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A vosotros, alumnos…

A vosotros que cubrís de color la fachada de un mundo a veces ominoso, que llenáis de esperanza el temido vaso de la frustración, y colmáis de nuevas ilusiones nuestros días grises con la sencillez de una sonrisa auténtica.

A vosotros para quienes no existen los imposibles, tan sólo los retos, y confiáis en que vuestros sueños os mantengan en pie. A vosotros que rejuvenecéis nuestro corazón con el elixir de vuestras grandes hazañas, que vivís el presente y no os asusta el desconcierto de un futuro inescrutable.

A vosotros que acogéis cada nuevo día con la emoción de que será mejor que el anterior, que conserváis intacta la esencia de ese niño que siempre os acompaña, y reís y lloráis con franqueza. A vosotros que sentís con verdadera y profunda pasión la vida, y lucháis tenaces por alcanzar lo que tanto deseáis conseguir.

A vosotros, que sois el recuerdo vivo de nuestra tierna juventud y el mejor regalo para esta sociedad que en ocasiones se olvida de algo tan importante como imaginar, gracias. Gracias por hacer de nuestro pequeño, pero cálido espacio vital, una bella y enriquecedora quimera en la que las palabras baten libres sus alas.

Gracias especialmente por vuestras historias, porque con ellas fui feliz.

Y gracias a todos los alumnos/as por este nuevo curso lleno de momentos que quedarán grabados en la memoria de este hermoso lugar.

Me despido hasta el próximo curso con una pequeña recopilación de apasionantes, enternecedores, sorprendentes y enigmáticos cuentos…Espero que os gusten.

Tráiler de Inés Mira, Matilde Reig y Carla Valero, 1ºESO B

Cuento de Inés, Matilde y Carla

Nacho Guerrero, Javier Latorre y Eduardo Vicedo, 1ºESO A

Sara Martínez y Clara Rivas, 1ºESO A

Soraya Aracil y Lucía Tárraga, 1ºESO A

Annais Díaz-Cacho, Pepe Fernández y Pablo García, 1ºESO B

Iván Agulló, Carlos Asensio y Jorge Palazón, 1ºESO A

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Fiestas Populares del mundo

Una mañana de verano, con la tranquilidad del trabajo bien hecho, Manuel cogió su polvorienta maleta de mano del altillo, la llenó con lo que consideró “cuatro imprescindibles” y la cerró con contundencia y determinación. Dio unos suaves toquecitos, a modo de caricias, sobre la curtida piel de la que sería su más fiel compañera durante una larga temporada, y salió decidido de la habitación.

Pero justo cuando se disponía a avanzar hacia la puerta con la firmeza con la que abandonó su minúsculo espacio de intimidad, algo le detuvo en seco y cambió de golpe su sensación anterior. Desde un extremo del pasillo escuchó la genuina voz de su madre hablando por teléfono, y le pareció el más bello de los sonidos. Nunca había reparado en ella, en su preciosa voz, como suele suceder con todas las cosas que superan la frontera de lo inusual para convertirse en algo cotidiano; pero en aquel instante -a sabiendas de que estaría largo tiempo sin sentirla cerca, sobre todo en sus horas más tristes, cuando le gustaba buscar refugio en los sabios y certeros consejos de su madre- simplemente la adoró, procurando abrazar cada partícula de aliento que emanara de aquel torrente de energía. Cerró los ojos en un intento por concentrarse aún más en su objetivo: grabar en su mente el cálido eco que viajaba libre por aquel angosto camino hasta llegar a sus aguzados oídos. Quería, deseaba con todas sus fuerzas no olvidarse jamás de aquella melodía que siempre nacía en los labios de su madre, para que en las noches más oscuras, pudiera sentirse menos solo con aquella hermosa canción.

Se acercó a ella, y la voz de su madre, que ya no volaba a través del hilo telefónico, sonó distinta, ronca, quebrada por una mezcla extraña de emoción y profunda pena. Su hijo, su único y estimado hijo, le había confesado entre lágrimas la mañana anterior su deseo de conocer mundo, vivir experiencias nuevas y quizá así, encontrar su lugar. Siempre había sido un chico muy sensible, que sin poder evitarlo, se emocionaba con facilidad, y aquella era una ocasión propicia para ello. Desde bien pequeño había estado muy unido a su madre, ni tan siquiera durante su rebelde adolescencia su relación se había resentido, pues lejos de distanciarse de su madre, Manuel buscaba su aprobación y cariño como el aire para respirar. Pero ahora, a sus 23 años sentía la implacable necesidad de buscar su sitio en esta inhóspita inmensidad llamada Tierra.

La abrazó como solía hacer cada vez que iba a estar fuera de casa más de un día, con el irrefrenable y casi irracional temor de que pudiera ser la última vez que la viera, y partió diciéndole que estarían en permanente contacto…

Manuel se fue sin rumbo fijo, pero en eso estaba paradójicamente el encanto de esta aventura, quería empaparse de la luz, la alegría, los modos de vida, los caracteres de las gentes que habitaran en cada rincón al que le guiase su instinto. Y así fue como llegó a Venecia, que casualidades del destino, se hallaba en pleno apogeo de su fiesta más internacional: el carnaval.

Una noche, descansado ya del viaje, Manuel se atavió con una de aquellas esplendorosas máscaras que encontró en un mercadillo cercano a su hostal, y saltó a las calles de la romántica ciudad para disfrutar del frenesí y la sofisticación de una velada única que le permitiría ser, al menos durante unas horas, un misterioso caballero de porte y mirada atronadora.

Su corazón le llevó días más tarde hasta una pequeña localidad alemana de aspecto medieval, que caprichos del azar, festejaba en esos días su tradicional festival de octubre. Manuel se aclimató con facilidad al ambiente rocambolesco del lugar y disfrutó de una verbena al más puro estilo alemán.

Sentado bajo un firmamento colmado de estrellas, con la paz que sólo un sosegado mar podría proferir, Manuel prendió la luz de su pequeña vela, y la dejó perderse entre una multitud de centelleantes farolillos que alzaron intrépidos su vuelo, como peregrinos de sueños en un infinito abierto. De Tailandia, viajó hasta China, y allí se desprendió de los malos recuerdos para entrar con buen pie en un año nuevo.

En la India sus sentidos bailaron con el inconfundible olor de las especias, y su cuerpo se convirtió en la más abstracta obra como resultado de su participación en la fiesta de los colores.

Se atrevió con los más exóticos y estrafalarios alimentos, gozó del silencio reflexivo que a veces permite la soledad, escuchó cruentas historias y fascinantes relatos del enigmático oriente. Disfrutó de la sencillez de los pequeños placeres, fue uno más allá donde decidió viajar. Y cuando regresó a su hogar era un hombre nuevo…

Su madre le recibió sin palabras, sólo lo abrazó con efusividad, al tiempo que él le susurraba al oído: nunca lo habría conseguido sin la fuerza de tu voz…

Y el joven comenzó su relato…

Jordi Sanz Verdú, 1ºESO A

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Inés Mira Pérez, 1ºESO B

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Carlos Asensio Alal, 1ºESO A

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Raquel Monllor Guillem, 1ºESO B

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Adrián Pradell Huertas, 1ºESO A

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Lucía Valls Hernández, 1ºESO B

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Lucía Tárraga, 1ºESO A

 

Nerea Giner Aguado, 1ºESO B

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Irene Picó Samper, 1ºESO B

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Matilde Reig Albero, 1ºESO B

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José Martínez Parra, 1ºESO B

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¿Destino?

Nunca creyó en él, de hecho su nivel de escepticismo al respecto podía decirse que estaba elevado al cuadrado, ¿quién podía creerse el viejo cuento de que una fuerza, un ente o quizá un poder sobrenatural que nadie había visto, ni constatado jamás, podía cambiar el orden de las cosas en menos de un segundo? Prefería creer que todo, absoluta y rotundamente todo, sucedía porque sí, sin más, casi sin explicación empírica aparente, pues dejar su porvenir en manos de algo inescrutable no sólo la asustaba ampliamente, sino que la abocaba inconscientemente a la resignación, pensaba entonces que si algo había de suceder, porque así estaba escrito en alguna parte, qué podía hacer ella -una simple mortal- por cambiar lo que sin duda estaba fuera de su alcance. Sin embargo, y muy a pesar de su voluntad manifiesta, en más de una ocasión tuvo que reconocer que se había planteado la posibilidad de que ese azaroso desconocido se le hubiera aparecido alguna vez.

Ella nunca había conocido el amor, hasta que llegó él, un joven inquieto de ideas utópicas que soñaba con cambiar el mundo al estilo de nuestros revolucionarios antepasados. Era tan pasional que a veces su mente se obligaba a seguir el ritmo agitado de su corazón, y el resultado era un discurso atropellado de frases casi ininteligibles, que lejos de enaltecer provocaba la risa de sus compañeros, quienes paradójicamente le admiraban por ello, por su espíritu frenético y su lucha incesante por conservar la esperanza. Quizá por esa razón, por su tormentoso pudor a hablar en público, le encantaba escribir, y lo cierto es que no se le daba mal.

Luciana y él congeniaron desde el principio, y cuando los dos tomaron confianza, empezaron a intercambiarse sus reflexiones sobre la vida, porque a ella también le apasionaba escribir. Y así, a través de palabras nunca pronunciadas, de silencios abiertos a la interpretación, de pausas premeditadas, de secretos dosificados, los dos se encontraron a sí mismos.

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Sabías qué…

Suelen decir, y nosotros acogemos como agua de mayo esta profecía, que cuando una puerta se cierra, se abre una ventana, y cierto o no, así es como de algún modo transcurre nuestra vida. Sueños que se quedaron a la mitad del camino, a veces incluso en la zona limítrofe a la meta; esperanzas que sin quererlo se evaporaron cansadas de esperar; palabras que se fueron para ceder su lugar a otras, convirtiéndose éstas en las nuevas invitadas de honor; personas que llegaron para quedarse y otras que sólo estuvieron de paso, pero cuya repentina aparición obró en nuestro favor como un verdadero milagro; proyectos que se tornaron sin más en viejas ilusiones de una juventud ya olvidada. Recuerdos seleccionados por una memoria -tan selectiva como sabia- para permitirnos vivir con paz. Porqués que agotaron sus fuerzas buscando respuestas que nunca hallaron; amores que parecían imposibles y se hicieron eternos, y amores eternos que fueron cegados por la crueldad de un inescrutable destino.

La vida nos convirtió sin más en el eje central de nuestra propia balanza, que unas veces encuentra el equilibrio y otras vence su fuerza hacia uno u otro lado, pero aun cuando las cosas no salen como quisiéramos, (y esto, desafortunadamente, sucede con más frecuencia de lo que cabría esperar), siempre, siempre terminamos encontrando un foco de luz que alumbra el comienzo de un nuevo rumbo. Por ello, aunque seamos escépticos en este sentido, nos recuperaremos de la desazón de los sueños frustrados cuando un nuevo aliciente nos devuelva la sonrisa; retomaremos las ganas de luchar cuando reconozcamos la lección que se esconde tras las experiencias difíciles; dejaremos de sentir nostalgia cuando alguien se marche, porque nos reconfortará el mero hecho de haberla conocido; viviremos sin hacer planes, sencillamente iremos sumando minutos que darán como resultado un tiempo de calidad; y aunque no podremos evitar que los malos recuerdos también nos atormenten alguna vez, sí haremos lo imposible porque su estela sea la de una estrella fugaz. Y sin duda, para vivir felices de verdad nunca perderemos la ilusión por saber. Sólo la inquietud de cada interrogante abierto, nos lanzará a la trepidante búsqueda de respuestas. Toda una aventura que sólo los valientes estarán dispuestos a emprender.

Y debes saber que hoy puede ser un gran día para aprender…

Natalia Peydró Medina, 2ºESO B

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Fernando Verdú Ortiz, 2ºESO B

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Lidia Ibarra Roldán, 2ºESO A

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Lucía Vicedo Márquez, 2ºESO B

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Ricardo Ortiz Gisbert, 2ºESO A

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Mila Martínez Ferrero, 2ºESO B

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Ángela Mínguez Bernabéu, 2ºESO A

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Elena Sánchez Zafra, 2ºESO B

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Andreu Ferri Vilaplana, 2ºESO B

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David Rus, 2ºESO A

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Estela Ortega Bernabéu, 2ºESO B

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Verónica Gisbert Ruiz, 2ºESO A

Noemí Sáez Ramírez, 2ºESO B

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Memorias

Allí estaba ella, sentada plácida sobre el sillón que la había visto crecer, el mismo que la había abrazado como niña y como mujer y que fue su refugio en los días de llanto, su abrigo en los días de lluvia y su más preciado rincón en los días felices, porque de éstos también hubo.

Miraba a la calle sin ver, perdida entre el incesante ir y venir de la gente, imaginando para sí la historia que habitaba tras ellos. Comenzaba así su peculiar producción de un largometraje de escenas inconexas, pero fascinantes, que de alguna manera le permitían vivir lo que no pudo, recuperar lo que perdió o, quizá, rememorar viejos sueños cumplidos. Cuando esto sucedía, solía cerrar inconscientemente los ojos y simplemente se dejaba llevar…Recuerdo que en alguna ocasión, torpe de mí, la interrumpí creyendo que algo malo sucedía, ella entonces parecía sobrecogerse por un segundo, pero enseguida me regalaba una de sus afables muecas y trataba de tranquilizarme con su dulzura habitual.

Amaba las fotografías, siempre le había parecido algo así como un milagro el hecho de poder congelar momentos en algo tan sutil como un papel. Tanto era así que aquella desgastada máquina la acompañaba a todas partes, y siempre que podía tomaba una instantánea. Decía que aquellos tesoros serían los que llenarían de energía positiva cada rincón de su hogar.

Aquella tarde, después de merendar, me quedé observándola en silencio desde el umbral de la puerta, procurando no hacer ruido para grabar en mi memoria aquella escena que tantas veces había presenciado, pues sabía, aunque me dolía siquiera pensarlo, que algún día la echaría muchísimo de menos.

Y allí estaba ella, con su aclamada melena de bucles negros que solía despeinar cada mañana en un intento forzado por restarle formalidad y dotarla de dinamismo; ataviada con su jersey azul y su camisa de cuello blanco impoluto que le daba más luz si cabe a su envidada tez olivácea. Le gustaba vestir a la moda, decía que sólo envejece quien se resigna a hacerlo. Y ella era muy obstinada en este sentido.

Sus manos delataban la experiencia, a veces dulce y otras amarga, que había dejado consigo el paso de los años, tal vez por ello rara vez las exhibía demasiado, y al sentarse le gustaba dejarlas entrelazadas a la altura de las rodillas en un gesto relajado y pensativo, que también a veces denotaba preocupación. Sus ojos, sin embargo, revelaban que había sido una mujer, a pesar de todo, llena de amor.

Poseía esa belleza racial que siempre despertaba admiración, carismática voz y don de palabra. La virtud de la elegancia había nacido con ella, y su caminar ágil y sereno la coronaba como la diosa de la feminidad.

Suavemente me acerqué a la altura de ella, y cuando la tuve frente a mí le pedí algo que siempre había deseado… ¡Abuela siempre me has contado miles de apasionantes historias, pero hoy quiero conocer la más interesante de todas, la tuya!

Mi abuela volvió la cabeza hacia mí y mirándome con ojos emocionados me dijo: Si hay alguien que protegerá y amará mis recuerdos, esa persona sin duda eres tú…

Y así, con el crepitar del fuego como telón de fondo, al más puro estilo cinematográfico, mi abuela comenzó su relato…

Vicente Ferrero Molina por su nieto Octavio Ferrero, 1ºESO B

Vicente Ferrero nació en Banyeres de Mariola (Alicante), el 20 de octubre de 1944, hijo de Octavio y Antonia. Su padre, escultor, pintor y dibujante, fue su mejor profesor, consejero y amigo. Desde que tenía 7 años su padre le enviaba a dibujar, y José Segrelles, el pintor, era amigo suyo y le dio clases. Sus recuerdos de infancia transcurren en Banyeres, en sus paisajes y entre sus amigos de escuela y los aromas de la cocina de su madre.

Estudió el bachiller elemental en Alcoy y allí conoció a Mila Punzano Gisbert, hija de un militar andaluz destinado en el cuartel de Alcoy, de la que se enamoró y muy pronto se hicieron novios.

Vicente, siempre incitado y apoyado por su padre, inició los estudios de Bellas Artes en la Escuela Superior de San Carlos de Valencia, en la década de los 60. Como no podía ser de otra forma, optó por la especialidad de Escultura, y tuvo como profesores a Octavio Vicent, Genaro Lahuerta, Felipe Garín, entre otros.

Para él fue muy importante el viaje de fin de carrera a Italia, más teniendo en cuenta que en esa época (1965) no era tan frecuente viajar como ahora. Fue un magnífico viaje en que toda la riqueza artística y patrimonial de esa Italia vista a través de los libros se le manifestó de una forma directa, vivencia ésta que le ha hecho volver a Italia en muchas ocasiones.

Empezó a practicar la escultura enseguida, puesto que su primera obra religiosa, el Cristo de la Columna de la Iglesia de Bocairente es de 1965.

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Terminando de modelar el monumento al Centenario del Juguete (Ibi)

Hizo el servicio militar en milicias universitarias, primero en Ronda y la práctica en Jaca(Huesca), en la frontera con Francia. Precisamente allí, mientras hacía el servicio militar en 1966, le encargaron su primer monumento.

Se casó con Mila Punzano el 28 de septiembre de 1970. Se estableció en Ibi, donde además de como escultor, trabajaba para una empresa juguetera de Ibi, Juguetes Sanchis, diseñando juguetes y dibujando los personajes de un cómic que los promocionaba. Después trabajó un tiempo en otra empresa juguetera, Moltó y Cia.

En 1971 nació su primer hijo, Vicente, y un año después su hija Sara. Su esposa, Mila, era maestra, y esos años fueron muy intensos, con dos niños tan pequeños y tantos proyectos. Pero también fue una etapa de ilusión.

En 1976 comienza su otra actividad, la docencia. En 1980 obtuvo por oposición en Madrid la Cátedra de Dibujo en Enseñanzas Medias. Dio clases en el instituto de Ibi, en el de Cocentaina, en el de Callosa de Segura, en el de Yecla y durante muchos años, hasta que se jubiló, en el Pare Vitoria de Alcoy. Más tarde, con la tesis “El escultor y la vejez. El aspecto físico relacionado con la obra de gran tamaño y materia definitiva. Su reflejo en la Historia del Arte”, logró el título de Doctor.

En 1981 nació su hijo Octavio, y en su vida profesional también fue un año importante, porque se inauguró su monumento a la Patrona y a la Fiesta de Moros y Cristianos situado en la Plaza de la Iglesia de Ibi, por encargo del que después sería su consuegro, mi otro abuelo, Salvador Miró. También con ocasión del 250 Aniversario de la llegada de la Virgen de los Desamparados a Ibi y el 50 aniversario de su coronación como patrona, por encargo de Salvador Miró, realizó una pequeña escultura conmemorativa que se le regaló al papa Juan Pablo II y que ya forma parte de la colección del Vaticano.

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Monumento a la Patrona y a la Fiesta, Ibi.

Además de este monumento, tiene más de 25 obras en lugares públicos, lo cual para él es muy satisfactorio, porque los ciudadanos comprenden y asumen esas obras como parte de su vida. Entre estas obras destacan Mirando al Mar en la playa del Postiguet de Alicante, o las cuatro esculturas de la playa de la Almadraba de Campello. También se cuentan el Panteón monumental de Azorín en Monóvar, el monumento a la Música en San Vicente del Raspeig, el del Centenario del Juguete en Ibi; el del Trabajo, en Alcoy; el monumento al Ciclista, en Xorret de Catí,; el de Jaime I, en Petrel; el dedicado al Tuno en Alicante. En 2007 realiza el del Centenario Salesiano, en Campello.

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Escultura Leyendo en Campello

Entre su obra religiosa él destaca el Retablo de los Santos Españoles, en Ibi; el Cristo de Letur (Albacete); La Asunción de Bocairente y La Asunción de Bañeres. En el año 2012 su obra Sant Jordi estuvo expuesta en “Camins d’Art” en Alcoy, y en 2013 una de sus obras, Maternidad formó parte de la exposición “Arte y Espiritualidad” en el Museo Valenciano de Arte Contemporáneo (IVAM) de Valencia.

Su vida profesional le ha aportado muchas relaciones de amistad: la del historiador del arte Felipe Garín, el escultor Octavio Vicent, el científico Santiago Grisolía, el poeta Ricardo Bellvesser, el músico Enrique García Asensio, entre otras personalidades. También le ha permitido conocer a personas tan interesantes como Vicente Ferrer.

En Ibi, además de sus monumentos, relieves y esculturas, colaboró durante muchos años con un dibujo en el programa de fiestas. Aunque en Ibi no ha salido nunca de festero, sí lo hizo de joven en Banyeres y de la fiesta lo que más le gusta es su música, amor que también le transmitió su padre, que fue miembro de la banda de música de Banyeres tocando el saxo.

Una de sus mayores aficiones ha sido viajar, y ha viajado por toda Europa: Francia, Portugal, Alemania, Bélgica; Holanda, Grecia, Turquía, Checoslovaquia, Austria… También sus viajes le han llevado a Estados Unidos, Cuba –donde hay un monumento suyo en honor de José Martí- y el norte de África.

Entre los cargos y servicios que ha desempeñado en instituciones públicas cabe destacar que fue director del Museo de Bellas Artes Gravina, en Alicante (MUBAG), ha pertenecido al Consejo Rector de l’Institut Valencià de Conservació i Restauració de Bens Culturals y al Plenari del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.

Hoy, a sus 71 años, es miembro del Consell Valencià de Cultura y ha sido nombrado asesor del Consejo del Tratado de Almizra. Tiene 6 nietos y sigue trabajando como escultor.

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Mi abuelo Ginés por su nieto Carlos Díaz, 1ºESO B

Ginés Díaz Sánchez, (mi abuelo), nació el 25 de Febrero de 1932 en Montealegre del castillo (Albacete). Es el pequeño de tres hermanos (Juan, Pascasio y él) Sus padres: Ginés Díaz Pina y Concepción Sánchez Ibáñez, vivían en Montealegre y se dedicaban al transporte de mercancías con carros tirados por mulas.

La infancia de mi abuelo no fue muy feliz. Desde bien pequeño empezó a trabajar en el campo. Y después como transportista con carros tirados por mulas. No pudo ir al colegio, lo poco que aprendió fue gracias a un profesor que iba por los pueblos y les enseñaba a leer y a escribir.

Juan, su hermano mayor, tuvo un accidente con un carro y le tuvieron que quitar un riñón. Mi abuelo estaba muy preocupado porque quería mucho a su hermano.

Mi abuelo tenía problemas respiratorios (asma) y al realizar ciertos trabajos en el campo, como segar, lo pasaba muy mal. Pero aun así sus padres le obligaban a segar.

Fue un niño que tuvo que madurar muy rápido debido la responsabilidad que tenía con su trabajo en el campo.

Su vida familiar fue muy dura. Sus padres eran muy estrictos, y le castigaban mucho.

En su juventud conoció a mi abuela (Consolación). Los amigos iban a las verbenas y a las romerías, y allí la conoció.

A los 20 años mi abuelo se fue a la mili. Estuvo 2 años en Tetuán (Marruecos). Estaba en un cuartel y por las noches pasaban mucho miedo. Mi abuelo siempre cuenta la anécdota de que hizo la mili con Manolo Escobar. Durante los 2 años que estuvo en Tetuán no pudo ir ni un momento a su casa. Y la única forma de comunicarse era mediante cartas. Durante todo ese tiempo hizo muy buenos amigos que todavía recuerda a día de hoy.

Al volver de la mili continúo con su trabajo como carretero. Su hermano mayor, Juan, se fue a vivir a Barcelona. Y allí montó un negocio de transporte. Llamó a mi abuelo para que fuera a trabajar con él a Barcelona. Accedió, pero tuvo que regresar por su enfermedad .

Ya en Montealegre decidieron casarse. Fue el 22 de diciembre de1960. Una anécdota que siempre cuenta mi abuelo es que el día de su boda el fotógrafo les echó muchas fotos. Pero cuando fueron a recogerlas, el fotógrafo les dijo que había olvidado poner el carrete. Mi abuela cada vez que se acuerda de eso se pone muy triste por no tener un recuerdo del día más importante de su vida.

La única foto de la boda es la de mi abuelo con su hermano Pascasio.

La boda se celebró en la iglesia de Montealegre y después todos se fueron a celebrarlo a la casa de los padres de mi abuela. Unos días antes de la boda, las mujeres estuvieron preparando panes y dulces para el convite.

Estuvieron un año viviendo en Montealegre y en ese año nació su primer hijo. El nacimiento fue el 22 de noviembre de 1961, y le llamaron Ginés.

Ya estaban bastante cansados del campo, por lo que decidieron venir a Ibi a probar suerte, a ver si encontraban trabajo, pues ahora ya eran tres de familia y el campo no les daba para mucho. Cuando se vinieron a Ibi, sus pertenencias eran solamente una cama, dos sillas y una mesa. Se fueron a vivir con unos conocidos que tenían cuatro hijos, y que muy amablemente les dejaron una habitación para poder vivir hasta que mi abuelo encontrara trabajo. Me comentan que siempre les estarán muy agradecidos a esa familia, porque se portaron muy bien con ellos. No le costó encontrar trabajo, pues en esa época se necesitaba mucha mano de obra, hasta el punto de que en un mismo día le llegaron a ofrecer tres trabajos.

Mi abuelo encontró trabajo en las máquinas de plástico y mi abuela cuidaba de su hijo y hacía las labores de casa. Como ya tenían trabajo alquilaron un piso pequeño. No les costó mucho adaptarse a vivir en Ibi. Mi abuelo me comenta muy contento, que muy poco a poco fueron ahorrando algo de dinero, pues ellos no habían tenido nunca ahorros. En el piso tenían vecinos que eran de Ibi que hablaban en valenciano y ellos, al principio, muchas cosas de las que decían no las entendían. Pero se habituaron y ahora son felices.

A la memoria de mi bisabuelo José Tortosa Verdú, «Borbón», por Inés Mira, 1ºESO B

Estas memorias se las quiero dedicar a mi bisabuelo, José Tortosa Verdú, ´´Borbón« para todo el mundo que lo conocía. Nació el 20 de Diciembre de 1905, en Ibi.

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Los padres de mi bisabuelo se llamaban José Tortosa y Virtudes Verdú. José era ebanista, tenía un pequeño taller donde trabajaba la madera, trabajo en el cual era un artista, y su mujer era la típica ama de casa de esa época. Tuvo una hermana llamada Amelia.

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 Mi bisabuelo era conocido en el pueblo con el apodo de Borbón, apodo heredado de su padre debido al gran parecido físico que tenía con el entonces rey de España Alfonso XIII de Borbón.

De pequeño me imagino que iría a una pequeña escuela del pueblo, ya que en aquella época no había colegios como ahora. Su profesión desde pequeño fue ayudar a su padre en el taller, trabajando la madera, aunque más tarde desarrolló el arte de la forja.

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Hizo trabajos sencillos, como utensilios de cocina, pero también trabajó la forja, realizando verdaderas obras de arte como uno de unos de los rosetones que podemos encontrar en la iglesia de la Transfiguración del Señor.

De carácter afable, extrovertido y emprendedor, era una persona muy sociable y le gustaba divertirse y gastar bromas con sus amigos. Se atrevió hasta salir de torero en la antigua plaza de toros de Ibi, que estaba situada en la calle en la que vivía.

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Mi bisabuelo se casó con Aurelia Jover Picó, mi bisabuela, que era también una persona muy trabajadora. Ella era modista y se dedicaba a confeccionar vestidos. Estuvieron juntos durante el inicio, el proceso de creación y el auge de la empresa, pasando momentos de grandes dificultades, pues mis bisabuelos eran personas muy humildes. Tuvieron dos hijos: Josefina, mi abuelita y Ramón, su hermano.

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Durante la guerra trabajó en un taller, pues su profesión era la de mecánico, aunque no fabricaba juguetes todavía, sino balas como la mayoría de mecánicos de esa triste época.      

Fue cuando terminó la guerra cuando él y dos mecánicos más decidieron asociarse y montar un pequeño taller, una decisión muy arriesgada en aquella época, ya que las condiciones económicas no eran muy favorables en plena posguerra y con dos hijos pequeños que alimentar.     

Empezaron a reparar utensilios de hojalata. Después tuvieron que ampliar el lugar de trabajo y se construyó lo que sería «La Mecánica Ibense». Al principio fue un edificio de reducidas dimensiones, donde se fabricaba además de juguetes metálicos: cocinitas, utensilios de cocina como cucharitas, ollas, cazos, etc., también fabricaron pequeños juguetes de plástico. En los años 60 y 70 fue cuando la fábrica no paró de crecer y empezaron a fabricar juguetes metálicos con resorte y peluches, convirtiéndose en una gran empresa.

A mi bisabuelo le gustaba ser amigos de todos y llegar a él era muy fácil, porque se abría a todos, era de trato agradable y afectuoso. Fue muy querido por todos los que le conocieron.

Era muy familiar y cualquier ocasión era buena para juntar a la familia. Cuando celebró su cincuenta aniversario de boda se volvieron a casar y lo celebraron junto con su familia y amigos más allegados.

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Entre sus muchas aficiones estaba la caza y, sobre todo, la de viajar. Cuando tuvieron una situación económica más holgada viajó mucho con su mujer. Algunos de sus viajes fueron a: Galicia, las Islas Canarias, Madrid, Barcelona, Suiza, Italia y Londres.

Trabajador infatigable, le gustaba también el campo y trabajar en él. Compró un terreno de labranza en Castalla, donde construyó una pequeña casa de campo a la que iban a pasar el verano, allí cultivaba manzanas y hortalizas. Con el tiempo fue aumentando la familia y se construyó otra caseta al lado para poder estar toda la familia junta durante el verano, esa caseta se ha convertido en mi caseta de verano.

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Allí vivieron épocas estivales inolvidables según me contaba mi abuela, junto con todos los vecinos formaron una verdadera familia. Un año decidieron entre todos organizar un encierro para todos los vecinos, ya que en Castalla son muy aficionados a esta fiesta y se pusieron manos a la obra. En una parcela que tenía un vecino, la vallaron, construyeron barreras y un pequeño toril para guardar a la vaquilla y así se organizaron sus propias fiestas durante muchos años. Se corrió la voz de tal manera que venía gente de todos los pueblos vecinos como Castalla, Ibi, Onil hasta que decidieron no hacerlo más, porque al final era demasiada gente y suponía un peligro, y al fin y al cabo era una fiesta para los vecinos. Después organizaban en mi caseta una gran verbena para celebrar la despedida y el fin del verano. En una ocasión la vaquilla se escapó y entró en la caseta de un vecino, pero al final todo quedó en un gran susto y en una anécdota divertida para poder recordar. En fin se podrían contar muchas anécdotas….                                      

Poco a poco fue pasando el tiempo y cumpliendo años hasta que por desgracia llegó el final.

Mi bisabuelo falleció a la edad de 79 años con la ilusión de querer cumplir los 80. Seguramente lo hubiera celebrado con toda su familia y amigos. No murió de ninguna enfermedad, padecía una dolencia en la espalda que le impedía moverse y desplazarse, por lo que se vio obligado a estar sentado y no realizar ninguna actividad. Fue para él un gran golpe, pues como era una persona muy activa en su vida cotidiana, su visita a la fábrica todos los días, y sus tardes jugando al billar con sus amigos, se quedó reducido a estar sentado en un sillón, cosa que no pudo asimilar. Y en muy poco tiempo enfermó de melancolía, ya que todos los remedios que buscó para curar su dolencia no surtieron efecto. El día en el que murió, el 3 de Noviembre de 1986, el afecto que le profesaban sus conocidos y sus trabajadores se reflejó en su funeral. Pues sus trabajadores llevaron el féretro a hombros desde su casa hasta la iglesia, para despedirse de él. Fue un gesto muy bonito por parte de todos ya que quedó demostrado que fue una persona muy querida.

A mi abuela María del Pilar Vicent por su nieta Lucía Tárraga, 1ºESO A

María del Pilar Vicent Vidal, mi abuela, tiene 71 años. Mide aproximadamente 1’55, es de piel clara, suele vestir colores un poco oscuros. El color de sus ojos es marrón oscuro, tiene una nariz pequeña, al igual que su boca. Siempre está hablando. Es un poco nerviosa, pero no mucho. Cuando ve la televisión suele ver las noticias o telenovelas, en concreto ‘EL SECRETO DE PUENTE VIEJO’ que la retrasmiten en Antena 3. Vive en Onil, un pueblecito que se encuentra en la zona montañosa de la provincia de Alicante. El motor principal de Onil es la fabricación de muñecas y juguetes. Sus abuelos se vinieron de Valencia a Onil porque su abuelo consiguió trabajo en una fábrica de allí, y vinieron junto a su padre que en aquellos tiempos era bastante joven, tenía 17 años. Su padre era del equipo de futbol del Valencia, pero no un aficionado más sino que le gustaba tanto el futbol que contagió su pasión por aquel deporte tan maravilloso a varios vecinos. El hermano de su padre, llamado Pepe, es decir, su tío, se quedó en Valencia porque allí tenía su negocio como autónomo con más de 100 trabajadores a su cargo. Cuando el padre de Pilar vino hacia Onil traía consigo un balón de fútbol, y en Onil, aunque este objeto se conocía gracias a la televisión, nadie disponía de ninguno ya que era un pueblo muy pequeño, así que él fue el primero que trajo aquel juguete tan maravilloso.

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Pilar estudió en el colegio Francisco Franco situado en Onil, (era el único colegio de Onil en aquellos tiempos) que ahora es la casa de la cultura, allí conoció a sus actuales amigas y pasó tanto buenos como malos momentos junto a todas y cada una ellas. Sus hermanos son José Luis, que ahora tiene 76 años, y María Teresa que tiene 63 años, es la mediana aunque siempre ha ejercido de hermana mayor. Ella les quería, les quiere y le querrá mucho durante toda su vida. Hace poco José Luís estuvo ingresado en el hospital, por problemas en el colon, pero ahora se encuentra mucho mejor, con mucha más fuerza y vitalidad para seguir adelante y poder recuperarse.

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En el año 1951 viajó desde Onil hasta un pueblo bastante pequeño de Valencia, para conocer a su tío Pepe, que tenía 3 nietos: José César que era una persona amable y generosa, Mariví que tenía bastante carácter y María, a la que todos apodaban ‘Tití’ . Lamentablemente José César falleció en un accidente de tráfico el 12 de octubre del año 1972 viniendo hacia Onil. En el año 1968 falleció su padre, Pilar le quería mucho, su padre le tenía mucho cariño al igual que ella a él. Le resultó muy duro tener que afrontar una pérdida tan grande.

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Sus hermanos se sacaron el bachillerato, en cambio Pilar empezó a trabajar desde muy jovencita (a los 14 años) en la fábrica Famosa, desde el año 1959 hasta 1962. Más tarde trabajó en la fábrica Vicma (ya que allí le pagaban más) desde el año 1962 hasta 1969. Solía hacer 14 horas diarias, pero le pagaban justamente.

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Su madre murió en el año 1998, no tenía una relación tan estrecha como con su padre, pero aun así, la quería mucho. En el año 1969 se casó con José Antonio Tárraga Martínez una persona muy tranquila y amable. Él es bajito al igual que Pilar, el color de sus ojos es marrón oscuro, el color de su piel no es ni blanca ni morena. Su nariz no es muy grande, y tiene una boca no muy pequeña. Sus orejas son un poco grandes, pero no mucho. Sus brazos son cortos, como sus piernas, pero aún así es una persona con mucha fuerza.

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Su madre murió en el año 1998, no tenía una relación tan estrecha como con su padre, pero aun así, la quería mucho. En el año 1969 se casó con José Antonio Tárraga Martínez una persona muy tranquila y amable. Él es bajito al igual que Pilar, el color de sus ojos es marrón oscuro, el color de su piel no es ni blanca ni morena. Su nariz no es muy grande, y tiene una boca no muy pequeña. Sus orejas son un poco grandes, pero no mucho. Sus brazos son cortos, como sus piernas, pero aún así es una persona con mucha fuerza.

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José Antonio tiene un Peugeot de color gris, es pequeño aunque es bastante rápido. Ahora tiene el mismo coche y mi abuela se empeña en que se compre otro, pero mi abuelo no quiere porque lo ve una pérdida de dinero. Antes vivía en casa de sus padres, pero al casarse alquiló junto a José Antonio un piso bastante acogedor y tranquilo, situado en el centro de Onil (en la avenida de la Paz).Finalmente cuando su madre falleció se trasladó a su casa, allí había pasado toda su infancia. La casa tiene dos plantas. En el comedor hay dos sofás, una ventana a la terraza, una chimenea, un baño con una bañera, un lavabo y un váter, la cocina con una despensa, la nevera, una mesa pequeña y una terraza no muy grande con bastantes plantas. Arriba hay otro baño con una ducha y un lavabo, con tres habitaciones, una con una cama y un balcón, otra con un gran armario y una cama de matrimonio y otra con una cama, un armario, un balcón y una sala donde se encuentra un gran armario con ropa. Después de casarse estuvo 10 años sin trabajar y finalmente volvió a trabajar en la fabrica Muñecas Bebé, yaque le ofrecieron el puesto.

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Pilar y José Antonio tuvieron un único hijo, Isidro José Tárraga Vicent, que nació en 1970. Ahora es asesor laboral y tiene su propia empresa llamada ‘GABITEMSO’. Isidro José tuvo dos hijos junto a Estefanía Romero Albero: Isidro Tárraga Romero con 9 años de edad y yo, Lucía Tárraga Romero con 12 años y medio de edad. La hermana de Pilar, María Teresa, trabaja junto a Isidro (su único sobrino) en la empresa familiar, donde también trabaja el hijo de María Teresa.

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A Pilar le gustaba mucho cantar, y estuvo unos años cantando en la coral de Onil e hizo bastantes viajes alrededor de la Comunidad Valenciana y también fuera, para ir a conciertos junto a sus compañeras y compañeros de la coral.

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Ahora a Pilar le gusta mucho cocinar, entre sus platos favoritos se encuentra el puchero, el arroz con conejo, el estofado, la calabaza y las patatas al horno con pollo. Es muy aficionada a los programas de cocina. No suele viajar mucho. Pilar no tiene el carné de conducir, y siempre, o va a todas partes andando o su marido (que sí que tiene carné) la lleva donde ella necesite. Su marido va a medio día y todas las tardes a tomar el café a uno de los bares más conocidos en el pueblo de Onil ‘HUERTAS’, y a jugar junto a sus amigos de toda la vida al dominó o a las cartas, por la mañana también suele ir. Pilar dedica gran parte de su tiempo a estar con nosotros, sus nietos. Ella nos quiere mucho. Es una persona muy cariñosa y amable. En su día a día mi abuela va a comprar el pan todas las mañanas a la misma panadería. Hace la comida con el primer plato, el segundo plato y el postre que suele ser de chocolate, porque le encanta el dulce, pero sin azúcar porque su marido es diabético. Luego recoge la casa y la limpia. Después suele ir a pasear junto a su hermana por la tarde, y finalmente llega a casa y hace la cena. Le gusta mucho arreglarse y suele ir bastante a la peluquería, en cambio no le gusta mucho ir de tiendas y comprase prendas de ropa, porque no le gusta probársela(es una manía suya). Antes José Antonio (su marido) trabajaba en un taller de coches en Albacete, pero se tuvo que jubilar. Aunque ahora José Antonio tiene su huerto con muchos cultivos: tomates, pepinos, ciruelas, calabazas, hasta tiene tomillo, romero etc. También le gusta mucho ver películas del antiguo Oeste. José Antonio y Pilar tuvieron dos perros cuando Isidro José era pequeño, padre e hijo (José Antonio e Isidro José) iban junto a sus dos perros a cazar por el monte, a recoger champiñones, a capturar pequeños insectos, a pescar peces en pequeños lagos alrededor de la montaña; en definitiva todo lo que un hijo y un padre pueden hacer juntos en el monte. Los dos se llevaban y se llevan muy bien, tienen una relación muy estrecha. Simplemente añadir que Pilar es una de las mejores personas que conozco y tiene una de las mejores familias del mundo.

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Memorias Miguel Teruel Rodríguez por Natalia Teruel, 1ºESO B                                                                        

Todo empezó el 5 de Marzo de 1942 en Chirivel (Almería), cuando Trinidad Rodríguez y Pedro Teruel tuvieron a su segundo hijo: Miguel. Tras él llegaron 4 hermanos más, primero nació Mariano, después Miguel, seguidamente Ginesa, más tarde Rosa, a continuación Trinidad, y por último Pedro.

Miguel no fue al colegio, tan solo con 5 o 6 años trabajaba con el ganado, ayudaba a sus padres y a veces venía un hombre a enseñarle a leer y escribir. Jugaba con juguetes que fabricaban ellos mismos. Pedro era agricultor y ganadero, su mujer ama de casa. Estuvo hasta los 15 años trabajando con el ganado, más adelante con 18 años empezó a labrar y segar los campos.

Un día, él y su hermano Mariano se fueron a buscar trabajo a la provincia de Alicante, en 1962. No encontraron trabajo y estuvieron más de una semana sin recursos. Fueron desde Novelda hasta Oliva hasta que por fin encontraron trabajo los dos. Estuvieron 4 meses viviendo en una pensión, pero Miguel se quedó solo porque su hermano se tuvo que ir al servicio militar.

En Oliva, concretamente en Forna, encontró trabajo en una cantera junto con una familia y ganaba 115 pesetas (0,69 euros) cada día. Y se gastaba cada semana 200 pesetas (1,20 euros). Allí estuvo trabajando hasta que un día su padre le dijo que volviese ayudarle.

Así que otra vez, tuvo que volver a trabajar al campo con tractor. Hasta que con 21 años decidieron venir a Ibi porque les habían dicho que era un pueblo industrial, y allí podrían tener una nueva oportunidad.

Pero viviendo en El Carrascal, se tuvo que ir a cumplir con el servicio militar en Zaragoza. Allí trabajó de barbero y ganaba 200 pesetas (1,20 euros), y aprovechó para sacarse el carnet de conducir camiones.

Cuando volvió del servicio militar, se puso a trabajar en una granja junto a su hermano Mariano. En la granja estuvo 2 años y ganaba 1.200 pesetas (7,21 euros) a la semana.

Y un día toda su familia decidió venir a vivir a Ibi, en concreto a La Pileta.

Después, con 25 años, empezó a trabajar en la fábrica de Vicente Moltó Verdú, trabajaba 75 horas a la semana y cobraba 1.575 pesetas (9,47 euros). Allí estuvo trabajando 2 años, hasta que en 1970 se fue a trabajar a la empresa Bornay, que antes era conocida como Despacho Central Renfe.

En 1967 conoció a Rosa Sánchez Casanova, y al cabo de unos años de noviazgo decidieron casarse en 1969 en la Iglesia de la Transfiguración del Señor.                              

Se fueron de viaje de novios por toda Andalucía con su moto. Allí visitaron muchos lugares conocidos entre ellos: La Giralda, La Alhambra, La Torre del Oro y el Parque de María Luisa, etc.

A pesar de su trabajo, Miguel se fue de viaje con Rosa a disfrutar de sus vacaciones por varios países como: Holanda, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Cuba y Portugal.

En 1970 tuvieron a su primer hijo: Miguel Ángel Teruel Sánchez. A los 3 meses Rosa montó una droguería – perfumería, en la C/ Góngora nº20 que era el domicilio conyugal. Y en 1974 nació su segundo hijo, Javier Teruel Sánchez. Los dos hermanos nacieron en Ibi, concretamente en lo que es ahora el Centro Polivalente.

Cuando llegaba el verano toda la familia viajaba a Andalucía, Madrid, Extremadura, Galicia, Cataluña, Castilla y León, y en general por toda España.

Miguel estuvo trabajando de camionero hasta 1977, porque en ese año Rafael Bornay le ofreció a él y a tres socios más hacerse cargo de la empresa, ya que Rafael tenía que dedicarse a lo que es hoy la empresa Bornay y no podía hacerse cargo de los transportes.

En 1978, Miguel Ángel tomó su primera comunión. Y ese mismo año se mudaron a una nueva casa situada en la dulzura.

La empresa funcionaba estupendamente llegando a tener 12 camiones. Pero el 1 de noviembre de 1981 se incendió la nave con todos los camiones dentro. Los daños causados fueron valorados en 70.000.000 de pesetas.

En 1983, tomó la 1º comunión su segundo hijo: Javier.

Tras el incendio los socios se partieron. Y así nació la sociedad de Transmape.SL, junto con dos socios más: Emiliano y Ángel, siempre dedicados al transporte.

Primero comenzaron con un recorrido corto: Ibi-Villena. Pero a medida que en Ibi las fábricas de juguetes fueron cerrando, la empresa se extendió por toda España y Europa juntando una flota de 18 camiones. También en 1989 se incorporaron a la empresa sus dos hijos. Él fue el gerente desde 1981 hasta 2007, en esa fecha llegó su jubilación. A partir de esa fecha los hijos de los tres socios se hicieron cargo de la empresa familiar.

En 1999, hubo un día muy especial para la familia Teruel, ya que su primer hijo se casaba el día 8 de mayo con María José Santoyo Verdú. En el año 2002 Miguel tuvo a su primera y única nieta, Natalia Teruel Santoyo.

Desgraciadamente en 2003 murió su padre Pedro, en 2009 también falleció su madre Trinidad. Los abuelos eran felices porque tenían una nieta y ocho nietos: Trinidad, Domigo Ángel, Pedro, César, Aitor, Miguel Ángel, Javier, Daniel y Pedro Antonio.

Una enfermedad terminó con la vida de su hermana Ginesa. Los otros hermanos siguen viviendo en nuestra ciudad, algunos de ellos también son abuelos.

Finalmente, en 2013 Miguel tuvo que afrontar un golpe muy duro en su vida, le diagnosticaron un cáncer linfático. Tras someterse a varias pruebas, le operaron y le pusieron quimioterapia. Y con mucha fuerza y amor de su familia pudo salir adelante

Hoy en día, Miguel y Rosa viven felizmente en la C/ Don Pelayo nº37, junto a su perro Tobby, quien ya se ha hecho un hueco en sus corazones.

Memorias Antonio Bayona Peñalver por su nieta Ainara Bautista, 1ºESO A

Antonio Bayona Peñalver nació el 17 de Junio de 1950 en Albudeite (Murcia), hijo de José María Bayona Sarabia y Josefa Peñalver Navarro, siendo el menor de una humilde familia de tres hermanos: una chica y dos chicos. Durante los años 1950 – 1966 creció felizmente en su pueblo y estudió la enseñanza obligatoria de aquellos tiempos en el colegio “Nuestra Señora Virgen De Los Remedios”. Durante este período no solo acudía al colegio sino que también en verano, a los 12 o 13 años, ayudaba a sus padres en la economía del hogar trabajando en el campo, recogiendo fruta en su pueblo y también en los alrededores, como en Cieza, Mula, Archena… Cuando iba a pueblos más lejanos lo llevaban en coche y dormía allí junto a sus otros compañeros de trabajo durante la temporada, y cuando acudía a pueblos más cercanos se desplazaba en bicicleta.

En su tiempo libre solía bañarse en el río con sus amigos y hermanos, se lo pasaban genial y les gustaba mucho. En aquella época el río tenía mucha agua y estaba limpia y no había peligro, en la actualidad el río está seco y le da mucha pena cuando visita su pueblo y ve cómo ha cambiado. También le gustaba jugar mucho al fútbol, de hecho tenía un equipo de fútbol. Cuando Antonio tenía 10 u 11 años de vez en cuando se saltaba las clases para buscar nidos de pájaros junto con sus amigos.

Una vez, cuando tenía alrededor de 13 años se fue con dos amigos a un pueblo cercano a ver un circo y por el camino se cayeron de la bicicleta, cargada con tres personas, y se rompió los pantalones nuevos que había estrenado. Al llegar a casa, su madre le puso un buen castigo ya que no podía comprar muchos pantalones.

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 Antonio con su equipo de futbol

Cuando llegó el final de la escuela, los profesores al ver que era un niño que podía seguir estudiando porque valía para ello, le comentaron a la familia la posibilidad de que fuera a estudiar a otra ciudad estudios superiores, pero desgraciadamente sus padres no se lo podían permitir y tuvieron que pensar en otro futuro para él. Tenía que trabajar y no había otra opción.

A los 16 años se fue con su hermano Francisco a Alicante para trabajar en una empresa de conserva de tomates.

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Antonio en Alicante

Luego su hermano se fue a Ibi a trabajar y él se quedó en Alicante solo, trabajando en la fábrica de conservas de tomates una semana más.

Finalmente, su hermano se estableció en Ibi, y lo llamó para informarle de que le había conseguido trabajo en una fábrica de obleas llamada “Obleas Quintín” donde estuvo durante dos años y medio. Finalmente se quedó viviendo en Ibi y luego su hermano le buscó trabajo en juguetes Vercor.

Hasta que a los 21 años se fue a la mili, estuvo haciendo el campamento de instrucción en Almería, donde juró bandera, y tras ello se fue a Melilla donde permaneció un año en el campamento de artillería nº 32. Fue una experiencia para él muy positiva y conoció a muchas personas, por eso él la define como una etapa enriquecedora. Durante la estancia en Melilla tuvo algunas anécdotas: como salir al cine con los amigos, visitar el castillo de Melilla, hacer marchas militares y desfiles militares, fue trompeta en la banda de música de artillería… Una vez lo castigaron en el cuartel por querer engañar a la policía militar y durmió durante una semana en el calabozo.

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Antonio en la mili

Cuando volvió de la mili se reincorporó a su trabajo en juguetes Vercor, donde permaneció hasta los 58 años cuando cerró la empresa.

A los 23 años conoció a la que hoy en día es su mujer, se conocieron en la discoteca “disclub”. En aquella época los chicos pedían a las chicas que estaban sentadas si querían bailar con ellos y si a la chica le gustaba pues accedía, a partir de ahí empezó una bonita relación.

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Antonio con su mujer

Dos años después se casaron y su mujer en 1975 se quedó embarazada de Érica Bayona Valls. Ocho años más tarde su mujer se volvió a quedar embarazada de su segunda hija Mª Jesús Bayona Valls. En esta etapa él se dedicaba a trabajar en Vercor y a estar con su mujer e hijas.

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Antonio y sus hijas

Solían ir a ver a su familia que se quedó en Albudeite (Murcia), los veranos los pasaban en una casita en el campo e iban a la playa. Él trabajaba además las tierras de su caseta.

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Antonio en el campo

Fue una terrible desgracia cuando su padre murió en el año 1983, pero con el apoyo de la familia lo fue superando. Catorce años más tarde, en 1997, murió su madre, también fue difícil asimilarlo.

En el 2001 su hija pequeña se quedó embarazada y tuvo su primer nieto, Paco.

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Antonio con su nieto

En el 2002 su hija pequeña se volvió a quedar embarazada y tuvo a su segunda nieta, Ainara.

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Antonio con su nieta

En el 2003 su hija mayor se quedó embarazada y tuvo a su tercera nieta, Andrea.

En el 2007 su hija mayor se volvió a quedar embarazada y tuvo a su cuarta nieta, Irene.

A los 58 años acabó de trabajar en la Vercor porque cerraron la fábrica, entonces lo cogieron en “Picó”. Dos años después decidió que ya era hora de jubilarse.

Hoy en día tiene 65 años y es una persona muy activa que está muy en forma, ya que siempre ha sido muy deportista y esto le da mucha vitalidad, disfruta mucho pasando el tiempo con sus nietos y su mujer e hijas y es muy optimista, ha sido una persona muy trabajadora y ahora se encuentra en un periodo de descanso en el cual es muy feliz, ya que puede hacer muchas actividades y goza de un buen estado de salud.

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Antonio haciendo deporte

Como se puede comprobar, he hablado de mi abuelo al que quiero mucho y le doy las gracias por todos los momentos buenos que me ha dado. Es una persona muy importante en mi vida y siempre le tendré en mi corazón.

A mi abuelo Víctor Peydró por Aitana Palao, 1ºESO B

La vida en el campo

Esta memoria se la voy a dedicar a mi abuelo Víctor Peydró. Nació el 31 de octubre de 1930, en Ibi, (Alicante). De pequeño vivía en una masía llamada Campofrío, situada entre Alcoy e Ibi. Tenía 3 hermanos, y él era el más pequeño. El mayor era Antonio, el segundo Carlos y el tercero Casimiro. Su madre se llamaba María, pero todos la llamaban “María la guapa”. Siempre quiso tener una niña, pero como no pudo, vestía a Víctor de chica. Su padre se llamaba Casimiro y ejercía como alcalde de partida, que era un alcalde para todas las masías de alrededor. Al haber animales, a mi abuelo le tocó hacer la tareas de pastor. Un profesor particular iba a la masía a darles clase a los hermanos. La vida en la masía era sencilla y tranquila, trabajaban desde muy temprano hasta muy tarde, e iban a todas partes a pie. Al no haber televisión ni teléfonos móviles una de sus únicas diversiones era ir los domingos a bailar a las masías. El trabajo en el campo estaba repartido, unos labraban, otros sembraban, otros se encargaban del ganado…

La guerra

En 1936 estalló la Guerra Civil Española y los 3 hermanos mayores tuvieron que ir a la guerra porque mi abuelo sólo tenía 6 años. Su madre se sumió en una gran tristeza al ver que sus hijos se iban a la guerra y no podía hacer nada para remediarlo. La masía se convirtió en un sitio más solitario y triste que antaño. Al pasar la guerra, la tristeza fue casi absoluta al ver que el mediano, Carlos, no regresó. Aún no se sabe la causa de su muerte, simplemente desapareció. Poco tiempo después de que desapareciera Carlos, su madre murió de pena. Al perder a un hijo, la tristeza le cegó y pensó que ya no merecía vivir. Dejó de comer y dejó de cuidarse, y la masía se quedó más sola que nunca. Al fallecer María, tuvo que ir a cuidar la masía su hermana Fermina. Todos pensaban que Casimiro acabaría casándose con Fermina, ya que antaño, era habitual que el viudo se casara con la hermana de la fallecida, si esta quería, claro. Al pasar el tiempo, Fermina volvió a su casa en Alcoy y la vida en la masía continuó.

Adolescencia

Curadas las heridas, los hermanos se casaron. Antonio se casó con una chica de Penáguila llamada Emilia. Casimiro se casó con la prima hermana de Emilia, Patro. Poco después Víctor conoció a Antonia, la que es ahora mi abuela, y se casaron. Ambos se fueron a vivir a Ibi, pero mi abuelo no perdió el contacto con su familia, ya que subía todos los fines de semana a visitarles a la masía, a comer o a cazar que era una de sus mayores aficiones, junto con la lectura.

Padre de familia

Pocos años después de casarse tuvo dos hijas, a las que educó en valores cristianos y morales, aunque a pesar de no tener estudios era curioso y se interesaba mucho por el pueblo, etc . Conoció a sus cuatro nietos, y a pesar de que no hace ni dos meses que nos dejó, pudo disfrutar de la vida, y saber aprovecharla. Y para todos sigue presente en nuestros corazones.

A mi bisabuelo Antonio por Annais Díaz-Cacho, 1ºESO B

Mi bisabuelo se llama Antonio Pérez Resina, nació en 1922 el 18 de Abril, en una aldea llamada la Jauca, que pertenecía a Serón, en la provincia de Almería. Era de cinco hermanos el tercero, en la actualidad solo vive él. Su padre se llamaba Antonio y su Madre María.

Cuando mi bisabuelo era pequeño era muy difícil ir a la escuela, así que mi bisabuelo no pudo ir.

Sobre su infancia no tiene muchos recuerdos, lo más importante fue que con once años falleció su padre, así que su madre se quedó con cinco niños pequeños y sola en una época muy mala.

Después su infancia fue como la de los demás niños de esta época.

 A los 16 años se alistó voluntario para combatir en la guerra civil española, ya que era una época de mucha hambruna y eran muchos hermanos en casa sin padre y tenían muy pocos recursos.

En la guerra estuvo casi dos años, una cosa que mi bisabuelo siempre me dice es que tenemos que estudiar y aprender a leer y escribir y comprender las cosas y siempre me lo dice contándome esta historia que le pasó en la guerra, y era que un compañero suyo no sabía leer ni escribir y otro compañero le leía y escribía las cartas, pero era mal compañero ya que le leía lo que él quería y le escribía cosas muy malas a su novia, esto duró mientras el capitán no fue consciente, pero cuando se dio cuenta le hizo comerse las cartas. Era una época tan mala que también cuenta que había compañeros suyos en el frente y para poder vivir tuvieron que comerse un burro.

A los dos años volvió a su casa y se dedicó a cultivar las tierras de la familia. Cuando mi bisabuelo tenía 23 años conoció a mi bisabuela que tenía 17 años, ella también vive y es muy buena. A partir de aquí su vida empezó a mejorar, se casaron y un terrateniente andaluz le dio unas grandes tierras para cultivar junto con una gran casa. Mi bisabuelo era el capataz de la finca, o como se dice en Andalucía, cortijo.

El cortijo estaba en Granada y allí montaron su casa.

Mi bisabuelo era el que se encargaba de toda la gente del cortijo, araban, sembraban, recolectaban, llevaban los animales…..

La vida de mi bisabuelo dio un giro de 180 grados cuando tuvo su primer hijo, mi abuelo Juan Diego, y a los dos años a su hermana Ana.

En el año 1963 fue cuando decidieron venir a vivir a Ibi, ya que se decía que era un pueblo que ofrecía muchas oportunidades. Vendieron todo lo que tenían en Granada y vinieron a Ibi para empezar de cero.

Mi bisabuelo se construyó su propia casa en la que viven hoy mis abuelos, mis bisabuelos y la hermana de mi abuelo, la tía Ana, eso sí cada uno en su casa, ya que tiene tres viviendas individuales.

Compró una finca en Castalla que le dio a su hija Ana, y otra camino de la Devesa, que es la que le dio a mi abuelo Juan Diego. Son muy grandes y mi abuelo le ha dado una parte a mi madre y otra a mi tía, pero también es su casa.

También montó una fábrica de inyección de piezas. Era todo un emprendedor.

Pero claro tanto trabajar y tantas cosas le pasaron factura que un día su corazón le dio un susto muy grande. En 1981 le dio un infarto que se repitió varias veces, así que al final tuvieron que ponerle un marcapasos ya que su corazón estaba muy débil.

Después de pasar todo esto se jubiló y su vida, para alegría de todos, transcurrió tranquila y sin falta de nada, y con mi abuela a su lado, todos sus hijos y nietos que lo queremos mucho.

La semana pasada fue el cumpleaños de mi bisabuelo, y cumplió 93 años junto a mi bisabuela que tiene 86. Y esta semana celebraremos una fiesta familiar porque se lo merece.

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A mi abuelo Joaquín León Sanjuán por Pepe Fernández, 1ºESO B

Mi abuelo (Ximo), nace el 16 de Agosto de 1943. Es el mayor de los gemelos que esperaba su madre, a los pocos años nació su hermana. Crece junto a sus hermanos y sus padres en la emblemática “Plaça la Palla” en una casa modesta.

En 1964 cumple con el Servicio Militar en el Parque de Artillería de Melilla, como Artillero le gusta mucho todo lo relacionado con el Ejército y se sentía orgulloso de servir a su Patria.

Su amor por el deporte lo impulsa a estudiar y en 1968 consigue el título de Árbitro Oficial de la Federación Murciana y Colegio Nacional de España de árbitro. Arbitrando en preferente y tercera división en fútbol y balonmano. En relación con este último participó en la Semifinal del Campeonato del Mundo celebrado en Cartagena como cuarto árbitro ALEMANIA-HUNGRIA, quedando como Campeona esta última.

Van pasando los años y en 1970 se casa con Soledad Martí Fuster (mi abuela), formando una familia de la que nacen tres hijos: María José, Ximo y Sol.

Trabaja en la Fábrica RICO, S.A., como metalúrgico, trabajo que desempeña en el taller hasta el cierre de la misma en 1982.

Fue componente del Grup de Danses de Ibi, con el que participó en diversos festivales folklóricos tanto en España como en el extranjero.

Fueron años difíciles, pero su amor por su trabajo y su familia le dieron fuerzas para seguir dando a los suyos lo mejor.

Festero como el que más, durante su adolescencia fue componente de la Comparsa Maseros y luego se fue al bando moro, hasta la fecha de hoy, siendo uno de los veteranos de la Comparsa Chumberos desempeñando varios cargos festeros: como el de Sargento Moro de Disparo, lo que le llena de satisfacción por su amor a la fiesta, a la pólvora y a la Mare de Deu dels Desemparats (Patrona de Ibi).

Amigo de sus amigos, siempre de buen humor, siempre dispuesto a dar la mano al que necesita de él.

Orgulloso de sus cinco nietos (4 niños y 1 niña), Pepe, Ximo, Jordi, Luis y Sol; a todos les ha trasmitido su amor por el deporte.

A fecha de hoy sigue arbitrando y colaborando para Entidades como U.D. RAYO IBENSE, llegando a arbitrar partidos en los que juegan sus nietos, momento que goza y le emociona al mismo tiempo…

Un duro golpe llega para toda la familia cuando el 31 de Octubre de 2014, sufre un ictus cerebral del que a día de hoy se está recuperando con gran fuerza y muchas ganas de seguir luchando, porque se repite día tras día que: ¡LA VIDA MERECE SER VIVIDA!. En definitiva, todo un ejemplo de superación.

Elegí escribir las memorias de mi abuelo Ximo porque lo admiro mucho, me ha inculcado valores, me ha enseñado a no rendirme nunca, a luchar por lo que quiero, a ser feliz y a hacer felices a los que me rodean.

TE QUIERO MUCHO ABUELO…

Mi abuelo ´TRIQUI’ Francisco Rico Crespo por Daniel Amorós, 1ºESO B

Mi abuelo nació el 4 de Febrero de 1931 en la calle Castalla debajo del cuartel de la Guardia Civil y vivió allí hasta que se casó.

Sus padres eran José y Lucía y tuvieron dos hijos más, uno mayor llamado Ramón y otro menor llamado Pepe.

Su infancia transcurrió igual que la de cualquier otro niño de la época, terminaban sus estudios muy pequeños (a los 11 años) para poder ayudar a sus padres trabajando en labores del campo, recogiendo aceitunas, regando y cuidando los árboles frutales…

A los 13 años se fue a trabajar a la fábrica Payá que era juguetería y cuchillería, y llegó a ser encargado de la serrería, donde cortaban la madera para hacer los mangos de los cuchillos o las traseras o bases de algunos juguetes de lata .Hoy en día verdaderas obras de arte para los coleccionistas.

Él tenía mucho sentido del humor y toda la gente a su alrededor lo apreciaba mucho porque hacía sentirse bien a la gente, continuamente contaba chistes y se inventaba canciones de él y de sus compañeros de trabajo y amigos.

Una de ellas era algo parecido a esto: ahí baix en ca Payà , on treballe jo, hi ha unes xiques «de válgame Dios», totes són molt lletges i es pensen molt bé, no guanyen per a colorets…»arreando xin pam pum , arreando xin pam pum». Jugue molt amb Triqui , Triqui no fa faena , li amague la gorra davall de la bandeja , allà baixa l’amo tot són bonegons ahí teniu a Triqui serran llistons.

Durante su juventud jugó al fútbol en el Rayo Ibense de defensa y fue capitán del primer equipo.

Más tarde se casó con Elvira Picó Rey, a los 24 años los dos.

Tuvieron cuatro hijas Elvira que falleció a los 8 meses,

Esmeralda casada en la actualidad con Juan Ayala y padre a su misma vez de Nacho.

Laura casada con Kiko Torres , descendencia Juan Francisco y Silvia.

Eva casada con Jose M.Amorós (mis padres) , quienes tuvieron a Daniel y a Guillem

Y por último Carlos que todavía permanece soltero

Mi abuelo Triqui también fue miembro de la comparsa Almogávares durante mucho años representando varios cargos en la directiva de la misma: Presidente , furriel y delegado . Y alcalde de Fiestas de moros y cristianos en los años 70.

Con sesenta años, aproximadamente, se prejubiló porque la fábrica Payá pasó a ser cooperativa , dedicando así su tiempo a su familia y a cultivar hortalizas , frutas y aceitunas en su casita de campo llamada “El corral de la Pacheca”.

Su gran pasión fueron sus nietos, con los cuales pasó ratos buenísimos en el campo, enseñándoles a montar en bicicleta, a jugar al balón e incluso a cocinar alguna cosa al fuego de la chimenea.

En 2005 mi abuela Elvira fallecía después de una larga y cruda enfermedad.

Y él, el gran “abuelo Triqui”, que así lo llamábamos todos cariñosamente, fallecía a los 83 años el 11 de septiembre de 2013.                                                                                     

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23 de Abril: Día del libro

Era su séptimo cumpleaños. Y Marie, que llevaba semanas restando los días que faltaban para la gran fecha, se levantó aquella mañana con la eclosión de una energía hasta entonces contenida.

Bajó las escaleras a toda velocidad, después de asearse y vestirse con su mejor vestido, un precioso y elegante atuendo hecho de tul y gasa de color rosa, fue corriendo a buscar a su abuelo, que una vez más la sorprendió. En un ademán de dulce caricia, el abuelo sacó de detrás de la oreja de Marie una exuberante rosa roja que hizo brillar los ojos de la pequeña. El abuelo la miró fijamente y con un hilo de voz, el único que le permitió la emoción, le dijo: ¡Felicidades pequeña!

Marie amaba a su abuelo, siempre había vivido con él, le encantaba cogerle de la mano y conducirle a todas partes en busca de respuestas a interrogantes inverosímiles, porque estaba convencida de que sólo su abuelo conocía todos los misterios que envuelven el mundo. Él entonces se sentía henchido de orgullo y la acompañaba sin rechistar, aunque a veces fuese incluso a un ritmo frenético, hasta los recovecos más extraños que deseara visitar la pequeña. A veces simplemente se sentaba a su lado en silencio, y por primera y única vez, aquella calma serena no la incomodaba, sino bien al contrario, aprovechaba aquellos segundos de mansa paz para revivir en su mente todo lo compartido con su abuelo y todo lo que juntos podrían planificar. Tanto era el tiempo que Marie y su abuelo pasaban juntos que Marie conocía el nombre técnico de todas y cada una de las plantas de su jardín, e incluso, adornaba más de una conversación con un elocuente refrán, una habilidad que en clase la había hecho digna merecedora del título de “la refranera”, como la conocían sus compañeros. Ella se sentía orgullosa de representar tamaño reconocimiento, pues sabía que el mérito se lo debía a su abuelo, por eso siempre le decía que el honor debía ser compartido.

El abuelo de Marie seleccionaba cada día para ella una historia de amor, de amigos que se encuentran tras años de distanciamiento, de personajes históricos, de seres imaginarios, mitos y leyendas, e incluso historias de su juventud que transmitía a la niña con la esperanza de que cobrasen vida generación tras generación. Marie decía que ese era su momento, el de su abuelo y ella, y que sacrificaría cualquier cosa por disfrutar eternamente de aquellos instantes que consideraba mágicos. De hecho, no podía conciliar el sueño si su abuelo no la deleitaba con uno de sus relatos, cada uno de los cuales iba seguido de un sinfín de preguntas que terminaban por hacer reír al abuelo.

Pero aquella mañana de 23 de abril su abuelo le había preparado a Marie una sorpresa que nunca olvidaría. Después de su entrañable encuentro en el jardín, su abuelo le tendió la mano, y Marie se acogió con fuerza a ella, y así, tras cruzar el enorme portón que separaba su casa de la calle, comenzaron a caminar juntos por avenidas y parques hasta llegar a las puertas de un emblemático edificio que Marie ya había visto otras veces, sin embargo, era la primera que lo contemplaba a tan poca distancia, y francamente le impresionó. Su abuelo se detuvo en seco y entonces le dijo: Marie cuando abramos las puertas de este imponente castillo, podremos llegar hasta su torre más alta donde habitan los secretos y misterios más fascinantes que pudieras imaginar, todos los protagonistas de las miles de historias que te he contado pasaron por aquí alguna vez y en él se quedó su corazón, su esencia. Cuando entremos, tú y yo nos convertiremos en cómplices de muchos de ellos, resolveremos grandes incógnitas, viajaremos lejos, hasta los lugares más exóticos de los confines de la Tierra, viviremos trepidantes aventuras, podrás ser lo que siempre soñaste e incluso sentir la experiencia de vivir en otra época y saber entonces cómo todo ha cambiado. Aquí Marie, siempre podrás reencontrarte con tu inocencia cuando ya seas mayor, o disfrutar de la sensación de volar libre a través de las nubes. Aquí Marie podrás ser eternamente feliz.

La pequeña miró a su abuelo con ojos exaltados y le rogó que no demorasen la entrada. Una vez dentro, Marie se sobrecogió por la inmunda cantidad de libros que poblaban las majestuosas estanterías de aquel lugar que le pareció un auténtico paraíso. Su abuelo la miró complacido y la animó a que cogiese un ejemplar, la primera historia que desease descubrir. Y así, sentados sobre un cálido y acogedor banco de madera, con la poderosa luz del día filtrándose a raudales por la transparencia de aquel ventanal, Marie y su abuelo se dejaron llevar por el poder de aquellas primeras letras…

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Miradas

Es el cristal por el que irradia la luz de nuestra alma, la esencia de lo que somos y sentimos. Para ella no hay secretos, quizá después de todo lo vivido, llegó a la conclusión de que merece la pena actuar con naturalidad. Sin embargo, y contrario a lo que todos pudieran pensar, en las bambalinas de su corazón aguarda latente la auténtica verdad. Allí, en ese recóndito lugar que nunca se ve desde el escenario de la realidad, se mueve sin rumbo fijo la tristeza que dejó la soledad, la desolación que llegó con el vacío, el desconsuelo de un dolor irreparable, la frustración de un sueño incumplido, el miedo genuino de la inseguridad, la timidez invencible, los pensamientos más íntimos, lo que callamos y lo que deseamos gritar; pero también vaga tenue la esperanza, la ilusión, el deseo irrefrenable de encontrar a alguien especial que entienda el lenguaje de nuestros ojos sin necesidad de palabras, alguien que nos complemente y se atreva a traspasar sin recelos el fino tul que nos distancia y nos diferencia del resto del mundo, mientras nosotros -sin saber bien qué decir- cedemos el protagonismo a ella, nuestra mirada, que pestañea presumida al amor.

Ella es frágil, y se hiere con facilidad, cuentan que a veces incluso la vieron derramar amargas gotas de sal. Ella, pícara y honesta, reserva la capa de la ambigüedad para protegerse del desencanto, y pasar inadvertida a los demás. Ella, a la que le gustaría alardear de utilizar con fundamento la ironía, termina siempre por delatarse y revelar su delicada, pero encantadora vulnerabilidad, herencia de fuertes y amargas experiencias.

Ella que todo lo presencia, graba siempre en su memoria el recuerdo de cada vivencia, y sólo ante la mirada franca del espectador que espera paciente, activa la luz de su cinematógrafo y proyecta la historia de su vida.

Las miradas de nuestros alumnos se encontraron en estas entrevistas, y gracias a ese cruce mágico hoy podemos conocer sus emociones y sueños, sus expectativas y temores, y en definitiva su yo más sincero.

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Tu opinión es importante

Estos días he pensado mucho en ti, no sé bien quién encontró a quien en nuestra apasionante historia, pero lo cierto es que desde aquel preciso instante en el que quién sabe si de forma premeditada o azarosa nos unimos, han sido muchas, innumerables las experiencias vividas, y de algún modo, aunque nos equivocamos en más de una ocasión, aunque fuimos reincidentes, aunque a veces tratamos de engañar a la razón para marcharnos furtivamente con un sentimiento pasajero, siempre encontramos el camino de vuelta. Aunque hubo momentos en los que renegamos del otro, e incluso nos avergonzamos de nuestros propios pensamientos, supimos alcanzar un consenso y avanzar firmes y con determinación por ese nuevo rumbo.

Sé que a veces hubieras deseado que fuera más valiente, que hubiera secundado con más fuerza tus palabras, para así, quizá, sentirte más respaldada, dueña y señora de un amor incondicional. Y a veces, paradójicamente, cuando tú rogabas mi silencio, hablé; cuando tú te aclamabas a mi parte reflexiva, yo ya me había abandonado al coqueteo fácil de una labia impulsiva; pero de nuevo ahí estabas tú para arrojar algo de luz sobre mi maltrecha conciencia y ayudarme a recobrar el juicio malherido.

También sé que no hice bien al desconfiar de ti y al dar más crédito a otros, porque al fin y al cabo nadie me conoce mejor que tú, formas parte de mí, me defines y me complementas, me guías y no me juzgas, me respetas y te amoldas a mi carácter cambiante. Me acompañas en la confusión y el desaliento que genera el miedo, en las disyuntivas más inverosímiles, y eres, o por lo menos lo intentas, buena consejera en las decisiones difíciles. Juntas nos embarcamos a veces en travesías peligrosas, perdimos el norte al olvidar por completo las coordenadas, y al retroceder nos hallamos más desorientadas aún. Pero lo importante es que durante todo este tiempo de férrea relación, nunca te olvidaste de mí, y eso me enorgullece. Quizá no todos te vean igual que yo, tampoco lo pretendo, sólo quiero que te escuchen y respeten, y que conozcan tu personalidad, pues sólo así podrán saber quién eres en realidad.

OPINIÓN, te quiero así, desinteresada y libre, a veces desatinada, otras acertada, pero siempre con capacidad de autocrítica; a veces complicada y otras sutil y sencilla; siempre discreta, y sólo cuando la ocasión lo merezca, descarada; con picardía y coraje, con humildad, pero con hermética cerrazón al menosprecio. Decidida y crítica, sólo cuando se disponga de sólidos argumentos; preparada para la acción, y dispuesta a asumir errores e intentar corregirlos. Profunda y reflexiva, directa y carismática, práctica y emprendedora, leal e incluso transgresora, pero siempre clara, siempre lúcida.

Tú, OPINIÓN, que creciste vigorosa en el corazón de estos jóvenes, muéstranos el fruto de tu poderosa obra…

Viajar a Marte por Mila Martínez Ferrero, 2ºESO B

Hay muchas clases de viajes: los viajes en los que te vas a algún lugar con tu familia y después regresas a tu espacio vital, los viajes en los que haces lo mismo, pero con los amigos, los viajes con billete sólo de ida en los que te marchas a algún sitio para quedarte, y permanecer allí estudiando, por ejemplo, aunque tu idea siempre será volver. En todos estos casos, a través de cualquier red social, puedes comunicarte con tu familia. Pero ¿Y si tuvieras que marcharte para no volver nunca más? ¿Y si después de partir ya nunca más pudieras ver a tu familia y a las personas que te quieren y que tanto quieres? Un grupo de personas de diferentes partes del mundo, han decidido hacer este último viaje dentro de diez años. Pasada una década subirán a una nave dirección a Marte, y allí se quedarán para siempre.

De este suceso se pueden sacar muchas conclusiones, hay personas que dicen que hacen este viaje por valentía, porque aunque saben que pueden perder la vida, quieren ser parte de este experimento, la curiosidad les ha llevado a esta situación; también hay personas escépticas que piensan que finalmente no se podrá hacer el viaje porque es algo demasiado precipitado.

Cuando me contaron esta nueva aventura, no sólo pensé en la personas que se van a ir y que ya nunca más van a volver a respirar el oxígeno que tanto alivio nos proporciona en ciertas ocasiones, que ya nunca podrán nadar en una playa de verdad, ni siquiera en una piscina; que no volverán jamás a ver un parque, la risa de los niños jugando, el llanto de un bebé recién nacido; ya nunca podrán oler ese aroma que tanto nos gusta cuando estamos hambrientos y pasamos por un restaurante en el que están cocinando algo, sino que van a perder algo sin lo que una persona no podría vivir: su familia, sus seres queridos, perderán algo tan necesario como respirar aire puro. Algunas de las aventuradas personas que se van a embarcar en esta viaje tienen hijos, una semilla que se planta y que poco a poco va creciendo hasta que llega a ser una bella flor, no podrán saber cuál es el futuro de alguien que ellos mismos han creado e incluso es posible que aunque sea en pequeñas cantidades, pierdan eso tan valioso llamado amor. También es difícil para los hijos afrontar que ya nunca volverán a ver a su padre o a su madre, es muy triste pensar que sólo con subirte a un transporte bastante inusual, vas a perder el contacto con personas con las que has compartido miles de momentos y con las que has llorado, reído, cantado… Todos estos sentimientos se quedarán solo en el recuerdo, cuando la persona pertinente de un solo paso que cambiará su vida entera.

Otra de las muchas cosas que van a perder estas personas cuando se marchen va a ser el arte, pensar que ya nunca podrán sentir el placer de escuchar una melodiosa voz al cantar, que nunca podrán volver a escuchar un instrumento, pensar que no podrán deleitarse con la belleza de un cuadro o de una escultura diseñada con toda la paciencia que puede tener una persona; además, no podrán volver a tener un libro entre sus manos, no podrán revivir una escena tan bonita como la de estar leyendo un libro en plena noche y quedarse dormido con el entusiasmo de saber cuál será el final. Tal vez se lleven alguno consigo para poder experimentar ese maravilloso sentimiento de estar pasando una página y darte cuenta de que cada vez estás más cerca de tu objetivo, que es saber el final y saber qué les pasa a los componentes de esa obra, pero un libro no es suficiente para una vida entera y además sólo se llevarán los primordial.

Allí tendrán muchas clases de incomodidades, por ello están haciendo pruebas muy duras que ya les están quitando tiempo de estar con su familia.

No es posible saber cuál será el resultado, pero lo que la mayoría de las personas quiere y espera es que si se van, puedan vivir tranquilamente y nos puedan aportar información que no teníamos anteriormente, y que si finalmente no se van, se queden con su familia como había sido siempre y puedan disfrutar de todas esas cosas que este intrépido viaje les iba a arrebatar.

Un Mundo Olvidado por Ángela Mínguez Bernabéu, 2ºESO A

Aquí, en este mundo, se vive maravillosamente. Es maravilloso sentarte a contemplar el paisaje, ver las coloridas mariposas volar, las flores alborotadas por el viento, los pájaros revolotear sobre los árboles, las puestas de sol, los bosques y hasta incluso los más áridos desiertos… Tienes educación la que, con suerte, el día de mañana te dará un trabajo digno; tienes una familia que te mantiene y te da apoyo cuando más lo necesitas, te da amor y te regala sonrisas.

Pero, ¿qué ocurre en ese lugar donde todo parece estar al revés, esos lugares llamados “países del tercer mundo”? Las guerras y la hambruna permanecen en ellos, torturando a sus habitantes. Las grandes sequías que escurren las tierras y que impiden el cultivo de éstas son comunes. Y repito, el hambre está presente, dejándonos desgarradoras imágenes de niños entre la vida y la muerte, donde las personas parecen literalmente esqueletos, y donde las frecuentes enfermedades terminan con sus vidas.

Me destroza el hecho de que la gente desperdicie sobre todo la comida; me derrumba el saber que miles de niños mueren cada día por desnutrición.

Me hace reflexionar profundamente en lo injusta y heterogénea que es la actual sociedad, en la que unos países hablan de igualdad, y en otros se traspasan los límites de pobreza y desigualdad. Qué lástima me dan todas estas personas que merecen amor, amor y más amor y qué lástima vivir en un mundo donde la palabra amor ya casi ni se conoce.

Me gustaría vivir en un mundo donde todo esto no existiera y donde se respetasen los derechos de las personas, puesto que tú no eliges dónde y cómo naces, ni tu sexo, ni siquiera tu raza.

Me gustaría vivir en un mundo que brindase sonrisas a quien las necesita, cobijo al desamparado para que se sintiera eternamente protegido. Un mundo equitativo donde ya nunca se hablara de desigualdad.

Los hermanos por Luis Arnedo Barea, 2ºESO B

Hoy hablaré de los hermanos, y creo que, para poder hacerlo con propiedad primero habría que hablar de la amistad, una amistad un poco más especial.

Los hermanos son unos buenos amigos, que siempre, siempre están cuando los necesitas, a los cuales les puedes confiar cualquier cosa, sin miedo a nada, pues ellos lo que harán será darte consejos para todo, por tu bien. ¡Siempre por tu bien (cosa que algunos amigos no hacen). Si tienes algún problema, por pequeño que este sea son los primeros que te ayudan, aconsejan, y apoyan, y gracias a esto, normalmente, consigues salir adelante. Después de hacer todo eso por ti, algo tan importante como dedicarte tiempo, no esperan nada a cambio, porque saben, que tú harías lo mismo por ellos. Y es por esto por lo que puedo afirmar que la amistad entre hermanos es un tanto especial, porque yo creo que es una de las mejores y más sólidas amistades que puedes tener.

Sinceramente, y creo no equivocarme, tu hermano acaba convirtiéndose para ti en una persona sin la cual no podrías vivir, o al menos, la vida no sería tan extraordinaria de no ser por él o por ella. Para tener una buena relación de hermanos, es necesaria una amistad, porque al fin y al cabo, la amistad supera todas las adversidades.

¿Qué habrá más arriba de las nubes? por Nicolás Payá Martínez, 2ºESO B

¿Qué habrá más arriba de las nubes?, algunos dicen que arriba de las nubes hay más nubes, pero otros dicen que ahí arriba hay un Dios que nos ayuda. ¿Será eso cierto?

En la edad media una inmensa mayoría de la población creía en Dios. ¿Qué puede haber pasado para que esto ya no sea así, al menos no con la misma fuerza e intensidad? Una de las razones que podría explicar la situación es el abandono, en el sentido de que las personas, y especialmente los jóvenes, hemos ido dejando de lado la religión; o quizá pueda deberse a una cierta hipocresía, decimos que creemos, pero no nos esforzamos ni lo más mínimo por demostrarlo…

Apuesto a que antes las personas iban más a la iglesia, ya que el cristianismo defendía que había vida después de la muerte, y que por tanto, cuando morías te marchabas a un lugar fantástico arriba de las nubes, en el que uno encontraría la paz absoluta. La iglesia habría así las puertas de la esperanza, y con ello se reafirmaba la fe de los creyentes, ¿por qué somos tan escépticos a creer en ese mismo argumento hoy en día? Si tal vez es la idea de que debería reconfortarnos.

Yo, si he de ser sincero, creo que no hay nada en el cielo, ni siquiera puedo imaginar a Dios como persona física, pero por una única razón, para mí Dios es algo que habita en la mente de cada persona, está ahí para ayudarnos y para hacernos sentir capaces de sobrellevar las dificultades, el hecho de creer en él nos mantiene vivos y de algún modo reconforta y abriga nuestra alma. Y desde luego no creo en el cielo como un mundo mágico por encima de las nubes, sino que me gusta imaginarlo como un lugar en el que no hay dolor, ni sufrimiento, ni malos pensamientos, sólo armonía, paz. Un sueño profundo en el que no sufres.

A mí la religión me aporta refuerzo, autoestima, y me hace olvidar las cosas malas ¿Y para ti?, ¿qué es la religión?

No dejo de crecer por Sandra Yago Regidor, 2ºESO B

No sé si he malgastado el tiempo y estoy angustiada.

Me acuerdo cuando me creía la más mínima mentira o cuando reía sin parar haciendo que mis mejillas se sonrojaran de felicidad. Y cuando gritaba sin interrupción, sin tener en cuenta la molestia que les causaba a mis queridos vecinos, o cuando lloraba por cada caída por muy poco que doliera, tan solo para que mi madre me arropase entre sus cálidos brazos cantándome una dulce canción.

Pero tengo miedo, y no poco, sino que estoy aterrada, porque mi máximo enemigo es el tiempo, no quiero crecer, no quiero reconocer las verdades de la vida, tan solo quiero quedarme como estoy, una chica joven en plena etapa de la adolescencia, así o cuanto más pequeña mejor, volver a revivir esas risas continuas y esos llantos tontos. Quiero ser Peter Pan y vivir para siempre en el mundo de nunca jamás.

No quiero ver las nubes desplazarse, ni ver al sol desaparecer; tampoco escuchar el tic tac de los relojes, ni cambiar de estación cada tres meses, detesto pasar las hojas del calendario o ver el cielo oscurecerse.

Lo odio, no lo soporto y no puedo con él.

Aunque visto desde otro ángulo, el tiempo es quien me hace crecer en pensamientos positivos, esperar con entusiasmo la llegada del día en el que conoceré a esa persona tan especial; y además, conforme me vaya haciendo mayor podré cumplir todas mis metas, independizarme, madurar…

El tiempo forma parte de nuestra vida, y por suerte o por desgracia no podemos hacer nada.

No obstante no renegaré al olvido todos y cada uno de mis tropiezos, sino que tendré para siempre en mi memoria la lección aprendida con cada uno de ellos.

Sé que podría haber empleado ese tiempo con aquellos que realmente me amaban, con quien aliviaba mis malos pensamientos, o quien me resguardaba cuando más lo necesitaba. Pero ha tenido que pasar el tiempo, válgame la redundancia, para darme cuenta de que mi tiempo es muy valioso.

Debo emplearlo bien dejando de pensar en aquellas personas que no se lo merecen, asimilando mis errores y corregirlos. Desde hoy voy a contener mi rabia y a defender lo mío con educación. Reír sin parar y llorar por quien de verdad lo merezca.

Y lo principal es que voy a trabajar y a luchar por mis derechos

¿Y por qué? Porque soy libre para pelear por lo que quiero, libre para reír y decir lo que pienso con consideración.

Y sí, va a pasar el tiempo, y sí, no puedo evitarlo, y voy a ocultar mis miedos ya que cuando me percate de todo el tiempo que ha pasado y el poco que me queda, estaré satisfecha de no haber perdido el tiempo y de haberlo aprovechado como es debido.

Ahora reconozco que el tiempo pasa, y que no puedo hacer nada, y eso me encanta.

Los Abuelos por Ángela Vilaplana Verdú, 2ºESO A

A los abuelos.

Queridos abuelos, los que nos cuidan cuando nuestros padres están trabajando, los que nos consoláis cuando estamos tristes, y, sobre todo, los que nos queréis más que a vosotros mismos.

Para mí los abuelos son como los segundos padres, cuando les rompes algo de mucho valor no te dicen nada porque te quieren, porque saben que no lo has hecho a propósito.

Son quienes te dicen y te repiten: siéntate bien, no cruces los brazos cuando estés comiendo, no habrás la boca cuando mastiques, etc.

Los que cuando estás enfermo siempre están a tu lado. Tampoco se enfadan si se te olvida su cumpleaños, y no te lo toman en cuenta porque saben que fue un despiste.

¡Ay queridos abuelos! Sin vosotros no sé qué haríamos, por lo menos yo, porque ocupáis un lugar primordial en mi corazón, porque siempre estáis a nuestro lado sin pedirlo, porque nos queréis de verdad con amor, con mucho amor.

Os digo esto porque os adoro, os quiero, os idolatro, os valoro, pero sobre todo os quiero sobre todas los cosas.

Por favor, no me dejéis nunca porque os necesito, porque vosotros formáis parte de mí. Gracias por enseñarme a ser como soy, porque sin vosotros no lo hubiera logrado.

DEDICADO CON TODO MI AMOR A TODOS LOS ABUELOS QUE CREEN EN TI Y DEJAN HUELLA EN TU ALMA. OS QUIERO MUCHO.

Los recuerdos por Adriel Sánchez Quiles, 2ºESO B

Las fotos, los cuadros… Para mí son recuerdos muy importantes, imágenes de nuestra vida que nos han marcado de forma especial. ¿Sin los recuerdos qué haríamos? Sería muy difícil, por ejemplo, saber cómo era, qué hacía, qué me gustaba, y también, y lo que es más importante, recordar a mis familiares en esos momentos. A mí esos recuerdos siempre me sacan una sonrisa, esté como esté, llorando, enfadada e incluso cuando estoy riéndome a carcajadas pues me saben hacer más feliz de lo que estoy. Vosotros cuando estáis en casa y no tenéis nada que hacer ¿nunca habéis ido al lugar donde guardáis las fotografías? Yo sí que lo hago mucho, yo a ese sitio tan olvidados donde están las fotos lo llamo Baúl de los recuerdos, porque es el lugar donde se conservan aquellos tesoros tan bonitos que tenemos, aunque a veces los dejamos allí, apartados de nuestra vida diaria como si fueran cubiertos lujosos que ponemos sólo en Navidad y en Noche Vieja, o como las típicas zapatillas que tienes olvidadas en el fondo del armario y solo cuando sacas todas las cosas para buscar tu móvil, entonces es cuando las encuentras. Esos recuerdos deberíamos conservarlos por siempre, así cuando tengas tu propia familia poder contarle tu vida en fotografías, que supongo que para ellos será más cómodo y divertido.

Por otra parte, hay recuerdos más bien materiales, como pulseras, libros, prendas de ropa, etc. Ese tipo de regalos son objetos que preservamos porque nos recuerdan a alguien que ha estado presente en nuestra vida, en los momentos buenos y malos. No es que sean los más importantes, pero está bien aceptarlos como regalos.

Y por último están también los momentos más importantes de tu vida, aunque esos recuerdos no se capturan en fotografías, sino en tu memoria o en tu corazón, ese tipo de recuerdos suelen ser los más importantes, los que han influido más en tu vida o los que directamente han cambiado tu vida para mejor.

Con todo esto quiero decir que los recuerdos son muy bonitos, de hecho, lo más valioso que uno puede tener, pero en la vida de vez en cuando pueden pasar incidentes malos que también cuentan como recuerdos, pero como estos no son muy agradables de recordar mejor los dejamos apartados y olvidados en el fondo del armario como las zapatillas.

El amor verdadero por Paola Martínez Moltó, 2ºESO A

Yo voy a hablar sobre el verdadero amor.

Hay muchos amores, el amor hacia tus amigos, el amor hacia los animales…

Pero uno muy importante, aparte de esas clases de amor, es el que sientes hacia tus padres.

Tus padres fueron quienes te dieron la vida y quienes te amaron antes de conocerte. Ellos siempre están ahí, en lo bueno y en lo malo. Si nos ocurre algo son nuestro refugio incondicional, las personas con quien mejor podemos desahogarnos.

A veces cuando estás delante de tus amigos no te atreves a decirles lo mucho que les quieres… y llegará un día en el que te lamentarás por no haberlo hecho. Una mañana despertarás, y ya no estarán y entonces no habrá vuelta atrás. Por eso, como dice el proverbio latino Carpe Diem, “Vive el momento”, aprovecha cada instante. Aprovecha cada segundo de tu vida al máximo y no mires atrás, porque no se puede cambiar lo que has vivido. Como ellos te quieren nadie te querrá, así que no esperes a que sea tarde para demostrarles lo muchísimo que les adoras.

Sueños por Elena Sánchez Zafra, 2ºESO B

Todos tenemos un sueño que cumplir o que queremos que se cumpla, mi sueño es ser una gran música y me esfuerzo cada día por conseguirlo. Este es el caso de muchos estudiantes, que al igual que yo tienen un gran sueño y desean que se haga realidad, y para ello luchan hasta conseguirlo, porque como dice el refrán “quien lo sigue, lo consigue”. Cada persona tiene una meta, hay quien aprovecha su oportunidad desde el primer momento, y hay quienes, por el contrario, tiran la toalla a la primera; sin embargo hay gente que ni tan siquiera tiene la oportunidad de poder intentarlo, y no tiene otro remedio que trabajar, y tratar de sacar tiempo aún así para pelear por su sueño, y sólo podrán alcanzarlo sacrificándose mucho.

Conforme te vas haciendo mayor, tienes que tomar decisiones por ti mismo, como por ejemplo, lo que quieres ser en un futuro. Quizá entonces tengas que marcharte de casa para conocer gente nueva, profesores nuevos, experiencias nuevas, en definitiva, un mundo nuevo. Hay quien es más osado que el resto y tiene fuerzas para dejarlo todo atrás, amigas, familiares… para macharse al extranjero y no volver más, o quien solo se va de casa temporalmente, aunque aun así no se sabe con certeza si regresará o se irá para no volver más.

En esta vida te encontrarás de todo, gente que te hará la vida imposible o gente que te enseñará grandes cosas de la vida, pero de todas las experiencias, buenas o malas, se podrá aprender una lección. Cuando uno se marcha lejos, echará mucho de menos a su familia, y se sentirá solo en un mundo que le parecerá inhóspito y vacío, pero abrirá su mente a conocer gente nueva, unos lo harán con más facilidad, y otros con menos, pero lo más importante es que consigan su meta.

Breve historia por Cristofer Montero Leyme, 2ºESO A

Hace poco leí un artículo en el que había una frase muy repetida que decía: “he perdido el tiempo», lo más curioso fue que yo una vez también lo perdí, simplemente porque me dejé llevar, no tenía claro lo que hacía, lo veía todo un tanto borroso, como si no tuviera respuestas para justificar mis acciones, por ello también dejé de lado mi pasión: el fútbol, aunque nunca dejé de pensar en él.

Un día, un miércoles cualquiera sentado frente a la ventana de mi habitación, me puse a reflexionar, no podía creerme lo que me estaba pasando, todo a mi alrededor se desmoronaba como una pirámide de cartas, entonces fue cuando me di cuenta de que no estaba siguiendo el camino adecuado, poco a poco dejé de hacer lo que habitualmente hacía y me propuse rectificar esa actitud y volver a ser yo mismo. Con esfuerzo y dedicación pude conseguirlo, por eso estoy aquí contando mi historia, si hubiera seguido así no sé cómo hubiera terminado… Hace algunos días encontré una fotografía mía de hace 365 días, es decir, de hace un año, y en la mirada de ese chaval vi que no le encontraba sentido a la vida porque se sentía desconcertado y no se atrevía a hacerle frente. Pero ahora me miro al espejo y veo a un luchador, un joven valiente que supo reaccionar a tiempo, tomó el timón de su vida y empezó a disfrutar de su presente.

El pasado no se olvida porque forma parte de nuestra esencia, de quienes fuimos, pero lo recordaré como la experiencia que tanto me hizo aprender, y eso me ayudará a seguir caminando siempre hacia adelante. En la vida debemos aprender a soportar los malos contragolpes y si tropezamos con la misma piedra, al menos que podamos reunir la fuerza suficiente para volver a levantarnos.

Amigos por Estela Ortega Bernabéu, 2ºESO B

Hay muchos tipos de amigos: Amigos verdaderos y amigos falsos.

Los amigos falsos son aquellos que están contigo cuando les interesa, siempre con alguna malévola intención, pero puedes tener por seguro que ellos no te recogerán si algún día caes; ellos van y vienen cuando les da la gana, te reirán las gracias y por detrás te darán puñaladas sin que te des cuenta, y tú, inocente de ti, depositarás confianza en esas personas y después de que te hagan daño, les perdonarás y seguirás confiando en ellos, pero un día te darás cuenta que esas personas no valen la pena, aunque quizá cuando lo hagas sea ya demasiado tarde, y sin querer habrás dejado pasar a las personas que de verdad te quieren.

Los amigos falsos no merecen tu amor, por eso hay que apostar por las personas auténticas, las  que nos quieren, porque a las personas que nos hacen daño, debemos alejarlas de nuestras vidas, A veces el miedo nos oprime y nos impide enfrentarnos a ellos, y precisamente por ello seguirás siendo su amigo y perdiendo el tiempo. Pero uno debe ser valiente y no tener miedo a lo que pueda pasar, porque es mejor ser valiente y estar con personas a las que quieres, a estar rodeados de personas falsas que ni te valoran ni te quieren.

Por otra parte, los amigos verdaderos son las personas que están contigo siempre, para lo bueno y para lo malo, para apoyarte y respetarte, también para decirte lo que está bien y lo que está mal, y para hacerte reír a carcajadas, al igual que tú a ellos. Son personas que merecen la pena, y que debemos de cuidar como un tesoro, y no dejar que nadie lo coja y le haga daño, porque esos amigos son como hermanos, con ellos debemos de compartir la mayoría de las experiencias, a su lado pasarás momentos inolvidables e irrepetibles. Hay que saber valorar lo que tenemos. Cuando caigas, ellos sí te recogerán, y tú sin tener ningún  rasguño, volverás a ponerte en pie. Cuando  estés llorando ellos estarán ahí para secarte lágrima tras lágrima, aunque tú tienes que poner de tu parte para conservar a esas personas y que no se alejen nunca de nuestro camino.

Como veis, hay amigos de todo tipo: buenos, malos, que te quieren, que no, pero bueno ¡Así es la vida! por eso debes de quedarte siempre con los verdaderos amigos, porque los amigos falsos no merece la pena que embarquen con nosotros en esta aventura llamada vida.

La verdadera amistad por Lidia Ibarra Roldán, 2ºESO A

Yo pienso que la amistad es un sentimiento que consigue que las personas se unan formando un enlace inquebrantable. Es un vínculo que está sobre todo lo demás, ya que una verdadera amistad no se puede romper. Los verdaderos amigos te aceptan tal y como eres, aun con tus defectos. La amistad no es aprovecharse del otro, es estar ahí cuando el otro te necesite. Un verdadero amigo, como dijo en una ocasión Kurt Kobain, “es aquel que lo sabe todo de ti y a pesar de todo te quiere”.

La amistad es parte de nosotros, de hecho creo que todos contamos con esa persona que entró un día en nuestra vida como por azar y la cambió por completo, que estará a tu lado en muchos momentos, con la que compartirás tardes inolvidables, con la que compartirás un mismo sueño, la que te hará reír sin parar, la que te apoyará en los momentos difíciles, la que en definitiva siempre estará ahí…Es quien siempre formará parte de tu vida. Puede ser que en algún momento se tomen caminos distintos, pero siempre la recordarás. La amistad es de ese tipo de sensaciones que te hacen sentir mejor, esa persona que entra un día por casualidad en tu vida, y se convierte así, sin más, en un tesoro que no quieres perder. En una amistad siempre hay desacuerdos, peleas, engaños…pero si se tiene una buena relación siempre se termina solucionando y nunca importará la distancia, el tiempo, las circunstancias…La amistad es en sí tan valiosa que su precio es incalculable.

La importancia de los seres humanos por Natalia Peydró Medina, 2ºESO B

¿Nunca habéis tenido la necesidad de llamar la atención? ¿Habéis pensado alguna vez en la posibilidad de ser alguien importante, destacado en un futuro? Alguien que sobresaliese por alguna valiosa razón, no me refiero sólo a ser alguien famoso, me refiero a algo mucho más significativo. ¿Por qué los seres humanos tenemos esa necesidad de sentirnos importantes, queridos y aceptados?

Soñar con llegar a ser «alguien´´ el día de mañana se ha convertido en un tópico para los jóvenes de hoy en día, y yo me pregunto, ¿Qué no somos alguien ya? La sociedad en la que vivimos nos enseña que sólo la gente rica e importante puede ser plenamente feliz el resto de su vida, pero yo creo que se equivocan. En vez de pensar en dejar tu huella en el mundo para que la gente te recuerde, preocúpate en pasar más tiempo con la gente que quieres, porque el tiempo es algo que ni la fama ni el dinero te pueden dar. ¿Vale la pena una vida llena de gloria y fortuna para que luego, el día de tu funeral, no haya nadie que realmente vaya a echarte de menos? Vivimos en una sociedad muy materialista y egocéntrica como para que nosotros ahora agreguemos más deseos a la codicia humana.

¡Ojo!, yo no digo que tener el sueño de convertirte en alguien famoso mediante el esfuerzo y la dedicación, como puede ser un deportista o escritor, músico etc. esté mal, ni mucho menos, soy de las que creen que tienes que perseguir tus sueños sea cual sea tu situación, siempre y cuando tengas en cuenta lo que estás arriesgando. Aunque lo más importante es tener confianza en uno mismo.

Toda persona necesita sus cinco minutos de gloria y por naturaleza necesitamos sentirnos queridos y aceptados entre los demás, porque no hay nada peor que la soledad. Muchas veces es por culpa de esa necesidad de sentir que encajamos, que somos parte del grupo por lo que hacemos cosas sin pensar en las consecuencias que pueden tener. Deberíamos pensar un poco menos en lo que piensan los demás de nosotros y más en lo que pensamos sobre nosotros mismos. Nunca quieras gustar a los demás si antes tú no te gustas como eres.

El camino de los recuerdos por Elena Verdú Cerdá, 2ºESO A

La vida, ¿qué entendemos por la vida? Todo el mundo sabe lo que es, pero nadie sabe explicarlo. Según la Real Academia Española, “la vida es un estado de actividad de los seres orgánicos, la unión del cuerpo y el alma”. Pero más allá de esta definición teórica, lo cierto es que sabemos muy poco de ella, lo poco que sabemos está en los libros y en Internet.

Lo que sí es seguro es que algún día nos moriremos, pero es lo único que conocemos con certeza de ella, sabemos que un día llegará nuestra hora y nos iremos. Así, sin más, seremos recordados por la gente que nos quería, y por los que no, también.

Hay gente que dice que la vida es un camino, y no hay uno igual a otro, de hecho algunos encontrarán por el trayecto piedras angulosas difíciles de enfrentar, pero aunque el recorrido plantee complicados retos, la idea de vagar por él libres, la esperanza de perseguir un sueño, llorar de emoción, o simplemente cuando haga falta, luchar por lo que de verdad importa, abrazar cada amanecer, poder contemplar la luz del sol, bailar a la luz de la luna, disfrutar de la belleza sencilla y de los pocos momentos de paz, hace que realmente merezca la pena.

Para mí la vida es el mayor tesoro que nos han podido dar nuestros padres. Es el motivo por el cual nos levantamos cada día. Mi meta en la vida es ser feliz con los míos, con la gente que me quiere, con la que nunca me falla, con mis amigos… Porque durante estos 14 años me he dado cuenta de la gente que verdaderamente está ahí siempre, y la gente que sólo está en las buenas, y aunque antes eran cosas de niños y no le dábamos importancia, ahora ya no es lo mismo.

La vida está compuesta de momentos que no debemos desperdiciar, tenemos que vivirlos al máximo, encontrar a nuestro amor verdadero y vivir junto a él siempre, serle fiel, a él y a nuestra familia y amigos. Por eso, tenemos que amar mucho y dejar que nos amen, que la vida se mide en minutos y que un minuto sin sonreír y ser feliz son sesenta segundos perdidos.

Para mí la vida se basa en recuerdos, el recuerdo de la mejor tarde de verano, el recuerdo de aquel viaje de fin de curso inolvidable, el recuerdo de aquella persona a la que tanto querías y se fue, dejando en ti un vacío que nadie podrá llenar, el recuerdo de aquellas meriendas con nuestros queridos abuelos…

Para mí la vida es eso, recuerdos que no deberíamos olvidar y oportunidades que no deberíamos dejar pasar.

¿Habrá paz en el mundo algún día? por Ricardo Ortiz Gisbert, 2ºESO A

En mi opinión será imposible porque siempre habrá intereses económicos y políticos que provocarán guerra y destrucción, y con ello, inevitablemente, sufrimiento para la gente. Todas las guerras son siempre producto de intereses económicos, políticos o religiosos, detrás siempre hay personas que prefieren ver sufrir a su pueblo antes de buscar una solución al problema. Las guerras son más frecuentes en los llamados países menos desarrollados, pero la culpa de esas contiendas las tienen, bajo mi punto de vista, los políticos que gobiernan esas naciones, que buscan su enriquecimiento personal y conseguir más poder para sí.

Creo que si algún día conseguimos que reine la paz en todo el mundo será porque las personas habremos dejado de pensar en nosotras mismas, para mirar más por los demás. Pero esta es sólo mi opinión, el cambio es mucho más difícil de conseguir. La humanidad tendrá que cambiar para mejorar la vida y así conseguir un halo de esperanza para nuestro propio futuro.

Palabras perdidas por Celia Sanjuán Cantos, 2ºESO B

Nunca pensamos en las palabras ya no nombradas, aquellas aprendidas, estudiadas, definidas y explicadas que se desvanecen, se marchan sin dejar rastro, por nuestra culpa, por nuestras pocas ganas de entender. Palabras que hacen referencia al amor, al respeto, a la paz, a la igualdad. Palaras con una historia, con género y número, e incluso con sus derivadas. Palabras, un simple conjunto de letras con sentido que no somos capaces de recordar, palabras con un pasado, un origen, a las que no les damos importancia. En un futuro nuestros descendientes nos preguntarán por ellas, y nosotros las habremos cambiado, alteraremos su significado, su esencia, y nos quedaremos tan tranquilos, enorgulleciéndonos de nuestra memoria, o así es como pensamos que será, pero en realidad éstas poco a poco se habrán ido convirtiendo en cosas sin sentido, sin rumbo, extraviadas en el devenir incesante del tiempo, eternamente desorientadas, perdidas. Si tuvieran sentimientos se ofenderían, se enfadarían, y dejarían de representar cosas bellas para expresar cómo les hacemos sentir. Luego pensamos que somos la raza más inteligente, más bella, en cambio un simple primate es capaz de recordar todos los sonidos y signos de su lenguaje, pues de lo contrario, ¿cómo podrían comunicarse?; pues nosotros, “la mejor raza entre todas” no somos capaces ni de eso; los científicos culpan a las nuevas tecnologías sin darse cuenta que otros como ellos las han inventado. Y nunca se paran a pensar en que tal vez la culpa no haya que buscarla en la máquina, sino en aquel que la creó: el hombre. Pensamos que las palabras desaparecen porque deja de haber futuro en muchas de ellas, y quedan así relegadas a lo vulgar, pero deberíamos darles esperanza para que estas palabras sigan representando cosas bellas y extraordinarias. ¿Por qué no intentarlo? No puede pasar nada, ¿o acaso son las palabras las que devoran el tiempo?…

Esta pregunta me la planteo muchos días, porque en mi opinión, las palabras no devoran la vida sino que la llenan de sabiduría, cultura, experiencias…amplían nuestros horizontes y no deberíamos dejarlas desvanecerse así como así, y ayudarlas a que sobrevivan al paso de los años, pero siempre hacer que perduren las palabras bellas, porque últimamente parece que se van las bellas y se quedan las arrogantes, las ofensivas, se olvida el gracias, el por favor, el perdón…palabras todas ellas que ayudan a que la sociedad esté unida. Y en cambio prevalecen otras como corrupción, odio, engaño, ¿acaso no pensáis que si en las guerras antes de la violencia y la destrucción se usaran estas palabras bellas, no se solucionaría todo? Al menos eso pienso yo, porque en la guerra sólo existen las malas palabras, sólo se piensa en la muerte y sólo se hace referencia a esta palabra. ¿Por qué antes de empezar una guerra no se piensa en la palabra consecuencia? Infancias destrozadas, familias separadas…pero no, sólo se piensa en la palabra yo, venganza, y palabras que atribuyen propiedad y que infunden terror. Con esto quiero transmitir que las bellas palabras se deben quedar entre nosotros, porque de lo contrario, ¿qué llenaría los vacíos de nuestra tristeza? Después de todo son las palabras bellas las que nos animan cuando lo necesitamos, nos consuelan, nos dan ánimos, eso sí, mientras sean transmitidas por las personas a las que se ama.

¡Recuperemos las palabras perdidas, luchemos por ellas, consigamos que pase el tiempo y que continúe la esperanza para estos conjuntos maravillosos de letras que le dan sentido a la nuestra vida!

La amistad por Claudia Santonja Beneyto, 2ºESO A

Una verdadera amistad empieza, en ocasiones, de la forma más inesperada, y se fortalece al compartir una aventura, al crear una historia en común…

Muchas veces criticamos a la gente solamente por su aspecto físico o incluso por su voz, sin ni siquiera conocerlas y luego, cuando las conocemos, nos damos cuenta de que la imagen creada erróneamente en nuestras mentes no era real, simplemente era una ilusión .

Todos creemos que la amistad está en un amigo o amiga que tenemos, que nos brinda apoyo incondicional y nosotros respondemos en consecuencia. Alguien a quien le cuentas secretos que nunca antes habías revelado, buscáis soluciones juntos y te hace saber que no estás solo. Pero yo creo que es incluso algo mucho más profundo, personalmente pienso que la verdadera amistad es cuando dos corazones se encuentran y ya no son capaces de separarse. Yo tengo dos verdaderas amistades, la de mi madre y la de mi abuela Iluminada. Ellas nunca me han fallado, siempre sentí una conexión especial con ellas, algo casi indescriptible. Hay quien cree que es ridículo ir siempre cogida de la mano de mi madre por la calle, pero a mí no me importa, porque un día perdí a una de las personas más valiosas e importantes de mi vida : mi abuela y me prometí que cuidaría de la otra mujer a la que tanto amaba. Yo era pequeña y en ese momento no fui plenamente consciente, pero después la vida me golpeó con una brutal dosis de realidad . Pero ya era demasiado tarde, mi abuela ya no estaba conmigo y con ella se fue una parte de mi corazón, pero no perdí la esperanza. La primera noche desde que falleció mi abuela soñé que dormía a mi lado y así fue como lo sentí. Y así esa parte de mí corazón que había perdido toda fe, recuperaría la luz, y fue entonces cuando decidí cambiar mis defectos y esforzarme por cumplir mis sueños. Hace poco tuve un problema y mi otra verdadera amistad me dijo: “no critiques y no te criticarán” Y el resultado es tal y como dijo.

Una hermana, una compañera de viaje por Jorge Serrano Arratia, 2ºESO A

¿Un hermano?, ¿qué era eso? me pregunté yo al poco de adquirir conciencia. Siempre que le realizaba a mi madre esta pregunta, ella empezaba a ponerse nerviosa, pero firme y sin dudarlo me decía, mira ella es tu hermana, y yo le decía, ¿pero para qué sirve una hermana?, enérgica me respondía: “pues te puede llevar a cole, te ayuda, te cuida y muchas cosas más que irás descubriendo poco a poco, con el paso de los años”. A mí no me quedó muy claro, así que, yo muy curioso fui a preguntárselo a Laura, mi hermana. Ella me contestó lo que previamente me había dicho mi madre. Y pensé: se habrán puesto de acuerdo para decirme lo mismo. Desde aquel preciso momento mi vida cambió, porque día a día, sin necesidad ya de preguntarlo, fui entendiendo qué era eso de tener una hermana.

Un día como otro cualquiera preguntándole cosas a mi madre sobre mi hermana, ella me dijo ¿sabes que un día que estabas durmiendo en tu cuna arropadito y te despertaste, tu hermana te cogió en brazos, puso todo su empeño, sacó fuerzas de donde pudo y te bajó al comedor? Tu padre y yo nos quedamos sorprendidos, no sabíamos cómo una niña de apenas cinco años, consiguió bajarte en brazos hasta abajo.

Como hermanos que somos nos peleamos, jugamos, nos divertimos, nos ayudamos, nos apoyamos. Muchas veces nos hemos enfadado por tonterías y hemos estado bastante tiempo sin hacernos caso, pero como buenos hermanos que somos con paciencia y dando nuestro brazo a torcer en varias ocasiones, hemos conseguido solucionarlo

El supuesto acuerdo de mi hermana y mi madre se había cumplido y había descubierto cosas que nunca me hubiese imaginado que descubriría

Y como un niño de trece años que soy, me he dado cuenta que las hermanas/os son imprescindibles. Y lo son por tantas razones, que no sabría cuál escoger, por ejemplo: te arropan cuando tienes frío, te ayudan cuando tienes problemas, te protegen ante un peligro, te añoran cuando no estás y la mejor de todas: ¡te quieren, por encima de todo y a cambio de nada!.

Mi madre en algunas ocasiones me dice una oración que a mí me da mucho que pensar porque en el fondo tiene razón. Ella dice que un hermano es la mejor herencia que nos pueden dejar nuestros padres.

Dicen que la familia no se elige, pero el azar fue generoso conmigo y me regaló una familia maravillosa

Hermana decirte que tu amor es insustituible. Te quiero porque me conoces como nadie, te quiero porque me aceptas a pesar de mis errores, te quiero porque me ayudas en todas las dificultades, te quiero simplemente por ser tú.

Soy feliz

Lo sé, quizá no he vivido lo suficiente como para hacer una afirmación tan rotunda y contundente, pero estoy segura, segurísima de lo que voy a decir: He sido inmensamente feliz. Puede que no sean muchos los años que mi mente y mi corazón atesoran, y que tal vez por ello mi experiencia prefiera no hacer balances a tan corto plazo. Puede que a mi relativamente corta edad no haya aprendido todavía los sinsabores de este inescrutable camino, pero lo cierto es que yo ya crucé algunos de los más inhóspitos senderos, y con el viento en contra y las más altas y escarpadas colinas frente a mí, me armé del valor que sólo da el instinto de supervivencia para pasar a duras penas la experiencia de un ominoso viaje.

Puede que la alegría y el dolor que escribieron buena parte de las páginas de mi libro fueran sólo el comienzo del prólogo. Puede que mis sueños, o al menos algunos de ellos, queden suspendidos algún día en un aire tenue, una brisa que los hará volar y volar lejos, encontrándose en su azaroso vaivén con otros compañeros de fatiga, y así albergar juntos la esperanza de que alguien los encuentre, y si lo desea, pueda hacerlos realidad.

Puede que no alcance a vivir todo lo que me gustaría, que me vaya sin sentir una vez más el tacto de mis seres queridos, la voz que siempre fue para mí un remanso de paz…Puede que un día tenga miedo, que intente autoconvencerme, equívocamente, de que es mejor rendirme a luchar. Puede que cometa muchos más errores, y que la vida me interponga retos difíciles de superar.

Puede que tarde en encontrar mi billete de vuelta, o puede que se presente sin más, sin previo aviso; pero mientras siga pudiendo ver sonreír a los míos, mientras la luz del sol marque en mi rostro el comienzo de un nuevo día, mientras pueda llorar a carcajadas, no lamentarme de no haberlo intentado; mientras la vida me regale segundos, yo los exprimiré como si fueran siempre los últimos. Dejaré de creer en el futuro como la tierra eternamente prometida, porque lo único que nos pertenece es este momento.

Quizá suene a tópico redundante, pero la realidad, la cruda y certera realidad, descargó su culpa al advertirnos. La vida es efímera amigos y amigas, pero sin duda es dueña de un seductor magnetismo, una fuerza irracional que nos anima a aferrarnos a ella, y aunque es un espíritu libre, un alma arrolladora, no cesará en el intento de que queramos apreciarla con toda la intensidad.

¡FELIZ DÍA DE LA FELICIDAD!

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Mi libreta de la felicidad…

Lo que más feliz me hace es pasar tiempo con mi familia y disfrutar con ellos el máximo tiempo posible, también me hace feliz ir al campo y escuchar el viento y los pájaros por encima de mí. Me hace muy feliz ver a mi hermano sonreír y pasárselo bien jugando con él,pero por el contrario me entristece mucho verlo disgustado o enfadado. Me hace feliz coger los patines e irme a patinar por una gran explanada con mi padre y mi hermano. Me hace feliz hacer manualidades y pintar cuadros con mi madre, pasar tiempo con mi abuela y que me enseñe cosas que no sabía hacer y que mi abuelo me lleve a un precioso campo de amapolas, mientras una suave brisa me roza en la cara. Y así podría seguir y seguir porque todo lo que tiene que ver con la alegría es lo que me hace feliz.

Irene Picó Samper, 1ºESO B

Mi libreta de la felicidad…

Mi felicidad la encuentro en mi familia. Con mi familia me lo paso genial, porque sencillamente es mi familia, la que está a mi lado en todo momento. Siempre saben cómo sacarme una sonrisa, y yo me pregunto que cómo lo pueden hacer con tanta facilidad, y me dicen que con una cosa muy simple, el corazón. Sé que nunca me van a fallar porque siempre están conmigo, y yo con ellos. No puedo decir que sea la mejor familia, pero es la mía, y con eso me basta. Son especiales en mi vida, si no fuera por ellos yo no estaría aquí, y no podría pasar momentos como los que he pasado y pasaré con ellos. Son los mejores, y son eternos. Los quiero muchísimo.

                                                                                                                                                                                              Pablo Rico Berbegal, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Todo empezó el 24 de septiembre del 2002. Ese día fue el más feliz toda mi vida, pero no sólo el mío, sino también el de mis padres y familiares. Me refiero al día en que aprendí a ir en bicicleta, aun puedo recordarlo…, yo estaba convencida de que no podría hacerlo,pero con la confianza que me daba mi padre, al final lo conseguí.

También podría anotar en mi libreta la primera vez que vi el mar o cuando me bañé en él, aunque no me acuerde, pero seguro que estaría contentísima. O cuando celebré mi primer cumpleaños en casa de mi bisabuela, que ya no se encuentra aquí con nosotros. O también el día de mi comunión, mi primer festival, salir con mis amigas, mis primeros pasos, mi primera palabra… Pero lo que más feliz me hace es poder despertar y saber que tengo a mi lado a personas que quiero y adoro. Porque por muchas cosas que puedas tener, siempre necesitamos a alguien a nuestro lado con quien poder compartirlas.

En conclusión, todos mis momentos felices lo han sido gracias a esas personas que estuvieron y están conmigo, y es por ello que quiero agradecérselo aprovechando estos momentos tan especiales para mí.

Natalia Teruel Santoyo, 1ºESO B

Mi libreta de la felicidad…

Un día me preguntaron qué me ha hecho feliz en mi vida y yo les dije una serie de cosas.

Varias cosas me han hecho feliz, y aunque muchas de ellas no las recuerde con claridad, sí me acuerdo de la sensación. El día de mi bautizo, fue un gran día para mí. También lo fue el día que tomé mi primera Comunión, ya que recibí a Jesús en mi corazón. Por supuesto, cuando se casó mi prima, la verdad es que tenía seis añitos y mucho, mucho no me acuerdo, pero creo que fue un día muy feliz y divertido. Todos los cumpleaños de los amigos y mis cumpleaños, llenos de risas y felicitaciones. Alguna que otra fiesta del agua…Los festivales de Navidad y de fin de curso, lo pasábamos genial jugando a juegos de mesa mientras esperábamos nuestro turno. Los fines de semana cuando quedo con los amigos me lo paso especialmente bien. Sin olvidar los recreos del colegio. Las excursiones, sean con amigos, profesores o con la familia, no hay nada más divertido para mí que las excursiones…

¡Gracias a todos por haberme hecho feliz todos estos años!

Carlos Asensio Alal, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Los momentos más bonitos de mi vida son:

Cuando mi tío volvió de Brasil, que me puse muy contenta porque hacía mucho tiempo que no lo veía, aunque ahora ya está allí de nuevo.

Cuando me fui a París, a Cantabria, a Granada… porque me hace mucha ilusión visitar lugares nuevos.

Cuando entré en el conservatorio, porque es difícil y es muy divertido, y aprendo mucho.

Cuando tomé la comunión, porque ese día era muy especial para mí.

También me siento muy feliz por no estar enferma, por tener un hogar donde vivir y una familia que me quiere.

Inés Mira Pérez, 1ºESO B

Mi libreta de la felicidad…

Yo en mi libreta apuntaría mi día a día, creo que la mezcla de buenos y malos momentos es la felicidad. Cuando pasas por una difícil situación, a la hora de vivir una buena, la valoras y la disfrutas más. Por eso, esa mezcla de diferentes sabores creo que es la ideal.

Yo en mi libreta apuntaría todo lo que me ocurriese, porque luego la gente que la leyera, se daría cuenta que no valoramos como deberíamos algo tan importante como la felicidad, no agradecemos lo suficiente ni los buenos ni los malos momentos, que son lo que componen este sentimiento que todos perseguimos, y que depende de algo tan sencillo como aceptar la vida tal y como es.

Lucía Tárraga Romero, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Creemos que la verdadera felicidad está en algo material, como por ejemplo la ambición de poder, pero en realidad la verdadera felicidad la encontramos en nosotros, en nuestro interior. El ser humano siempre se ha preocupado de buscar la felicidad fuera de sí mismo, pero nunca se han parado a pensar que la felicidad la podemos crear nosotros mismos.

A mí lo que me hace feliz son los recuerdos, como el viaje al Caribe, a París… Experiencias que transcurrieron y al marcharse dejaron tras de sí esa magia que despertará en mí siempre una sonrisa.

La clave de la felicidad está en el valor del esfuerzo que pongamos en nuestra vida a la hora de perseguir nuestras metas… Podemos ponernos objetivos, porque tenemos toda la fuerza del mundo para conseguirlo. Nuestras amistades son otra de las razones fundamentales para edificar nuestra felicidad, los verdaderos amigos son los que siempre están ahí, son una de las razones más profundas y maravillosas que encontramos. La amistad es una de las casualidades más bonitas, porque los amigos abrigan los corazones con inmensos momentos de felicidad.

La búsqueda de la felicidad puede ser eterna, pero ¿Y si has estado toda una vida en su búsqueda y en el fin de tu vida te das cuenta que la has ido creando tú mismo?

“Los miedos son una tapadera de los sueños, nunca te das cuenta de tus sueños, porque vivías aterrorizado de tus miedos. Tus sueños siempre han entendido más de felicidad y tú, más de temores”.

Soraya Aracil Seco, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Yo pienso en la vida como un libro, un libro en el que escribes todo lo ocurrido en cada uno de nuestros días, meses y años, un libro en el que en la última página habrá un FIN qua acabará con nuestra existencia y será entonces cuando volveremos a esas páginas hasta entonces olvidadas, y nos acordaremos de todo lo hecho en nuestra vida. Por eso hoy hablaré de algunos de esos recuerdos. Y si un día éstos se van lejos, por suerte sé que tendré a mis hermanas para recordármelos. Mi momento más feliz empieza con ellas, con su nacimiento. Desde ese día entendí lo que significaba tener a alguien a tu lado que jamás te abandonará, que siempre estará a tu lado y jamás te traicionará.

El siguiente recuerdo, también uno de los más importantes, fue cuando conocí a las que son hoy mis amigas, o sea mi segunda familia, pues nos defendemos las unas a las otras, siempre estamos juntas y nadie las reemplazará.

Y el tercer momento más significativo de mi vida fue cuando tomé mi primera comunión, porque demostró que me iba haciendo mayor, ¡y cómo la sabiduría que da la madurez no hay nada!

En esta redacción expreso los que son para mí los pilares de una vida perfecta.

Nerea Giner Aguado, 1ºESO B

Mi libreta de la felicidad…

Creo que la felicidad de una persona depende de muchas cosas. No se puede reducir a una sola.

Depende de las personas que nos rodean, también tenemos que sentirnos queridos, no sentir que damos y no recibimos.

La felicidad también depende de que las personas podamos hacer las cosas que nos gusta hacer.

Tenemos que ser libres, ser únicos, ser auténticos. Ser nosotros, porque la felicidad está en uno mismo.

Clara Rivas Boronat, 1ºESO A

 Mi libreta de la felicidad…

La felicidad no está en las cosas materiales como el dinero, por lo menos para mí, ya que lo que más feliz me ha hecho toda mi vida son los momentos increíbles que consiguen que nunca se borre mi sonrisa.

Recuerdo que hace unos años mi familia y yo nos fuimos en Navidad de viaje a Disneyland, en París. Cuando entré me quedé asombrada, tanta luz, tantos personajes de mis películas preferidas… En todo el viaje no pude borrar mi cara de ilusión. Siempre recordaré ese viaje.

También sentí felicidad el año pasado, durante la liga de baloncesto, mi equipo y yo ganamos bastantes partidos, pero la felicidad no fue sólo por ganar, sino también por la adrenalina que sentíamos cuando íbamos empate perdiendo por un punto y finalmente ganamos. Asimismo nos sentíamos plenas porque con cada entrenamiento mejorábamos más y nos íbamos haciendo más amigas.

El momento más feliz que recuerdo de hace relativamente poco tiempo es cuando después de haber estado un mes paralítica, Lola (el perro de mi tío) dio sus primeros pasos. Me sentí muy feliz.

Lucía Montesinos Medina, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Yo cuando era pequeño quería una mascota. Al principio, sólo tenía peces y más peces, pero a ellos no los podía considerar mascotas, fue entonces cuando les pedí a mis padres un perro. Y he de decir, que aunque no se mostraron muy de acuerdo, insistí y como mi madre también adora los animales, no me costó convencerla. Ella y yo nos aliamos y entre los dos convencimos a mi padre. Y un día, un inolvidable día, me dieron la gran sorpresa. Era la hora de comer, cuando de repente tocaron el timbre, y al abrir la puerta allí le encontré: un cachorro de la raza Yorsai que cabía en la palma de la mano.

Nos gustó tanto que enseguida nos la quedamos. Se llama Tina, y hoy ya tiene cinco años. Ella es parte de nuestra familia, de hecho la consideramos una más, porque sin duda fue la protagonista de uno de los momentos más felices de nuestra vida.

Adrián Pradell Huertas, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Uno de los momentos más felices de mi vida fue el día de la boda de mi tía, pues me lo pasé muy bien ya que vinieron todos mis familiares, inclusive los que no eran de aquí.

Por otra parte el mejor día de la semana para mí es el domingo, porque veo a mis tíos y a mis primos, a los que casi nunca veo; aunque también me gustan los sábados porque es cuando quedo con mis amigos y me desahogo, me lo paso muy bien con ellos. También quedamos para jugar al fútbol y para ir con el patín.

Otro de los mejores días de mi vida fue cuando nos dijeron que mi tía estaba embarazada. ¡Me hizo muchísima ilusión!

Pero sin duda, lo que más feliz me hace es escuchar música, me relajo mucho y me motiva, pienso en mis cosas y desconecto de las dificultades del día.

Laura Azorín Rico, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

A mí lo que me hace feliz es estar con mi conejo Berta, porque me aporta ternura, cariño, amabilidad… Cuando estoy con ella, es como si no importara nada más, sólo disfrutar de ese pequeño instante al día que paso a su lado.

La segunda cosa que más feliz me hizo fue poder conocer a Malú en un concierto, porque allí me relacioné con gente maravillosa, disfruté un montón, incluso la pude abrazar a ella, hacerme fotos con todo su equipo de músicos. ¡Fue una experiencia única!

La tercera y última cosa que me hace inmensamente feliz es cuando me despierto el sábado por la mañana y no tengo prisa por levantarme e ir al colegio, y puedo así disfrutar de un día con mis amigas y pasármelo genial.

Lucía Brotons Sarabia, 1ºESO A

Mi libreta de la felicidad…

Hay muchas cosas que hacen que me sienta feliz: mi familia, mis amigos, mis aficiones… Pero hoy quiero citar una afición que me hace sentir invencible. Hablo de montar en bici. Muchos pensarán que es un rollo, que es duro y que cansa mucho, pero a fin de cuentas es un deporte. A mí me encanta montar en bici, aunque este año no he tenido la suerte de montar mucho porque este verano me rompí el brazo, aunque por suerte sí he podido hacerlo en invierno. He hecho la vía con mi padre, he corrido muy rápido por mi caseta… En resumen que con mi bici he hecho de todo.

Pero para mí montar en bici es más que un deporte o una afición, para mí es la mejor manera de soltar adrenalina, de sentirte libre con la velocidad, porque cuando te montas en una bici dejas atrás los problemas para sentirte niño otra vez, vuelves a sentir que tu bici no es una bici sino una moto, un coche, un caballo…cualquier cosa. Tu bici se convierte en una máquina del tiempo que te lleva de vuelta a tu niñez, como cuando tenías 5, 6 o 7 años. Y ese sentimiento de volver a ser niño no tiene precio ninguno, porque sólo se es niño una vez y no se debería crecer tan rápido. FIN.

 Lucía Valls Hernández, 1ºESO B

Mi libreta de la felicidad…

Si tuviera que escribir algunas cosas en mi libreta de momentos felices, sin duda la primera que apuntaría sería algo tan simple y sencillo como el mismo hecho de vivir, estar vivo, porque de no ser así no estaría escribiendo esta redacción, no podría haber disfrutado de momentos maravillosos junto a mi familia, sin los cuales yo no sería lo que soy; asimismo anotaría también el hecho de poder vivir en una casa estable y disfrutar de un plato de comida todos los días, porque muchas personas no tienen ni casa, ni alimento alguno…Y por último, tampoco me olvidaría de algo que es crucial para mí: jugar al fútbol, porque este deporte tan fascinante me ayuda a desconectar y a sentirme libre.

Álvaro Guillem Fernández, 1ºESO A

         

Toda la actualidad en 3, 2, 1…

Son curiosos por naturaleza, pero a ellos no les afecta aquello de que «la curiosidad mató al gato», pues rehúyen de la morbosidad que despiertan ciertos rumores, para no apartarse ni un ápice de su camino hacia la verdad. Esa verdad a veces dolorosa, que a unos conmueve, a otros desahoga y a otros enmudece. Les llaman por ello eternos soñadores, creyendo desde la necedad que jamás alcanzarán sus ambiciosos objetivos; pero ellos, pertinaces y obstinados, siguen adelante con el firme propósito de sacar a la luz esa ampulosa y codiciada realidad latente.

Han caminado sobre tierras movedizas, aguardando con cautela la llegada a suelo firme; han acariciado el perfume de la gloria encarnado en una hermosa rosa, pero cuando creían poseerla en toda su plenitud e inmensidad, sus pétalos resbalaron entre sus impasibles dedos dejando solo a un mohíno tallo. Han saboreado la satisfacción y la impotencia a partes iguales, y en ese equilibrio que sólo dan los términos medios, aprendieron a estimar ambas sensaciones en su justa correspondencia. Ni más, ni menos.

No tienen alas, pero no por ello dejaron de volar, volar libres para llegar allí donde late el corazón de cada noticia, y vivirla in situ, sorbiendo cada información, cada detalle con la inquietud del niño que desea saber y preguntarse el porqué de todo.

Poseen la sensibilidad del cirujano para acercarse a la historia de cada ser, no dar pasos en falso y avanzar con determinación por los recovecos más recónditos de ese enigmático interior.

A veces pueden ser incisivos, mordaces, y desde luego saben cómo contratacar. No bajan la guardia, y practican la doctrina del escepticismo moderado, corriente en la que creen a pies juntillas, pero es que ya se sabe, no es fácil desenmascarar la verdad cuando ésta tiene la habilidad de disfrazarse.

Se nutren de la proteína del riesgo, y quizá por ello, no desisten jamás al primer intento. Tener un objetivo marca para ellos el comienzo de un compromiso con la sociedad, y si algo no les falta es palabra, así que cumplirán con creces su cometido.

Ellos son la voz del que piensa en silencio, el soplo de aire para aquel que se ahoga ante una implacable mezquindad, la plataforma de los que necesitan hacerse oír, la súplica del desvalido, el grito de la conciencia, la denuncia pública del horror, el mejor guardián de recuerdos, el amigo sincero que no regalará oídos, el alguacil de la justicia y el que surcará ríos y mares, atravesará montañas y desiertos sólo por escuchar, y hacer que por unos segundos miles, millones de personas conozcan un pedacito, por pequeño que sea, de lo que pasa en este inmenso lugar llamado mundo. Quizá así se remuevan conciencias.

Los vemos, oímos y leemos a diario. Por eso hoy queremos rendir homenaje a esta fascinante profesión.

Nuestros alumnos de 2ºESO se metieron en la piel de los periodistas, y esta es su carta de presentación…

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Luis Arnedo, Mila Marínez, Natalia Peydró, Adriel Sánchez, Elena Sánchez, Celia Sanjuán y Carlos Vicedo, 2ºESO B

Verónica Gisbert, Cristina Gosálbez, Ángela Mínguez, Raál Requena, David Rus y Roberto Teruel, 2ºESO A

Carlos Bornay, Blas Fernández, Andreu Ferri, Emilio Hueso y Abraham Rico, 2ºESO B

Pablo Amorós, Marina Chorro, Lidia Ibarra, Ricardo Ortiz, Angie Pabón y Miguel Ángel, 2ºESO A

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