Gianni Rodari era un maestro consagrado en el arte de contar cuentos. Todos ellos, por cierto, maravillosos, pero siempre hubo uno en especial que me conquistó por completo en cuanto lo leí, tal vez porque de alguna manera rememoré una escena de mi infancia y me invadió, como dirían los portugueses «la saudade», o, sencillamente, porque me embriagó con su ingenio y su delicada inocencia.
-Érase una vez una niña que se llamaba Caperucita Amarilla.
-¡No, Roja!
-¡Ah!, sí, Caperucita Roja. Su mamá la llamó y le dijo: “Escucha, Caperucita Verde…”
-¡Que no, Roja!
-¡Ah!, sí, Roja. “Ve a casa de tía Diomira a llevarle esta piel de papa”.
-No: “Ve a casa de la abuelita a llevarle este pastel”.
-Bien. La niña se fue al bosque y se encontró una jirafa.
-¡Qué lío! Se encontró al lobo, no una jirafa.
-Y el lobo le preguntó: “¿Cuántos son seis por ocho?”
-¡Qué va! El lobo le preguntó: “¿Adónde vas?”
-Tienes razón. Y Caperucita Negra respondió…
-¡Era Caperucita Roja, Roja, Roja!
-Sí. Y respondió: “Voy al mercado a comprar salsa de tomate”.
-¡Qué va!: “Voy a casa de la abuelita, que está enferma, pero no recuerdo el camino”.
-Exacto. Y el caballo dijo…
-¿Qué caballo? Era un lobo
-Seguro. Y dijo: “Toma el tranvía número setenta y cinco, baja en la plaza de la Catedral, tuerce a la derecha, y encontrarás tres peldaños y una moneda en el suelo; deja los tres peldaños, recoge la moneda y cómprate un chicle”.
-Tú no sabes contar cuentos en absoluto, abuelo. Los enredas todos. Pero no importa, ¿me compras un chicle?
-Bueno, toma la moneda.
Y el abuelo siguió leyendo el periódico.
FIN
Así que inspirada por esta fantástica, divertida y elocuente historia, y aprovechando que acabábamos de recordar en clase algunos de los principales mitos, así como a sus respectivos protagonistas, les pedí a mis alumnos y alumnas de 2ºESO que eligieran a los personajes que desearan de cualquier mitología (griega, romana, egipcia, nórdica…) y crearan una historia con todos ellos. Y, como podréis comprobar, audacia, creatividad y sensibilidad se han conjugado a las mil maravillas en estos relatos.
DESAYUNO PARA DOS
Abrí el cajón y allí encontré una cajita de madera que tenía su encanto, al abrirla un montón de papelajos se abalanzaron encima de mí, a mi entender yo estaba solo, pero pronto me di cuenta de que mi abuelo me observaba con admiración desde la puerta; al ver que le había descubierto se acercó, y sin necesidad de pregunta previa por mi parte, se puso a contarme una curiosa historia…
“Corría el año 57, yo sólo era un joven casado con ganas de descubrir. Un día de verano campaba por los terruños esperando a que unas gotas sanaran la sequía que amenazaba mis cultivos, alguien me debió de escuchar cuando, de pronto, unas gotas cayeron únicamente sobre mi mano, al instante una planta brotó de en medio de los secos tallos y una nota cayó a mis pies, ésta decía así: “Amor como escasas gotas llueve.” Reaccioné asustado a todos estos fenómenos que sólo acababan de comenzar. Al día siguiente, al alba, me levanté con la intención de ver los campos verdes y esperando a ser recogidos, pero todo seguía igual, bueno, no todo, una joven doncella de tez clara y cabellos anaranjados dormía sobre la vieja carrasca. De sus ojos brotaban lágrimas suaves que al caer al suelo lo secaban, le pregunté qué le sucedía y me respondió que su amado la había abandonado con una sutil nota que decía “ama a quien quiera que le ames”. Ella se llamaba Freya y decía que el día en que se sintiera amada se desgarraría el cielo y una suave lluvia hidrataría la tierra. Yo sentía no poder ayudarle, pero mi esposa estaba muy enferma y me debía a ella.
Pasaban las semanas y mi esposa envejecía por segundos, al otro lado la chica seguía llorando y enviándome mensajes de amor imposible. En una fatídica noche mi esposa se apagó y corrí a la carrasca donde la joven ya no lloraba, sino que estaba allí para llenarme de amor, un amor que, al no ser correspondido, provocó su desaparición, se fue dejando sólo una mesa con un delicioso desayuno y dos cubiertos, yo la echaba de menos, pero me debía a la memoria de mi esposa. Un día, de muchos años después, la chica paseaba por los secos campos, al verla le hice llegar una nota que la conduciría hasta la mesa de un desayuno tan delicioso como el que una vez ella me regaló a mí, disfrutamos juntos de tales manjares y después se marchó. Esta práctica se convirtió en un maravilloso ritual, yo preparaba el delicioso desayuno con dos cubiertos cada mañana, hasta que un día, al acabar de desayunar, ella se dirigió a los secos terruños y a su paso hizo caer una suave llovizna veraniega que llenó los campos de insectos, frutos y vegetales. A la mañana siguiente me desperté al alba y pude contemplar el amanecer desde mis hermosos campos, ella estaba allí durmiendo a mi lado, donde hoy sigue estando.”
En ese momento mi abuela entró en la sala y con una gran sonrisa se despidió de mi abuelo, al instante ella desapareció dejando en su lugar un papel: “Ama, bella vida crearás.”
Javi Rueda Pérez, 2ºESO B
LA OBRA MAESTRA
Esta historia que os voy a contar ocurrió hace muchos, muchos años en Grecia, concretamente en Atenas.
Helios, dios del sol, estaba perdidamente enamorado de Selene, diosa de la luna. Estaba tan enamorado, que un día decidió pedirle matrimonio. Ésta, muy ilusionada le respondió con un enorme «sí quiero».
Helios tenía una amistad muy buena con Zeus, tanto que Helios le pidió a Zeus ser su padrino. Seguidamente, Zeus pensó que además de organizarle todo, le tendría que hacer un buen regalo, algo único. Por eso mismo, Zeus le pidió a Apolo, dios de las artes, que realizara una obra maestra que después le regalaría a los dioses Selene y Helios.
– Si consigues realizar una obra que sea magnífica, te regalaré muchas riquezas y tesoros- le planteó Zeus.
Enseguida, Apolo le dijo que sí.
Apolo se pasó días, semanas e incluso meses pensando en qué podía hacer, pero sin embargo no se le ocurría nada. Pero él, por no defraudar a Zeus, siguió pensando. Y nada. Apolo un día fue a un pueblecito de la Península Ibérica llamado Ibi. Andaba un poco desorientado, pero iba preguntando a las personas que había por allí. Preguntaba por Sonia, una famosa pintora del pueblo. Llegó a su casa y le preguntó desesperado:
– Buenos días aclamada pintora, ¿me podrías ayudar a idear un cuadro que sea magnífico para regalar a Selene y a Helios en su futura boda?
– Te ayudaré encantada, muchas gracias por acudir a mí.
Esa misma noche Sonia y Apolo se fueron de Ibi y vinieron a Esparta. Estuvieron pensando. De pronto, a Sonia se le ocurrió una buena idea, y empezó a pintar. Al cabo de una semana ya lo había acabado. El cuadro representaba a un hombre y una mujer abrazados, cubiertos de flores amarillas y verdes. Se podía ver cómo la mujer estaba arrodillada y el hombre estaba abrazándola. Lo tituló «El beso». Fueron al monte Olimpo, donde residía Zeus, para enseñarle el cuadro. A Zeus le impactó, le encantó. Esa sería la obra que les regalaría a los novios. A Sonia, por haber creado esa obra maestra, la obsequió con todo lo prometido: muchas riquezas y tesoros, pero en cambio a Apolo, por la falta de imaginación y por no haber hecho nada, le castigó enviándole al inframundo. Sólo podría salir con una condición: si creaba algo que fuera impresionante.
Llegó el día de la boda, Zeus les regaló el cuadro y les encantó. Fue un día muy emocionante. Cuando llegó el momento que Hera, la diosa del matrimonio, les concediera amor eterno, se produjo algo muy bonito, se fusionaron los días y las noches: por el día aparecería la luna y las estrellas, y por la noche saldría el sol.
Esta fusión inspiró a Apolo. Empezó a pintar y a pintar hasta que lo terminó. Apolo decidió llamarlo «La noche estrellada de Apolo», se apreciaba muy bien cómo quería interpretar esa fusión de los días que habían creado Helios y Selene. Se trataba de una noche llena de estrellas, pero aparecían pintadas de amarillo para que parecieran el sol y también aparecía una gran luna.
Le dio el cuadro a Zeus para que lo valorara, y le encantó. Le encantó tanto que hasta se lo regaló también a los recién casados. Como recompensa, le quitó el castigo y salió del inframundo. Un final muy bonito, ¿no creéis?, pero esta historia aún no se ha acabado.
Como ya había contado antes, Selene y Helios estaban muy enamorados. Pero llegó un momento en que pusieron muy celoso a Zeus. Estaba tan celoso que para romper ese amor (que él no había podido conseguir), destruyó la fusión de los días e hizo que volvieran a ser como eran antes. Además creó a la diosa de la tierra, llamada Gea, y la puso en medio del sol y de la luna para que no volvieran a verse nunca.
Sonia Sanchís Arnedo, 2ºESO C
UN SUEÑO IMPOSIBLE
Esta historia transcurre en Hispania. Y los protagonistas son cuatro dioses, cada uno tenía su propio poder. Se encontraba Zeus, el Dios del Universo, quien vivía junto a su mujer Hera en un maravilloso palacio. Por otra parte, estaba Eros, el Dios del amor; también estaba Atenea, la Diosa de la sabiduría, y, por último, estaba Afrodita, la Diosa de la belleza.
Todos estos dioses vivían en la misma zona territorial. Se enteraron de que iba a haber una guerra que les perjudicaría a todos. Así que se reunieron en un bosque para decidir qué iban a hacer. Mientras hablaban, aparecieron de la nada cinco pegasos. Se quedaron impactados. Decidieron montarse cada uno de ellos en un pegaso diferente y volar hacia el arcoíris. Llegaron donde empezaba éste. Allí se encontraron con dos dioses llamados Helios y Ares. Hablaron con ellos y les dijeron que ellos también habían escapado. Iniciaron entonces un debate para decidir dónde iban a ir.
Decidieron seguir el arcoíris para ver dónde terminaba y allí descubrir algún lugar para no ser atacados por los guerrerillos.
Al llegar se llevaron una gran decepción, ya que sólo se encontraba un charco y un montón de piedras. Tenían sed y estaban hambrientos.
Afrodita decidió beber de aquel charco. Bebió y dijo que estaba muy fresca. Los demás bebieron también. Al cabo de una hora empezaron a ver alucinaciones. Vieron una puerta en un árbol y decidieron entrar. Ya no se trataba de una alucinación.
Eros estaba preocupado porque no sabía dónde se encontraba. Cuando entraron, descubrieron que era un lugar maravilloso lleno de fauna y vegetación.
Al caer la noche, se sentaron alrededor de una hoguera y hablaron durante horas para conocerse mejor. Pasaron allí la noche.
A la mañana siguiente ninguno se despertaba. De repente, una voz se escuchó en el exterior. Se trataba de Ana, la madre de Lucas. Le llamaba para despertarse. Todo había sido un sueño que jamás podría hacerse realidad. O…¿puede que sí?
Elena Pastor Rodríguez, 2ºESO A
LA REINA DE LAS AMAZONAS
David cruzó la puerta y una cegadora luz lo inundó todo. Cuando sus ojos se acostumbraron al iluminado paisaje, se dio cuenta de que estaba en un bosque. Aparentemente se encontraba solo, pero no muy lejos de donde él estaba, un matorral se movió y le pareció ver una sombra que cruzaba rápidamente ocultándose en un árbol.
– ¿Quién anda ahí?– Preguntó una voz femenina desde el árbol en el que la sombra había desaparecido.
Una joven vestida con un top azul, una falda a juego y un cinturón de oro, descalza y con el oscuro pelo suelto y revuelto por el viento, apareció apuntándolo con un arco. Detrás de ella salió un caballo de pelaje blanco como la nieve, inmaculado. David no se dio cuenta de que tenía un cuerno en la frente hasta que lo examinó detenidamente.
– ¿Quién eres?– Repitió la muchacha sin dejar de apuntarle – ¡Contesta!–
–Soy David– Contestó aterrorizado – ¿Pero tú quién eres? ¿Qué es este sitio? ¿Eso de ahí es un unicornio?–
Ella le miró altivamente y puso cara de ofendida. ¿Cómo era posible que no la conociera a Ella, a la Reina de las Amazonas?
–Soy Hipólita, la Reina de las Amazonas– contestó fulminándolo con esos ojos azules tan gélidos como una mañana de invierno – ¿Cómo has conseguido encontrar mi reino? ¿Te han mandado ellos, verdad?–
– ¿Ellos, quiénes?– David no entendía nada ¿amazonas, reino, unicornios?
Sin decir nada más, lo ató y le tapó la boca. Dándole empujones se lo llevó caminando a través del bosque hasta un pequeño pueblo a orillas del mar. Allí aparecieron algunas de las amazonas que estaban pescando en la orilla y se acercaron a ayudar a su reina. Lo metieron en una especie de cárcel situada dentro de una choza.
Pasaron días, o quizá fueron sólo horas, David perdió la noción del tiempo en cuanto pasó un minuto allí dentro. Finalmente Hipólita apareció de nuevo tras discutir con sus consejeras qué debían hacer.
–Te dejaré libre– Sentenció al fin tras examinar atentamente su rostro en busca de las auténticas intenciones del joven –Pero dile a mi padre que deje de intentarlo, jamás me casaré con Cratos para intentar pagar su deuda–
–No tengo ni idea de qué me estás hablando, pero no me ha enviado ni tu padre ni quienquiera que sean “ellos”– Dijo éste harto de que pensaran mal de él.
Hipólita le miró sin creérselo del todo, aún así se ofreció a acompañarle a los límites de su reino, atravesando el bosque. Caminaban en silencio cuando un grito que salió de entre la maleza lo rompió. En ese mismo instante, los hombres que estaban escondidos en el bosque les saltaron encima. Casi ni se había enterado de lo sucedido cuando Hipólita desenvainó su espada y comenzó a luchar contra los recién llegados.
Lo hizo con una gracia inverosímil, pero con una destreza aterradora. No fallaba ni un golpe, y en menos de treinta segundos la mitad de los hombres yacían en el suelo, o muertos o heridos. La otra mitad se había abalanzado sobre él que se defendía como podía. Las afiladas espadas le pasaban rozando. Se tropezó y cayó al suelo, “ya está David, hasta aquí has llegado” pero de repente un silencio inundó el bosque. Se había salvado de las espadas, lo que no logró esquivar fue el puñetazo que Hipólita le dio.
–O sea que primero me salvas la vida y luego me das un puñetazo–Dijo sangrando por la nariz a causa del golpe.
–Eres un traidor, me has traído hasta esta emboscada y tonta de mí por acompañarte– Dijo estampándolo contra un árbol a la vez que le ponía la espada en el cuello
– ¿Pero cómo te voy a traicionar si ellos también me han atacado a mí?–
Ella se quedó callada un momento reflexionando. Al final llegó a la conclusión de que no tenía sentido y le dio la razón.
–Debería enseñarte a luchar– Dijo de vuelta al pueblo –Pero te lo advierto, como se te ocurra atacarme te mataré–
En el campo de entrenamiento, David e Hipólita estuvieron hablando, y como éste tenía curiosidad por saber la historia de su compañera, la joven reina se la contó.
–Hace un tiempo Ares tuvo tres hijas que dieron lugar a lo que ahora es el pueblo de las amazonas. Yo soy la mayor de las hermanas, por lo que mi padre me regaló este cinturón y pude ser la reina de todas ellas. Sin embargo mi padre no puede estar sin meterse en líos más de dos días, así que desafió a Cratos, la personificación de la fuerza y el poder. Éste le venció y él le tuvo que dar algo a cambio –Le contó mientras el otro se defendía como podía –Cratos no era tonto, y desde hacía mucho tiempo estaba enamorado de mí, por lo que le pidió que le entregara mi mano, y una vez más, como tantas otras, yo le rechacé–
–Entonces, si no lo he entendido mal las amazonas lucháis contra los hombres para que os dejen en paz y para que no os utilicen como trofeo–
–Lo has entendido perfectamente –Dijo Hipólita dejando la espada –Y ya has aprendido a luchar–
Por fin, después de una larga noche de entrenamiento, lo había conseguido. Pero lo que no sabía era que muy lejos de allí, en su castillo, Cratos estaba furioso porque Hipólita estaba con otro hombre.
– ¿Cómo que con otro hombre?– Le preguntó furioso a uno de los supervivientes del encuentro con Hipólita –Ares me ha engañado, ¡preparad a los caballeros!–
Preparó un ejército del que él mismo formaría parte. Decidió ir a por la Reina de las Amazonas por su propia cuenta.
Continuará…
Clara Sirvent Martínez, 2ºESO C
UN NUEVO AMANECER
Esta historia trata de la Diosa del amanecer, Aurora. Sus padres eran los Dioses del sol y la luna, Helios y Selene. Un día, Aurora, cansada de no salir de su tierra, les preguntó a sus padres si podría salir para conocer todo lo que se ocultaba detrás de los muros del reino. Sus padres se lo prohibieron, eso hizo que Aurora se enfadara. Al día siguiente, se puso a pensar en todo lo que se perdería si no salía de allí, y que tendría que pasarse toda la eternidad encerrada, sin la oportunidad de descubrir lo que había más allá. Esos pensamientos la aterrorizaban, por eso pensó que escaparse sería la mejor opción, aunque corriera el peligro de que sus padres la encontraran y la encerraran para siempre. Así que se escapó sin llamar la atención y sin pensar en las consecuencias. En cuanto consiguió salir, empezó a correr lo más rápido que pudo, con la esperanza de que cuando se percataran de su ausencia, se encontrara lo más lejos posible. De repente, mientras corría, oyó detrás de ella el trote de varios caballos. A ella se le aceleró el pulso porque pensaba que la habían encontrado, cuando, inesperadamente, alguien por la espalda la cogió llevándola detrás de un arbusto, justo antes de que los jinetes pasaran por ahí a toda prisa. Cuando ya no había peligro Aurora se levantó desconcertada.
– ¿Quién eres? – preguntó Aurora.
– Me llamo Matías, ¿y tú?
– ¿No sabes quién soy? – dijo Aurora extrañada.
– No, la verdad es que no – contestó.
– Soy Aurora, pensaba que eras alguien de los que me están persiguiendo.
– ¿Por qué te persiguen?
– Por… por escaparme.
– Yo también me fui de casa y no se tomaron tantas molestias en buscarme, ¿quién eres de verdad?
– Soy Aurora – hizo una pausa – soy la Diosa del amanecer.
– ¡Diosa! – dijo fascinado – yo iba a ofrecerte ayuda para que no te pasara nada, pero supongo que una diosa no necesita que la ayuden.
– No estés tan seguro, no conozco nada de esto – admitió con una sonrisa.
Después de que Aurora aceptara la ayuda de Matías, él la llevó a su casa, que era una pequeña y acogedora cabaña en medio de bosque, allí no la encontrarían. Cuando estaba atardeciendo, Matías encendió una pequeña chimenea que tenía en el salón y se sentó a cenar con Aurora. Durante la velada hablaron de muchas cosas, y ella le contó todo lo que sucedió y su deseo por conocer otros lugares, por eso él se ofreció a enseñárselo todo. Al día siguiente se fueron los dos juntos a pasear por los alrededores, con precaución de que no les vieran, pero a Aurora ya no le preocupaba tanto eso, porque al lado de Matías sabía que no la encontrarían y disfrutaba conociendo lugares nuevos con él. El primer lugar donde la llevó fue a una cascada que había en medio del bosque.
– ¡Esto es maravilloso! – exclamó Aurora – Matías, prométeme una cosa.
– Te lo prometo – aseguró.
– Pero si aún no te lo he dicho.
– Dímelo, pero sea lo que sea lo haré.
– Quiero que me enseñes todos los lugares que conoces y muchos más.
– Te lo prometo.
Un año después, Aurora y Matías viajaron por todo el mundo conociendo lugares y gente nueva. Y mientras ellos dos disfrutaban de maravillosos e idílicos parajes juntos, los padres de Aurora, Helios y Selene, no paraban de buscarla. Pero ahora ella estaba tan enamorada y feliz con él que llegó a olvidarse y no darle ninguna importancia al hecho de ser la Diosa del Amanecer, y esto acarreó consecuencias. Los dos se dieron cuenta de que las horas de sol iban disminuyendo cada día, hasta el punto en que el sol dejó de salir, ya no amanecía. Aurora sabía que había sido culpa suya por haber descuidado su deber como diosa, e intentó arreglarlo, pero ya no podía controlar su poder.
– Matías tengo que irme.
– ¿Por qué?
– Tiene que amanecer, esto es culpa mía y debo arreglarlo.
– ¿Dónde vas? Voy contigo.
– No puedes venir, es muy peligroso. Voy a ver al Dios Cronos, y así podré ir atrás en el tiempo y arreglarlo.
– ¿Y qué pasará con nosotros? – preguntó Matías preocupado.
– No creo que nos volvamos a ver, y puede que no nos acordemos el uno del otro, pero debo hacerlo, es mi deber – explicó Aurora haciendo de tripas corazón.
Aurora se fue sin decir nada más. Al día siguiente, la impotencia de Matías al pensar que no la volvería a ver, que no se acordaría de ella y que no podía hacer nada para detenerla, le consumía. Pensó en acudir a alguien que supiera dónde se encontraba la guarida de Cronos. Se fue a buscar a los padres de Aurora, y les explicó lo sucedido, y que tenían que ayudarlo a encontrar a su hija. Los padres, en un primer momento, pensaron que les estaba mintiendo, pero sin tener mucha fe en él, le guiaron hasta Cronos. Cuando llegaron, Aurora estaba a punto de volver atrás en el tiempo, pero frenó su petición al ver que sus padres y él estaban allí. Pero eso no podría cambiar su decisión de enmendar su error.
Tiempo después Aurora se encontraba de nuevo en su habitación, justo en el mismo día en que tenía el deseo de fugarse. Lo había conseguido, volvía a tener su poder como Diosa, y todo volvía a la normalidad, pero sentía un vacío en su interior y necesitaba saber si él se acordaría de ella siempre. Mientras tanto Matías se sentaba cada mañana a ver el hermoso amanecer que le regalaba su diosa, como un nuevo comenzar, como una segunda oportunidad.
Mar Juan Reig, 2ºESO A
UNA VIDA UN TANTO CURIOSA
Hace mucho, mucho tiempo en la antigua Grecia, nació entre el día y la noche un niño rubio, muy bello al que llamaron Alcides. Éste pertenecía a la familia del rey de Atenas, pero, por motivos posteriores al parto, el niño se quedó con su tío. Una vez, el rey traicionó a Zeus y éste castigó al rey poniéndole una maldición a su sobrino recién nacido. Cuando el joven cumpliera los 18 años sería asesinado sin motivo alguno en las faunas más escalofriantes de todo el reino por las bestias más salvajes del mundo. El rey desconsolado le suplicó a su dios que no fuera tan cruel y éste le dijo: “A causa de tus llantos te propondré una solución, si tu sobrino cuando cumpla 18, mata a las grandes calamidades que aparecerán del suelo te perdonaré y el pequeño podrá permanecer con vida”.
A partir de ese momento el rey protegió a su sobrino como si fuera su hijo, refugiándolo en el palacio, dándole la máxima protección, no dejándolo salir al exterior sin compañía… Aparte de arrebatarle parte de libertad al joven Alcides, el rey le permitió formarse, aprender a manejar la espada, a montar a caballo, a controlar sus sentimientos… Alcides era un chico alto, rubio, de ojos claros, de gran inteligencia y poseedor de una fuerza no muy común para un chico de su edad, pero no le dio importancia ya que se veía débil. Además era muy amable con el que lo necesitara, una gran persona con mucha empatía, hasta que un día todo se revolucionó. Alcides cumplió 17, lo que provocó una preocupación bastante grande en el rey, ya que se acercaba su 18º cumpleaños. Un día el rey llamó a su sobrino y le contó lo que nadie sabía: “Mira pequeño ya es hora de que sepas qué pasó en el pasado para que entiendas el presente. Tú vives aquí por una sencilla razón ¿no?, por el abandono de tus padres, pero la verdad es que no es así como pasó todo… Tu madre en verdad es la diosa Alcmena y tu padre Zeus, pero hubo varios problemas, por algunos de los cuales decidí hacerme cargo de ti. Lo que pasa es que cuando Zeus se enteró, su furia fue tan grande que te embrujó con el destino de tu muerte a tus 18 años. Por eso, te he querido educar con sabiduría y no con fuerza, porque la pluma es más poderosa que la fuerza…” Alcides se quedó exhausto y tras la conversación salió con su caballo a cabalgar por los bosques. Allí se desahogó y pensó en cómo podía vencer al futuro gigante que lo mataría. Fue entonces cuando se le apareció un pequeño sátiro. Éste lo reconoció rápidamente y le pidió que le contara la historia y así hizo Alcides. Cuando acabó, el sátiro se puso manos a la obra, escribió una carta para el rey y le dijo al joven que no se quedara de brazos cruzados, que levantara ese trasero y se pusiera manos a la obra. Al principio Alcides no se levantó y no le hizo caso al animal, pero éste se le acercó y le dijo “Chico tienes algo especial que te puede salvar la vida tanto a ti como a toda la ciudad. No desaproveches las oportunidades de la vida”. Alcides pensó y pensó, y tras un día entero sin hablar, al día siguiente se dirigió al sátiro y le dijo que estaba preparado. A partir de este momento estuvieron entrenando día y noche, día tras día hasta que un mes antes de su 18º cumpleaños, Alcides ya había desarrollado el don de la fuerza que tenía en su interior. Casi un año después de su ida, el joven volvió al palacio con el rey, quien lo esperaba ansiosamente. Incluso el rey sabía que Alcides estaba preparado. Pasó el mes y llegó el esperado día, estaba preparado tanto Alcides, como el rey y el pequeño sátiro. Al atardecer, el suelo se partió y salió de él un gigante con un solo ojo, en ese momento empezó la pelea. Tras mucho rato de combate, Alcides ya no sabía qué hacer, estaba agotado, pero, de repente, le vino a la memoria la frase que le decía el rey “La pluma es más poderosa que la espada”. Entonces a partir de ese pensamiento, Alcides fue en busca de una pluma y fue desplazándose hasta la altura del ojo del gigante y en ese momento le clavó la pluma en el ojo. El gran gigante muerto de dolor no podía defenderse y tras mucho esfuerzo Alcides consiguió derrotarlo y con su fuerza mandarlo a un lugar lejano.
Tras el logro de Alcides, el cielo de la noche se aclaró y se vio como las estrellas podían formar la silueta de un joven, ¡la silueta de Alcides! Tanto el rey como el sátiro, orgullosos fueron a ayudarlo. Al día siguiente, el rey lo coronó nuevo rey de Atenas con el nombre de Hércules, que además de hacer referencia a su fuerza y valentía, también reflejaba el poder de la mente y la astucia.
Victoria Bernabeu Balibrea, 2ºESO B
EL PORQUÉ DEL MIEDO
El miedo es un sentimiento que todos tenemos. El miedo ya ejerció su influencia en el primer ser humano.
Todos sabemos que la Tierra fue creada por Dios, pero antes de esto, ya podíamos nombrar al sentimiento más primario del primer hombre. Imaginaros solos en una inmensa tierra, sin un lugar a donde ir y sin saber el porqué.
A Dios se le ocurrió darle un poco de inteligencia al primer ser humano. Éste en la Tierra e impulsado por Dios fue a acercarse a un acantilado y él, al no saber cómo reaccionar, se cayó en él.
Entonces Dios pensó que si lograba formar cuatro hombres podrían vivir más tiempo y conseguir que la especie evolucionase. Pero no dio resultado. El primero fue ingerido por un dinosaurio. El segundo fue envenenado por una serpiente, y el tercero volvió a caer en el malvado acantilado.
Pero un día cualquiera, Dios tuvo la mejor idea que alguien podía tener. Pudo ver que solo no era capaz de conseguir algo, así que qué mejor solución que pedir ayuda, entonces llamó a Selene y a Atenea. Selene se encargaría de contar los días que los hombres sobreviviesen, hasta completar un calendario lunar. Entonces Atenea dio la idea de poder contar con el primer sentimiento de los seres humanos: el miedo. Atenea pensó que si les perseguía una serpiente huirían de ella gracias al miedo. O cuando fuesen al acantilado bajarían por un camino gracias a dicho sentimiento.
Dios lo vio como una fantástica idea. Enseguida se solucionó todo. El miedo, en cierto modo, es algo bueno, sino no estaríamos aquí. Todos los seres humanos tenemos miedo a algo, desde el primer ser humano que apareció, hasta el último niño que acaba de nacer.
Y no olvidemos que Selene sigue contando las vueltas de la luna.
Lucía Fernández Giner, 2ºESO C
EL RESURGIR DE LA TIERRA
En un universo muy lejano había un planeta donde humanos y dioses convivían entre sí, a pesar de sus diferencias. Entre esos humanos había un joven llamado Vicente, el cual quería buscar solución a los problemas que había en el mundo. Pero para ello necesitaría la ayuda de algunos dioses, y poder así emprender su largo viaje. Primero le pidió ayuda a Deméter para que incrementara la fertilidad de las tierras de todas las tribus que necesitaran ayuda alimentaria. Una vez hecho esto, Vicente le pidió ayuda a Asclepios para poder cooperar juntos en la búsqueda de la cura para todas las enfermedades que hay en el mundo. Después de hacer esto le pidió ayuda a Ares para que pusiera fin a todas las guerras que hay en el mundo, para que así ya no hubiera más. Después le pidió ayuda a Eros para que todas las personas se respetaran y se quisieran. Luego llamó a sus amigos y se fueron a lomos de un Pegaso a defender a un pueblo de una medusa que los estaba atemorizando. Una vez llegaron al pueblo Vicente y sus amigos empuñaron una espada y fueron a cortarle la cabeza a la medusa. Una vez hecho esto se convirtieron en unos héroes y sus vidas cambiaron por completo.
Vicente Pardines Grau, 2ºESO B
Todo comenzó hace más de veinte siglos, en una pequeña isla situada en el centro de lo que tiempo más tarde, se conocería como el mar Mediterráneo,aunque nosotros lo conocimos como Tanah Dewa (tierra de Dioses). En aquella isla vivían todos los dioses de los que alguna vez pudieras haber oído hablar. Ellos vivían felices y trabajaban en familia para hacer el mundo cada vez mejor. Cada familia tenía un poder, es decir, Eros y Cupido, que eran los hermanos Diligitis, eran los Dioses del amor, Marte y Ares, los Dioses de la guerra, conocidos
como los hermanos Bellum, etc.
Cuenta la leyenda que un día, Eros y Marte tuvieron una disputa, lo que enfrentó también a Cupido y Ares, la verdad es que ninguno de nosotros supo a ciencia cierta por qué discutieron esa primera vez, tal vez porque Marte quería más guerras , tal vez porque Eros quería exterminarlas para siempre, la verdad es que nunca lo sabremos, pero lo que sí sabemos es que después siguieron más peleas y
cada vez mas frecuente y más fuertes. Hasta que un día Ares y Marte encerraron a Eros y Cupido en la actual Inglaterra,concretamente en una cueva en el bosque Windsor, el cual era custodiado por Hermes el cazador, un buen amigo de Ares, de manera que nunca lograrían escapar.
Durante ese tiempo que permanecieron encerrados, la tierra se convirtió en la máxima representación de la angustia y la tristeza, LA GUERRA. La tierra sufrió siglos de gran terror, en el que el mundo se convirtió en un agujero de desesperación y dolor. Mientras tanto, en aquella cueva de Windsor, Hermes le ofreció la liberación a uno de los hermanos para así poder salvar a este mudo que caía en decadencia. Fue el hermano mayor, Eros, el que se ofreció a quedarse en la cueva alegando que prefería vivir una eternidad encerrado sabiendo que su hermano era libre, a vivir libre sabiendo que abandonó a su hermano. Así que tras una despedida emotiva, el 14 de febrero del 5000 a. C. Cupido, obligado por Eros, se marchó con el arco de su hermano bajo el brazo. Desde entonces vaga por el mundo, haciendo crecer el amor entre las personas que deberían estar juntas para siempre, como él y su hermano; y creando pequeños actos de amor, con la esperanza de que en algún momento pueda liberar a su hermano, y juntos puedan hacer frente a los Bellum, y difundir el amor por el mundo.
Nieves Casado Mira, 2ºESO A
EL ORIGEN DEL LOGOTIPO DE EGYPTAIR
Egyptair es la aerolínea principal de Egipto. Pertenece a Star Alliance y su logotipo es el dios Horus. Pero, todo esto tiene un porqué. Por lo que vamos a volver un tiempo atrás.
Hace varios años, los dioses griegos y los dioses egipcios estaban enfrentados en una guerra. Al frente de cada bando, estaba el dios de la guerra: Ares para los griegos y Horus para los egipcios. Este enfrentamiento se produjo entre los mares Mediterráneo y Egeo.
Los mortales no eran conscientes de este enfrentamiento bélico. Ambos dioses intentaban no dañar con sus ataques a los humanos.
Un día, un avión de la aerolínea Egyptair estaba realizando el trayecto entre Madrid y El Cairo. Despegó a las 15:45 del Aeropuerto Madrid Adolfo Suárez – Barajas. Sobrevoló Valencia, Ibiza, Túnez y Malta.
Todo su recorrido sucedió con normalidad hasta llegar al sur de Grecia. Todo estaba tranquilo pero, de repente, la aeronave sufrió turbulencias debido a que uno de los ataques ofensivos de Horus alcanzó al avión, pero no causó, afortunadamente, daños materiales ni fallecidos. Lo único que cambió fue el decorado exterior. Pasó de tener color rojo en la parte de abajo y la bandera de Egipto en el ala trasera a:
– Tener el nombre de la aerolínea en azul oscuro en ambos laterales del avión.
– Tener el nombre de Egyptair en árabe en los motores.
– El ala trasera estaba revestida con varias tonalidades de azul junto a una imagen de Horus de color blanco.
Nadie se percató de este suceso hasta aterrizar en el Aeropuerto Internacional de El Cairo. Cuando el director ejecutivo de la aerolínea se dio cuenta del cambio, decoró todos los aviones al nuevo estilo, y, también, cambió el logotipo de la aerolínea, pasando a ser Horus.
Y esta es la razón por la que el logotipo de Egyptair es Horus.
Santi Millán Pérez, 2ºESO A