voy a estar ahí para todo lo que necesitas.
Por estar y nunca irte, por quererme como nadie y ser tú, gracias abuela.
También gracias a ti tengo al mejor padre del mundo, porque tú has hecho que sea como tú, con esa sonrisa tan bonita y con ese carácter que demuestra que le importa a la gente.
Todos pensamos lo fuerte que eres, pero mi padre lo demuestra con esas lágrimas que se le ponen en esos ojos acordándose de cómo eras antes.
Silvia Albert
Mi madre, mi persona más especial:
Aún no sé cómo empezar esta carta, hay tantas cosas que te quiero decir que no sé si podré resumirlas.
Para empezar, darte las gracias porque una madre es esa persona que pase lo que pase siempre va a estar ahí para apoyarte, para aconsejarte y para protegerte.
Sé que hay veces que no te contesto como debería y que luego me arrepiento, pero a pesar de eso tú sigues ahí dándome tus consejos e intentado hacerme entrar en razón.
Aunque hayan días que te sientas vencida, tú sacas fuerzas de donde no las hay para seguir cuidando de tu familia, para ayudar a los tuyos y para hacer todo lo posible para que no nos falte de nada.
Has sido mi fuente de desahogo durante mucho tiempo, hemos compartido tanto las alegrías como las tristezas, aparte de eso has sido mi mayor consejera, nunca voy a olvidar todos los consejos que me diste, que me sigues dando y que estoy segura de que me seguirás dando.
Tu fuerza y tu valentía te sirven para seguir cuidándonos día a día a la vez que nos das grandes lecciones de vida.
Eres una mujer que ha pasado muchas cosas y has sido muy fuerte y eso es lo que intentas enseñarnos día a día.
Te puedo asegurar que todas las personas de tu entorno estamos muy orgullosas de ti, nunca cambies.
Te quiero.
Alba García
A ti, abuelo
Sé que todos o la mayoría de vosotros habréis escrito a alguien que, por desgracia, ya se ha ido, yo por suerte no tenía a quien hacérsela, así que se la he hecho a una persona muy importante para mí.
Mi abuelo es como un ejemplo para mí, aunque viva, por desgracia ha estado demasiadas veces a punto de dejarnos. Lo considero una de las personas más fuertes del mundo porque después de pasar por varias operaciones, entre otras de corazón, nunca se ha rendido. Siempre me recibe con una sonrisa de oreja a oreja y dispuesto a hacerme reír.
Desde pequeña hemos estado conectados por un vínculo especial y me gustaría seguir teniéndolo hasta el día de su marcha.
Paula Llinares
Querida prima:
Te fuiste sin despedirte, en un abrir y cerrar de ojos, sin que nadie lo esperara.
Tenías toda una vida por delante, amigos que te querían y una familia dispuesta a darlo todo por ti.
Te fuiste de nuestras vidas con tan solo dieciocho años, recuerdo esos momentos en los que no me separaba de ti porque tú lo eras todo para mí.
Un accidente tonto con el coche marcó nuestras vidas de una forma que nunca habíamos esperado.
Miriam, allá donde estés quiero que sepas que te quiero muchísimo y que la muerte se llevó todo lo que no fue, pero nosotras nos quedamos con lo que tuvimos.
Gracias por todos esos momentos que tuvimos que no nos los quita nadie, por ser tú y no otra, por quererme de la forma en que me querías, por ti, por mí, por nosotras.
Recordar es el mejor modo de olvidar.
Te echo de menos…
Lúa Mirón
A mis abuelos:
Hola soy yo, Hanna, espero que te encuentres bien Mami Pau. Te echo de menos, igual al Papi Robert.
Echo de menos que me prepares el desayuno por la mañana, que me deis dinero para comprarme un helado, que cosas vestidos con colores llamativos y monos; echo de menos al Papi Robert y su música tan marchosa y siempre verlo trabajar, contagiándome de su energía.
Echo de menos vuestros abrazos, vuestros besitos, cuando me llamábais bicho…Simplemente echo de menos todo de vosotros.
Para mis abuelos de parte de padre:
Hola Abu ¿cómo estás? Espero se encuentre bien y mi abuelito también. Espero que los primos se estén comportando, ojalá verlos pronto los estoy extrañando mucho.
Te echo muchísimo de menos, estoy esperando ansiosa para poder ir a visitarte otra vez y darte besitos y abrazitos, también estoy emocionada por ver cuánto habrá crecido tu pelo blanco que tanto te cuidas y quiero que me prepares tu comida, ir a la iglesia o simplemente pasar tiempo juntas.
Siento mucho que tu única nieta esté tan lejos de ti.
Dirigida a mis abuelos de parte de madre:
Mis abuelos no han fallecido los cuatro viven en Ecuador, quizás la mayoría de vosotros los tengáis cerca o quizás no, quizás hasta vivan en el mismo edificio que vosotros pero están al otro lado del Océano a un vuelo de doce horas. No me quiero comparar con vosotros, pero es doloroso haber visto a mis abuelos tan poco. Para una de mis abuelas soy la única nieta mujer y para mis otros abuelos que no fui criada a su lado.
Me arrepiento mucho de no llamarlos todos los días porque no van a estar para siempre, pero al mismo tiempo orgullosa de haber aprovechado cada minuto que tuve con ellos cuando viaje allí.
Lo único que de verdad espero es que sepan que los amo.
Hanna Talledo
¡Hola abuelo!
Te escribo esta carta para informarte un poco de lo que ha pasado estos últimos años. Para empezar, ¡tengo un hermano! Se llama Dani y es encantador, bueno, a veces. Es idéntico a mamá, que supongo que te acordarás de ella. Le da mucha lástima no haberte conocido, pero no te preocupes porque la abuela le habla mucho de ti. Te echamos muchísimo de menos, nos hace mucha falta aquella persona que siempre era feliz, que pasara lo que pasara siempre tenía palabras para animarte, aquella persona que nos mimaba demasiado, faltas tú, abuelo.
Respecto a los primos están muy bien, la última vez que nos vimos me acuerdo que la abuela nos enseñó fotos en el ordenador, en las que salían toda la familia. Tu despacho sigue igual que lo dejaste, de vez en cuando entran el primo y Dani a hacer trastadas, pero la abuela siempre lo ordena bien. Cada vez que veo el gran cuadro arriba del ordenador me acuerdo de ti, y si lo miras fijamente sonríes, abuelo. Todavía sigue ahí la colección de mecheros que nos dejaste, pero la mayoría no funcionan.
Abuelo, seguiría hablándote y escribiendo horas y horas, tengo tanto que contarte, pero sintiéndolo mucho, me tengo que ir, pero antes quisiera decirte una cosa que, desgraciadamente, nunca te pude decir: te quiero abuelo. Nunca te olvidaré.
Lucía Mira
Enrique y Brujo
Esta carta va dirigida a mi abuelo Enrique y a mi perro Brujo.
Abuelo, ¿sabes qué? Si pudiera verte otra vez te diría: “te echo mucho de menos. Me gustaría que volvieras aquí. Lo siento muchísimo, porque te fuiste hace unos años y nunca te pude decir perdón por las peleas que siempre tenía contigo. Y ahora pienso en ello y me arrepiento. Me gustaría que estuvieras aquí.”
Brujo, tengo que decirte que te quiero un montón. Aunque no me entiendas, sabes que has sido como un hermano para mí. Cuando estaba triste tú eras quien venía a lamerme las lágrimas, siempre venías a traerme el balón cuando querías jugar. ¡Nunca te olvidaré!
Eva Berbegal
Querido abuelo Pepe:
Te escribo porque quiero que me recuerdes…
Todos los días me acuerdo de ti. Mi madre me cuenta fascinantes historias y divertidas anécdotas de cuando tu eras joven graciosas e increíbles.
También quiero decirte que voy a seguir esa tradición de heladero que lleva nuestra familia haciendo desde que tú eras pequeño. La abuela Carmen, tu mujer, está muy bien se cuida mucho y cada vez que vamos a su casa a comer o a dormir, nos cuenta algo sobre ti. Ella sigue yendo a la iglesia y rezando por ti y por toda la familia.
Tus hijas están de lujo, bueno a Cristina no la veo mucho ya que vive en Elche.
¿Te acuerdas de mi hermano verdad? Ya tiene diez añitos y ya ha tomado la comunión.
Mis padres son muy felices juntos y están muy orgullosos de nosotros. Se ganan la vida con su trabajo y pasan tiempo con nosotros.Tenemos una vida que deberíamos cuidar más que nada en el mundo porque como tu nos enseñaste, la vida son menos de dos días.
¿Te acuerdas e mí? Seguro que sí…
Ojalá pudieras habernos visto crecer a todos tus nietos porque son todos una maravilla. No quiero saber que es lo que se siente al no poder ver nada, tiene que ser una depresión muy grande que tu supiste superar y estamos todos seguros de que supiste y pudiste ver con el corazón…
Te recordaré siempre abuelito.
Jordi Serrano
Querido abuelo:
Espero que desde donde estés te acuerdes al menos de la mitad de lo que me acuerdo yo de ti todos los días.
Te fuiste demasiado pronto de nuestro lado y no pudimos disfrutar lo suficiente de ti.
Era muy pequeña, aunque ninguno de tus rasgos se me ha olvidado. Tus manos gigantes y llenas de callos, tu forma de hablar, tu cara, tu mirada…
Son tantas cosas las que me he perdido de ti que me faltaría papel para poder escribirlas todas al igual que si escribo todo lo que te quiero.
Espero que cundo me veas estés muy orgulloso de lo que hago, lo que soy y como me comporto.
No se que decirte ya que no tengo palabras para expresar lo que siento cuando hablo de ti y creo que todos los que perdemos a alguien importante lo pasamos mal.
Hace diez años nos dejaste en cuerpo pero sé que todavía estás en cada uno de nosotros, en nuestros corazones.
Sabes que no soy de llorar pero tú siempre lo consigues y no se cómo.
Espero no olvidarte nunca porque eres una de las personas más buenas, valientes, cariñosas y fuertes que he conocido y nunca quiero que nada sobre ti se me olvide por poco que sea.
Contigo todo era divertido, aunque tu cara no era de demasiada diversión y todos te querían, incluso tus alumnos a los que les dabas un poco de miedo.
Siempre has sido una persona esencial en mi vida que me ayuda a saber que hacer o que camino elegir y siempre lo serás.
Te quiero muchísimo, no lo olvides nunca.
Muchos muchos muchos besos.
Lucía Túnez
¡Hola abuelo!
Soy Ainara, sé que no me conociste pero quiero que sepas que te quiero muchísimo y pienso en ti todos los días. Siempre me han dicho que te fuiste con las ganas de conocerme, eso es una cosa que me duele porque hubiera querido jugar contigo cuando era pequeña, ir al parque… Bueno, lo típico de abuelo-nieta. Mi madre siempre me dice que eras una persona especial, no sólo para ella y sus hermanos, sino para toda la gente que te conocía, intentabas ayudar cuando tú estabas peor que ellos; siempre decías que estabas súper bien, aunque todos sabían que era mentira.
También me han contado todo lo que sufriste hasta que te casaste con la abuela, que desde muy pequeño tuviste que sacar a tu familia adelante, que te pusiste a trabajar de muy pequeño y que cuando estabas enfermo y murió la abuela tú estabas fatal, pero siempre delante de tus hijos y nietos sacabas fuerzas y les regalabas tu mejor sonrisa. Mi madre siempre me dice que eras la persona más fuerte que conocía y que yo he sacado tu fuerza y eso me encanta, me encanta tener algo de ti.
Abuelo, te echo muchísimo de menos, ojalá estuvieras aquí para apoyarme en persona, aunque sé que me estas apoyando, porque ahora soy más fuerte que nunca y eso es gracias a ti. Seguro que de alguna forma u otra sabes lo que estoy escribiendo ahora mismo.
Una última cosa, no me cansaré de decirte que te echo de menos y te quiero.
Ainara Redondo
Carta a mi abuelo
Hola abuelo, hoy he querido escribirte esta carta para contarte todo lo que ha pasado desde que no estás….
Pero es mejor que nos remontemos al 2004, un año feliz y al mismo tiempo agridulce para todos nuestros seres queridos. El día 11 de julio de 2004 nací yo, y por lo que me cuentan, venías todos los días a verme, desgraciadamente a los 18 días nos dijiste adiós, pero no uno de esos que sabes que volverán, sino uno con el corazón y para siempre. Aún no me puedo creer que te fueras así, de repente, como una hoja movida por el viento. No te voy a mentir, cumplir años para mí es difícil, pues y saber que a las dos semanas se cumplirá el aniversario de tu perdida…
Hay días que pienso qué diferente hubiera sido mi vida o más bien dicho la nuestra, si algo de esto no hubiera pasado. Dejaste un vacío enorme en cada uno de los corazones que de tu amor llenabas (tu mujer, tus hijas, tus hermanos y hermanas.…) y en el mío que, aunque yo no te conocía ya te echaba y te he echado de menos.
No han sido unos años fáciles; he visto lágrimas a escondidas y risas sin ánimo para que no me afectara, hay una cosa que siempre estará conmigo, un día la abuela me dijo «Me hiciste sacar sonrisas cuando lo único que quería era llorar, fuiste mi calma en medio de una gran tormenta».
Sé que hay algo, no sé el qué, pero hay algo que me dice que desde donde estés me estás guiando, me estás dando fuerza y valentía para afrontar nuevos retos y que eres mi ángel guardián. Pero ahora no sólo el mío, sino también el de tus otras dos nietas, Lucía y Clara…
Hace apenas unos meses volé hacía lo que sería una de mis grandes aventuras, un destino y un reto nuevo de afrontar, volé hacia Londres y la verdad es que llevaba una foto tuya que cogí la mañana de antes para ir hacia el aeropuerto porque si algo necesitaba era llevarte para que me guiaras y no dejaras que nada malo me pasara.
Es tanto tiempo escuchando tu nombre y tus cualidades que ya quiero e intento parecerme un poco más a ti. Si hay algo que en estos 14 años me he dado cuenta es lo que nos une y nos unirá para siempre “LAS FIESTAS”, tú un “festeret”. Me has dado el privilegio de amar esta tradición al igual que tú, de poder vivirla a lo grande, porque siempre digo que a mí me encantan, pero pensar que es algo que nos va a unir para siempre hace que me gusten más. Este año lo he podido vivir de verdad, me he podido dar cuenta de lo que significa ser un buen festero/a, cuando vi acercarse el día, cuando me vi girando la curva del ayuntamiento no pude evitar emocionarme al saber que en el balcón nada más girar me estaría mirando toda la familia. “Vívelo, siéntelo, haz que esté orgullosa de ti, haz de ese momento uno para los dos” fue lo que pude ver en sus ojos empapados de lágrimas de felicidad y ya para acabar hay algo que siempre digo: “CUANDO SEA ABANDERADA, EL TRAJE DE MI ABUELO IRÁ EN MI CARROZA”.
Ahora te toca a ti seguir con lo que llevas haciendo más de 14 años, guíanos, ayúdanos, protégenos y continúa regalándonos tu amor; porque aquí abajo siempre te amaremos.
TE QUIERO,
Paula Miró
Yo quería dedicar esta carta a mi abuelo Alejandro que murió hace cuatro años.
Abuelo, quiero decirte que no nos hemos olvidado de ti. Que me acuerdo cuando iba a visitarte para ver el Athletic contra el Madrid y me dabas caramelos de miel, o cuando fuimos al Bernabéu a ver el partido, que, aunque no me gustó mucho ir a ver el estadio de tu equipo, me gustó porque a ti te hizo feliz. Pero lo mejor de todo eran las cenas en familia o aquella anécdota de las salchichas que lanzaste de punta a punta de la mesa. Sobre todo, te recordamos como el mejor “fester” de toda la familia. Cuando te dieron el premio a cincuenta años dedicados a salir a fiestas o a fester de honor, o cuando saliste por segunda vez de capitán, también cundo decías que ya no saldrías y al año siguiente seguías ahí. Pero un día pasó lo que nadie quería. Por primera vez en tu vida entraste en un hospital por una enfermedad y ya no te levantaste de la cama.
Gracias por todo. Allí donde estés tendrás tu traje de guerrero, porque te fuiste con él puesto…
Paco Marín
Querido recuerdo:
Hoy me pongo a recordar, a buscar pequeños cajones escondidos en mi memoria, me propongo no llorar, pero la primera lágrima no tardará en rozar mi mejilla después de remover tanta alegría y dolor al mismo tiempo.
Uno de mis más bonitos recuerdos es volver a esas tardes, cuando yo iba a tú casa, recorría ese largo pasillo hasta llegar a tú habitación y despertarte con un gran abrazo. Recuerdo todas las veces que te dije que me ayudaras a hacer un ejercicio de matemáticas que yo no sabia hacer, o pedirte q me dibujaras lo que quisieras, que lo único que quería era un recuerdo tuyo.
Tu imagen la tengo grabada a fuego, aunque no vea ninguna de tus fotos, pero tu voz, se va desvaneciendo poco a poco sin poder hacer nada.
Ojalá hubieras estado en los momentos de alegría, mi comunión, la de mi hermana; cuando uno de tus pequeños sueños se hizo realidad, el de ver a alguno de tus hijos liderar la comparsa en la cual tú siempre habías salido, el de ver a tus nietas acabar sus carreras o, simplemente vernos crecer a tus 6 nietos.
Menos mal que no estuviste en los malos momentos, esos que ojalá no hubiesen pasado, no quisiera haberte visto sufrir. Una de las cosas que más me duele es ver cómo tu mujer llega a casa y, por costumbre grita tu nombre, es al no oír tu respuesta cuando se le rompe a ella. Es entonces cuando vuelvo la cabeza y recuerdo que nos dejaste. Te fuiste apagando poco a poco unos días antes de tus bodas de oro y así, poco después, te dormiste para siempre.
Te pido por favor que nos ayudes a seguir todo este camino de piedras, porque sé que necesitamos oír alguna de tus palabras o sentir uno de tus abrazos.
Mientras tanto, yo siempre seguiré viéndote en algunos recuerdos escondidos, esos queridos recuerdos, mejor dicho: mi querido recuerdo llamado tú. Siempre serás mi rey.
Irene Pozo