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¿Destino?

Nunca creyó en él, de hecho su nivel de escepticismo al respecto podía decirse que estaba elevado al cuadrado, ¿quién podía creerse el viejo cuento de que una fuerza, un ente o quizá un poder sobrenatural que nadie había visto, ni constatado jamás, podía cambiar el orden de las cosas en menos de un segundo? Prefería creer que todo, absoluta y rotundamente todo, sucedía porque sí, sin más, casi sin explicación empírica aparente, pues dejar su porvenir en manos de algo inescrutable no sólo la asustaba ampliamente, sino que la abocaba inconscientemente a la resignación, pensaba entonces que si algo había de suceder, porque así estaba escrito en alguna parte, qué podía hacer ella -una simple mortal- por cambiar lo que sin duda estaba fuera de su alcance. Sin embargo, y muy a pesar de su voluntad manifiesta, en más de una ocasión tuvo que reconocer que se había planteado la posibilidad de que ese azaroso desconocido se le hubiera aparecido alguna vez.

Ella nunca había conocido el amor, hasta que llegó él, un joven inquieto de ideas utópicas que soñaba con cambiar el mundo al estilo de nuestros revolucionarios antepasados. Era tan pasional que a veces su mente se obligaba a seguir el ritmo agitado de su corazón, y el resultado era un discurso atropellado de frases casi ininteligibles, que lejos de enaltecer provocaba la risa de sus compañeros, quienes paradójicamente le admiraban por ello, por su espíritu frenético y su lucha incesante por conservar la esperanza. Quizá por esa razón, por su tormentoso pudor a hablar en público, le encantaba escribir, y lo cierto es que no se le daba mal.

Luciana y él congeniaron desde el principio, y cuando los dos tomaron confianza, empezaron a intercambiarse sus reflexiones sobre la vida, porque a ella también le apasionaba escribir. Y así, a través de palabras nunca pronunciadas, de silencios abiertos a la interpretación, de pausas premeditadas, de secretos dosificados, los dos se encontraron a sí mismos.

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Sabías qué…

Suelen decir, y nosotros acogemos como agua de mayo esta profecía, que cuando una puerta se cierra, se abre una ventana, y cierto o no, así es como de algún modo transcurre nuestra vida. Sueños que se quedaron a la mitad del camino, a veces incluso en la zona limítrofe a la meta; esperanzas que sin quererlo se evaporaron cansadas de esperar; palabras que se fueron para ceder su lugar a otras, convirtiéndose éstas en las nuevas invitadas de honor; personas que llegaron para quedarse y otras que sólo estuvieron de paso, pero cuya repentina aparición obró en nuestro favor como un verdadero milagro; proyectos que se tornaron sin más en viejas ilusiones de una juventud ya olvidada. Recuerdos seleccionados por una memoria -tan selectiva como sabia- para permitirnos vivir con paz. Porqués que agotaron sus fuerzas buscando respuestas que nunca hallaron; amores que parecían imposibles y se hicieron eternos, y amores eternos que fueron cegados por la crueldad de un inescrutable destino.

La vida nos convirtió sin más en el eje central de nuestra propia balanza, que unas veces encuentra el equilibrio y otras vence su fuerza hacia uno u otro lado, pero aun cuando las cosas no salen como quisiéramos, (y esto, desafortunadamente, sucede con más frecuencia de lo que cabría esperar), siempre, siempre terminamos encontrando un foco de luz que alumbra el comienzo de un nuevo rumbo. Por ello, aunque seamos escépticos en este sentido, nos recuperaremos de la desazón de los sueños frustrados cuando un nuevo aliciente nos devuelva la sonrisa; retomaremos las ganas de luchar cuando reconozcamos la lección que se esconde tras las experiencias difíciles; dejaremos de sentir nostalgia cuando alguien se marche, porque nos reconfortará el mero hecho de haberla conocido; viviremos sin hacer planes, sencillamente iremos sumando minutos que darán como resultado un tiempo de calidad; y aunque no podremos evitar que los malos recuerdos también nos atormenten alguna vez, sí haremos lo imposible porque su estela sea la de una estrella fugaz. Y sin duda, para vivir felices de verdad nunca perderemos la ilusión por saber. Sólo la inquietud de cada interrogante abierto, nos lanzará a la trepidante búsqueda de respuestas. Toda una aventura que sólo los valientes estarán dispuestos a emprender.

Y debes saber que hoy puede ser un gran día para aprender…

Natalia Peydró Medina, 2ºESO B

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Fernando Verdú Ortiz, 2ºESO B

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Lidia Ibarra Roldán, 2ºESO A

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Lucía Vicedo Márquez, 2ºESO B

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Ricardo Ortiz Gisbert, 2ºESO A

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Mila Martínez Ferrero, 2ºESO B

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Ángela Mínguez Bernabéu, 2ºESO A

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Elena Sánchez Zafra, 2ºESO B

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Andreu Ferri Vilaplana, 2ºESO B

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David Rus, 2ºESO A

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Estela Ortega Bernabéu, 2ºESO B

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Verónica Gisbert Ruiz, 2ºESO A

Noemí Sáez Ramírez, 2ºESO B

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Memorias

Allí estaba ella, sentada plácida sobre el sillón que la había visto crecer, el mismo que la había abrazado como niña y como mujer y que fue su refugio en los días de llanto, su abrigo en los días de lluvia y su más preciado rincón en los días felices, porque de éstos también hubo.

Miraba a la calle sin ver, perdida entre el incesante ir y venir de la gente, imaginando para sí la historia que habitaba tras ellos. Comenzaba así su peculiar producción de un largometraje de escenas inconexas, pero fascinantes, que de alguna manera le permitían vivir lo que no pudo, recuperar lo que perdió o, quizá, rememorar viejos sueños cumplidos. Cuando esto sucedía, solía cerrar inconscientemente los ojos y simplemente se dejaba llevar…Recuerdo que en alguna ocasión, torpe de mí, la interrumpí creyendo que algo malo sucedía, ella entonces parecía sobrecogerse por un segundo, pero enseguida me regalaba una de sus afables muecas y trataba de tranquilizarme con su dulzura habitual.

Amaba las fotografías, siempre le había parecido algo así como un milagro el hecho de poder congelar momentos en algo tan sutil como un papel. Tanto era así que aquella desgastada máquina la acompañaba a todas partes, y siempre que podía tomaba una instantánea. Decía que aquellos tesoros serían los que llenarían de energía positiva cada rincón de su hogar.

Aquella tarde, después de merendar, me quedé observándola en silencio desde el umbral de la puerta, procurando no hacer ruido para grabar en mi memoria aquella escena que tantas veces había presenciado, pues sabía, aunque me dolía siquiera pensarlo, que algún día la echaría muchísimo de menos.

Y allí estaba ella, con su aclamada melena de bucles negros que solía despeinar cada mañana en un intento forzado por restarle formalidad y dotarla de dinamismo; ataviada con su jersey azul y su camisa de cuello blanco impoluto que le daba más luz si cabe a su envidada tez olivácea. Le gustaba vestir a la moda, decía que sólo envejece quien se resigna a hacerlo. Y ella era muy obstinada en este sentido.

Sus manos delataban la experiencia, a veces dulce y otras amarga, que había dejado consigo el paso de los años, tal vez por ello rara vez las exhibía demasiado, y al sentarse le gustaba dejarlas entrelazadas a la altura de las rodillas en un gesto relajado y pensativo, que también a veces denotaba preocupación. Sus ojos, sin embargo, revelaban que había sido una mujer, a pesar de todo, llena de amor.

Poseía esa belleza racial que siempre despertaba admiración, carismática voz y don de palabra. La virtud de la elegancia había nacido con ella, y su caminar ágil y sereno la coronaba como la diosa de la feminidad.

Suavemente me acerqué a la altura de ella, y cuando la tuve frente a mí le pedí algo que siempre había deseado… ¡Abuela siempre me has contado miles de apasionantes historias, pero hoy quiero conocer la más interesante de todas, la tuya!

Mi abuela volvió la cabeza hacia mí y mirándome con ojos emocionados me dijo: Si hay alguien que protegerá y amará mis recuerdos, esa persona sin duda eres tú…

Y así, con el crepitar del fuego como telón de fondo, al más puro estilo cinematográfico, mi abuela comenzó su relato…

Vicente Ferrero Molina por su nieto Octavio Ferrero, 1ºESO B

Vicente Ferrero nació en Banyeres de Mariola (Alicante), el 20 de octubre de 1944, hijo de Octavio y Antonia. Su padre, escultor, pintor y dibujante, fue su mejor profesor, consejero y amigo. Desde que tenía 7 años su padre le enviaba a dibujar, y José Segrelles, el pintor, era amigo suyo y le dio clases. Sus recuerdos de infancia transcurren en Banyeres, en sus paisajes y entre sus amigos de escuela y los aromas de la cocina de su madre.

Estudió el bachiller elemental en Alcoy y allí conoció a Mila Punzano Gisbert, hija de un militar andaluz destinado en el cuartel de Alcoy, de la que se enamoró y muy pronto se hicieron novios.

Vicente, siempre incitado y apoyado por su padre, inició los estudios de Bellas Artes en la Escuela Superior de San Carlos de Valencia, en la década de los 60. Como no podía ser de otra forma, optó por la especialidad de Escultura, y tuvo como profesores a Octavio Vicent, Genaro Lahuerta, Felipe Garín, entre otros.

Para él fue muy importante el viaje de fin de carrera a Italia, más teniendo en cuenta que en esa época (1965) no era tan frecuente viajar como ahora. Fue un magnífico viaje en que toda la riqueza artística y patrimonial de esa Italia vista a través de los libros se le manifestó de una forma directa, vivencia ésta que le ha hecho volver a Italia en muchas ocasiones.

Empezó a practicar la escultura enseguida, puesto que su primera obra religiosa, el Cristo de la Columna de la Iglesia de Bocairente es de 1965.

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Terminando de modelar el monumento al Centenario del Juguete (Ibi)

Hizo el servicio militar en milicias universitarias, primero en Ronda y la práctica en Jaca(Huesca), en la frontera con Francia. Precisamente allí, mientras hacía el servicio militar en 1966, le encargaron su primer monumento.

Se casó con Mila Punzano el 28 de septiembre de 1970. Se estableció en Ibi, donde además de como escultor, trabajaba para una empresa juguetera de Ibi, Juguetes Sanchis, diseñando juguetes y dibujando los personajes de un cómic que los promocionaba. Después trabajó un tiempo en otra empresa juguetera, Moltó y Cia.

En 1971 nació su primer hijo, Vicente, y un año después su hija Sara. Su esposa, Mila, era maestra, y esos años fueron muy intensos, con dos niños tan pequeños y tantos proyectos. Pero también fue una etapa de ilusión.

En 1976 comienza su otra actividad, la docencia. En 1980 obtuvo por oposición en Madrid la Cátedra de Dibujo en Enseñanzas Medias. Dio clases en el instituto de Ibi, en el de Cocentaina, en el de Callosa de Segura, en el de Yecla y durante muchos años, hasta que se jubiló, en el Pare Vitoria de Alcoy. Más tarde, con la tesis “El escultor y la vejez. El aspecto físico relacionado con la obra de gran tamaño y materia definitiva. Su reflejo en la Historia del Arte”, logró el título de Doctor.

En 1981 nació su hijo Octavio, y en su vida profesional también fue un año importante, porque se inauguró su monumento a la Patrona y a la Fiesta de Moros y Cristianos situado en la Plaza de la Iglesia de Ibi, por encargo del que después sería su consuegro, mi otro abuelo, Salvador Miró. También con ocasión del 250 Aniversario de la llegada de la Virgen de los Desamparados a Ibi y el 50 aniversario de su coronación como patrona, por encargo de Salvador Miró, realizó una pequeña escultura conmemorativa que se le regaló al papa Juan Pablo II y que ya forma parte de la colección del Vaticano.

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Monumento a la Patrona y a la Fiesta, Ibi.

Además de este monumento, tiene más de 25 obras en lugares públicos, lo cual para él es muy satisfactorio, porque los ciudadanos comprenden y asumen esas obras como parte de su vida. Entre estas obras destacan Mirando al Mar en la playa del Postiguet de Alicante, o las cuatro esculturas de la playa de la Almadraba de Campello. También se cuentan el Panteón monumental de Azorín en Monóvar, el monumento a la Música en San Vicente del Raspeig, el del Centenario del Juguete en Ibi; el del Trabajo, en Alcoy; el monumento al Ciclista, en Xorret de Catí,; el de Jaime I, en Petrel; el dedicado al Tuno en Alicante. En 2007 realiza el del Centenario Salesiano, en Campello.

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Escultura Leyendo en Campello

Entre su obra religiosa él destaca el Retablo de los Santos Españoles, en Ibi; el Cristo de Letur (Albacete); La Asunción de Bocairente y La Asunción de Bañeres. En el año 2012 su obra Sant Jordi estuvo expuesta en “Camins d’Art” en Alcoy, y en 2013 una de sus obras, Maternidad formó parte de la exposición “Arte y Espiritualidad” en el Museo Valenciano de Arte Contemporáneo (IVAM) de Valencia.

Su vida profesional le ha aportado muchas relaciones de amistad: la del historiador del arte Felipe Garín, el escultor Octavio Vicent, el científico Santiago Grisolía, el poeta Ricardo Bellvesser, el músico Enrique García Asensio, entre otras personalidades. También le ha permitido conocer a personas tan interesantes como Vicente Ferrer.

En Ibi, además de sus monumentos, relieves y esculturas, colaboró durante muchos años con un dibujo en el programa de fiestas. Aunque en Ibi no ha salido nunca de festero, sí lo hizo de joven en Banyeres y de la fiesta lo que más le gusta es su música, amor que también le transmitió su padre, que fue miembro de la banda de música de Banyeres tocando el saxo.

Una de sus mayores aficiones ha sido viajar, y ha viajado por toda Europa: Francia, Portugal, Alemania, Bélgica; Holanda, Grecia, Turquía, Checoslovaquia, Austria… También sus viajes le han llevado a Estados Unidos, Cuba –donde hay un monumento suyo en honor de José Martí- y el norte de África.

Entre los cargos y servicios que ha desempeñado en instituciones públicas cabe destacar que fue director del Museo de Bellas Artes Gravina, en Alicante (MUBAG), ha pertenecido al Consejo Rector de l’Institut Valencià de Conservació i Restauració de Bens Culturals y al Plenari del Consorci de Museus de la Comunitat Valenciana.

Hoy, a sus 71 años, es miembro del Consell Valencià de Cultura y ha sido nombrado asesor del Consejo del Tratado de Almizra. Tiene 6 nietos y sigue trabajando como escultor.

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Mi abuelo Ginés por su nieto Carlos Díaz, 1ºESO B

Ginés Díaz Sánchez, (mi abuelo), nació el 25 de Febrero de 1932 en Montealegre del castillo (Albacete). Es el pequeño de tres hermanos (Juan, Pascasio y él) Sus padres: Ginés Díaz Pina y Concepción Sánchez Ibáñez, vivían en Montealegre y se dedicaban al transporte de mercancías con carros tirados por mulas.

La infancia de mi abuelo no fue muy feliz. Desde bien pequeño empezó a trabajar en el campo. Y después como transportista con carros tirados por mulas. No pudo ir al colegio, lo poco que aprendió fue gracias a un profesor que iba por los pueblos y les enseñaba a leer y a escribir.

Juan, su hermano mayor, tuvo un accidente con un carro y le tuvieron que quitar un riñón. Mi abuelo estaba muy preocupado porque quería mucho a su hermano.

Mi abuelo tenía problemas respiratorios (asma) y al realizar ciertos trabajos en el campo, como segar, lo pasaba muy mal. Pero aun así sus padres le obligaban a segar.

Fue un niño que tuvo que madurar muy rápido debido la responsabilidad que tenía con su trabajo en el campo.

Su vida familiar fue muy dura. Sus padres eran muy estrictos, y le castigaban mucho.

En su juventud conoció a mi abuela (Consolación). Los amigos iban a las verbenas y a las romerías, y allí la conoció.

A los 20 años mi abuelo se fue a la mili. Estuvo 2 años en Tetuán (Marruecos). Estaba en un cuartel y por las noches pasaban mucho miedo. Mi abuelo siempre cuenta la anécdota de que hizo la mili con Manolo Escobar. Durante los 2 años que estuvo en Tetuán no pudo ir ni un momento a su casa. Y la única forma de comunicarse era mediante cartas. Durante todo ese tiempo hizo muy buenos amigos que todavía recuerda a día de hoy.

Al volver de la mili continúo con su trabajo como carretero. Su hermano mayor, Juan, se fue a vivir a Barcelona. Y allí montó un negocio de transporte. Llamó a mi abuelo para que fuera a trabajar con él a Barcelona. Accedió, pero tuvo que regresar por su enfermedad .

Ya en Montealegre decidieron casarse. Fue el 22 de diciembre de1960. Una anécdota que siempre cuenta mi abuelo es que el día de su boda el fotógrafo les echó muchas fotos. Pero cuando fueron a recogerlas, el fotógrafo les dijo que había olvidado poner el carrete. Mi abuela cada vez que se acuerda de eso se pone muy triste por no tener un recuerdo del día más importante de su vida.

La única foto de la boda es la de mi abuelo con su hermano Pascasio.

La boda se celebró en la iglesia de Montealegre y después todos se fueron a celebrarlo a la casa de los padres de mi abuela. Unos días antes de la boda, las mujeres estuvieron preparando panes y dulces para el convite.

Estuvieron un año viviendo en Montealegre y en ese año nació su primer hijo. El nacimiento fue el 22 de noviembre de 1961, y le llamaron Ginés.

Ya estaban bastante cansados del campo, por lo que decidieron venir a Ibi a probar suerte, a ver si encontraban trabajo, pues ahora ya eran tres de familia y el campo no les daba para mucho. Cuando se vinieron a Ibi, sus pertenencias eran solamente una cama, dos sillas y una mesa. Se fueron a vivir con unos conocidos que tenían cuatro hijos, y que muy amablemente les dejaron una habitación para poder vivir hasta que mi abuelo encontrara trabajo. Me comentan que siempre les estarán muy agradecidos a esa familia, porque se portaron muy bien con ellos. No le costó encontrar trabajo, pues en esa época se necesitaba mucha mano de obra, hasta el punto de que en un mismo día le llegaron a ofrecer tres trabajos.

Mi abuelo encontró trabajo en las máquinas de plástico y mi abuela cuidaba de su hijo y hacía las labores de casa. Como ya tenían trabajo alquilaron un piso pequeño. No les costó mucho adaptarse a vivir en Ibi. Mi abuelo me comenta muy contento, que muy poco a poco fueron ahorrando algo de dinero, pues ellos no habían tenido nunca ahorros. En el piso tenían vecinos que eran de Ibi que hablaban en valenciano y ellos, al principio, muchas cosas de las que decían no las entendían. Pero se habituaron y ahora son felices.

A la memoria de mi bisabuelo José Tortosa Verdú, «Borbón», por Inés Mira, 1ºESO B

Estas memorias se las quiero dedicar a mi bisabuelo, José Tortosa Verdú, ´´Borbón« para todo el mundo que lo conocía. Nació el 20 de Diciembre de 1905, en Ibi.

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Los padres de mi bisabuelo se llamaban José Tortosa y Virtudes Verdú. José era ebanista, tenía un pequeño taller donde trabajaba la madera, trabajo en el cual era un artista, y su mujer era la típica ama de casa de esa época. Tuvo una hermana llamada Amelia.

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 Mi bisabuelo era conocido en el pueblo con el apodo de Borbón, apodo heredado de su padre debido al gran parecido físico que tenía con el entonces rey de España Alfonso XIII de Borbón.

De pequeño me imagino que iría a una pequeña escuela del pueblo, ya que en aquella época no había colegios como ahora. Su profesión desde pequeño fue ayudar a su padre en el taller, trabajando la madera, aunque más tarde desarrolló el arte de la forja.

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Hizo trabajos sencillos, como utensilios de cocina, pero también trabajó la forja, realizando verdaderas obras de arte como uno de unos de los rosetones que podemos encontrar en la iglesia de la Transfiguración del Señor.

De carácter afable, extrovertido y emprendedor, era una persona muy sociable y le gustaba divertirse y gastar bromas con sus amigos. Se atrevió hasta salir de torero en la antigua plaza de toros de Ibi, que estaba situada en la calle en la que vivía.

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Mi bisabuelo se casó con Aurelia Jover Picó, mi bisabuela, que era también una persona muy trabajadora. Ella era modista y se dedicaba a confeccionar vestidos. Estuvieron juntos durante el inicio, el proceso de creación y el auge de la empresa, pasando momentos de grandes dificultades, pues mis bisabuelos eran personas muy humildes. Tuvieron dos hijos: Josefina, mi abuelita y Ramón, su hermano.

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Durante la guerra trabajó en un taller, pues su profesión era la de mecánico, aunque no fabricaba juguetes todavía, sino balas como la mayoría de mecánicos de esa triste época.      

Fue cuando terminó la guerra cuando él y dos mecánicos más decidieron asociarse y montar un pequeño taller, una decisión muy arriesgada en aquella época, ya que las condiciones económicas no eran muy favorables en plena posguerra y con dos hijos pequeños que alimentar.     

Empezaron a reparar utensilios de hojalata. Después tuvieron que ampliar el lugar de trabajo y se construyó lo que sería «La Mecánica Ibense». Al principio fue un edificio de reducidas dimensiones, donde se fabricaba además de juguetes metálicos: cocinitas, utensilios de cocina como cucharitas, ollas, cazos, etc., también fabricaron pequeños juguetes de plástico. En los años 60 y 70 fue cuando la fábrica no paró de crecer y empezaron a fabricar juguetes metálicos con resorte y peluches, convirtiéndose en una gran empresa.

A mi bisabuelo le gustaba ser amigos de todos y llegar a él era muy fácil, porque se abría a todos, era de trato agradable y afectuoso. Fue muy querido por todos los que le conocieron.

Era muy familiar y cualquier ocasión era buena para juntar a la familia. Cuando celebró su cincuenta aniversario de boda se volvieron a casar y lo celebraron junto con su familia y amigos más allegados.

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Entre sus muchas aficiones estaba la caza y, sobre todo, la de viajar. Cuando tuvieron una situación económica más holgada viajó mucho con su mujer. Algunos de sus viajes fueron a: Galicia, las Islas Canarias, Madrid, Barcelona, Suiza, Italia y Londres.

Trabajador infatigable, le gustaba también el campo y trabajar en él. Compró un terreno de labranza en Castalla, donde construyó una pequeña casa de campo a la que iban a pasar el verano, allí cultivaba manzanas y hortalizas. Con el tiempo fue aumentando la familia y se construyó otra caseta al lado para poder estar toda la familia junta durante el verano, esa caseta se ha convertido en mi caseta de verano.

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Allí vivieron épocas estivales inolvidables según me contaba mi abuela, junto con todos los vecinos formaron una verdadera familia. Un año decidieron entre todos organizar un encierro para todos los vecinos, ya que en Castalla son muy aficionados a esta fiesta y se pusieron manos a la obra. En una parcela que tenía un vecino, la vallaron, construyeron barreras y un pequeño toril para guardar a la vaquilla y así se organizaron sus propias fiestas durante muchos años. Se corrió la voz de tal manera que venía gente de todos los pueblos vecinos como Castalla, Ibi, Onil hasta que decidieron no hacerlo más, porque al final era demasiada gente y suponía un peligro, y al fin y al cabo era una fiesta para los vecinos. Después organizaban en mi caseta una gran verbena para celebrar la despedida y el fin del verano. En una ocasión la vaquilla se escapó y entró en la caseta de un vecino, pero al final todo quedó en un gran susto y en una anécdota divertida para poder recordar. En fin se podrían contar muchas anécdotas….                                      

Poco a poco fue pasando el tiempo y cumpliendo años hasta que por desgracia llegó el final.

Mi bisabuelo falleció a la edad de 79 años con la ilusión de querer cumplir los 80. Seguramente lo hubiera celebrado con toda su familia y amigos. No murió de ninguna enfermedad, padecía una dolencia en la espalda que le impedía moverse y desplazarse, por lo que se vio obligado a estar sentado y no realizar ninguna actividad. Fue para él un gran golpe, pues como era una persona muy activa en su vida cotidiana, su visita a la fábrica todos los días, y sus tardes jugando al billar con sus amigos, se quedó reducido a estar sentado en un sillón, cosa que no pudo asimilar. Y en muy poco tiempo enfermó de melancolía, ya que todos los remedios que buscó para curar su dolencia no surtieron efecto. El día en el que murió, el 3 de Noviembre de 1986, el afecto que le profesaban sus conocidos y sus trabajadores se reflejó en su funeral. Pues sus trabajadores llevaron el féretro a hombros desde su casa hasta la iglesia, para despedirse de él. Fue un gesto muy bonito por parte de todos ya que quedó demostrado que fue una persona muy querida.

A mi abuela María del Pilar Vicent por su nieta Lucía Tárraga, 1ºESO A

María del Pilar Vicent Vidal, mi abuela, tiene 71 años. Mide aproximadamente 1’55, es de piel clara, suele vestir colores un poco oscuros. El color de sus ojos es marrón oscuro, tiene una nariz pequeña, al igual que su boca. Siempre está hablando. Es un poco nerviosa, pero no mucho. Cuando ve la televisión suele ver las noticias o telenovelas, en concreto ‘EL SECRETO DE PUENTE VIEJO’ que la retrasmiten en Antena 3. Vive en Onil, un pueblecito que se encuentra en la zona montañosa de la provincia de Alicante. El motor principal de Onil es la fabricación de muñecas y juguetes. Sus abuelos se vinieron de Valencia a Onil porque su abuelo consiguió trabajo en una fábrica de allí, y vinieron junto a su padre que en aquellos tiempos era bastante joven, tenía 17 años. Su padre era del equipo de futbol del Valencia, pero no un aficionado más sino que le gustaba tanto el futbol que contagió su pasión por aquel deporte tan maravilloso a varios vecinos. El hermano de su padre, llamado Pepe, es decir, su tío, se quedó en Valencia porque allí tenía su negocio como autónomo con más de 100 trabajadores a su cargo. Cuando el padre de Pilar vino hacia Onil traía consigo un balón de fútbol, y en Onil, aunque este objeto se conocía gracias a la televisión, nadie disponía de ninguno ya que era un pueblo muy pequeño, así que él fue el primero que trajo aquel juguete tan maravilloso.

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Pilar estudió en el colegio Francisco Franco situado en Onil, (era el único colegio de Onil en aquellos tiempos) que ahora es la casa de la cultura, allí conoció a sus actuales amigas y pasó tanto buenos como malos momentos junto a todas y cada una ellas. Sus hermanos son José Luis, que ahora tiene 76 años, y María Teresa que tiene 63 años, es la mediana aunque siempre ha ejercido de hermana mayor. Ella les quería, les quiere y le querrá mucho durante toda su vida. Hace poco José Luís estuvo ingresado en el hospital, por problemas en el colon, pero ahora se encuentra mucho mejor, con mucha más fuerza y vitalidad para seguir adelante y poder recuperarse.

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En el año 1951 viajó desde Onil hasta un pueblo bastante pequeño de Valencia, para conocer a su tío Pepe, que tenía 3 nietos: José César que era una persona amable y generosa, Mariví que tenía bastante carácter y María, a la que todos apodaban ‘Tití’ . Lamentablemente José César falleció en un accidente de tráfico el 12 de octubre del año 1972 viniendo hacia Onil. En el año 1968 falleció su padre, Pilar le quería mucho, su padre le tenía mucho cariño al igual que ella a él. Le resultó muy duro tener que afrontar una pérdida tan grande.

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Sus hermanos se sacaron el bachillerato, en cambio Pilar empezó a trabajar desde muy jovencita (a los 14 años) en la fábrica Famosa, desde el año 1959 hasta 1962. Más tarde trabajó en la fábrica Vicma (ya que allí le pagaban más) desde el año 1962 hasta 1969. Solía hacer 14 horas diarias, pero le pagaban justamente.

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Su madre murió en el año 1998, no tenía una relación tan estrecha como con su padre, pero aun así, la quería mucho. En el año 1969 se casó con José Antonio Tárraga Martínez una persona muy tranquila y amable. Él es bajito al igual que Pilar, el color de sus ojos es marrón oscuro, el color de su piel no es ni blanca ni morena. Su nariz no es muy grande, y tiene una boca no muy pequeña. Sus orejas son un poco grandes, pero no mucho. Sus brazos son cortos, como sus piernas, pero aún así es una persona con mucha fuerza.

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Su madre murió en el año 1998, no tenía una relación tan estrecha como con su padre, pero aun así, la quería mucho. En el año 1969 se casó con José Antonio Tárraga Martínez una persona muy tranquila y amable. Él es bajito al igual que Pilar, el color de sus ojos es marrón oscuro, el color de su piel no es ni blanca ni morena. Su nariz no es muy grande, y tiene una boca no muy pequeña. Sus orejas son un poco grandes, pero no mucho. Sus brazos son cortos, como sus piernas, pero aún así es una persona con mucha fuerza.

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José Antonio tiene un Peugeot de color gris, es pequeño aunque es bastante rápido. Ahora tiene el mismo coche y mi abuela se empeña en que se compre otro, pero mi abuelo no quiere porque lo ve una pérdida de dinero. Antes vivía en casa de sus padres, pero al casarse alquiló junto a José Antonio un piso bastante acogedor y tranquilo, situado en el centro de Onil (en la avenida de la Paz).Finalmente cuando su madre falleció se trasladó a su casa, allí había pasado toda su infancia. La casa tiene dos plantas. En el comedor hay dos sofás, una ventana a la terraza, una chimenea, un baño con una bañera, un lavabo y un váter, la cocina con una despensa, la nevera, una mesa pequeña y una terraza no muy grande con bastantes plantas. Arriba hay otro baño con una ducha y un lavabo, con tres habitaciones, una con una cama y un balcón, otra con un gran armario y una cama de matrimonio y otra con una cama, un armario, un balcón y una sala donde se encuentra un gran armario con ropa. Después de casarse estuvo 10 años sin trabajar y finalmente volvió a trabajar en la fabrica Muñecas Bebé, yaque le ofrecieron el puesto.

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Pilar y José Antonio tuvieron un único hijo, Isidro José Tárraga Vicent, que nació en 1970. Ahora es asesor laboral y tiene su propia empresa llamada ‘GABITEMSO’. Isidro José tuvo dos hijos junto a Estefanía Romero Albero: Isidro Tárraga Romero con 9 años de edad y yo, Lucía Tárraga Romero con 12 años y medio de edad. La hermana de Pilar, María Teresa, trabaja junto a Isidro (su único sobrino) en la empresa familiar, donde también trabaja el hijo de María Teresa.

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A Pilar le gustaba mucho cantar, y estuvo unos años cantando en la coral de Onil e hizo bastantes viajes alrededor de la Comunidad Valenciana y también fuera, para ir a conciertos junto a sus compañeras y compañeros de la coral.

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Ahora a Pilar le gusta mucho cocinar, entre sus platos favoritos se encuentra el puchero, el arroz con conejo, el estofado, la calabaza y las patatas al horno con pollo. Es muy aficionada a los programas de cocina. No suele viajar mucho. Pilar no tiene el carné de conducir, y siempre, o va a todas partes andando o su marido (que sí que tiene carné) la lleva donde ella necesite. Su marido va a medio día y todas las tardes a tomar el café a uno de los bares más conocidos en el pueblo de Onil ‘HUERTAS’, y a jugar junto a sus amigos de toda la vida al dominó o a las cartas, por la mañana también suele ir. Pilar dedica gran parte de su tiempo a estar con nosotros, sus nietos. Ella nos quiere mucho. Es una persona muy cariñosa y amable. En su día a día mi abuela va a comprar el pan todas las mañanas a la misma panadería. Hace la comida con el primer plato, el segundo plato y el postre que suele ser de chocolate, porque le encanta el dulce, pero sin azúcar porque su marido es diabético. Luego recoge la casa y la limpia. Después suele ir a pasear junto a su hermana por la tarde, y finalmente llega a casa y hace la cena. Le gusta mucho arreglarse y suele ir bastante a la peluquería, en cambio no le gusta mucho ir de tiendas y comprase prendas de ropa, porque no le gusta probársela(es una manía suya). Antes José Antonio (su marido) trabajaba en un taller de coches en Albacete, pero se tuvo que jubilar. Aunque ahora José Antonio tiene su huerto con muchos cultivos: tomates, pepinos, ciruelas, calabazas, hasta tiene tomillo, romero etc. También le gusta mucho ver películas del antiguo Oeste. José Antonio y Pilar tuvieron dos perros cuando Isidro José era pequeño, padre e hijo (José Antonio e Isidro José) iban junto a sus dos perros a cazar por el monte, a recoger champiñones, a capturar pequeños insectos, a pescar peces en pequeños lagos alrededor de la montaña; en definitiva todo lo que un hijo y un padre pueden hacer juntos en el monte. Los dos se llevaban y se llevan muy bien, tienen una relación muy estrecha. Simplemente añadir que Pilar es una de las mejores personas que conozco y tiene una de las mejores familias del mundo.

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Memorias Miguel Teruel Rodríguez por Natalia Teruel, 1ºESO B                                                                        

Todo empezó el 5 de Marzo de 1942 en Chirivel (Almería), cuando Trinidad Rodríguez y Pedro Teruel tuvieron a su segundo hijo: Miguel. Tras él llegaron 4 hermanos más, primero nació Mariano, después Miguel, seguidamente Ginesa, más tarde Rosa, a continuación Trinidad, y por último Pedro.

Miguel no fue al colegio, tan solo con 5 o 6 años trabajaba con el ganado, ayudaba a sus padres y a veces venía un hombre a enseñarle a leer y escribir. Jugaba con juguetes que fabricaban ellos mismos. Pedro era agricultor y ganadero, su mujer ama de casa. Estuvo hasta los 15 años trabajando con el ganado, más adelante con 18 años empezó a labrar y segar los campos.

Un día, él y su hermano Mariano se fueron a buscar trabajo a la provincia de Alicante, en 1962. No encontraron trabajo y estuvieron más de una semana sin recursos. Fueron desde Novelda hasta Oliva hasta que por fin encontraron trabajo los dos. Estuvieron 4 meses viviendo en una pensión, pero Miguel se quedó solo porque su hermano se tuvo que ir al servicio militar.

En Oliva, concretamente en Forna, encontró trabajo en una cantera junto con una familia y ganaba 115 pesetas (0,69 euros) cada día. Y se gastaba cada semana 200 pesetas (1,20 euros). Allí estuvo trabajando hasta que un día su padre le dijo que volviese ayudarle.

Así que otra vez, tuvo que volver a trabajar al campo con tractor. Hasta que con 21 años decidieron venir a Ibi porque les habían dicho que era un pueblo industrial, y allí podrían tener una nueva oportunidad.

Pero viviendo en El Carrascal, se tuvo que ir a cumplir con el servicio militar en Zaragoza. Allí trabajó de barbero y ganaba 200 pesetas (1,20 euros), y aprovechó para sacarse el carnet de conducir camiones.

Cuando volvió del servicio militar, se puso a trabajar en una granja junto a su hermano Mariano. En la granja estuvo 2 años y ganaba 1.200 pesetas (7,21 euros) a la semana.

Y un día toda su familia decidió venir a vivir a Ibi, en concreto a La Pileta.

Después, con 25 años, empezó a trabajar en la fábrica de Vicente Moltó Verdú, trabajaba 75 horas a la semana y cobraba 1.575 pesetas (9,47 euros). Allí estuvo trabajando 2 años, hasta que en 1970 se fue a trabajar a la empresa Bornay, que antes era conocida como Despacho Central Renfe.

En 1967 conoció a Rosa Sánchez Casanova, y al cabo de unos años de noviazgo decidieron casarse en 1969 en la Iglesia de la Transfiguración del Señor.                              

Se fueron de viaje de novios por toda Andalucía con su moto. Allí visitaron muchos lugares conocidos entre ellos: La Giralda, La Alhambra, La Torre del Oro y el Parque de María Luisa, etc.

A pesar de su trabajo, Miguel se fue de viaje con Rosa a disfrutar de sus vacaciones por varios países como: Holanda, Bélgica, Francia, Alemania, Italia, Noruega, Cuba y Portugal.

En 1970 tuvieron a su primer hijo: Miguel Ángel Teruel Sánchez. A los 3 meses Rosa montó una droguería – perfumería, en la C/ Góngora nº20 que era el domicilio conyugal. Y en 1974 nació su segundo hijo, Javier Teruel Sánchez. Los dos hermanos nacieron en Ibi, concretamente en lo que es ahora el Centro Polivalente.

Cuando llegaba el verano toda la familia viajaba a Andalucía, Madrid, Extremadura, Galicia, Cataluña, Castilla y León, y en general por toda España.

Miguel estuvo trabajando de camionero hasta 1977, porque en ese año Rafael Bornay le ofreció a él y a tres socios más hacerse cargo de la empresa, ya que Rafael tenía que dedicarse a lo que es hoy la empresa Bornay y no podía hacerse cargo de los transportes.

En 1978, Miguel Ángel tomó su primera comunión. Y ese mismo año se mudaron a una nueva casa situada en la dulzura.

La empresa funcionaba estupendamente llegando a tener 12 camiones. Pero el 1 de noviembre de 1981 se incendió la nave con todos los camiones dentro. Los daños causados fueron valorados en 70.000.000 de pesetas.

En 1983, tomó la 1º comunión su segundo hijo: Javier.

Tras el incendio los socios se partieron. Y así nació la sociedad de Transmape.SL, junto con dos socios más: Emiliano y Ángel, siempre dedicados al transporte.

Primero comenzaron con un recorrido corto: Ibi-Villena. Pero a medida que en Ibi las fábricas de juguetes fueron cerrando, la empresa se extendió por toda España y Europa juntando una flota de 18 camiones. También en 1989 se incorporaron a la empresa sus dos hijos. Él fue el gerente desde 1981 hasta 2007, en esa fecha llegó su jubilación. A partir de esa fecha los hijos de los tres socios se hicieron cargo de la empresa familiar.

En 1999, hubo un día muy especial para la familia Teruel, ya que su primer hijo se casaba el día 8 de mayo con María José Santoyo Verdú. En el año 2002 Miguel tuvo a su primera y única nieta, Natalia Teruel Santoyo.

Desgraciadamente en 2003 murió su padre Pedro, en 2009 también falleció su madre Trinidad. Los abuelos eran felices porque tenían una nieta y ocho nietos: Trinidad, Domigo Ángel, Pedro, César, Aitor, Miguel Ángel, Javier, Daniel y Pedro Antonio.

Una enfermedad terminó con la vida de su hermana Ginesa. Los otros hermanos siguen viviendo en nuestra ciudad, algunos de ellos también son abuelos.

Finalmente, en 2013 Miguel tuvo que afrontar un golpe muy duro en su vida, le diagnosticaron un cáncer linfático. Tras someterse a varias pruebas, le operaron y le pusieron quimioterapia. Y con mucha fuerza y amor de su familia pudo salir adelante

Hoy en día, Miguel y Rosa viven felizmente en la C/ Don Pelayo nº37, junto a su perro Tobby, quien ya se ha hecho un hueco en sus corazones.

Memorias Antonio Bayona Peñalver por su nieta Ainara Bautista, 1ºESO A

Antonio Bayona Peñalver nació el 17 de Junio de 1950 en Albudeite (Murcia), hijo de José María Bayona Sarabia y Josefa Peñalver Navarro, siendo el menor de una humilde familia de tres hermanos: una chica y dos chicos. Durante los años 1950 – 1966 creció felizmente en su pueblo y estudió la enseñanza obligatoria de aquellos tiempos en el colegio “Nuestra Señora Virgen De Los Remedios”. Durante este período no solo acudía al colegio sino que también en verano, a los 12 o 13 años, ayudaba a sus padres en la economía del hogar trabajando en el campo, recogiendo fruta en su pueblo y también en los alrededores, como en Cieza, Mula, Archena… Cuando iba a pueblos más lejanos lo llevaban en coche y dormía allí junto a sus otros compañeros de trabajo durante la temporada, y cuando acudía a pueblos más cercanos se desplazaba en bicicleta.

En su tiempo libre solía bañarse en el río con sus amigos y hermanos, se lo pasaban genial y les gustaba mucho. En aquella época el río tenía mucha agua y estaba limpia y no había peligro, en la actualidad el río está seco y le da mucha pena cuando visita su pueblo y ve cómo ha cambiado. También le gustaba jugar mucho al fútbol, de hecho tenía un equipo de fútbol. Cuando Antonio tenía 10 u 11 años de vez en cuando se saltaba las clases para buscar nidos de pájaros junto con sus amigos.

Una vez, cuando tenía alrededor de 13 años se fue con dos amigos a un pueblo cercano a ver un circo y por el camino se cayeron de la bicicleta, cargada con tres personas, y se rompió los pantalones nuevos que había estrenado. Al llegar a casa, su madre le puso un buen castigo ya que no podía comprar muchos pantalones.

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 Antonio con su equipo de futbol

Cuando llegó el final de la escuela, los profesores al ver que era un niño que podía seguir estudiando porque valía para ello, le comentaron a la familia la posibilidad de que fuera a estudiar a otra ciudad estudios superiores, pero desgraciadamente sus padres no se lo podían permitir y tuvieron que pensar en otro futuro para él. Tenía que trabajar y no había otra opción.

A los 16 años se fue con su hermano Francisco a Alicante para trabajar en una empresa de conserva de tomates.

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Antonio en Alicante

Luego su hermano se fue a Ibi a trabajar y él se quedó en Alicante solo, trabajando en la fábrica de conservas de tomates una semana más.

Finalmente, su hermano se estableció en Ibi, y lo llamó para informarle de que le había conseguido trabajo en una fábrica de obleas llamada “Obleas Quintín” donde estuvo durante dos años y medio. Finalmente se quedó viviendo en Ibi y luego su hermano le buscó trabajo en juguetes Vercor.

Hasta que a los 21 años se fue a la mili, estuvo haciendo el campamento de instrucción en Almería, donde juró bandera, y tras ello se fue a Melilla donde permaneció un año en el campamento de artillería nº 32. Fue una experiencia para él muy positiva y conoció a muchas personas, por eso él la define como una etapa enriquecedora. Durante la estancia en Melilla tuvo algunas anécdotas: como salir al cine con los amigos, visitar el castillo de Melilla, hacer marchas militares y desfiles militares, fue trompeta en la banda de música de artillería… Una vez lo castigaron en el cuartel por querer engañar a la policía militar y durmió durante una semana en el calabozo.

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Antonio en la mili

Cuando volvió de la mili se reincorporó a su trabajo en juguetes Vercor, donde permaneció hasta los 58 años cuando cerró la empresa.

A los 23 años conoció a la que hoy en día es su mujer, se conocieron en la discoteca “disclub”. En aquella época los chicos pedían a las chicas que estaban sentadas si querían bailar con ellos y si a la chica le gustaba pues accedía, a partir de ahí empezó una bonita relación.

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Antonio con su mujer

Dos años después se casaron y su mujer en 1975 se quedó embarazada de Érica Bayona Valls. Ocho años más tarde su mujer se volvió a quedar embarazada de su segunda hija Mª Jesús Bayona Valls. En esta etapa él se dedicaba a trabajar en Vercor y a estar con su mujer e hijas.

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Antonio y sus hijas

Solían ir a ver a su familia que se quedó en Albudeite (Murcia), los veranos los pasaban en una casita en el campo e iban a la playa. Él trabajaba además las tierras de su caseta.

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Antonio en el campo

Fue una terrible desgracia cuando su padre murió en el año 1983, pero con el apoyo de la familia lo fue superando. Catorce años más tarde, en 1997, murió su madre, también fue difícil asimilarlo.

En el 2001 su hija pequeña se quedó embarazada y tuvo su primer nieto, Paco.

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Antonio con su nieto

En el 2002 su hija pequeña se volvió a quedar embarazada y tuvo a su segunda nieta, Ainara.

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Antonio con su nieta

En el 2003 su hija mayor se quedó embarazada y tuvo a su tercera nieta, Andrea.

En el 2007 su hija mayor se volvió a quedar embarazada y tuvo a su cuarta nieta, Irene.

A los 58 años acabó de trabajar en la Vercor porque cerraron la fábrica, entonces lo cogieron en “Picó”. Dos años después decidió que ya era hora de jubilarse.

Hoy en día tiene 65 años y es una persona muy activa que está muy en forma, ya que siempre ha sido muy deportista y esto le da mucha vitalidad, disfruta mucho pasando el tiempo con sus nietos y su mujer e hijas y es muy optimista, ha sido una persona muy trabajadora y ahora se encuentra en un periodo de descanso en el cual es muy feliz, ya que puede hacer muchas actividades y goza de un buen estado de salud.

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Antonio haciendo deporte

Como se puede comprobar, he hablado de mi abuelo al que quiero mucho y le doy las gracias por todos los momentos buenos que me ha dado. Es una persona muy importante en mi vida y siempre le tendré en mi corazón.

A mi abuelo Víctor Peydró por Aitana Palao, 1ºESO B

La vida en el campo

Esta memoria se la voy a dedicar a mi abuelo Víctor Peydró. Nació el 31 de octubre de 1930, en Ibi, (Alicante). De pequeño vivía en una masía llamada Campofrío, situada entre Alcoy e Ibi. Tenía 3 hermanos, y él era el más pequeño. El mayor era Antonio, el segundo Carlos y el tercero Casimiro. Su madre se llamaba María, pero todos la llamaban “María la guapa”. Siempre quiso tener una niña, pero como no pudo, vestía a Víctor de chica. Su padre se llamaba Casimiro y ejercía como alcalde de partida, que era un alcalde para todas las masías de alrededor. Al haber animales, a mi abuelo le tocó hacer la tareas de pastor. Un profesor particular iba a la masía a darles clase a los hermanos. La vida en la masía era sencilla y tranquila, trabajaban desde muy temprano hasta muy tarde, e iban a todas partes a pie. Al no haber televisión ni teléfonos móviles una de sus únicas diversiones era ir los domingos a bailar a las masías. El trabajo en el campo estaba repartido, unos labraban, otros sembraban, otros se encargaban del ganado…

La guerra

En 1936 estalló la Guerra Civil Española y los 3 hermanos mayores tuvieron que ir a la guerra porque mi abuelo sólo tenía 6 años. Su madre se sumió en una gran tristeza al ver que sus hijos se iban a la guerra y no podía hacer nada para remediarlo. La masía se convirtió en un sitio más solitario y triste que antaño. Al pasar la guerra, la tristeza fue casi absoluta al ver que el mediano, Carlos, no regresó. Aún no se sabe la causa de su muerte, simplemente desapareció. Poco tiempo después de que desapareciera Carlos, su madre murió de pena. Al perder a un hijo, la tristeza le cegó y pensó que ya no merecía vivir. Dejó de comer y dejó de cuidarse, y la masía se quedó más sola que nunca. Al fallecer María, tuvo que ir a cuidar la masía su hermana Fermina. Todos pensaban que Casimiro acabaría casándose con Fermina, ya que antaño, era habitual que el viudo se casara con la hermana de la fallecida, si esta quería, claro. Al pasar el tiempo, Fermina volvió a su casa en Alcoy y la vida en la masía continuó.

Adolescencia

Curadas las heridas, los hermanos se casaron. Antonio se casó con una chica de Penáguila llamada Emilia. Casimiro se casó con la prima hermana de Emilia, Patro. Poco después Víctor conoció a Antonia, la que es ahora mi abuela, y se casaron. Ambos se fueron a vivir a Ibi, pero mi abuelo no perdió el contacto con su familia, ya que subía todos los fines de semana a visitarles a la masía, a comer o a cazar que era una de sus mayores aficiones, junto con la lectura.

Padre de familia

Pocos años después de casarse tuvo dos hijas, a las que educó en valores cristianos y morales, aunque a pesar de no tener estudios era curioso y se interesaba mucho por el pueblo, etc . Conoció a sus cuatro nietos, y a pesar de que no hace ni dos meses que nos dejó, pudo disfrutar de la vida, y saber aprovecharla. Y para todos sigue presente en nuestros corazones.

A mi bisabuelo Antonio por Annais Díaz-Cacho, 1ºESO B

Mi bisabuelo se llama Antonio Pérez Resina, nació en 1922 el 18 de Abril, en una aldea llamada la Jauca, que pertenecía a Serón, en la provincia de Almería. Era de cinco hermanos el tercero, en la actualidad solo vive él. Su padre se llamaba Antonio y su Madre María.

Cuando mi bisabuelo era pequeño era muy difícil ir a la escuela, así que mi bisabuelo no pudo ir.

Sobre su infancia no tiene muchos recuerdos, lo más importante fue que con once años falleció su padre, así que su madre se quedó con cinco niños pequeños y sola en una época muy mala.

Después su infancia fue como la de los demás niños de esta época.

 A los 16 años se alistó voluntario para combatir en la guerra civil española, ya que era una época de mucha hambruna y eran muchos hermanos en casa sin padre y tenían muy pocos recursos.

En la guerra estuvo casi dos años, una cosa que mi bisabuelo siempre me dice es que tenemos que estudiar y aprender a leer y escribir y comprender las cosas y siempre me lo dice contándome esta historia que le pasó en la guerra, y era que un compañero suyo no sabía leer ni escribir y otro compañero le leía y escribía las cartas, pero era mal compañero ya que le leía lo que él quería y le escribía cosas muy malas a su novia, esto duró mientras el capitán no fue consciente, pero cuando se dio cuenta le hizo comerse las cartas. Era una época tan mala que también cuenta que había compañeros suyos en el frente y para poder vivir tuvieron que comerse un burro.

A los dos años volvió a su casa y se dedicó a cultivar las tierras de la familia. Cuando mi bisabuelo tenía 23 años conoció a mi bisabuela que tenía 17 años, ella también vive y es muy buena. A partir de aquí su vida empezó a mejorar, se casaron y un terrateniente andaluz le dio unas grandes tierras para cultivar junto con una gran casa. Mi bisabuelo era el capataz de la finca, o como se dice en Andalucía, cortijo.

El cortijo estaba en Granada y allí montaron su casa.

Mi bisabuelo era el que se encargaba de toda la gente del cortijo, araban, sembraban, recolectaban, llevaban los animales…..

La vida de mi bisabuelo dio un giro de 180 grados cuando tuvo su primer hijo, mi abuelo Juan Diego, y a los dos años a su hermana Ana.

En el año 1963 fue cuando decidieron venir a vivir a Ibi, ya que se decía que era un pueblo que ofrecía muchas oportunidades. Vendieron todo lo que tenían en Granada y vinieron a Ibi para empezar de cero.

Mi bisabuelo se construyó su propia casa en la que viven hoy mis abuelos, mis bisabuelos y la hermana de mi abuelo, la tía Ana, eso sí cada uno en su casa, ya que tiene tres viviendas individuales.

Compró una finca en Castalla que le dio a su hija Ana, y otra camino de la Devesa, que es la que le dio a mi abuelo Juan Diego. Son muy grandes y mi abuelo le ha dado una parte a mi madre y otra a mi tía, pero también es su casa.

También montó una fábrica de inyección de piezas. Era todo un emprendedor.

Pero claro tanto trabajar y tantas cosas le pasaron factura que un día su corazón le dio un susto muy grande. En 1981 le dio un infarto que se repitió varias veces, así que al final tuvieron que ponerle un marcapasos ya que su corazón estaba muy débil.

Después de pasar todo esto se jubiló y su vida, para alegría de todos, transcurrió tranquila y sin falta de nada, y con mi abuela a su lado, todos sus hijos y nietos que lo queremos mucho.

La semana pasada fue el cumpleaños de mi bisabuelo, y cumplió 93 años junto a mi bisabuela que tiene 86. Y esta semana celebraremos una fiesta familiar porque se lo merece.

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A mi abuelo Joaquín León Sanjuán por Pepe Fernández, 1ºESO B

Mi abuelo (Ximo), nace el 16 de Agosto de 1943. Es el mayor de los gemelos que esperaba su madre, a los pocos años nació su hermana. Crece junto a sus hermanos y sus padres en la emblemática “Plaça la Palla” en una casa modesta.

En 1964 cumple con el Servicio Militar en el Parque de Artillería de Melilla, como Artillero le gusta mucho todo lo relacionado con el Ejército y se sentía orgulloso de servir a su Patria.

Su amor por el deporte lo impulsa a estudiar y en 1968 consigue el título de Árbitro Oficial de la Federación Murciana y Colegio Nacional de España de árbitro. Arbitrando en preferente y tercera división en fútbol y balonmano. En relación con este último participó en la Semifinal del Campeonato del Mundo celebrado en Cartagena como cuarto árbitro ALEMANIA-HUNGRIA, quedando como Campeona esta última.

Van pasando los años y en 1970 se casa con Soledad Martí Fuster (mi abuela), formando una familia de la que nacen tres hijos: María José, Ximo y Sol.

Trabaja en la Fábrica RICO, S.A., como metalúrgico, trabajo que desempeña en el taller hasta el cierre de la misma en 1982.

Fue componente del Grup de Danses de Ibi, con el que participó en diversos festivales folklóricos tanto en España como en el extranjero.

Fueron años difíciles, pero su amor por su trabajo y su familia le dieron fuerzas para seguir dando a los suyos lo mejor.

Festero como el que más, durante su adolescencia fue componente de la Comparsa Maseros y luego se fue al bando moro, hasta la fecha de hoy, siendo uno de los veteranos de la Comparsa Chumberos desempeñando varios cargos festeros: como el de Sargento Moro de Disparo, lo que le llena de satisfacción por su amor a la fiesta, a la pólvora y a la Mare de Deu dels Desemparats (Patrona de Ibi).

Amigo de sus amigos, siempre de buen humor, siempre dispuesto a dar la mano al que necesita de él.

Orgulloso de sus cinco nietos (4 niños y 1 niña), Pepe, Ximo, Jordi, Luis y Sol; a todos les ha trasmitido su amor por el deporte.

A fecha de hoy sigue arbitrando y colaborando para Entidades como U.D. RAYO IBENSE, llegando a arbitrar partidos en los que juegan sus nietos, momento que goza y le emociona al mismo tiempo…

Un duro golpe llega para toda la familia cuando el 31 de Octubre de 2014, sufre un ictus cerebral del que a día de hoy se está recuperando con gran fuerza y muchas ganas de seguir luchando, porque se repite día tras día que: ¡LA VIDA MERECE SER VIVIDA!. En definitiva, todo un ejemplo de superación.

Elegí escribir las memorias de mi abuelo Ximo porque lo admiro mucho, me ha inculcado valores, me ha enseñado a no rendirme nunca, a luchar por lo que quiero, a ser feliz y a hacer felices a los que me rodean.

TE QUIERO MUCHO ABUELO…

Mi abuelo ´TRIQUI’ Francisco Rico Crespo por Daniel Amorós, 1ºESO B

Mi abuelo nació el 4 de Febrero de 1931 en la calle Castalla debajo del cuartel de la Guardia Civil y vivió allí hasta que se casó.

Sus padres eran José y Lucía y tuvieron dos hijos más, uno mayor llamado Ramón y otro menor llamado Pepe.

Su infancia transcurrió igual que la de cualquier otro niño de la época, terminaban sus estudios muy pequeños (a los 11 años) para poder ayudar a sus padres trabajando en labores del campo, recogiendo aceitunas, regando y cuidando los árboles frutales…

A los 13 años se fue a trabajar a la fábrica Payá que era juguetería y cuchillería, y llegó a ser encargado de la serrería, donde cortaban la madera para hacer los mangos de los cuchillos o las traseras o bases de algunos juguetes de lata .Hoy en día verdaderas obras de arte para los coleccionistas.

Él tenía mucho sentido del humor y toda la gente a su alrededor lo apreciaba mucho porque hacía sentirse bien a la gente, continuamente contaba chistes y se inventaba canciones de él y de sus compañeros de trabajo y amigos.

Una de ellas era algo parecido a esto: ahí baix en ca Payà , on treballe jo, hi ha unes xiques «de válgame Dios», totes són molt lletges i es pensen molt bé, no guanyen per a colorets…»arreando xin pam pum , arreando xin pam pum». Jugue molt amb Triqui , Triqui no fa faena , li amague la gorra davall de la bandeja , allà baixa l’amo tot són bonegons ahí teniu a Triqui serran llistons.

Durante su juventud jugó al fútbol en el Rayo Ibense de defensa y fue capitán del primer equipo.

Más tarde se casó con Elvira Picó Rey, a los 24 años los dos.

Tuvieron cuatro hijas Elvira que falleció a los 8 meses,

Esmeralda casada en la actualidad con Juan Ayala y padre a su misma vez de Nacho.

Laura casada con Kiko Torres , descendencia Juan Francisco y Silvia.

Eva casada con Jose M.Amorós (mis padres) , quienes tuvieron a Daniel y a Guillem

Y por último Carlos que todavía permanece soltero

Mi abuelo Triqui también fue miembro de la comparsa Almogávares durante mucho años representando varios cargos en la directiva de la misma: Presidente , furriel y delegado . Y alcalde de Fiestas de moros y cristianos en los años 70.

Con sesenta años, aproximadamente, se prejubiló porque la fábrica Payá pasó a ser cooperativa , dedicando así su tiempo a su familia y a cultivar hortalizas , frutas y aceitunas en su casita de campo llamada “El corral de la Pacheca”.

Su gran pasión fueron sus nietos, con los cuales pasó ratos buenísimos en el campo, enseñándoles a montar en bicicleta, a jugar al balón e incluso a cocinar alguna cosa al fuego de la chimenea.

En 2005 mi abuela Elvira fallecía después de una larga y cruda enfermedad.

Y él, el gran “abuelo Triqui”, que así lo llamábamos todos cariñosamente, fallecía a los 83 años el 11 de septiembre de 2013.                                                                                     

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