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Cartas al cielo

Querido papá:

Esta es una de las muchas cartas que te sigo escribiendo prácticamente a diario, pues algo dentro de mí me anima a hacerlo. Es la forma que he encontrado de mantenerte más cerca de mí. Te cuento mis miedos, te hablo de mis sueños, te pregunto consejo, y aunque sé que mientras lo hago me estás tomando la mano, no logro acostumbrarme a que no vaya a haber una respuesta. A veces incluso he cerrado los ojos creyendo que sucedería, que escucharía tu voz susurrándome lo que necesitaba que viniera sólo de ti, pero al abrirlos me he dado de bruces con la realidad.

Nunca reuní el valor suficiente para decirte lo mucho que te quería, o al menos no todas las veces que lo merecías, y ahora lamento no poder hacerlo. Sabía que me pasaría, tú siempre hablabas de la importancia de valorar el momento y expresar lo que sentíamos, porque quizá algún día sería tarde, ¡cuánta razón tenías!…Si sólo pudiera verte una vez más, te abrazaría tan fuerte que no dejaría que te fueras, pues ni te imaginas lo mucho que te echo de menos.

Cuando te fuiste tuve miedo de que el tiempo arrasase con el recuerdo de tu risa, con la profundidad de tus ojos verdes, con el tacto suave de tu pelo oscuro entre mis dedos. Ahora ya le perdí el temor a ese insaciable gigante que desea pasar a toda costa, a veces sin piedad…Le maldigo por no haberme permitido disfrutar más de ti, pero a la vez, no puedo más que agradecerle que me ofreciese 23 maravillosas primaveras a tu lado. Sé que la eternidad hubiera sido insuficiente para nosotros, hubiéramos querido mucho más, pero como leí en un precioso libro, «tú nos diste un infinito en estos días contados». El tiempo, lejos de lo que creí hace ya siete años, no se ha llevado ni un ápice de tu esencia, tu recuerdo sigue tan vivo como cuando estabas aquí, porque tengo la certeza de que el amor te mantendrá siempre con nosotros.

Ojalá sigas acompañándome en este impredecible camino…Te quiero con todo mi corazón. Siempre tuya, siempre mío, siempre nuestro.

«Te espero cuando miremos al cielo de noche: tú allá, yo aquí». Mi estrella bonita.

Aida Pastor Beneyto

Buenas Patri, hace un montón que no hablamos. Espero que allí donde estés te estén cuidando como te mereces, te echamos mucho de menos por aquí, echamos de menos lo buena persona que eras, tu presencia, pero, sobre todo, echamos de menos esa fuerza y esas ganas de vivir que trasmitías a todos los que te rodeaban, porque todavía no he conocido a nadie con una pasión por la vida como tú, aprovechaste hasta la última fuerza que tuviste para hacer las cosas que te gustaban y apasionaban, todavía recuerdo el último fin de semana que te vi en Jávea, lo miraste todo por última vez sabiendo que no ibas a volver. También recuerdo el día en el que te fuiste, cuando vi a mi madre entrando por la puerta llorando mucho se me rompió el corazón, me imaginaba, pero no lo quería asimilar y yo se lo negaba y le decía que era una broma de muy mal gusto, pero no, te habías ido de verdad, ya no te volvería a ver.

Nos acordamos mucho de ti en mi casa, aunque no eras familiar directo para mí eras como mi tía, ya que tú y mi madre se podía considerar que erais hermanas, ella es la que más te echa de menos, pero siempre te recuerda como una gran amiga y como una gran persona, y eso es con lo que hay que quedarse.

Solo te escribía para contarte lo que te echamos de menos y lo bien que nos van las cosas y lo felices que somos las tres ahora mismo.

Un abrazo muy fuerte y espero que nos volvamos a ver pronto.

Blanca Pérez Beneyto

Querido abuelo:

Hace mucho tiempo que ya no estás conmigo y te echo mucho de menos. Te escribo esta carta para contarte cómo voy hoy en día. La verdad es que me va bastante bien, tengo amigas en el colegio y fuera también.

Ahora estoy en el instituto. En un futuro me gustaría ser algo que tenga que ver la física y química, aunque aún no lo tengo claro.

Te echo mucho de menos, ya que por pocos años que tuviera cuando te fuiste, tengo muchos recuerdos junto a ti. Me he guardado un boli tuyo que me diste, sé que no vale nada porque es de propaganda y está roto, pero para mí tiene un gran valor sentimental.

Muchas veces cuando estoy con la abuela y me cuenta cosas que hacíamos tú y yo me da pena, porque no me acuerdo y eso me da rabia porque parece que me haya olvidado de ti y no es verdad.

Muchas veces se habla de ti en casa y suelen decir que, de toda la familia, tú sí que tenías favoritas, una de ellas era Mónica porque es muy cariñosa, pero de nieta siempre he sido yo, cosa que nunca he entendido, siempre he pensado que era porque fui la primera y en parte eso también me destroza, porque sé que también querías a las demás, pero conforme iba creciendo seguía siendo tu favorita y no veo lo que viste de especial en mí.

Siempre me dijiste que yo era una “flamenca” porque me movía mucho de pequeña y no conseguías ponerme los pañales y eso hoy en día me hace mucha gracia, incluso tengo unas zapatillas de estar con esa palabra, simplemente porque tú me lo decías mucho.

Aparte de mí hay mucha gente en la familia que te echo de menos ese día, ese viernes. Papá tuvo que ir seis meses a una psicóloga y a mí cuando me lo dijeron no podía ni respirar, sólo podía llorar. Se te quiere.

Con mucho cariño, Irene.

Irene Villar Garrigós

Aún recuerdo aquellos eternos y a la vez fugaces segundos tan amargos en los que te marchabas lejos de todos nosotros mientras nos deshacíamos en lágrimas, recuerdo ese hospital en el que todas las mañanas de verano íbamos a visitarte, cuando subía a casa de mi tía Asun a verte y estabas tan malito, me dolía tanto ver así a mi tío favorito, al que más quería…

Te marchaste demasiado pronto, yo era muy pequeña, rondaba los seis o siete años. Para mí, era una situación tan difícil de comprender, cómo de repente dejaste de hacer esas bromas tan tuyas que tanto me gustaban, y pasaste a debilitarte poco a poco. Y cómo cada mañana iba a verte a un hospital que recuerdo con tanta amargura…Poco a poco, fui haciéndome mayor, y ya comprendí el porqué de tu pérdida, y era inevitable no llorar a escondidas, sabiendo que no volvería a verte más.

Echamos tanto en falta tus bromas, tus pellizcos, tus cosquillas hasta que acababa en el suelo sin poder parar de reír, sabías cómo sacarnos una sonrisa de oreja a oreja a cada uno de nosotros. Todavía puedo recordar el sabor y el olor de tus recetas tan maravillosas que tanto nos endulzaban, tengo tu imagen de esos veranos en el huerto de casa con tu atuendo de cocinitas ,” pantalón y delantal sin camisa” preparando una gran paella para todos, arroz a banda o arroz con bogavante, ¡Todas te salían exquisitas! y después un buen postre preparado por ti, tenías gran variedad, pero mi favorito era tu “couland“ de chocolate. Echo de menos esas largas tertulias en las que tú compartías largas conversaciones con los mayores y jugabas con nosotros al mismo tiempo, así eras tú, podías hacer muchísimas cosas a la vez, y todas con gran maestría y vitalidad.

Cuando venías a nuestra casa y te quedabas con nosotros, con Carla con Sergi y conmigo, nos contagiabas tu felicidad absoluta, tu escandalosa risa cuando no parabas de hacernos rabiar a mí hermano y a mí ya que éramos los más pequeños de la casa. Y cuando te emocionabas al cantar tus canciones favoritas de Joaquín Sabina, canciones que tengo grabadas en mi memoria gracias a ti. Y te echamos de menos a ti Rafa, notamos tanto tu ausencia en todas las cenas y comidas familiares, en las navidades que pasamos todos juntos, en los viajes en los que tú nos organizabas el día repleto de actividades llegando al final del día agotados pero con la satisfacción de haber pasado un día genial e inolvidable. Y en los eternos veranos en la playa y los cafés en el “Topete” todos juntos. 

Sé que ahora estarás en algún lugar del cielo, de nuestro cielo, observándonos y cuidando de todos nosotros. En mi corazón guardo el sentimiento de añoranza por no haberte podido disfrutar todos estos años, estoy segura que hubiéramos compartido grandes momentos.

Te echo mucho de menos Rafa, siempre juntos. 

Claudia Juan Beneyto

Querido abuelo:

Cuánto tiempo sin escribirte… Parece que fue ayer, cuando estabas cenado conmigo, viendo esos maravillosos documentales que tanto nos gustaban, o riéndonos mientras me enseñabas a jugar al dominó.

Tengo tantas cosas para contarte… La verdad es que me gustaría saber, si desde ese lugar donde estas puedes verme, si puedes oírme e incluso ponerte a mi lado sin que yo me dé cuenta.

Quiero que sepas que, pese a que ya no estés conmigo, cada día pienso un poquito en ti y que cada partido que juego, te lo dedico (beso mi mano y levanto el dedo).

La abuela está bien, siempre me regaña por no sentarme bien, como lo solías hacer tú. También me cuenta vuestras maravillosas aventuras de cuando erais jóvenes e ibais a la playa.

Todavía recuerdo esas noches, en las que tenía miedo, tú te sacrificabas por mí y venias a darme un beso y a contarme un cuento.

Abuelo te prometo que cada día intento ser una persona mejor. Intento ayudar en casa, ir a ver a la abuela, ayudarla en lo que le haga falta

En el tenis y en los estudios me esfuerzo: ¡Claro está que no todo siempre me sale bien!

Espero que estés muy orgulloso de mí.

¡Ojalá algún día puedas leer esto para saber lo mucho que te quiero, abuelo!

Te echo de menos.                

                       Carlota Verdú Seguí

Quería preguntarte cómo estás ahí arriba, yo supongo que estarás muy feliz al vernos a todos muy bien, aunque no como antes, porque nos faltas tú en nuestras vidas.

Cada vez que miro al cielo me acuerdo de ti y pienso, ojalá estuviera él aquí. Sobre todo cuando me peleo con la mamá, que tú siempre hacías todo lo posible para no enfadarnos y que estuviéramos bien.

Muchas veces pienso en aquel 24 de agosto de 2017 a las 19:00 h, en el momento en el que me dijeron que habías fallecido. En ese instante sólo quería morirme yo también, al pensar que no te había visto en todo el verano, menos mal que un día antes pude hablar contigo, me acuerdo perfectamente de aquellas palabras que me dijiste : hoy nos quedaremos la abuela y yo en casa porque estamos los dos con dolor de barriga. Yo te dije todo lo que iba a hacer durante esas semanas.

Para mí la noche que me lo dijeron fue eterna, no pude dormir ni un segundo, yo pensaba que mi madre me llamaría a media noche para decirme que te habías despertado, porque como fue todo tan rápido, de un día para otro, no me lo creía. Y pensaba que ese momento nunca llegaría, pero llegó.

Al la mañana siguiente ya fui con mi madre para cambiarme de ropa, porque yo estaba en la caseta de Carolina y no tenía ropa para el entierro. Cuando entré al tanatorio y te vi ahí dentro lo único que hice fue irme con la abuela y llorar las dos juntas delante tuya, pero yo no quería que me vieses así y decidí irme a llorar al aseo.

Cuando ya nos fuimos a la iglesia, para mí fue el peor momento porque no podía llorar mucho, estaban todos en silencio y no quería que se me escuchara por toda la iglesia.

Durante dos semanas, estuve muy mal, entre eso y que ya no iba a ver más a una amiga de la urbanización, fueron las dos peores semanas de mí vida. No bajé a la piscina durante tres días y no fui a ningún sitio, solo iba de mi habitación al salón y del salón a mi habitación.
Ahora, cuando voy a misa y dicen tu nombre en alguna misa especial siempre se me cae alguna lágrima al recordarte, porque para mí siempre has sido muy importante.

Muchos días de lluvia me acuerdo de ti, siempre subías a por mi hermano y a por mí para llevarnos al colegio y si hacía falta íbamos a por algún amigo para que no fuera él solo.

Hay tantos recuerdos y tantos momentos que hemos vivido juntos, que siempre que los recuerdo rompo a llorar, también me acuerdo de cosas que me decías y nunca te hacía caso, pero ahora me acuerdo y digo: cuánta razón tenía mi abuelo.

Para mí siempre serás un ejemplo a seguir, por todo lo que hacías.

Bueno, pues espero que tú nos sigas queriendo igual que antes, nosotros te recordamos en todo: en las comidas familiares, Reyes Magos, todos los cumpleaños, en absolutamente todo.

Espero poder darte un gran abrazo pronto y poder contarte cosas que han pasado durante este tiempo que no has estado.

Te quiero mucho abuelo.

María Valero Navarro

Estimado yayo grande:

Hace tanto tiempo que no estás…

Llevo días evitando dedicarte esta carta porque cuando te pienso me pongo muy triste, intento recordarte como estabas antes de enfermar, aunque siempre que te recuerdo, apareces en mi mente, tumbado en la cama del hospital mientras Valeria, Víctor, Alicia y yo nos hacíamos fotos contigo con nuestra cámara favorita, la de Barbie, ¿recuerdas? Esos son mis mejores recuerdos tuyos, de los pocos que me acuerdo. Sé que aún tenemos esa cámara, pero no sé dónde, ojalá encontrarla para verte en esas fotos tan feliz como eras con todos tus hijos, nietos y nosotros, tus bisnietos, aunque te faltara tu mujer, la yaya Amparito, que yo ya no conocí. Éramos tan felices de verte tan contento aunque ya estuvieras mayor y en la cama del hospital casi sin poder levantarte para ir al baño…

Ojalá estuvieras aquí, para ver cómo nosotros, todos, hemos crecido, también hay nuevos en la familia, como Marc y Arnau, que han traído mucha felicidad a la familia, aunque desde que ya no estás también han pasado otras cosas malas, como, por ejemplo, cuando hace dos años Noa falleció y hace un mes, Tarzán también, y Tigre hace tres… Estoy segura que te acordarás de ellos, por lo menos de Noa, que, si no recuerdo mal, corría por tu casa cuando íbamos a verte allí antes de enfermar. Cada día paso por tu casa para llegar a la mía y te recuerdo a ti, sentado en el sofá, viendo la tele… Aunque claro, eso solo son imaginaciones, ya que no te puedo ver físicamente.

Y todavía recuerdo el día que te fuiste de nuestras vidas, ese que una mañana me llamaron por megafonía en el colegio para decirme que bajara a recepción, ¿sabes qué me dijeron?, que me quedaba en el comedor del colegio a comer, ¡era lo que más odiaba! Y cuando llegué a casa por la tarde, por si el día ya me había ido mal, me dieron una noticia peor, que habías subido al cielo con la yaya Amparito, y…¿sabes cómo te imaginé mientras lloraba? Con una maleta y todas tus cosas subiendo para reunirte con tu mujer, a la que tanto amabas. Te imaginé muy triste, pero cuando me dijeron que ibas a ser tan feliz allí arriba, yo me alegré un poco.

Solo deseo que la vida nos junte otra vez, en el cielo, dentro de muchos años, cuando me toque a mí subir, para encontrarme contigo, con Noa, con Kiko, Kika, Tarzán, Tigre y con todos lo que estéis allí. 

Te quiero y te echo de menos, un abrazo, como los que te daba cuando aún te podía tocar.

Natalia de Juan Pastor

Estimada abuela Luisa:

Te escribo para hablarte de cómo va todo por aquí, afortunadamente va bien. En los estudios estoy esforzándome para obtener buenas notas y que los profesores tengan de mí buenas impresiones.

Tu hijita Gloria, a la que tanto querías, sigue siendo igual de buena como tú le enseñaste, bueno yo sinceramente creo que en nuestra familia no hay ninguna maldad por parte de nadie porque siempre nos habéis inculcado muy buena educación y os habéis esforzado para que siempre la familia esté unida y seamos todos una piña inseparable.

Tu nieto Azael está pensando en independizarse y Cosme {Cosmín} está a punto de sacarse aquel título que tanto ha deseado tener desde que era joven, que es ser neurocirujano.

Ahora voy a hablarte sobre tu hija Mari Carmen, que hace unos años abrió una tienda de decoración, aquella que tanto soñaba tener para hacer detalles, manualidades, en fin, para expresar todo ese arte que ella lleva dentro.

Y sobre tu hijo Jose Manuel, yo creo que sigue igual que cuando nos dejaste, con su trabajo pintando en la fábrica y por las tardes yendo a la caseta a trabajar el huerto que tan buenos frutos da en temporada.

Ahora para terminar voy a hablarte sobre tu hijo Daniel, que hace poco dejó la empresa a su hijo Daniel. Tu hijo está a punto de ser abuelo otra vez porque su hija Elena va a tener un bebé.

Creo que no se me olvida nada, y si es así tan pronto me acuerde volveré a escribirte.

Te quiero YAYA.

EL TEU NETET ALEJANDRO.

Alejandro Juan Martínez

Yayos, os fuisteis tan pronto y tenía tantas cosas que deciros, enseñaros y vivir con vosotros.

Os quiero muchísimo y os echo mucho de menos, daría lo que fuera por daros un último abrazo o beso.

También me gustaría daros las gracias por todo lo que hicisteis por mí y gracias por seguir cuidándome allí donde estéis, porque sé que desde allí arriba me seguís cuidando y ayudando como siempre habéis hecho.

Me acuerdo mucho de vosotros, todos los veranos en la casita, las comidas en Pastamanía, cocinando con la yaya o en el bancal con el yayo.

Yo estoy bien, ahora estoy estudiando tercero de la ESO. Me han comprado un perro que se llama Lucca. Con el colegio nos vamos de intercambio a Sicilia en febrero y en abril nos vamos a nueva York y me hace muchísima ilusión.

En un futuro no sé qué estudiaré, si algo relacionado con los niños o medicina, la verdad es que no lo sé.

Y bueno, simplemente gracias por todo lo que habéis hecho por mí y me habéis enseñado, ya que hoy en día soy quien soy gracias a vosotros, así que gracias.

Os quiero mucho. Natalia.

Natalia León Guerrero

Yayo te quería decir que todos te echamos de menos, la yaya ha vuelto a conducir, el primo y mi hermano siguen igual que siempre y no paran de crecer. Mi madre y la tía se apoyan para ayudar a la abuela en todo y yo…

Aún me acuerdo de cuando iba contigo de pequeña a almorzar y te pedía yo el café, de cuando venías a recogerme al cole y me hacías la niña más feliz del mundo, cuando iba a comer los domingos a tu casa y me gustaba sentarme a tu lado y apoyarme en tu hombro, o cuando fuera por la razón que fuera me llevabas a todos sitios y me ayudabas en todo. Pero sobre todo gracias por cuidarme, estar a mi lado y ser el pilar fundamental de mi vida.

Tu nieta Victoria.

Victoria Ortiz Gisbert

Hola abuelo, ¿estás ahí? Ha pasado tiempo desde la última vez que nos vimos pero, aun así, sigo recordándote y tus consejos y palabras siguen grabados en mi mente y corazón. A veces hago memoria y te recuerdo, pienso en las ganas que tengo de volverte a ver y en las ansias que tengo de retornar a aquellos días de verano en la que era yo la que te abría la puerta de la habitación y te decía: ¨Abuelo, ya estamos todos despiertos, baja a desayunar». Verás. . . quizás estas no sean las mejores palabras que jamás te hayan dicho o te vayan a dedicar, pero me suele costar trasmitir lo que siento, por lo que esta vez, para ser clara, te diré lo que quiero:

Quiero volver a estar junto a ti, y volver a verte. Muchas veces pienso en cuando te ayudaba con aquel huerto que sembrabas en la parte derecha del jardín y en cómo me enseñabas los distintos tipos de plantas o verduras; ahora, cuando miro hacia ese rincón solo veo viejos recuerdos y un aparcamiento para coches. La fábrica ha ido aumentando en tamaño y, poco a poco, eso ha ido quitando gran parte de lo que antes era nuestro jardín. Ya no hay tierra, ni plantas y ni siquiera queda un rastro del gigantesco árbol de morera que cuidábamos, tampoco queda nada del árbol de nísperos que tanto te gustaba, solo queda la entrada y el almendro. Quiero volver a pasear contigo, dar la vuelta a la manzana y jugar en los parques cercanos junto a ti. Añoro ayudarte cuando no podías andar, echo en falta recogerte el sombrero del suelo cuando se te caía debido al aire y también me entristece saber que ya no puedo ser nunca más tu consejera de moda respecto al bastón que debías usar según la ropa que utilizabas ese día. Pero sobre todo, sigo queriendo aprender contigo. Tengo tantas dudas, tantas preguntas y tengo tantas ganas de agradecerte todo lo que me diste que daría media vida para volver a verte, hablarte, sentirte, llorar a tu lado y, finalmente, despedirme como es debido, no pude hacerlo en su tiempo. Quiero recordarte que es gracias a ti por lo que todos tenemos tanto que demostrar, tú nos enseñaste lo que nos gustaba y lo que actualmente hace que sigamos adelante, nos enseñaste el arte, el arte de expresarnos mediante la música, la poesía, el dibujo. . . Si solo pudieras vernos estarías orgulloso de nosotros. Adrián está en la banda y se está dedicando a la música como tanto quería, Ana está en su último año de animación digital y Elena está estudiando fotografía. Dejaste marca en cada uno de los nuestros, es decir, de los tuyos, de tu familia.

Sobre mí, sigo siendo la misma ¨pequeñaja¨ que conocías, sigo siendo igual que esa niña que más que una niña aparentaba ser una cabra loca. Sigo teniendo los mismos sueños y sigo aspirando a ser lo mismo que quería ser de pequeña, pero, con más ganas de crecer. ¿Recuerdas cuándo me decías que te encantaría verme tocando el violín? ¿O cuándo dijiste que querías ser quien cogiese mi ramo de flores cuando me casase? Bueno, los años no perdonan a nadie, pero me aseguraré de al menos estés presente cuando algo de eso pase, presente en mi corazón. Prometo recordarte cuando triunfe, cuando me pase algo importante, para que así pueda llegar algo de lo que yo viva y puedas ver cómo crezco, cómo crezco como persona gracias a ti.

Allí donde estés, espero que mis palabras te lleguen y que de una vez por todas sepas lo que siempre te quise decir, lo que llevo pensando todo este tiempo y lo mucho, muchísimo que todos te amamos. Gracias por todo, abuelo.

Irene Carbonell Prieto

Hola abuelos,

¿Cómo estáis? Bueno, ya sabéis que ahora no estamos el todo bien por lo de la abuela y quería pediros que le deis fuerzas para seguir adelante y ayudar a que se ponga bien.

También quería deciros que, aunque haga ya bastante tiempo que nos dejasteis, en la familia os seguimos echando mucho de menos y nos gustaría poder veros otra vez y espero que algún día podamos encontrarnos y tener una de esas comidas familiares tan divertidas que teníamos.

Como ya sabéis, este año estoy en el Hércules y quería daros a los dos las gracias por inculcarme esta pasión por el fútbol.

A ti, abuelo Paco por enseñarme a rematar de cabeza aquellas tardes después del colegio que íbamos a la cochera, y a ti, abuelo Joaquín por llevarme al Rayo desde bien pequeñito y jugar al fútbol conmigo.

Por todo eso que hicisteis por mí, quiero que sepáis que voy a hacer todo lo posible por lograr mi sueño que sé que es lo que vosotros queréis para mí. Y sé que vosotros desde ahí arriba también me vais a ayudar a lograrlo.

Os echamos mucho de menos.

Ximo León Gisbert

Hola primo querido:

Nos dejaste, casi hace 14 años, cuando yo tan solo tenía 6 meses. Siento una profunda tristeza por no haber podido convivir más tiempo contigo.

Sigo sin entender por qué te fuiste cuando solo ibas a cumplir 2 añitos. No entiendo cómo alguien que todavía no ha empezado casi a vivir, ya tiene que morir.

Mis padres me han hablado mucho de ti y dicen que eras un niño precioso con cara de ángel y pelo rizadito. Sé que tú y yo habríamos compartido muchos momentos de juegos, risas, etc…

Sólo espero que allí donde estés seas feliz y que siempre me protejas. Te echo de menos.

Te quiero, Ferran.

Ferran Valero Ruiz

Hace más de 8 años que te fuiste de mi vida, abuela, pero todavía te recuerdo perfectamente.

Recuerdo las veces que me hacías la comida o, simplemente las veces que pasaba un rato contigo.

Recuerdo el día que mis padres me dijeron que nunca más iba a volver a verte, fue una de los días más tristes de mi vida.

Me hubiese gustado que vieses la primera vez que aprendí a montar en bicicleta, la primera vez que entré en el colegio entre otras muchas más cosas.

Siento no poder despedirte como lo merecías, no ir a verte cuando estabas a punto de entrar al quirófano, pero por eso lo hago con esta carta.

Si todavía siguieses con vida me hubiese gustado ir a verte a tu casa de después del colegio, pasar contigo un rato, me hubiese gustado que pasaras con nosotros la Navidad, fin de año, etc.

Tristemente esto no va a volver a suceder, pero por eso allá desde donde me veas o me escuches quiero que sepas que te quiero, abuela.

Héctor Carbonell Beneyto

Hola abuelo, ya hace un año y medio que te fuiste y aquí han cambiado algunas cosas, bueno, no tantas. Yo ya he pasado a tercero de la ESO, Hugo ha pasado a sexto, y en un año pasará a primero de la ESO, Román igual y Adri ya pasará a primero de primaria, está echa un bicho…

Te echo mucho de menos, me acuerdo de ti muy a menudo, sobre todo cada vez a la del sálvame, que ahora es jurado de Got Talent también. Han quitado Pasapalabra, ya no tendrías con qué entretenerme…

Hemos cambiado tu habitaciones ahora está la play de Hugo, que, por cierto, ya no habla alemán como antes… Me acuerdo mucho de ti y aún tengo la espinita del día que faltaste por ir a verte y no haber estado el suficiente tiempo contigo. El recuerdo de ese día me hace sentir muy mal.

Te echo de menos, te quiero mucho, tu nieta mayor, Paula.

Paula Cruz Benito

En la actualidad en mi familia solo se ha muerto una persona mientras yo he estado vivo; esa persona es mi bisabuela. Siempre cuidaba de nosotros y era muy simpática. Ella tenía noventa y cuatro años. Un día estábamos comiendo mis padres, mi hermana y yo en mi casa y me dijo mi madre, la abuela Rosa ha muerto, hace diez minutos. Y lo sentí mucho. Tenía cinco años y no sabía con certeza que pasaba, pero hoy en día la echo mucho de menos.

Esa noche me acosté un poco tarde pensando en ella. Al día siguiente tenía miedo de ir a casa de mi abuela, ya que estaría muy mal. Mi abuela estaba triste, aun así nos hizo todo lo que queríamos para comer. Yo echaba mucho en falta la existencia de mi bisabuela. Ella siempre que me hablaba no le hacía a veces mucho caso, porque me repetía las cosas y estaba un poco sorda, pero hoy en día me he dado cuenta de que el tiempo pasa y puede ocurrir cualquier cosa, por eso ahora valoro mucho a mi abuela y a mi abuelo ya que son más mayores. Intento dormir siempre con ellos y cuando voy a dormir a su casa me dice; ¿quieres dormir en la habitación de la abuela Rosa?, porque ella siempre dormía ahí. Yo cuando me dicen eso siempre pienso en ella ya que la echo en falta, la mayoría de veces me acuesto ahí.

Si pudiera mandarle un mensaje sería: abuela te echo mucho de menos, no te valoré mucho, ya que era pequeñito pero ahora te echo en falta, espero que lo entendieras y ojalá estuvieras aquí. Adiós abuela.

Iván García Peralta

Hola yaya Juani:

Hace ya un año que no estás con nosotros, pero te llevo siempre en mi corazón.

Te escribo esta carta para contarte cómo nos van las cosas, ya que han cambiado mucho. Los titos y nosotros nos estamos turnando para ir a cuidar al yayo y cada dos semanas vivimos en tu casa, ya que fue un duro golpe para él  y se quedó muy triste, por eso vamos a hacerle compañía. Durante este año, Álvaro tomó la comunión en mayo y lo celebramos por todo lo alto, como la ocasión lo merecía, te eché de menos porque estuvimos todos y faltaste tú, pero a la vez estuviste presente y aparte me acordé de ti porque te hacía mucha ilusión por ser tu nieto más pequeño y tú y yo teníamos todos los detalles preparados.

La tata María del mar se ha ido una temporada a trabajar a Marruecos, la tata María ha encontrado un trabajo y está ahora haciendo un máster, has tenido otro bisnieto llamado Alejandro y los demás están muy bien y siguen con la vida que tú conociste.

También este año me eché un amigo y no funcionó, como ya me decías tú “muy linda, muy bella pero no hay quien cargue con ella” cuánta razón tenías. En verano fuimos a tu Córdoba tan querida y visitamos tu hogar de la infancia y también fuimos a ver a tu San Rafael, del que tanto nos hablabas y pusimos una vela para que cuidara de ti.

Este mes celebre mi cumpleaños con todos y he ido dos veces a verte, lloré mucho y yo sé que eso a ti nunca te ha gustado, pero no lo puedo evitar cada vez que me acuerdo de ti y te prometo que la próxima vez intentaré ser más fuerte e ir más feliz.

Este puente vienen todos, ya que es el día de todos los Santos e iremos a verte.

Te doy las gracias por todo lo que has hecho siempre por mí, eres mi ángel que siempre está ahí cuando todo parece que se rompe en mil pedazos. Te echo mucho de menos, un fuerte abrazo, que sepas que te quiero mucho y que siempre te llevo en mí.

                                                                                                                      Elisabeth Carrasco Mariel