Todos somos prescindibles. Sí, amigos y amigas, sé que suena triste, y que además ofrece una visión algo pesimista, o incluso derrotista, de la propia existencia humana. Si ninguno de nosotros somos imprescindibles, es que no somos necesarios, podríamos concluir, pero permítanme que les diga, por paradójico que pueda resultar, que esa deducción no anda en absoluto bien encaminada.
Desde bien pequeños nos enseñan a comprender la vida, mal que nos cueste aceptarlo, como un ciclo: nacemos, procuramos, presumiblemente, disfrutar de nuestra estancia terrenal en la medida de lo que podemos, y asumimos a regañadientes que un día, sin saber ni cómo, ni dónde, ni tal vez por qué nos marcharemos. Sin embargo, reducir a esta simplicidad esquemática la magnitud de una trayectoria tan inédita y especial como es la vida, podría resultar desalentador, pues bien sabemos que aunque al final nos habrá parecido tan corta como la expresión gráfica de dicho proceso, la realidad es que ésta es mucho, muchísimo más que una secuencia de tres pasos.
Cuando llegamos al mundo, ni siquiera tenemos conciencia de haberlo hecho. Y es curioso, porque sin la capacidad de poder pensar por nosotros mismos, sin haber recibido indicaciones previas, o algún que otro consejo, la simple razón de estar ahí, de ser persona, nos arrastra sin paliativos hasta la línea de partida para, sin más preámbulos, comenzar nuestra propia carrera.
Nuestro ritmo, en principio, será leve, sutil, delicado, pero la frecuencia irá subiendo de intensidad conforme avancemos; vendrán obstáculos que superaremos, otros que sencillamente esquivaremos con audacia, y otros que nos harán caer y casi desfallecer. Habrá lugar para el éxito y la satisfacción que a cambio deja todo esfuerzo. En ocasiones iremos más rápido y en otras desearemos hacerlo lento. Pero lo más importante es que no estaremos solos durante el recorrido, porque en él siempre encontraremos a quienes quieran trabajar en equipo, por lo que alcanzar la meta se nos planteará como el más vacuo de nuestros objetivos.
Todos somos prescindibles, sí, porque todos algún día dejaremos de ser en un sentido puramente físico, y la vida seguirá su curso incluso para las personas que tanto amamos y tanto nos amaron, pero lo cierto es que nuestro lugar será para aquellos que se queden irreemplazable. Y siempre habrá alguien que recordará el eco de nuestra risa, que bailará emocionado nuestra canción, que cerrará los ojos y aspirará fuerte al sentir cerca la esencia de nuestro perfume. Siempre habrá quien devuelva a la memoria colectiva algunas de nuestras anécdotas, y hará suyos los consejos que un día le dijimos. Y así será como si nunca nos hubiésemos ido.
Muchas serán las personas que pasarán por nuestra vida, y puesto que el ser humano fue dotado a mansalva de ese instinto tan primario llamado amor, podrá quererlas a todas ellas a la vez, aunque de distinta manera. Pero tal vez sólo un grupo reducido de ellas, quizá cinco, quizá algunas más, serán la última imagen que proyecte nuestra memoria antes de apagarse llevándose consigo nuestros recuerdos.
Carla Valero Cespedosa, 2ºESO B
A lo largo de mis 14 años de vida muchas personas han sido esenciales para mí y muchas de ellas aún lo siguen siendo, pero si tuviera que elegir, sin duda, me quedo con estas cinco maravillosas personas.
La primera y la más especial es mi madre. Ella es la mujer de mi vida, mi ejemplo a seguir, la que me guía cuando dudo con lo que tengo que hacer. Es una mujer fuerte, que nunca se rinde. También es muy soñadora, pero con los pies en la tierra, esto es algo que me repite siempre. Es la persona que pase lo que pase me va a apoyar y a querer incondicionalmente. A ella le debo la vida, aunque a veces no se lo demuestre.
Otro imprescindible es mi padre, mi superhéroe, mi hombre perfecto. La persona que junto a mi madre me ha educado, apoyado y querido siempre. A él también le debo la vida. Es un hombre muy valiente y luchador, que si algo quiere va a por ello hasta el final, es algo que admiro mucho de él.
Mi abuela, creo que no tengo palabras para describirla. Simplemente todo se resume en que es la mejor. Mi cocinera favorita, el otro amor de mi vida. La mujer más fuerte que puede haber, ha luchado y lucha por todos nosotros cada día. Aún no encuentro las palabras para describirla y para agradecerle todo lo que ha hecho y lo que hace por todos nosotros. Ojalá fuera eterna, porque el día que me falte una parte de mí se apagará para siempre.
Otra persona imprescindible es mi tía, pero yo diría que es mi hermana. Desde que era muy pequeñita ha estado junto a mí, apoyándome, dándome la mano cada vez que caía y aún lo sigue haciendo. A ella le debo mucho.
Y el último, pero no por ello menos importante, es él, el que ha cambiado una parte de mí: Albert Espinosa, un escritor que con sus libros me ha ayudado mucho y gracias a él mi forma de ver el mundo ha cambiado. Y me ha enseñado que por muy desgraciado que te sientas siempre hay motivos para sonreír y que las cosas, a veces, sí pueden ser para siempre.
Y con esta carta, les doy las gracias por todo.
Lucía Montesinos Medina, 2ºESO A
Muchas personas dicen que tienen muchos amigos, que todo el mundo les quiere, pero la verdad es que, desde mi punto de vista, las verdaderas que siempre están a tu lado se pueden contar con los dedos de la mano.
Hay muchas personas que a lo largo de mi vida se han ganado toda mi confianza, y otras la han perdido, pero la verdad es que sólo cinco personas son las que sé que nunca me dejarán caer, que siempre van a estar ahí para mí, que son imprescindibles.
De alguna forma son como los dedos de mi mano, me completan. También me ayudan a hacer la mayoría de las cosas, me hacen todo más fácil y le van dando ritmo y energía a mi propia historia.
Mi madre es un pilar muy importante en mi vida y me da el amor más grande de todos. No sé lo que haría sin ella, sin todo su apoyo, sin todos los consejos que me da cada día y, sobre todo, sin sus abrazos.
También está mi padre, que es como mi perro guía, siempre me enseña el buen camino. Supongo que de alguna forma, gracias a él soy como soy. Me asombra que le haga enfadar todos los días y que, sin embrago, siempre encuentre la forma de perdonarme y seguir dándome su cariño.
Aunque no se lo diga muy a menudo mi hermano también es muy imprescindible para mí. Durante este largo tiempo que no he estado con él, he llegado a echar de menos incluso nuestras peleas, porque cuando mis padres no están la casa se siente muy vacía y necesito a alguien que me de consejos cuando los necesito porque no es lo mismo hablar por videollamada.
Por otra parte está mi tío que siempre está ahí. No le hace falta preguntar qué me pasa, él siempre lo sabe y me saca el tema de la cabeza con alguna de sus tonterías o de sus historias.
Finalmente está mi mejor amiga, mi hermana, Aitana. Siempre sabe sacarme una sonrisa y sabe escuchar todos mis problemas y también ponerles solución. Constantemente nos peleamos y muchas veces he llegado a pensar que se iría de mi lado, pero siempre me sorprende y se queda.
No sé de qué manera podría agradecerles a todas estas personas lo mucho que han hecho por mí, y creo que nunca la encontraré. Así que de alguna forma espero que con brindarles todo mi amor sea suficiente.
Aitana Palao Peydró, 2ºESO B
Cuando leí el tema de esta redacción por mi cabeza circularon muchos nombres. ¿Cómo elegir cinco? ¿Cómo escoger, si las personas imprescindibles en mi vida son incluso más de diez? Tengo tres personas claras: mi padre, mi madre y mi hermano, pero, ¿y las personas que han estado siempre ahí? ¿Y mis abuelos? Supongo que entre los cuatro tendría que elegir a dos. ¡Esto es tan difícil!
Empezaré por mi abuela Antonia, porque siempre recordaré las tardes de parchís en su casa, cómo sonreía al ver que me ilusionaba cuando iba a ganar; por enseñarme a amar a mi familia por encima de todo y hacerme ver que nunca me sentiría sola. Por pasarme dinero a escondidas para que mi madre no nos regañara, por decirme que era su nieta favorita, para después decírselo a Marc, Paula y a Víctor. Porque aunque te hayas ido, sólo lo has hecho físicamente, porque cada vez que vea una película de cowboys o de Hitchcock me acordaré de ti. Porque cada vez que alguien cante una canción de Raffaella Carrà, me vendrá una imagen tuya a la cabeza. Porque en las comidas familiares siempre serás el gran tema de conversación. Porque cuando veo la foto que hay en casa siempre sonrío… Me has dado valores muy importantes, pero sobre todo, me has dado felicidad. Muchas gracias por haberme aguantado y haber hecho de mi paso por tu vida algo muy divertido.
Otra persona a la que le debo mucho es a mi abuela Carmen. Ella siempre me ha cuidado, siempre me ha mimado, y siempre me ha querido. Supongo que como ella es la abuela más joven que tengo, es quizá, con la que más tiempo he pasado. Las noches de películas, las comidas familiares, las visitas inesperadas, y otras con sorpresa. Las meriendas viendo “Puente Viejo”, las otras recordando al abuelo, los días interminables escuchándome practicar piano, y otros haciendo experimentos en la cocina. Ella me ha enseñado a respetar sin condiciones, a valorar lo que tenemos, a sacar moraleja de todas las historias que me contaba del abuelo… Ha demostrado ser una persona paciente, bondadosa, amable… Y por eso aún tengo cosas que aprender de ella. Es principal en mi vida, sin ella, estaría perdida.
Ahora, como no, mi madre. Mi madre, mi niñera, mi profesora, mi cocinera, mi taxista, mi psicóloga, mi estilista, mi peluquera, mi consejera, mi hombro sobre el que llorar, la sonrisa que me apoya… Hay veces que no te lo demuestro, creo que muy pocas veces se lo he dicho, pero sólo puedo decirle gracias, por todo y por mucho más. La verdad, no sé que más escribir, supongo que lo que siento no se puede expresar con palabras, ni incluso con hechos. Tengo fe ciega en ella, en sus brazos encuentro siempre un referente, mi guía.
Mi padre, el pilar que sostiene el techo de mi desastrosa vida. Sin él sería como una brújula que perdióel rumbo. Él me ha enseñado a valerme por mí misma, aunque sé que él, en el fondo, no quiere que crezca. Es imprescindible para mí, como supongo, que todo padre lo es en la vida de un niño. Muchas gracias por todo, de verdad, gracias.
Y por último, pero no menos importante, mi hermano, mi compañero de vida, mi compinche, mi confidente… Sé que a veces me paso con él, pero supongo que le ataco para defenderme a mí, para crearme un escudo. Lo siento, de verdad, a veces no eres consciente del daño que haces hasta que te lo hacen. Supongo que como es más pequeño lo veo vulnerable, pero me ha enseñado mucho, más de lo que nunca podría imaginar. No me había dado cuenta de que puede que él me haya enseñado más a mí que yo a él.
Así que gracias. A todos. Por todo.
Nacho Guerrero Ferrer, 2ºESO A
Pensar en sólo cinco personas que sean imprescindibles en mi vida es una decisión muy difícil, porque yo elegiría a toda mi familia, a mis amigos y también a mi ídolo Iker Casillas. Pero reflexionando en mi interior, la primera elegida, sin dudarlo, sería mi madre, porque la quiero mucho y me ayuda siempre con mis problemas, con los deberes, etc; también contribuye a que mi día a día sea mejor. Además ella fue quien me concedió el regalo más bonito y que nunca me cansaré de agradecerle: la vida.
Después elegiría a mi padre. Él es muy importante para mí y también me ha dado el regalo de la vida. A los dos nos gusta hacer largas caminatas por la montaña, en las que a veces nos acompaña mi madre, también salir a correr y ver el futbol, sobre todo cuando juega España pues disfrutamos animando a la selección.
Mi hermano, aunque a veces nos pelemos, pero lo cierto es que siempre que estoy con él me lo paso muy bien y me divierto mucho, juntos hemos pasado muy buenos momentos y seguro que nos quedan muchos más por vivir.
Los dos últimos son mis amigos Pablo García y Edu porque siempre hemos estado juntos, nos lo hemos pasado muy bien y hemos vivido momentos que nunca olvidaré. También, como tenemos en común la misma afición: el fútbol, cuando no sabemos qué hacer jugamos a este deporte y nos lo pasamos genial.
Podría haber elegido a otros, pero he pensado en estas cinco personas porque son muy importantes para mí y, sin duda, lo seguirán siendo.
Irene Picó Samper, 2ºESO B
A lo largo de mi vida le he cogido cariño a muchas personas y para mí se han convertido en mis imprescindibles. Ellos son: mi madre, mi padre, mi hermano y mis abuelos. Mi madre es una de las personas más importantes en mi vida porque aunque a veces no la quiera ni ver, sé que en el fondo no podría vivir sin ella, muchas veces no me comprende, pero curiosamente, siempre me acaba dando los mejores consejos. También mi padre es muy importante en mi vida, porque aunque no lo vea tanto o no hable tanto con él, siempre está dispuesto a ayudarme y a apoyarme en todo lo que haga falta, aunque él no esté convencido del todo o no le guste mucho.
Otros súper imprescindibles son mis abuelos. Mi abuela Irene, que de ahí me viene el nombre, vive en frente de mi casa y la veo todos los días. Ella siempre está dispuesta a ayudarme, dentro de lo que puede; y luego está mi abuelo, siempre que voy a verlo me cuenta cosas de todo lo que hace y revive conmigo muchas anécdotas de cuándo era pequeño.
De niña me encantaba estar con ellos porque me entretenía mucho, aunque ahora, como es normal, ya no juego con ellos. Son un gran apoyo para mí y no sé qué haré cuando no estén. Por suerte tengo a todos los abuelos, pero son tantos años cogiéndoles cariño que cuando pienso en que algún día ya no no estarán conmigo y ya no veré a mi abuela todas las mañanas venir de comprar el pan, me costará mucho superar su pérdida, aunque es ley de vida, pero son demasiado importantes para mí.
Por supuesto, fundamental es mi hermano Rubén, que aunque ya no juego con él como cuando éramos pequeños lo quiero mucho y aún nos echamos algunas risas de vez en cuando. Para mí es un gran apoyo porque se preocupa mucho por todo lo que me sucede, aunque a veces yo no lo vea, o no lo quiera ver, enseguida que me ve preocupada intenta hacerme reír y si me ve triste me anima, desde que pasé a secundaría ya casi no nos vemos, y cuando nos vemos, siempre estamos peleándonos, aun así es muy, muy importante en mi vida, y sé que sin él, no voy a decir que no podría vivir, porque todo se supera, pero me quedaría siempre un hueco en el corazón que nadie podría llenar.
Lucía Tárraga Romero, 2ºESO A
Es difícil saber quién nos aporta algo, quién nos enseña, quién nos abre la puerta cuando la vemos cerrada ante nuestros ojos. Evidentemente yo sé perfectamente las personas que me enseñan, me apoyan y me ayudan día a día. Ellos son mis padres, quienes siempre han estado ahí, me han enseñado, regañando, abrazado. Pero ahora, en esta etapa de mi vida, es todo diferente. Ahora mi mayor apoyo son mis amigas y una de ellas en especial. Siempre he tenido relación con ella, con el tiempo nos fuimos distanciando, y ahora me doy cuenta de que aunque estuviera un poco lejos de mí siempre estaba. Ella no me regala los oídos, siempre me dice la verdad, pero ante todo me apoya.
Luego, por otra parte, está mi hermano. Es más pequeño que yo, pero es una persona muy importante en mi vida. Sin él no sería quien soy. Y sí, vale, yo soy mayor que él, pero me ha enseñado cosas que ni yo misma sabía. Desde pequeña he estado siempre con él, ha sido la pieza que completa mi puzzle, porque hasta que no llegó estaba incompleto.
Por supuesto, en mi lista también está mi padre, desde pequeña me ha apoyado, siempre ha sido mi ejemplo a seguir, siempre ha sido el típico padre que nunca te castiga, pero es que con él nunca me he portado mal; sí, he tenido algunos roces, pero el mero hecho de que entendiera mis errores y siempre los corrigiera con cariño y me concediera una segunda oportunidad, eso es algo que siempre valoré de él.
¿Y ahora qué? ¿Quién más es importante en esta prueba llamada vida? ¿Quién es la persona que valoró el esfuerzo que hice desde pequeña? ¿Quién más sabrá por lo que he tenido que pasar y lo fuerte que tuve que ser, que soy y que tendré que ser? Bueno pues esa persona es mi tío. El ya no se encuentra entre nosotros, se fue cuando yo tenía 10 años. Y hasta el día que me dejó no supe valorar lo importante que era en mi vida. Él me apoyó y me dejó una pequeña misión (por llamarlo de alguna manera) esa misión fue que fuera feliz, que disfrutara de todo momento, que aprovechara cada día porque cada nueva mañana nos regala un día más de vida, y tú decides si quieres que éste sea maravilloso o no.
Y ahora falta esa última y gran persona que es mi otra gran pieza de mi inmenso puzzle que al final poco a poco se va completando y encajando. Me faltan muchos imprescindibles, si tuviera que hacer una lista me he dado cuenta de lo larga e inmensa que sería. Bueno pues poco a poco me he dado cuenta de quién ha creado la persona que soy. Esa persona, aunque parezca raro, soy yo, yo he ido observando, escuchando y dándome cuenta de cómo es el mundo de ahora, de cómo es la sociedad y de cómo es el trayecto de mi camino. Soy afortunada por tener lo que tengo, por tener la capacidad de saber y aprender un poco más cada día. Me he dado cuenta de que tengo tantos, tantos imprescindibles, que al final yo soy la semilla del gran árbol que, progresivamente, voy creando, mi vida, mi destino, mi misión, mi rompecabezas. Me he dado cuenta de que todos mis imprescindibles, tenían algo en común, ellos eran parte de mí.
Laura Azorín Rico, 2ºESO A
Las personas más imprescindibles de mi vida son muchas, pero de éstas he escogido a cinco en concreto: la primera es mi madre. Ella es inteligente, atenta, se preocupa mucho por nosotros y para mí es la mejor madre del mundo; me entiende en muchos sentidos y suele ser la que más me apoya.
En segundo lugar está mi padre, él es más frío, pero también se preocupa mucho por mí, siempre intenta hacernos felices a todos.
En tercer lugar está mi abuela, ella es muy cariñosa y dulce, siempre intenta tenernos a todos contentos y también nos ayuda a todos en lo que puede.
En cuarto lugar está mi abuelo, él ya no está entre nosotros pero nunca le olvidaremos, nos quería mucho al igual que nosotros a él, siempre nos defendía y con él nos lo pasábamos muy bien. ¡Era un abuelo 10!
En quinto y último lugar está mi tía, ella siempre quiere lo mejor para mí, aunque yo, a veces, no lo valore y nos enfademos por ello, pero ella siempre sabe perdonar y nuestros enfados duran muy poco.
Éstas son las personas más imprescindibles de mi vida, aunque no los únicos, hay muchas personas más, tanto amigos como familiares a los que también quiero mucho y también son muy importantes para mí.
Laura Salvador Sanjuán, 2ºESO A
En mi vida han aparecido muchas personas esenciales, pero a lo largo de todo este tiempo he descubierto quiénes son “mis imprescindibles”. Podría hablar de todas mis amigas y también de todos mis familiares, pero en esta ocasión sólo lo haré de aquellos que de verdad me han marcado y apoyado.
La primera de todas sin dudarlo es mi hermana María. Ella es mi icono, mi ejemplo a seguir. Aunque nos peleemos siempre terminamos arreglándolo. Desde pequeña mis ganas por parecerme a ella fueron infinitas. Ella fue quien me enseñó a jugar al baloncesto y quien me impulsó a apuntarme.
Mis otras personas imprescindibles, claramente son mis padres, quienes siempre están ahí, tanto en las buenas como en las malas. Últimamente la situación con ellos no es igual que cuando era pequeña, ya que yo he crecido y ellos piensan que sigo siendo la niña pequeña que hay que tratar con guantes de seda, eso me enfada y hace que discutamos por cualquier tontería. Pero igualmente yo les quiero mucho y aunque no se lo demuestre siempre, sigo pensando que ellos son mis héroes.
Otra persona imprescindible para mí es mi abuela Isabel, la madre de mi padre, que por desgracia últimamente no se encuentra muy bien. Sé que ella es muy fuerte y puede contra todo, pero tengo miedo a perderla. Sólo con mirarla a los ojos se me llena la mente de recuerdos y pienso que mi vida no sería igual sin ella a mi lado. La quiero mucho, y aunque de pequeña no la visitaba con demasiada frecuencia, ahora siempre que puedo voy y así aparte de verla sonreír, también recabo más recuerdos que de mayor me harán reír a mí.
Mi última persona no es la menos importante, sólo que es con la que menos tiempo he vivido. Esta persona es mi primo Álvaro, que tiene ahora tres años. Con él siempre estoy feliz. Estos años a su lado han sido maravillosos, ya que no había tenido ningún primo hermano, niño y pequeño. Siempre que va a casa de mi abuela quiere que este con él y que juegue con él a los coches o a saltar en la cama. Cada día que lo veo una sonrisa se dibuja en mi cara y pienso que ojalá cuando se haga mayor, siga siendo el niño con el que nunca me enfado y siempre esté bien.
Soraya Aracil Seco, 2ºESO A
Momentos, la vida está hecha de momentos, para los cuales necesitamos a las personas idóneas y poder entonces aguardar esos pequeños recuerdos. Sólo somos una raza avanzada de primates, donde tarde o temprano estos recuerdos serán olvidados, pero mientras esta vida llega a su fin puedes cerrar los ojos y dejar que todos estos hechos fluyan.
Cerraba los ojos y su imagen flotaba junto a mí, mi abuelo, con aquella mirada misteriosa a la vez que intrigante. Su imagen parecía real, pues un día lo fue. Esta persona fue esencial en mi vida. Los instantes que pasé junto a él vivirían en mí eternamente y nunca podré olvidarlos. Esta persona tan extrovertida me hizo ver el mundo de otra manera, con cadencias y giros que me parecían una danza única, sublime e inigualable.
Todo comenzaba a cobrar vida y, ahí estaba, mi abuela. Ella inundaba de bellos colores mis días en un mundo de penumbras y soledad. Era la única que, con una sola mirada, sabía todo aquello que me pasaba, la única que creía en mí cuando otros no lo hacían.
La joven Jane Austen, esta persona que decidió vivir de su pluma, a Jane no le importaba la casta y ésta se hubiera casada con alguna persona inferior a su rango si en ese compromiso hubiera existido el amor. Esta persona me ha transmitido firmeza y seguridad, por querer vivir de lo que tanto amaba y no dejarse influir por nadie.
Mi madre por ser una persona risueña, que me ha hecho creer que hasta lo que parece imposible se puede superar si uno lo desea con mucha fuerza. Su ayuda es un sentimiento noble y honesto en un mundo de indiferencia y dolor, por su bondad y todos sus logros que son dignos de elogio.
Emma Watson, una modelo a seguir. Te hace sentir fuerte y poderosa por haber nacido mujer. Esta mujer, como embajadora de Buena Voluntad de la ONU Mujeres, ha hecho creer que el feminismo no es, lejos de lo que algunos pudieran creer, una corriente caduca, cuyo objetivo es ningunear al género masculino. Para ella el feminismo es la doctrina social que anima a las mujeres a luchar por tener los mismos derechos que los hombres, estar todos -con independencia de nuestro género- en igualdad de condiciones. Emma te hace creer que merece la pena seguir a tu corazón y tener principios.