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Historias de misterio…

Sí, reconozcámoslo, nos intriga el misterio, éste siempre nos acaba atrayendo con su magnetismo y su fuerte personalidad por mucho que queramos resistirnos. Nos hace pensar, nos invita casi instintivamente a crear cábalas, conjeturas y atar cabos que, repentinamente, se desmontan ante nuestros ojos gracias a un sugerente e inesperado giro argumental que lo pone todo patas arriba. No importa que seamos unos románticos, que nos declaremos unos fanáticos de la comedia, porque es imposible no sucumbir a una historia con altas dosis de este poder esencial.

Hay algo en él…será quizá por su inescrutable carácter, por su capacidad para provocarnos escalofríos, por ese aire enigmático que siempre lo acompaña y le hace tan interesante, será porque siempre nos sabe a poco y nos deja con ganas de más, porque deja la puerta abierta a nuevos e inquietantes interrogantes, sin dar carpetazo a cuestiones por resolver. Será porque es una fuente inagotable de sorpresas y su originalidad se pierde en un horizonte que no termina.

Será sencillamente porque al pronunciar su nombre, todos queremos saber más…

Si quieren disfrutar de una noche diferente, atrévanse a leer los relatos de nuestros alumnos de 1ºESO…

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El Secreto del Pueblo

Por Soraya Aracil Seco, 1ºESO A

Nuestro pueblo, pintoresco y plácido como siempre, guardaba celosamente un secreto que aún nadie había osado descubrir. Sin embargo, todo el mundo sentía la inmensa curiosidad de saber cuál era. Pero, por nuestra cobardía, dice la profecía, no habíamos de temer, pues alguien lo desvelará alguna vez…

Por ahora no hay fratricidios, pero no esperemos mucho que pronto los habrá por ese repulsivo secreto. Pues en esta historia hay perdedores como también ganadores.

Esto empezó un día de abril de 1746, un día frio y tranquilo, pero no por mucho tiempo. Ese mismo día llegó un hombre de capa negra y de rostro desconocido, se puso en una roca alta de la antigua plaza y comenzó a contar que un secreto guardado durante mucho tiempo había en nuestro calmado pueblo, pues así era hasta ese entonces: nuestro calmado pueblo, antes de que ese hombre nombrara lo del secreto. Todo el pueblo se alteró y todo el mundo empezó a preocuparse.

Ese año hubo desgracias y tragedias por el absurdo secreto. Pero no sólo eso, la gente se volvió perturbada por el secreto, pues hasta los más ricos supieron de su hostil existencia.

Ese misterioso secreto puso en peligro la vida de muchas familias, pues los hombres se marchaban en busca de respuestas, y cuando volvían el pueblo estaba desmadrado porque no había nadie que se encargara de los oficios.

Al año siguiente el misterioso hombre sin rosto volvió a nuestro alterado pueblo, volvió a subirse a la roca y contó que el secreto era… Pero éste ya nunca se supo, pues en dicho momento un hombre arrojó un fardo contra él, porque ese ciudadano, al igual que todo el mundo, estaba harto de ese repulsivo secreto, ya que había traído demasiadas desgracias a ese tranquilo pueblo.

El secreto nunca se desveló, se quedó para siempre en el interior de ese hombre sin rostro que arrojaron al mar.

La Mansión

Por Inés Mira Pérez, 1ºESO B

Era un día lluvioso, caía una gran tormenta y los rayos alumbraban el cielo. No era un día cualquiera, era especialmente tenebroso. En una antigua mansión abandonada, justo en frente de mi casa, pasaban muchas cosas extrañas, por la noche las luces se encendían sin más y por la mañana éstas se apagaban y se escuchaban unos gritos espeluznantes de personas, que al perecer un día se adentraron en la mansión y ya nunca volvieron a salir de ella. Nadie podía explicar lo que allí pasaba. Así que mi amiga y yo nos preparamos para entrar en la mansión y descubrir qué gran misterio se escondía en el interior de aquella vieja casa.

Ya en la planta principal empezamos a buscar y a investigar, pero no encontramos nada, así que subimos a la primera planta, y fue entonces cuando le perdí la pista a mi amiga. Yo fui la única que sobreviví, pero ahora no me encuentro muy bien, aunque sigo con vida. Otros que también se salvaron, contaron lo que vieron…Al parecer, las sombras de los espíritus de quienes fueron los amos de la mansión, que fueron maldecidos. Ahora la mansión se ha derrumbado, pero la zona sigue conservando ese halo de inquietante misterio terrorífico.

Un lugar extraño

Por Sara Martínez Aracil, 1ºESO A

De esa noche sólo recuerdo que me acosté sobre las diez y media en mi cama, y cuando me desperté estaba aquí. No sé cómo paso, ni en qué momento ocurrió, no me explico de qué manera llegué hasta aquí. Este es un lugar que todo el mundo conoce, es un lugar lleno de personas maravillosas, se pasean tranquilamente en torno a los pilares de este sitio tan extraño, con una sonrisa de oreja a oreja. Aquí todo el mundo es muy feliz, y no necesitan cosas materiales paraserlo.

Por mi parte, yo seguía pensando en cómo podría haber llegado hasta aquí, no sabía muy bien en qué consistía mi misión, parecía no encajar en aquel mundo. Miré entonces a una mujer que se acercaba hacia mí, intenté pasar desapercibida, pero seguía mirándome y cada vez estaba más cerca. Me preguntó si necesitaba ayuda, yo, con miedo, le susurré que sí. Me pidió que le siguiera hasta una especie de cine. Allí me dijo que me sentara y mirara hacia la pantalla. En ese momento me vi a mí, estaba durmiendo en mi cama, no entendía nada, ¿qué estaba pasando? Empecé a asustarme, seguí mirando y vi como alguien entraba por mi ventana muy sigilosamente, el corazón se me aceleró, pero tenía mucha intriga por ver cómo había llegado hasta aquí. Aquel hombre vestido de negro, sacó una especie de arma y me arrebató el alma. Ya lo entendía todo, este lugar se llamaba cielo. No era como en las películas, ni en los libros, era mucho mejor.

Llevo dos años y medio en el cielo. Desde aquí arriba se ve a la gente de la tierra sufriendo, y me gustaría mucho poder ayudarles y decirles que vivan, que aprovechen el momento.

Sueño…

Por Nacho Guerrero Ferri, 1ºESO A

El otro día al acostarme me acordé de una fotografía que me habían enviado unas horas antes. Se trataba de la típica imagen que te invita a seguir una cadena, y decía algo así como: “encuentra el tigre y mándalo a tres grupos distintos”, porque sino a las cuatro de la madrugada recibirás la visita de la niña del exorcista. Lejos de asustarme, pensé que eso era una tontería, que era mentira, ¡cómo iba a aparecer la niña del exorcista! Yo no lo envié, pero mucha gente sí lo hizo.

Cuando me fui a dormir soñé que hacía un montón de cosas divertidas, como jugar al fútbol con los amigos y muchas otras actividades fascinantes. Al final del sueño estaba montado en parapente, cuando de pronto, éste se rompía y caía al vacío, fue entonces cuando me desperté. Miré la hora y, curiosamente, eran las cuatro de la madrugada, y puntual a su cita apareció la famosa niña del exorcista, pero como estaba tan casado, pensé que lo estaba soñando o que era imaginación mía y me volví a dormir.

Diario de un espía…

Por Nerea Giner Aguado, 1ºESO B

26 Noviembre de 1966

Era una noche oscura, en el callejón no se veía nada, pero todo parecía tranquilo, hasta que de pronto escuché un chillido, parecía de Angelín y di un salto cayendo de la cama al suelo. Me asomé por la ventana y vi a un hombre con un pasamontañas arrastrando algo, ¡era un cuerpo!, ¡Angelín! No me lo pensé dos veces, lo seguí en compañía de mi perro Wilwour, y éste me condujo hasta una choza abandonada, entré en ella después de que lo hiciera aquel misterioso hombre, pero no había nadie. Vi una alfombra muy sospechosa, la levanté y allí encontré una trampilla. Wilwour salió corriendo repentinamente y lo seguí. Pero al parecer, atenazado por el miedo, lo que hizo fue regresar a casa.

27 Noviembre de 1966

Volví a la choza a la mañana siguiente y salté entonces al interior de la trampilla. Allí escuché a Angelín y seguí el rastro rojo que había en el suelo hasta que éste terminó, y me di cuenta de que era salsa de tomate, ¿para qué serviría? Lo último que oí fue cuando me nombró: “¡Nereo, Nereo, sálvame!”, y Wilwour empezó a tirarme de la correa, había olisqueado algo. De pronto paró y se escondió detrás de mí, lo cogí en brazos y lo llevé conmigo. Llegué a una habitación alumbrada por una sola bombilla, Angelín tenía cinta aislante cubriéndole los labios, fui a quitársela, pero sin quererlo me había metido en la boca del lobo, y el hombre encapuchado me puso un pañuelo en la boca sobre el que había vertido algo que me hizo caer en un profundo sueño.

28 Noviembre de 1966

Me desperté sentado en una silla, y pegada a mí se encontraba Angelín. El culpable del secuestro era mi antiguo mayordomo Jacob, al que le pagaba 1 dólar la media hora. Eso explicaba lo del kétchup y el secuestro. Conseguí liberarme y…

Un inesperado día…

Por Lidiana Martínez Pérez, 1ºESO A

Una mañana me desperté en un hospital, no recordaba nada ni a nadie. Nerviosa, me levanté de la camilla y salí fuera, preguntándome cómo había podido llegar hasta allí, no recordaba ni siquiera mi nombre. Una enfermera me vio y vino corriendo, me dijo que volviese a mi habitación, que no estaba en condiciones de salir y moverme, me llevó adentro, y fue entonces cuando vi, justo en la cama contigua a la mía, a una señora muy mayor. No entendía nada. Asustada y aturdida por lo que me había pasado, intenté con todas mis fuerzas recordar, pero mi mente estaba más blanca que la nieve, era como una niña recién nacida, pero en este caso sin mis padres cerca y ningún otro familiar.

De pronto la misma enfermera se pasó de nuevo por mi habitación para darme la medicina que, supuestamente, me tenía que tomar. Repentinamente me entró mucho sueño y cuando desperté, me encontraba en una habitación distinta y cerrada. Me levanté e intente salir por la puerta, pero ésta no se abría, por lo que empecé a gritar para que me sacaran de allí, pero nada de nada, era como si no hubiese nadie. Me puse a llorar mientras me acurrucaba en la camilla, cuando de pronto la puerta se empezó a abrir y una señora alta, trajeada y con tacones altos entró con un plato de comida. Le pregunté qué quien era y me contestó que todavía era muy pronto, que todo a su tiempo. La señora dejó el plato de comida y salió dejando la puerta entreabierta, asomé la cabeza por el hueco y un largo pastillo de color rojo (como el color de la sangre) se iluminó ante mis ojos, me fui hacia la puerta, crucé el pasillo y accedí al comedor; encima de la mesa había una carpeta con una foto mía, y en su interior información, supuse que relativa a mí. De repente, cuando iba a empezar a leer, escuché unos pasos que se iban acercando hasta la habitación, el pomo empezó a girar de un lado a otro y me escondí rápidamente, la misma señora entró, pero esta vez con una jeringuilla y se dirigió hacia mí; rápidamente me escapé por la ventana llevándome conmigo la carpeta.

Cuando ya estaba segura, me puse a leer. Y entonces me enteré de que mis padres y yo habíamos tenido un accidente. No sabía nada de ellos y no podía recordar nada a consecuencia de ello. Me sentí muy triste, pero gracias a esa carpeta, pude saber que mi meta ahora era encontrar a mi familia.

El inspector Lauren

Por Jordi Vilaplana Sola, 1ºESO B

Era una noche lluviosa, quizás la más lluviosa de todo aquel año, 1991, cuando en un hotel rural una mujer desapareció. Mientras los comensales cenaban, la luz se fue y al volver faltaba una mujer.

Los propietarios, asustados, llamaron al inspector Lauren para que resolviera el caso. Lauren empezó por averiguar el nombre de la mujer desaparecida. Se llamaba María del Pozo y era farmacéutica. Revisó entonces el registro de llamadas de su móvil para saber quién era la última persona con la que había hablado. Se trataba de Javier García y era farmacéutico también, y a su vez la competencia más directa de María del Pozo. Un huésped que tenía la habitación contigua a la de María, aseguró que habían estado hablando sobre un misterioso fármaco.

Pronto se descubrió que se había ofrecido una recompensa de un millón de euros para quien diera con la enigmática medicina. María del Pozo estaba a punto de encontrarla, pero como Javier ambicionaba el dinero más que nada, le propuso a María ir a medias, pero ésta no aceptó. Al desvelar esta información, todo el mundo creyó que él era el culpable, y éste admitió entonces que otro farmacéutico le había propuesto lo mismo a María y ella tampoco había aceptado, por lo que se puso muy furioso. Ese farmacéutico se llamaba Carlos Ferrero. El inspector Lauren registró todas las plantas y todas las habitaciones del hotel, pero no encontraron ni rastro de María.

Pasados unos días, la encargada de limpieza del hotel avisó al inspector de que había visto el pomo de una puerta tirado en el suelo. Reanudaron la búsqueda por todas las habitaciones, pero todas tenían intactos sus pomos. Revisaron las paredes y encontraron una puerta que daba a una habitación antigua y sucia. Allí buscaron y en el aseo encontraron a María, que había sido dormida con un tranquilizante. Cuando María se despertó contó al inspector Lauren que un hombre de tamaño medio, con el pelo rubio y con gafas le había secuestrado. También le contó que le había amenazado de muerte si no le daba la medicina, y María, asustada, le prometió que se la entregaría en la plaza Mayor de Madrid. El día acordado por María para la entrega, los policías estaban escondidos alrededor de toda la plaza, y cuando el sospechoso fue a recoger la bolsa, todos los policías saltaron encima del hombre rubio y le arrestaron. Era… ¡Javier García!

Le metieron en prisión para toda su vida y María cobró su recompensa de un millón de euros.

 Una noche inquietante

Por Carlos Asensio Alal, 1ºESO A

Eran las 00:15 de la noche, (o eso me dijo mi madre), cuando oí un extraño ruido. Era como si se hubiese roto algo, pero algo grande. Yo, asustado, fui a ver si mi madre lo había oído, y en efecto… ¡También lo había escuchado! Fuimos entonces a encender la luz, pero ésta no se encendía. Nos preguntamos: ¿Qué está pasando aquí? No entendíamos nada de nada.

Mi madre y yo bajamos por las escaleras sigilosamente. De repente, un gran estruendo me asustó, empezó a llover fuertemente y a relampaguear. La luz del cuarto del aseo, sorprendentemente, estaba encendida. No podíamos explicarnos cómo había pasado eso, revisamos los plomos de la luz a ver si habían saltado, pero no, todo estaba bien. Cogimos un cirio y lo encendimos e inspeccionamos la zona para ver si había alguien o algo roto. Tampoco, no había nadie ni nada extraño. No pudimos dormir en toda la noche. Nunca supimos con certeza qué pasó aquella noche…

Un misterio aterrador

Por Raquel Monllor Guillem, 1ºESO B

Pedro era un hombre muy simple. Todos los días hacía lo mismo y llevaba una vida un poco aburrida. Él era escritor y cuando fue a comenzar su libro, un ruido insoportable no le dejaba empezar, ese ruido se debía a que en la casa de al lado estaban haciendo reformas, por lo que se dio cuenta de que así no podría ni escribir ni concentrarse, y decidió entonces irse a otro sitio. Habló con su primo y él le dijo que cerca de allí había un pueblo donde no se escuchaba un alma y que se podía quedar en una casa que estaba abandonada, y Pedro aceptó. Al día siguiente, cuando llegó al pueblo, se acordó de lo que le dijo su primo y lo cierto es que tenía toda la razón, no se escuchaba absolutamente nada.

Lo primero que hizo fue buscar aquella casa, cuando la vio le dio una sensación extraña porque parecía antigua y muy descuidada. Aún así entró en la casa y se puso de inmediato a escribir, cuando de repente alguien llamó a la puerta. Era un chica que se llamaba Eva y le dijo que ella llevaba mucho tiempo cuidando la casa y que si quería le podía enseñar el pueblo, pero él le dijo que no, que ya estaba oscureciendo. Cuando entró en casa de nuevo escuchó como unos pasos que venían de la parte de arriba de la casa, pero él no hizo ni caso. Esa noche Pedro durmió de un tirón y no se enteró de nada, hasta que la lluvia le despertó por la mañana, se asomó por la ventana y vio a un hombre cortando las ramas de las flores. Supuso que era el jardinero, que estaba hablando con Eva.

Cuando bajó a desayunar, miró de nuevo por la ventana y ya no estaban ninguno de los dos, pero no le dio ninguna importancia. Desayunó tranquilamente, hasta que un grito, que venía de la parte de atrás de la casa, le sacó de su ensimismamiento. Fue corriendo y se encontró al jardinero muerto. Pedro se asustó mucho y entró en la casa corriendo, estuvo todo el día pensando quién podría haber hecho algo así y el porqué. Entonces, después de pensar y pensar se dio cuenta de que Eva era la única que estaba con él y seguro que ella debía saber algo, o quizá incluso estaba detrás de lo sucedido. Pedro llamó a la policía, pero fue interrumpido inesperadamente por Eva. Ésta negó todas las acusaciones de Pedro, hasta que éste con astucia consiguió sacarle toda la verdad. Eva perseguía a cada persona que intentaba quedarse en esa casa, porque a ella le encantaba y no quería que fuese de nadie que no fuera ella, pues siempre había habitado en su buhardilla. Ella intentó ir a por él, pero entonces intervino la policía y arrestaron a Eva.

Cuando se recuperó de lo sucedido, Pedro decidió contar toda aquella historia que había vivido en su libro, que resultó ser todo un éxito.

Ir al instituto

Por Clara Rivas Boronat

Ir al instituto a veces puede ser lo peor, todos hablan a tu alrededor, y a cada paso que das te miran y empiezan a cuchichear. Por eso, las personas que no son sociables lo pasan fatal.

En el instituto la gente está dividida por grupos: los más guays, las más pijas, los más guapos… En fin, quizá esta historia acabe sin ser solucionada pero…

Carla era una niña joven de 13 años, pelo oscuro y rizado. La vida le fue bien hasta que se cambió de colegio. El primer día fue agradable, sus compañeros parecían muy simpáticos, pero llegó una niña diciéndole: No te creas que por ser la nueva te vas a meter en mi camino. La cara de Carla entonces, ya os la podréis imaginar.

Desde ese día la niña “guay” vivió atormentando a todo el mundo que osara plantarle cara, pero sobre todo se convirtió en la sombra de Carla. Lo que le ocasionó grandes problemas en su estado de ánimo.

Esta historia, como habréis podido comprobar, refleja miedo, pero no esa clase de miedo que puede ser hasta divertido, sino el miedo que de verdad atemoriza, aquel que nos causa dolor, nos oprime y nos hunde. Y por eso con este caso quiero reclamar la importancia de tratar a todas las personas por igual, sin discriminación. Todos somos seres especiales, cada uno a nuestra manera. No somos ni mejores, ni peores que nadie. Sencillamente somos nosotros.

 Chuck

Por Octavio Ferrero Miró, 1ºESO B

Me desperté en una mañana bastante rara. La televisión no estaba encendida, como de costumbre, y digo rara porque yo siempre me duermo con la televisión encendida. Pero antes de continuar con el relato de los hechos, mejor empezar por presentarme: Me llamo Chuk, mido 1,75m, peso 63,7 kg y tengo 27 años. Vivo en el centro de la ciudad, ¿y quién me iba a decir que unos cuantos meses atrás me crearía un enemigo que me costaría algo más que dinero?… Así que ahora sí, retrocedamos hasta unos cuantos meses antes…

Era 4 de Octubre de 2018 cuando me disponía a empezar mi trabajo, que consistía en conducir camiones, es decir, era camionero. Esa mañana iba a repartir unos muebles al norte de Francia, llevaba muchas horas conduciendo, cuando de repente recosté la cabeza en el volante y… ¡me quedé dormido! Oí un estruendo, me desperté enseguida y paré el camión, bajé y eché la vista atrás. Se me paró el corazón y las piernas se me agarrotaron, ¡había atropellado a mi mujer! Tenía muchas preguntas, pero la más importante era: ¿qué hacía mi mujer en Francia? Llamé a la policía y vinieron a recoger a mi malherida esposa, me detuvieron y, posteriormente, me condenaron a tres años de cárcel. Después de unas semanas en prisión, me dijeron que un hombre con una boina verde oliva había pagado mi fianza. No sabía quién era aquel hombre. A la salida de la cárcel me encontré al enigmático hombre con la boina verde oliva y con las llaves de un coche en la mano. Le pregunté qué quién era y me dijo que era mi padre desaparecido en un accidente de avión. Me quedé con la boca abierta y me explicó que había sobrevivido tirándose al agua. Me llevó a casa y me dijo que vendría a por mí a la mañana siguiente para descubrir la razón por la que mi esposa estaba en Francia.

Y aquí retornamos al principio de la historia. Me desperté en una mañana bastante rara. La televisión no estaba encendida, como de costumbre, y digo rara porque yo me duermo con la televisión encendida, entonces vi a mi padre sentado en un sillón y me dijo que me había dejado la ventana abierta. Me puse la ropa y nos fuimos al hospital y le preguntamos a la policía si mi mujer tenía algo en los bolsillos y nos entregó una hoja con una dirección que pertenecía a Francia. Mi padre y yo nos trasladamos hasta la dirección indicada en la hoja. Llegamos entonces a una casa muy moderna y le dije a mi padre que esperara en el camión, toqué al timbre y me encontré a un hombre más o menos de mi edad, le conté lo sucedido y chilló algo como «¡¿Fuiste tú quien atropelló a mi mujer?!». No me dio tiempo a reaccionar cuando de un golpe secó me tumbó en el suelo, y lo último que vi fue a mi padre pelear con ese hombre.

Desperté en el hospital y mi padre me dijo que le habían condenado a 10 años de cárcel.

Así acaba la historia de Chuk, pero puede que no sea la última…

¡Menudo partido!

Por Javier Latorre Martí, 1ºESO A

Ahí estaba yo, viendo un partido de fútbol en el Estadio Vicente Calderón con mi primo. Se disputaba el clásico derbi: Atlético de Madrid contra Real Madrid. En el minuto ochenta y tres, justo en la grada en la que nos encontrábamos sonaros tres disparos: pum, pum, pum…Los allí presentes nos alarmamos y salimos corriendo desorientados. En nuestra huida despavorida, mi primo y yo saltamos al campo, pero en el césped nos cogieron dos guardias de seguridad. Y justo cuando estábamos bajando al subsuelo del estadio se apagaron las luces y se cerraron las puertas.

Al principio sí escuchábamos los gritos de la gente, pero como el sótano del estadio estaba divido en cinco partes hubo un momento en el que ya no se oía nada. De pronto se abrió la puerta y se vio una luz que molestaba a los ojos, y en ese momento una voz me susurró: ¡Javier, levántate! Y entendí que todo había un sueño. ¡Maldito el momento en el que decidí beberme ese Red Bull!.

El misterio del orfanato Warren

Por Clara Valero Ruiz, 1ºESO B

Todo empezó un día cualquiera, cuando un grupo de amigos decidieron ir al Orfanato Warren para grabar un cortometraje que les habían mandado en el instituto. Lo que no sabían es que tras sus puertas se ocultaba un gran misterio.

Empezaron a grabar y decidieron pasar la noche allí. Conforme iban pasando las horas se oían ruidos extraños en la segunda planta, como de niños pidiendo ayuda… Decidieron entonces subir a ver qué ocurría. Como eran muchos se dividieron en dos grupos. Uno de los grupos encontró una puerta cerrada, intentaron abrirla, pero no pudieron, por lo que decidieron llamar al resto. Finalmente consiguieron abrir la puerta y vieron que en su interior había 12 camas y un gran armario, al abrirlo descubrieron unas grabaciones y un proyector antiguo. Lo pusieron en marcha y empezaron a ver las grabaciones. En ellas había fotos de niños y sus respectivos expedientes, en los que figuraba la fecha de su muerte. En la última cinta constaba la fecha del mismo día en que ellos habían llegado al orfanato, y también había secuencias de ellos grabando su cortometraje. Y una frase que decía “NUNCA SALDREIS DE AQUÍ PARA DESVELAR EL GRAN MISTERIO…” De repente, se cerró la puerta de un gran portazo y nunca nadie más supo nada de ellos…

Los Ghouls

Por David Azor Sanjuán, 1ºESO A

Hace muchos años, en una mansión que se creía deshabitada, vivían unas extrañas criaturas llamadas “Ghoul”. Éstas poseían el poder de adoptar la forma humana cuando quisieran, pero claro, ellos no se alimentaban de comida normal, de hecho, la comida habitual para nosotros, suponía para ellos algo repugnante. Se alimentaban de carne humana…

Sin embargo, existe una manera de localizar a los Ghouls, y es en Halloween, pues ese día no lleven disfraz, sólo se cubren con una máscara que los representa, y los ojos rojos. Halloween es un verdadero festín para ellos porque adoran la carne humana. Una vez, un chico llamado Kaneki-kun, que vivía en Tokio, quedó con una chica que se llamaba Rize, a la cual había conocido en la biblioteca. Fueron a cenar, y Rize le confesó entonces que ella vivía cerca de la supuesta mansión abandonada, donde se sospechaba que vivían los Ghouls. Kaneki decidió acompañarla, pero lo que él no sabía era que Rize era un Ghoul. Rize convenció a Kaneki para ir por un callejón cercano, entonces Rize se transformó, Kaneki se empezó a asustar, no se había visto en una situación similar nunca antes. Los Ghouls, a medida que comían, se iban haciendo más fuertes, un humano más y serían invencibles, habrían desarrollado una fuerza descomunal. Rize atravesó a Kaneki, por suerte cayeron unas grandes bigas, las cuales apisonaron a Rize, que murió en el acto. Kaneki, afortunadamente, logró sobrevivir.

Marta

Por Lucía Tárraga Romero, 1ºESO A

Marta era una niña de doce años. Alta, de ojos verdes y pelo castaño. Hoy hace algo más de tres meses que desapareció y desde entonces no la han vuelto a ver. La policía cree que la secuestraron, pero sus padres no lo creen así. Ellos dicen que tiene que estar escondida en casa, pues aseguran que el día de su desaparición no salió de allí. Una idea descabellada porque ya registraron la casa mil veces…pero según sus padres, Marta estuvo estudiando y luego viendo la televisión aquel día.

La policía abrió entonces una investigación, pero no han descubierto nada. Pasados tres meses la familia sigue desesperada, ya no pueden más. Así que la policía ha optado por pedir ayuda al mejor detective que conocen. El detective en cuestión se llama Mario. Es bajito y siempre lleva barba. Hace pocos días retomaron la investigación, y se recrearon los hechos desde el principio. Pero, por el momento, no tienen nada, y parece que todo acabará igual…

La policía y el detective se desesperan por momentos, parece que nunca resolverán el caso, es muy raro todo. Al final quedará en un misterio más…