Son curiosos por naturaleza, pero a ellos no les afecta aquello de que «la curiosidad mató al gato», pues rehúyen de la morbosidad que despiertan ciertos rumores, para no apartarse ni un ápice de su camino hacia la verdad. Esa verdad a veces dolorosa, que a unos conmueve, a otros desahoga y a otros enmudece. Les llaman por ello eternos soñadores, creyendo desde la necedad que jamás alcanzarán sus ambiciosos objetivos; pero ellos, pertinaces y obstinados, siguen adelante con el firme propósito de sacar a la luz esa ampulosa y codiciada realidad latente.
Han caminado sobre tierras movedizas, aguardando con cautela la llegada a suelo firme; han acariciado el perfume de la gloria encarnado en una hermosa rosa, pero cuando creían poseerla en toda su plenitud e inmensidad, sus pétalos resbalaron entre sus impasibles dedos dejando solo a un mohíno tallo. Han saboreado la satisfacción y la impotencia a partes iguales, y en ese equilibrio que sólo dan los términos medios, aprendieron a estimar ambas sensaciones en su justa correspondencia. Ni más, ni menos.
No tienen alas, pero no por ello dejaron de volar, volar libres para llegar allí donde late el corazón de cada noticia, y vivirla in situ, sorbiendo cada información, cada detalle con la inquietud del niño que desea saber y preguntarse el porqué de todo.
Poseen la sensibilidad del cirujano para acercarse a la historia de cada ser, no dar pasos en falso y avanzar con determinación por los recovecos más recónditos de ese enigmático interior.
A veces pueden ser incisivos, mordaces, y desde luego saben cómo contratacar. No bajan la guardia, y practican la doctrina del escepticismo moderado, corriente en la que creen a pies juntillas, pero es que ya se sabe, no es fácil desenmascarar la verdad cuando ésta tiene la habilidad de disfrazarse.
Se nutren de la proteína del riesgo, y quizá por ello, no desisten jamás al primer intento. Tener un objetivo marca para ellos el comienzo de un compromiso con la sociedad, y si algo no les falta es palabra, así que cumplirán con creces su cometido.
Ellos son la voz del que piensa en silencio, el soplo de aire para aquel que se ahoga ante una implacable mezquindad, la plataforma de los que necesitan hacerse oír, la súplica del desvalido, el grito de la conciencia, la denuncia pública del horror, el mejor guardián de recuerdos, el amigo sincero que no regalará oídos, el alguacil de la justicia y el que surcará ríos y mares, atravesará montañas y desiertos sólo por escuchar, y hacer que por unos segundos miles, millones de personas conozcan un pedacito, por pequeño que sea, de lo que pasa en este inmenso lugar llamado mundo. Quizá así se remuevan conciencias.
Los vemos, oímos y leemos a diario. Por eso hoy queremos rendir homenaje a esta fascinante profesión.
Nuestros alumnos de 2ºESO se metieron en la piel de los periodistas, y esta es su carta de presentación…
Luis Arnedo, Mila Marínez, Natalia Peydró, Adriel Sánchez, Elena Sánchez, Celia Sanjuán y Carlos Vicedo, 2ºESO B
Verónica Gisbert, Cristina Gosálbez, Ángela Mínguez, Raál Requena, David Rus y Roberto Teruel, 2ºESO A
Carlos Bornay, Blas Fernández, Andreu Ferri, Emilio Hueso y Abraham Rico, 2ºESO B
Pablo Amorós, Marina Chorro, Lidia Ibarra, Ricardo Ortiz, Angie Pabón y Miguel Ángel, 2ºESO A