Hadas, ninfas, princesas y caballeros, todos se dan cita en estos maravillosos cuentos.
Realidad y fantasía escribieron juntas estos relatos, que de generación en generación fueron pasando.
Héroes, seres extraordinarios, dioses, musas y demás seres estrafalarios. Todos protagonistas de estas historias que desde niños nos hicieron soñar despiertos.
Con ellos crecimos, celebrando con orgullo sus gestas y éxitos. Surcamos mares, escalamos montañas, y fuimos intrépidos aventureros. Como ellos, hubo ocasiones en las que sentimos miedo, pero nunca nos rendimos, pues seguimos su ejemplo.
Vencimos a temibles monstruos, escapamos incluso de un tortuoso laberinto. Rompimos con todo lo establecido para descubrir la magia de mundos desconocidos. Aprendimos de los dioses a derrotar nuestras flaquezas humanas.
Quizá por todo ello nos encanta recordar juntos estas grandes hazañas.
La caja de Pandora por Natalia Guillem, 1ºESO B
Hades por Lucía Fernández, 1ºESO B
Tajo de Roldán por Sonia Sanchís Arnedo, 1ºESO A
Cuenta la leyenda, que en tiempos remotos en la sierra de «Puig Campana», Benidorm, vivía un gigante llamado Roldán. El gigante era dueño de aquellos parajes, hasta se construyó una cabaña para protegerse del tiempo. Era el rey de la sierra. Cuando los animales feroces le acosaban, le bastaba con dar un par de zancadas para ponerse a salvo, y con solo dos zancadas llegaba al mar para bañarse en los días calurosos. Vivía satisfecho y despreocupado, pero no era un ser alegre, parecía siempre triste.
Pero todo cambió cuando un día que caminaba hacia el mar para bañarse, se encontró a una jovencita muy bella. Estaba jugueteando con el agua y al sentir su presencia, se volvió rápidamente. Sus ojos de un azul profundo, le miraron con curiosidad y ésta le ofreció agua del cuenco que sostenían sus blancas y delicadas manos. Rió suavemente y rió el gigante también con una sonora carcajada, gozoso y feliz como nunca. ¡El coloso se había convertido en un verdadero ser humano!. Desde ese momento ya nunca se separaron. Roldán la condujo a su cabaña para transformar su cabaña en un refugio grato para ella. Los dos disfrutaban de una felicidad perfecta. Dormían bajo las estrellas y Roldán elegía las hierbas más finas y perfumadas para que le sirvieran de lecho.
Pero eso duró poco. Un día que Roldán volvía a su cabaña contento y confiado, apareció un extraño ser, parecía una sombra -¿Quién eres?- le preguntó. Y la sombra con voz helada le dijo: corre si quieres encontrar viva a tu compañera, pues cuando acabe el día acabará también su vida. Cuando el último rayo de sol abandone su cabaña, morirá. Entonces, Roldán partió veloz hacia su cabaña. La joven estaba muriéndose efectivamente. Su pena y su desesperación no tuvieron límites. Se quedó paralizado en la entrada, no atreviéndose ni a respirar por miedo a que cualquier movimiento pudiera romper el hilo que aún la unía a la vida. El pobre Roldán se repetía, una y otra vez: cuando se oculte el sol, cuando su último rayo desaparezca de la faz de la tierra, morirá, morirá…¡morirá!
El sol se iba escondiendo cada vez más veloz detrás de la montaña, entonces, enloquecido, salió corriendo hacia la cumbre del «Puig Campana», la ladera tras la que el sol estaba llegando a su ocaso.
De un furioso puntapié arrancó un enorme pedazo que salió por los aires y fue a caer al mar. Por aquel hueco tan abierto siguió penetrando la luz del sol unos minutos más, ¡Unos minutos más de vida para su amada!
Pero el sol, finalmente, se ocultó por completo…¡La muerte cerró para siempre aquellos ojos tan bellos!
Con ella en brazos continuó andando bajo las estrellas. La salida de la luna, una estela luminosa en el mar, atrajo su atención, entonces se dirigió hacia allí. Quién sabe si con la loca esperanza de que aquella luz que se derramaba sobre el agua pudiera devolverle la vida a la niña rubia que parecía dormida. Con los ojos fijos en el disco de plata llegó hasta la playa, penetró en las aguas, siguiendo aquel camino fosforescente, cuya claridad permitía tener el cuerpo en alto. Pero de pronto su marcha se vio interrumpida con el nacimiento de una nueva isla; amparado entonces por una cavidad del islote, pudo seguir defendiéndola. Pero vencido por completo, la depositó con muchísimo cuidado en ese mismo hueco. No quiso regresar. ¿Cómo iba a dejarla tan sola y tan indefensa? Se abrazó a ella para con su cuerpo seguir cuidándola y protegiéndola hasta la eternidad…
El “Puig Campana”, con su cumbre rota, es el más fiel pregonero de este hermoso y conmovedor romance, esta cumbre rota se conoce desde entonces como “La isla de Benidorm”.
Colón y el Triángulo de las Bermudas por Vicky Bernabeu, 1ºESO B
La fuente de San Pascual por Sara Sanchís, 1ºESO A
Cuenta la leyenda que, Domingo Pérez, un labrador honrado y de cristianas costumbres, vecino de la villa de Ibi, tenía tierras de secano, en las cuales, nunca se había descubierto agua. Cuentan que en 1661, estaba aquella tierra muy seca, debido a que no había llovido durante tres años, y las fuentes y pozos se habían secado. Cansado de soportar dicha situación, se acordó un día del milagro de San Pascual, quien había conseguido sacar una fuente en tierra seca. Aquel 4 de agosto dijo Domingo que iba a buscar agua en nombre de San Pascual. Otro labrador que se encontraba con él, llamado Tomás Guillem le dijo con sorna: no encontrarás agua ni aunque excavaras hasta el fin de tus días, pero él le dijo: tengamos fe en Dios, que gracias a San Pascual nos ha de dar agua. Y partió de allí para ir a cumplir su cometido. Pensando dónde cavar, levantó la azada diciendo con fe en nombre de Dios y San Pascual: ¡cosa prodigiosa! Cuando dio el golpe en aquella tierra, salió una fuente de agua cristalina.
Empezó a correr para dar noticia de la nueva y milagrosa noticia a su compañero. Cuando éste le oyó, no se lo podía creer. La gente que estaba allí se quedó petrificada al ver la fuente de agua cristalina y alabaron a Dios por ese milagro.
Cuenta la leyenda que Domingo Pérez padecía dolores de estómago, fue a visitar a San Pascual para pedirle remedio y quedó libre de todo dolor.
En Ibi, en honor a San Pascual, se construyó una sencilla pero hermosa capilla.
El monstruo del Lago Ness por Vicente Pardines, 1ºESO B
Dédalo y su laberinto por Sergi Juan, 1ºESO A
Érase una vez un hombre llamado Dédalo, que después de ser expulsado de Atenas, tras ser acusado de la muerte de Talo, se dirigió hasta la isla de Creta. El rey lo aceptó como arquitecto, dados sus conocimientos, y porque la isla estaba necesitaba de este oficio.
Dédalo comenzó su vida en Creta como cualquier otro arquitecto, pero gracias a sus obras, llamó la atención del rey, y éste le pidió entonces que diseñara un lugar en el que poder encerrar al minotauro que se encontraba en la isla.
Con sus grandes conocimientos de arquitectura, Dédalo creó un laberinto del que sería imposible salir. Los pasadizos llevaban a más pasadizos, éstos a su vez, a nuevos recorridos. El rey estaba tan contento con su trabajo que no le dejó irse de la isla para que siguiera haciendo obras tan maravillas como aquel laberinto.
La leyenda del Sol y la Luna por Isabella Berenguer, 1ºESO B