El curso 2014-2015 ya ha arrancado, y nuestro blog da la bienvenida a nuevos y veteranos alumnos con la misma ilusión que comenzó su andadura hace ya un año…Y ha querido hacerlo en un día muy especial, una fecha significativa para muchas familias que cada 21 de septiembre aunan sus voces y su energía para conmemorar el Día Mundial del Alzheimer. Una triste y desgarradora enfermedad que va borrando a su paso los recuerdos de una vida.
Nunca sabemos qué nos puede deparar esta impredecible aventura que emprendimos al nacer, pero de lo que sí estamos seguros es que nuestro camino se irá atesorando de muchos momentos, algunos buenos, algunos no tan buenos, algunos que desearíamos rememorar una y otra vez en nuestro corazón y otros que quisiéramos olvidar y no podemos; momentos que irán conformando nuestra esencia y que les dirán a aquellos a los que tanto quisimos y que tanto nos quisieron quiénes fuimos, dejando una huella indeleble en su trayecto.
Por esta razón, porque todos los caminos son inescrutables y nunca podremos saber qué piedras encontraremos en nuestro camino, hemos querido recopilar algunos de nuestros grandes recuerdos, para que si algún día no podemos seguir cuidándolos, aquellos que nos aman lo hagan por nosotros, pues como un sabio dijo una vez: «Los recuerdos que hoy terminan en ti, empiezan en nosotros».
Puedo afirmar que los mejores recuerdos que tengo los viví junto a mis primos (Emma, Jaume, Joan y Andrea) y mis abuelos. Pasé gran parte de mi infancia con mis abuelos, los veía todos los días, me quedaba a comer en su casa, ya que mis padres trabajaban. Me pasaba horas y horas jugando, montando un »Castillo» con las piezas del ajedrez, montando torres con piezas de puzzle grandes y blanditas, me salía al patio y cavaba un agujero para enterrar semillas de flores, y alguna vez incluso recogí alguna cría de gorrión y la cuidé en el patio de la casa, hasta que aprendía a volar y se iba…
¿Y lo bien que lo pasábamos los primos en las comidas familiares? ¡Eso no tiene precio! Antes poníamos una pequeña piscinita de apenas un metro de longitud y nos bañábamos, jugábamos y lo pasábamos genial, y cuando llegaba la hora de irse, todos no enfurruñábamos y alguno que otro se ponía a llorar… Claro, y con todo lo bueno, llega lo malo… Éramos muy trastos, y siempre nos metíamos en algún lío, rompimos más de un jarrón, arrancamos más de una de las cuidadas y añoradas plantas de mi abuela, y una vez, hicimos una guerra de cojines entre nosotros y mi abuelo, y él salió perdiendo, pues un cojín le dio en la cara y le tiramos las gafas al suelo, y para postre, uno de nosotros, no recuerdo bien quién fue, las pisó y las dobló enteritas.
¿Y cuándo comíamos en el Alamí? Sacábamos la cocinita y mi prima Andrea y yo empezábamos a servir »Café», que en realidad era tierra, con césped, y agua…A mí me encantaba coger un cubo de metal, llenarlo de agua y hacer una »pócima secreta» con agua, arena, plantas, cáscaras de almendras, sal y también azafrán, y luego, cuando mi abuela me encontraba, me regañaba por coger el azafrán. Recuerdo también que en un armario había una caracola enorme que pertenecía a mi abuela, tenía un montón de años, ella dice que se la regaló una vez su abuelo. Nos dejaba cogerla, pero con muchísimo cuidado, ya que para ella era algo muy valioso.
Ahora ya nos hemos hecho mayores, y apenas nos reunimos, y cuando vamos a la caseta, muy a la larga, después de comernos las riquísimas paellas de mi abuela, cada uno se va. Uno porque tiene que estudiar, el otro porque quiere jugar a la consola en su casa, otro porque tiene sueño, otro porque ha quedado con los amigos… Pero bueno, con el tiempo las cosas pasan pero los recuerdos nunca se olvidan.
Ángela Mínguez Bernabéu, 2ºESO A
Tengo muchos recuerdos…buenos, malos, bonitos, emotivos, tristes, alegres…Pero hoy voy a contar unos de los recuerdos más preciados que tengo y que nunca quisiera olvidar.
Una tarde de verano tranquila, cuando yo tenía tan solo 5 años, me dieron una gran noticia: iba a tener una prima. Como yo no tenía a nadie con quien jugar en mi familia, porque todos eran adultos y yo era la única niña, me puse súper contenta, porque así tendría a alguien con quien divertirme, pasármelo bien, contarle secretos y muchas cosas más. Cuando mi tía estaba embarazada siempre le preguntaba, que cómo se iba a llamar, que si sería chico o chica, etc. y cuando me dijeron que iba a ser una chica me alegre mucho, tenía unas ganas enormes de que naciera y por suerte el día que tanto esperaba llegó. Yo estaba en mi casa porque era de noche y tenía que ir al día siguiente al colegio, pero recuerdo que mis tíos le enviaron una foto a mi padre por el ordenador, cuando la vi, me puse a saltar y tenía unas ganas enormes de verla en persona.
Al día siguiente fui al hospital, estaba muy nerviosa y cuando la vi me emocioné, me daba un poco de miedo tacarla por si acaso le hacía daño. Los meses pasaron, y todavía recuerdo cuando la cogí en brazos por primera vez y disfruté entonces de los mejores minutos de mi vida. Con el paso del tiempo, ese bebe, al que tanto quería, aprendió a hablar, caminar y de eso han pasado ya 7 años, y es que el tiempo pasa volando. Me gustaría que mi prima supiera, que a pesar de lo pequeña que es, tiene un corazón enorme. He pasado los mejores momentos de mi vida a su lado, y también algunos tristes, aunque ella ha sabido ayudarme para intentar que no piense en ellos. Para mí ella es como mi hermana pequeña, porque ni ella ni yo tenemos hermanos, así que nos tratamos como si lo fuéramos, aunque tenemos nuestras peleas y enfados, como todo el mundo. Ella me ha enseñado muchas cosas y yo a ella también, espero estar a su lado toda la vida y seguir compartiendo risas, enfados, lloros y alegrías. Y ese es el gran recuerdo que nunca quiero olvidar.
Estela Ortega Bernabéu, 2ºESO B
Un día como otro cualquiera, mi hermana y yo estábamos en casa preparando la comida, ya que mis padres estaban trabajando. Después llegaron, y como todos los lunes, comimos macarrones. Más tarde, mi padre se fue a trabajar, pero mi madre libraba por la tarde, así que como al día siguiente yo me iba de campamento y teníamos que preparar varias cosas y comprar otras muchas, mi madre aprovechó para ir a comprar. Sin embargo, cuando apenas había transcurrido media hora, mi madre llegó a casa preocupada y llorando. No sabíamos qué le pasaba, le preguntamos y ella decía que nada, pero al final nos lo acabó contando. Era lo peor que me podía haber pasado; mi padre había tenido un accidente con la moto. Me asusté y pensé que me había quedado sin la persona más maravillosa de este mundo.
Mi madre salió corriendo de casa para seguir a la ambulancia que llevaba dentro a mi padre. Yo me quedé con mi hermana, estábamos las dos muy muy tristes, agobiadas porque no sabíamos nada y sobre todo asustadas por lo sucedido. En esos instantes empecé a pensar en los maravillosos momentos que había pasado junto a él, en las aventuras vividas y en las cosas que aún me quedaban por vivir. Me había dado la vida, y me dijo que siempre estaría conmigo, me enseñó a comprender las cosas, lo que estaba bien y mal, pero sobre todo a valorar lo que tengo, que son él y mi familia. Pensé que no le iba a ver más, pero en ese momento llamó mi madre diciéndonos que estaba vivo y estaba bastante bien, a mí ese bastante me sobraba ya que quería que estuviese bien. Tras aguantar largas horas de desesperación y angustia, mis tíos llamaron diciendo que íbamos a Alcoy a verlo. Cogimos el coche y nos dirigimos a Alcoy. Llegamos al hospital, entramos mi hermana y yo a la habitación donde estaba mi padre, estaba todo magullado. De repente me saltaron las lágrimas de aquellos ojos vidriosos, él me dijo que estaba bien, que se recuperaría… Me despedí de él cuando ya le subieron a planta, yo le dije que no iba a ir al campamento, él dijo llorando que fuera, que si le quería ver bien, tenía que ir, así que acepté. Me quedé a dormir a casa de mis tíos, ya que mi madre estaba en el hospital, cogí mi maleta y me fui. Al día siguiente cogimos el coche y nos dirigimos hacia el campamento, me lo pasé genial, llamé a mi padre todos los días. Cuando se acabó el campamento por fin regresé a casa, él me dijo que me quería mucho y que me había echado de menos. Pasaron unos días, al final se recuperó, y gracias a la rehabilitación está mejor, muchísimo mejor. Es mi padre y no le hubiera dejado caer nunca, porque es lo más preciado que tengo.
Te quiero Papá.
Ángela Vilaplana Verdú, 2ºESO A
¿Qué es lo primero que me viene a la cabeza cuando pienso en la palabra recuerdo? Pienso en las cosas más bonitas que existen en mi mente, pienso en mi familia, en mi perro, en mis amigos, en los viajes que he hecho; pero como en todo ser humano, en nuestra mente también hay recuerdos malos, como la muerte de una persona importante, un suspenso, o las regañinas de tus padres. Por eso procuramos llenar nuestra vida de felicidad, para olvidar los momentos malos de nuestra vida, o al menos para no recordarlos.
Este recuerdo especial está dedicado a una persona, que aunque tuviese más años que yo, era mi amigo. Esa persona era Don Antonio. Me encantaba su voz, sus cantos y sus misas.
Recuerdo como si fuese ayer aquel trágico día. Mi amigo Luis se acercó a mí y me dio la mala noticia. Aquel día no pude evitar convertirme en un mar de lágrimas. Fueron pasando las horas, salí del colegio y me detuve a mirar la iglesia pensando en Don Antonio. Pensé en todos los buenos momentos que pase junto a él; como la vez que fue a vernos al campamento de postcomunión, o cuando todos los niños asistíamos a la misa de doce que él celebraba, o como la vez que me dijo que fuera a la casa Abadía para regalarme una foto de San Nicolás (patrón de Alicante); cuando me bautizó, aunque no me acuerdo de eso, y cuando me dio mi Primera Comunión, pero lo cierto es que también me hubiese gustado que hubiera celebrado la misa de mi confirmación, o que me hubiera casado y bautizado a mis hijos…
No sé cuánto tiempo pasé frente a la Iglesia, pero algo dentro de mí me hizo saber que estaría en un lugar mejor.
¿Qué sería de este mundo sin los malos recuerdos? Los malos recuerdos te hacen más fuerte.
Nicolás Payá Martínez, 2ºESO B
Lo que más me ha marcado en mi vida ha sido la muerte de mi abuela Iluminada, los momentos que pasaba junto a ella eran especiales, era como tener un ángel a tu lado y saber que siempre estaría ahí para ayudarte.
Mi abuela tenía cáncer, una enfermedad que yo veía que cada vez le hacía más daño, casi todos los días mi madre o algún hermano o hermana la llevaban al hospital para hacerle todo tipo de pruebas, pero todos los médicos decían que no se podía hacer nada contra la enfermedad, aún así una parte de mí sabía que se podía hacer algo.
Mi prima y yo escuchamos muchas conversaciones en las que se decía que mi abuela no estaba muy bien, así que nos preocupamos, y aceptamos con resignación el hecho de que más pronto o más tarde iba a fallecer. Todos los días por la tarde me iba a casa de mi tía, y allí mi prima y yo jugábamos a investigar cosas para poder curar a mi abuela, buscamos piedras especiales, rezábamos… soñábamos con encontrar soluciones. Y después, al caer la tarde, me iba a casa a dormir y rezaba esta oración:
Antes de dormir señor quería decirle que tengo una abuela enferma y quisiera que me ayudaras a que se recupere, por favor.
Más tarde, cuando acababa, me iba a dormir pensando en ella.
Claudia Santonja Beneyto, 2ºESO A
Para mí el recuerdo que de momento más ha marcado mi vida tuvo lugar el día en que me anunciaron que iba a entrar en primer grado de elemental en el conservatorio de música y danza de Alcoy, cuando tenía nueve años.
Fue un día de Septiembre, al salir del colegio me dirigí al coche de mi abuela, quien me llevó a su casa, ya que ese día comía allí, y cuando llegamos me dio la noticia. Ese momento fue muy especial, sentí una profunda alegría, gratitud hacia mis padres que habían hecho lo imposible por llevarme a esa prueba, sentí gozo, pensaba que entrar allí me haría conocer a mucha gente, hacer más amigos y me abriría puertas hacia mi ilusión, que era ser pianista. En ese momento nadie podía hacer nada para que estuviera triste o desanimada, pero a la vez empecé a darme cuenta de que todo eso requería mucho esfuerzo, dependía de mí y tenía que estudiar mucho para conseguir lo que me gustaba tanto.
Lo primero que hice fue llamar a mi madre, no le dije que ya sabía lo de la prueba porque seguro que a ella le hacía ilusión contármelo, pero le pregunté cuánto tardaría en llegar, y pocos minutos después se presentó en la puerta con una sonrisa que me llenó de satisfacción porque sentí que estaba orgullosa, y por lo tanto yo también me sentí así. Entró en casa y comimos mientras ella me contaba todo lo ocurrido, me dijo que mientras ella estaba en el instituto la llamaron y le dijeron que había entrado y que mi profesor a partir de ese momento sería Juan Antonio. Entonces la curiosidad me invadió porque quería saber cómo era todo aquello y quería conocer a mi profesor, pero tenía que esperar para poder saberlo todo.
Al terminar de comer nos despedimos de mi abuela y nos fuimos a casa. Yo ya no podía ni hablar, no sabía lo que hacer, porque estaba pensando en todos esos sentimientos que me habían hecho reír, emocionarme, reflexionar y sobre todo agradecer.
Ese día es un recuerdo que no se va a ir jamás porque no lo permitiré.
Mila Martínez Ferrero, 2ºESO B
Cuando me desperté parecía una mañana de invierno como todas, pero recibí una gran noticia y todo cambió: mi tía me dijo que mi madre estaba en el hospital porque había roto aguas. Cuando me lo dijo me quedé paralizada, no podía creer que por fin tenía un hermano.
En ese momento fui a casa de mi tía a comer, y cuando acabamos fuimos directos al hospital para ver cómo estaban mi madre y mi hermano. Cuando entré por la puerta allí estaba él, era muy pequeñito y lloraba desconsoladamente, pero aun así a mí me pareció el bebé más tierno que había visto. La primera vez que le cogí en brazos estaba nerviosa, pensaba ¿y si se me cae?, ¿y si no le gusto y empieza a llorar?, o quizá no me quiera tanto como yo a él. Me ponía en lo peor. Cuando por fin le cogí reaccionó de una manera muy distinta, me sonrío y hasta pareció que me guiñaba el ojo. Me emocioné mucho, empecé a llorar, no quería irme de su lado quería estar más tiempo con él, pero no me podía quedar a dormir en el hospital, porque había más gente.
Desde ese día mi mundo cambió por completo, ahora es muchísimo mejor y le quiero más que a nada, y sí, nos peleamos como todos los hermanos, pero aun así yo no imaginaría mi vida sin él.
Denisa Turcu, 2ºESO A
Yo no he podido elegir un recuerdo concreto. En vez de eso he escogido una etapa llena de recuerdos bonitos.
La infancia es una de las etapas más bonitas de la vida. Se podría decir que muchos de los recuerdos más valiosos que tengo son de mi infancia. De pequeños es cuando somos más revoltosos, más cabezotas, pero sobre todo más inocentes. Es ese tiempo donde nada te da vergüenza y las cosas más simples son las que más feliz te hacen, todos tenemos una infancia llena de recuerdos, de momentos, que aunque eras muy pequeño, recordarás toda tu vida, porque son precisamente esos recuerdos (ya sean buenos o malos) los que te marcan y te hacen ser como eres. Por eso son los más valiosos. En mi caso tengo muchos y nunca los quiero olvidar.
Natalia Peydró Medina, 2ºESO B
El recuerdo que no quisiera olvidar fue cuando pude viajar a Ecuador a ver a mi familia después de 5 años sin verlos. Fuimos en vacaciones y pude disfrutar junto a mis abuelos y tíos durante dos meses, también celebrar mi cumpleaños y a la semana siguiente el bautizo de mi hermano. Tuve la oportunidad de conocer ciudades como Quito, Guayaquil, Salinas y Baños, que es un pueblo donde hay balnearios que tienen agua que se calienta al pasar por un volcán. Pude conocer además la ciudad Mitad del Mundo, que es uno de los lugares más turísticos, al igual que también visité un sitio que antiguamente era un volcán, y ahora está habitado, aunque dicen que éste aún está activo y podría entrar en erupción.
Visitamos también a mi bisabuela que vive en la capital y su casa estaba junto al aeropuerto, de hecho se escuchaba y se veía como despegaban los aviones. Una de las cosas que más me sorprendió de este viaje fue que en una roca estaba esculpida la cara del diablo y se dice que detrás de ella se encuentra un gran tesoro. Este recuerdo no lo quisiera olvidar jamás, porque aparte de conocer muchos sitios, pude disfrutar cada momento con mi familia, ya que no los puedo ver todos los días. Me gustaría volver a visitarlos, y espero que el siguiente viaje sea tan inolvidable como este.
Lidia Ibarra Roldán, 2ºESO A
El día 10 de Julio de 2013 fue una fecha que me marcó. Todo empezó cuando el grupo One Direction anunció que iba a actuar en España el 8 de julio de 2014, en Barcelona, y el 10 y 11 en Madrid. Las entradas saldrían a la venta el 28 de Agosto. Ese mismo día fuimos al Corte Inglés y las compramos. Las guardé en un cajón y allí permanecieron durante más de 10 meses.
Cada mañana contaba cuántos días faltaban para que llegase ese día tan especial. Cuando por fin llegó, fuimos al Estadio Vicente Calderón a las 10 de la mañana y estuvimos haciendo cola, y allí conocí a unas chicas muy especiales: Nerea 1, Nerea 2, Isa, Carolina y Paula… Estuvimos hablando y me contaron que muchas de ellas estaban esperando desde mayo para que no les quitasen el sitio, e incluso se saltaron los exámenes para verlos. Todo era una locura. Los bomberos, como hacía tanto calor, nos tiraban agua y nos reíamos mucho con ello.
Cuando se hizo la hora de entrar, se formó un gran alboroto.
El escenario estaba genial, porque al tiempo que iban cantando lanzaban cohetes al ritmo de la música. Fue una noche inolvidable.
Paola Martínez Moltó, 2ºESO A
Un día como otro cualquiera sucedió lo que estaba deseando desde hacía varios años…
Yo estaba tranquilo en casa, cuando de repente aparecieron por la puerta mis padres y me dejaron sobre la mesa unos papeles. No tenía ni la menor idea del contenido, no sospechaba nada. Lo abrí poco a poco hasta que descubrí lo que era. Era un billete de tren y una entrada para ver al equipo de mis sueños, a mis ídolos, a los mejores jugadores del mundo. Me quedé anonadado después de que me dieran la gran noticia, por un instante me quedé paralizado, pero a la vez me dio una gran alegría.
Parecía que los días no pasasen y que todavía quedara mucho para el gran momento. El día al fin llegó, y por la mañana temprano marchamos hacia Alicante, allí cogimos el tren hasta Barcelona, llegamos más pronto de lo que esperábamos. Nada más llegar a la esperada ciudad de Barcelona, nos fuimos rápidamente al hotel. Llegamos, dimos una vuelta por el hotel, visitamos la piscina que estaba en el tejado, también había spa… Cuando terminamos de comer nos echamos una siesta y después, una vez relajados, nos fuimos al Camp Nou que estaba a tan solo unos pasos del hotel. Nada más entrar nos dimos cuenta de que era más grande en vivo que en las fotos. El partido empezó genial, en los primeros minutos el Barcelona, dirigido por Pep Guardiola, se hizo con el partido y lo demostró con un gran gol de Messi, el juego estuvo animado, la posesión fue la mayor parte del encuentro para el Barça, y además de ser quien en todo momento dominó el juego, también el equipo contó en su favor con los goles, con un resultado final de 3-0.
Pasadas las doce de la noche nos acostamos y al día siguiente al despertarnos dimos una vuelta por la fantástica ciudad de Barcelona, y más tarde dejamos la ciudad y vinimos de vuelta a Ibi. Vine encantado, ese día fue genial y espero que se pueda repetir. A parte de una experiencia increíble, también fue maravilloso porque pude pasar un fin de semana con mi padre y un amigo al que aprecio mucho y supongo que será una vivencia, un gran recuerdo que nunca olvidaré.
Jorge Serrano Arratia, 2ºESO A
Desde que nací has estado a mi lado, siempre dándome todo el cariño que un bebé, como era yo entonces, tanto deseaba. Me acuerdo que siempre estabas ayudándole a mi madre en las tareas de la casa, y siempre me ofrecías lo mejor de ti, siempre con esa sonrisa que nos regalabas a toda la familia, aunque en ese momento no te sintieras feliz. Aun me acuerdo de esas tardes que me contabas cuentos, veíamos la tele juntas, compartíamos multitud de experiencias como abuela y nieta que tanto valorábamos. También me acuerdo que siempre a la salida del colegio tú estabas esperándome para ir a merendar al parque.
Pero llegó el día, fue el peor de mi vida…Era sábado y estaba en mi casa tranquila, cuando de repente llegó mi cuidadora a mi casa diciéndonos que la abuela se había desmayado, mi madre te llevó al médico y al final detectaron que era Alzheimer, una enfermedad que no tiene solución, y poco a poco te fuiste olvidando de nosotros, y es muy duro ver a una nieta preguntarte ¿Quién soy? Y quedarte mirándome con la vista perdida sin saber quién soy. Ahora todo ha cambiado, ya no es como antes, que sonreías siempre que veías a tu hija y a tus nietos felices. Me gustaría volver al pasado, que todo retrocediese y que pudieras reconocerme y dijeras mi nombre, que sacases tu sonrisa otra vez, pero sé que eso nunca volverá a pasar, porque esta enfermedad te ha borrado todos los recuerdos que tenías, incluso has olvidado a las personas que más te quieren, pero nosotros no nos cansaremos intentando que estés bien y luchando por esa sonrisa y esa alegría que siempre nos regalaste.
Lucía Vicedo Márquez, 2ºESO B
Yo creo que mi recuerdo más bonito es mi madre, desde que nací ella me dio todo su amor, durante el tiempo que pudo. En realidad, mis únicos recuerdos buenos sucedieron durante cuatro años, porque unos años antes de morir se empezó a poner mala, esa enfermedad se apoderaba de su cuerpo y más de su corazón, y no me podía cuidar como hubiese querido, yo aun no sabía por qué cada vez se alejaba más de mí…
Cuando yo tenía cuatro años me enteré de que estaba enferma y que no se podía curar, pero con cuatro años no podía ser totalmente consciente de ello, porque no sabía qué era una enfermedad, aunque sí que debía ser algo malo. Cada vez que llegaba a casa de mis abuelos, donde estaba mi madre, me acostaba a su lado desde que venía del colegio hasta que me iba. Esos cinco años con ella fueron los mejores, los que más disfruté. Según lo que me ha contado mi familia, mi madre y yo nos poníamos a ver películas durante toda una tarde. Ella hacía todo lo que le pedía y me gustaba, a pesar de que le costara mucho esfuerzo por la enfermedad.
Adriel Sánchez Quiles, 2ºESO B
La verdad es que me ha costado un poco hacer esta redacción; pero finalmente me decidí, voy a hacer esta redacción sobre el mejor viaje que realicé, aunque es muy difícil expresar en una hoja y con un bolígrafo todas las emociones y experiencias vividas en él…
Era un día normal y corriente, cuando a punto de terminar de cenar, mis padres sacaron una hucha y nos dijeron que empezáramos a contar el dinero, pero de pronto, no había dinero en la hucha, sólo había una nota diciendo que ese insignificante papelito valía por cuatro billetes de avión para viajar a París. ¡No me lo podía creer!, el sueño de todo niño, de mi infancia entera se iba a cumplir. Llegó el día y todos estábamos muy nerviosos, o por lo menos yo, seguía sin creérmelo, había esperado ese viaje desde hacía años. Las dos horas en el avión se me hicieron eternas, no veía el momento en el que pudiera ver, tocar, y abrazar a Mickey, Donald, Minnie, Daisy… Pero por fin llegamos, seguidamente fuimos al hotel, dejamos las maletas y me fui corriendo a esperar al autobús que nos llevaría a “DisneyLand”.
Cuando llegamos al parque de atracciones me volví loca, no podía parar de hacerme fotos con todos los personajes de las películas y subirme a todas las atracciones, las que podía claro. En definitiva, fue una experiencia inolvidable, y ojalá se vuelva a repetir.
Elena Verdú Sánchez, 2ºESO A
Un recuerdo que me gustaría conservar siempre fue un viaje que hice a Santa Pola, más concretamente a la casa de una amiga mía: Noemí. Estábamos ella, Noa (que es otra amiga) y yo.
Pasamos todo un fin de semana, y nos lo pasamos muy bien.
Intentamos hacer granizado con un artilugio que tenía ella allí para hacer granizados. Así que leímos las instrucciones. Seguimos los pasos uno por uno, pero no nos salió. En las instrucciones decía que había que poner sal al hielo y en el interior de un bol, el sabor que queríamos. Lo escogimos de Coca-Cola. Estábamos desesperadas porque el granizado se hiciese, pensábamos que habíamos hecho algo mal, así que mezclamos el hielo y la sal junto con la Coca-Cola. La primera que lo probó fui yo, estaba muy muy malo, pero dije que estaba bueno para que las demás lo probaran; la segunda que lo probó fue Noemí, y suerte que estábamos enfrente de la pila de la cocina…
Al llegar su madre a casa y ver todo el desastre que habíamos montado, nos regañó y nos mandó limpiarlo todo.
Esa misma noche nos fuimos a Mc Donal’s donde había una cola inmensa, pero valía la pena por volver a degustar el sabor de sus famosas hamburguesas.
Fue un fin de semana irrepetible.
Cristina Gosálbez Beneyto, 2ºESO A