¿Alguna vez os habéis parado a pensar en la relatividad del tiempo? En ocasiones, aunque éstas sean mínimas, disponemos de mucho y, sin embargo, no lo invertimos bien, lo derrochamos sin caer en la cuenta de que nada, ni nadie nos lo podrá devolver. Otras, por el contrario, quisiéramos atraparlo, estirarlo, hacer con él malabarismos, pero todo esfuerzo es en balde, porque éste no se resiste y se escapa entre nuestros dedos mientras nos sentimos inmensamente tristes, decepcionados e impotentes. Y es entonces cuando recordamos con dolor todas aquellas veces que no le dimos al tiempo su sitio, que no lo valoramos como debíamos hacerlo…El tiempo viene y se va, pero nunca lo hará de la misma manera; necesitamos de su inmensidad para saborear la vida, pero si menospreciamos su fugacidad, nos invadirá el vacío.
Todos hemos perdido a alguien a quien amábamos, respetábamos y admirábamos con todo nuestro corazón. Y en aquel fatídico instante hubiésemos deseado poder volver a atrás, borrar nuestros fallos, dar más besos de los que dimos, no concederle ni un minuto a cualquier nimia discusión, recrearnos en la simpleza de los pequeños detalles que engrandecen el viaje, mirar con fervor las facciones de su rostro, sentir de nuevo el tacto cálido de su piel, la ternura y la sapiencia de sus palabras…Pero en aquel ominoso y gris instante ya nada de lo que pudiéramos desear es posible. Sin embargo, un sentimiento de paz nos reconforta al pensar en el tiempo disfrutado junto a esa persona, en todas las experiencias compartidas, en las veces que erramos, pero también aprendimos, en los sueños alcanzados y en las promesas que juramos cumplir en su nombre. Y eso es todo lo que nos queda cuando reina el silencio eterno.
No podemos saber qué hay más allá de esta vida, ni tener la certeza de que nos estén escuchando, ni siquiera de que puedan vernos, pero si hay algo cierto es que el amor no termina aquí, es la única fuerza capaz de atravesar la barrera del tiempo, cualquier inhóspita distancia. El amor que dimos y el que recibimos vive en nosotros, en los que se marcharon y en los que vendrán.
Hoy, con los ojos puestos en un infinito cielo azul, mandan sus emotivas y profundas cartas los alumnos de 1ºESO. Y así esta noche, miles de estrellas brillarán más que nunca en el firmamento.
Querido primo Nicolás:
Hace tiempo que no te veo, pero quiero que sepas que no te he olvidado y sé que siempre estarás conmigo. Echo de menos esos momentos que pasábamos juntos en casa de los abuelos cuando éramos pequeños. Echo de menos tu sentido del humor, tu rostro. Me encantaría que pudiéramos volver a jugar como lo hacíamos, aunque sé que tal vez tú no te acuerdes de nada, porque tenías cuatro años.
Cuando llevaba tiempo sin verte yo le decía a mi madre: “Mamá, ¿cuándo vamos a ver al primo Nicolás?» A veces incluso me ponía a llorar, pero cuando me enteré de lo que te pasó y de que no volvería a verte lloré con más fuerza.
Sé que dentro de mucho tiempo podremos reunirnos de nuevo, donde desde hace tiempo que tú estás.
TE QUIERO MUCHO, CARLA
Carla Valero Ruiz, 1ºESO B
¡Hola tío!, hace mucho que no sé de ti. Te fuiste sin decirme adiós, sólo dejando tristeza por tu pérdida. Pero sé que no fue culpa tuya, la vida puede ser muy injusta…
No supe apreciar tu amor, ni los pequeños regalos que me hacías. Realmente pasaba la mayor parte del tiempo contigo, pero no pensaba en lo afortunada que era teniéndote a ti. No valoraba las cosas como las valoro ahora. Hasta que un día más del año, te fuiste sin más.
Tú me enseñaste muchas cosas, pero sobre todo a apreciar a la gente que quiero. Eras como un segundo padre para mí. Me contabas historias, jugabas conmigo y, sobre todo, me querías. Ahora te añoro mucho porque no te tengo para que me aconsejes en momentos difíciles o para que simplemente te vea y te abrace con todas mis fuerzas. Gracias por todo. Te quiero.
Lucía Tárraga Romero, 1ºESO A
Yo tenía cuatro años cuando desapareciste, te fuiste de nuestra vida casi sin avisar, en silencio, te fuiste en el momento más difícil. Nuestra relación era muy estrecha, pues como nuestra casa es un dúplex vivíamos nosotros arriba y tú abajo; aun me acuerdo de cuando todas las tardes al venir del colegio iba corriendo a tus brazos, con ganas de pasar la tarde contigo, como cualquier niño siempre quiere ver a su abuela.
Mis hermanas no pudieron conocerte, pero si hubiese sido así nos lo hubiésemos pasado muy bien las cuatro juntas al tenerte viviendo debajo de nosotros. Tu partida fue más difícil de afrontar por el hecho de que nos veíamos todos los días. Al recordarme mamá cómo nos lo pasábamos juntas, no puedo dejar de llorar.
Te fuiste poco después de que mamá anunciase que tendrías dos nietas más, a las que ya no pudiste ver, abrazar, besar…No pudiste verlas sonreír, cogerles el dedito con la mano, y eso entristece más aun tu partida, aunque sé que la muerte no te llevo del todo, pues ella no sabía que siempre estarías en nuestro corazón. Sé que ahora estás en un lugar mejor cuidando de todas mis mascotas. Tú lo dabas todo por todos, te preocupabas más por los demás que por ti misma. Para nosotros eras la persona más buena de todas, por eso vamos cada dos semanas a verte, para no entrañarte, para que esta vida no se convierta en un mar de lágrimas porque como todos, vivimos y después morimos. Es el ciclo de la vida.
Te echamos de menos, pero sé que estás bien, cuidando y protegiéndonos a todos nosotros.
Te quisimos, te queremos y siempre te querremos.
Nerea Giner Aguado, 1ºESO B
Os escribo esta carta porque creo que es el momento oportuno para deciros lo que os quiero y os añoro, porque ahora soy yo la que necesita ese amor que vosotros teníais, ese apoyo y ese ánimo que tanta falta me hace.
Si os escribo esta carta es para que sepáis que sigo aquí a vuestro lado, que podéis apoyaros en mí, agarraros a mi brazo para caminar más lejos, de la misma forma que yo siempre encontré una sonrisa y unas palabras de aliento en vosotros. Quiero que sepáis que os quiero y que siempre os querré, pero es que además de quereros os admiro, por vuestra valentía, por vuestra fuerza y por vuestra capacidad para hacerme las cosas más fáciles. Fuisteis vosotros quienes abristeis el camino y yo seguí vuestra estrella, seguía las huellas de vuestros pasos porque así me sentía más segura. Y siempre estuvisteis pendientes de que no me perdiera.
Vuestra presencia en mi vida es de las cosas más importantes que me han ocurrido. En todo momento estuvisteis a mi lado, acompañándome y ayudándome.
La distancia nos apartó, pero haría todo lo posible para que volviéramos a encontrarnos, pues al alejarnos, siento que perdí la mitad de mí.
Hoy vuelven a mi memoria tantas ocasiones en las que nos hemos divertido. Río aún estando en soledad, porque sé que no estoy sola, porque os tengo a mi lado aún estando lejos. También recuerdo algunos momentos difíciles en los que lloramos, pero las lágrimas cuando se comparten alivian el dolor de quien sufre.
Valorabais mis cualidades, esas que yo no conocía; fortalezas que creía perdidas, aspectos de mí que con vuestra ayuda se renovaban para mi crecimiento.
¡Recuerdo cuántas situaciones difíciles compartimos y cómo las superamos! Sentiréis que esa fortaleza os da ánimo para seguir adelante. ¡Cuántas veces me habéis dado fuerza para superar los conflictos que surgían!
Ni la distancia ni el tiempo logrará separarnos. Nada hará que os olvide o que sienta que no os necesito. Sois unas personas únicas. ¡Qué difícil el momento de la despedida, el temor de no teneros cerca si os necesito!
Me entristece no saber de vosotros durante mucho tiempo. Me es imposible ocupar ese vacío con otras personas. Hacerme saber cómo estáis, nunca dejéis de comunicaros conmigo. Decirme lo que queráis, pero no me dejéis en silencio.
Curasteis mis tristezas, junto a vosotros todo eran sonrisas, teñíais mi vida de colores alegres, erais mi alegría, os necesito rodeándome con vuestros brazos, hablarme, escucharme, sentirme; si vosotros no estáis a mi lado se me acabó la alegría, son tantos los sentimientos que tengo hacia vosotros, tanto miedo hay dentro de mi corazón…Siempre estáis en mi cabeza, no hay un solo segundo que desaproveche sin pensar en vosotros, sin vuestro amor en mi vida no puedo vivir, cada vez que pienso que el día que os perdí me pregunté: ¿Qué haría yo sin vosotros? ¿Y sin vuestro amor? … Son tantas las preguntas, con una sola respuesta, no soy nadie. Nunca os dejaré de amar, nunca en la vida os podré olvidar y siempre estaré junto a vosotros. Estar con vosotros sería un verdadero sueño para mí.
¡OS QUERIO!
Soraya Aracil Seco, 1ºESO A
MI ABUELA MARIA:
Recuerdo cuando de pequeño iba a casa de mi abuela María y me cogía de los mofletes y me decía: ¡Qué guapo es mi Pascual! No tengo muchos recuerdos de ella porque murió cuando yo tenía tan solo 4 años.
Mi padre me ha contado que tuvo una vida complicada, ya que tuvo que criar a 9 hijos sin las comodidades de las que disfrutamos ahora.
Tenía 17 nietos y yo era el más pequeño, por eso tenía especial predilección por mí. Me hubiera gustado conocerla mejor, porque según me han contado era muy buena persona y quería mucho a los suyos. Es una pena que no haya podido disfrutar más de su compañía.
Pascual Chamorro Sánchez, 1ºESO B
Esta carta es para ti abuelo. Sé que no pude disfrutar tanto tiempo como me hubiera gustado de estar junto a ti, pero me encantaría que supieras que te quiero, que te echo de menos, que me encanta y me entristece a la vez cada vez que la abuela dice: “Ay si estuviera aquí el abuelo Joaquín, lo que disfrutaría con él”.
Me duele cada vez que veo fotos de mis amigas con sus abuelos, y yo no puedo estar a tu lado…Me encantaría que estuvieras aquí y poder montar en bicicleta juntos, que me enseñaras a tocar la guitarra, que nos fuéramos de excursión…En definitiva, todas esa cosas que tan bien se te daba hacer y que no me pudiste enseñar.
Cuando no puedo dormir, porque he tenido alguna pesadilla, pienso que estas ahí conmigo, porque todavía recuerdo que cuando era pequeña me encantaba irme contigo al circo y si tenía miedo de algún payaso me agarraba a ti y me sentía segura. También me acuerdo de ti cada vez que voy a casa de la abuela y veo vuestras fotos. Pero lo más importante es que te quiero y te añoro y que espero que aunque no sea muy posible puedas leer esta carta algún día.
Lucía Montesinos Medina, 1ºESO A
¡Queridos abuelos de Bañeres! Es una lástima que no nos conociéramos abuelo, me hubiera encantado haberlo hecho, aunque tu hija Mª Angeles me ha contado anécdotas tuyas y así, en cierto modo, es como si te hubiera conocido.
Abuela, a ti sí te conocí, afortunadamente. Sé que en tu vida pasaste momentos angustiosos. Me acuerdo de aquella frase que me decías con cariño: ¡Eres un…Payaaaso! Que siempre estará ahí, en mi corazón. Abuelo, de ti poco puedo decir porque como ya dije antes, no nos conocimos.
Abuela, ahora la tan amada casa donde vivías, no está igual, ya que ahora viven otras personas, pero ¿sabes qué? Que esas personas son tu nieto Jordi y su novia Cristina. ¡Ah! Cuando por desgracia destruyeron la casa para renovarla, el crucifijo que teníais en vuestra habitación seguía colgado. Creo que vosotros estáis en el cielo arropados por Cristo. Ahora vuestra nieta Ana ha tenido un hijo, Álvaro, se llama, y vuestra hija Carmina es abuela. Cuando vamos a la Iglesia, siempre rezamos por vosotros, (y por los demás, claro). Siempre os recordaré, estéis donde estéis. Os quiero.
Carlos Asensio Alal, 1ºESO A
¡Yaya! Así te llamaba yo, aunque sé que no lo eras realmente, para mí siempre lo fuiste. Todavía me acuerdo de ti, aunque me dejaste cuando yo tenía solo cuatro años, pero sigo recordándote, en cada cumpleaños, en cada navidad, que ya no pasas con nosotros. Cada tarde que ya no te veo sentada en el sillón de la abuela… Sé que te enteraste que mi madre estaba embarazada de mi hermano un día antes de que fallecieses. Y si me estás escuchando, quería decirte que Carlos ya tiene ocho años; juega al tenis y es un crack con las mates. A veces me pregunta por ti y no sé muy bien cómo responderle. Ojalá lo hubieras conocido, te hacía tanta ilusión… añoro mucho pasar por delante de tu casa y no poder subir a darte un beso, o pasar un rato contigo.
Rezo cada día por ti, y espero que tú también por mí, que me des ánimos para seguir luchando, para seguir este camino y, finalmente, reencontrarme contigo. También quería decirte que aprendí a tocar el piano, y quiero que sepas que todas mis canciones van dedicadas a ti.
Sara Martínez Aracil, 1ºESO A
A mí esta carta me gustaría dedicársela a dos grandes personas que han influido mucho en mi vida; aunque una de ellas no era familiar mío, yo sí lo sentí como parte de ella. A la primera persona a la que voy a nombrar es a Don Antonio. Te doy las gracias por haberme enseñado a ser quien soy ahora, por hacerme ver que la vida pasa muy rápido y que vale la pena disfrutarla, me ayudaste a valorarme y a saber afrontar las dificultades con una sonrisa, y que no se debe llorar por alguien que no lo merece. De verdad te doy las gracias. Sé que aunque no te pueda ver, te siento aquí a mi lado y sé que estarás orgulloso de mí por haber seguido tus pasos.
También quiero darle las gracias a mi bisabuela Amparo, de la que pude disfrutar hasta los 5 años, porque aunque fuera pequeña aún me acuerdo de ti, y de tu risa, tu bonita sonrisa, aquella a la que tanto añoro. Recuerdo que cuando hacía algo mal, me decías: «Como te vea, te pillo y…» y yo me reía. Decirte que aquí toda la familia te echa de menos y nos haces falta a todos. Decirte que yo ya soy mayor, ya tengo 12 años. Mi madre tuvo otra hija, se llama María y tiene ya 9 años; también el tete Emilio tuvo otro niño y se llama Germán, tiene 6 años, y aunque no te han podido conocer, Javier y yo les hemos hablado de ti y les hemos enseñado fotos tuyas y se han quedado con las ganas de conocerte, y entonces yo les he dicho que algún día, dentro de mucho tiempo, podrán tener el placer de hacerlo. Y que te queremos todos mucho y que en mi habitación, en una caja, guardo todas nuestras fotos y espero en un futuro poder volver a verte, poder darte un abrazo y un beso y decirte cuánto te quiero y sé que allí donde estés estarás en paz; y sé que te estarán cuidando mucho porque tú te lo mereces por ser tan grande. Gracias por todo abuela. Te quiero mucho.
Laura Pérez Bernabéu, 1ºESO A
Esta carta va dedicada a una persona, que aunque no conocí, es para mí muy querida: mi abuelo.
Por desgracia, nací mucho tiempo después de que él falleciese. Me hubiese encantado conocer a este familiar, pero por cosas de la vida no fue así. No sé nada de él, pero conozco su rostro y un poco acerca de su vida gracias a mi abuela, mi madre, tías y tío que me hablaron de él. Me contaron que era alto, delgado, de cabello castaño, de ojos verdes, de gran personalidad y en definitiva, una bellísima persona tanto por dentro como por fuera.
La abuela, mi madre, mis tías y mi tío dicen que fue la mejor persona que conocieron y un grandísimo ejemplo para todos. Yo siempre que puedo intento imaginarme su figura porque me gusta pensar en él.
Adrián Pradell Huertas, 1ºESO A
Hola soy Sofía. Escribo esta carta para mi abuela. Ella murió cuando yo tenía 9 años.
Te echo mucho de menos, me acuerdo de como tú me cuidabas desde bien pequeñita, me llevabas a la guardería y jugábamos juntas, tenía 6 años e iba a pasar a primero de primaria. Ese día fue muy triste porque yo no quería separarme de ti, pero no tuve más remedio que acostumbrarme. Me gustaba cuando tú me enseñabas a leer y a escribir, y cuando yo lo hacía bien, tú me dabas besitos en la mejilla.
Ha pasado ya mucho tiempo y no sé si lo sabrás, pero ahora vivo en España. También te quiero decir que tienes a un nietecito que nació después de que tú te fueras. Todos te echamos de menos. Y mi abuelo, tu marido, aun no puede creer que esto pasara. Tus hijas todos los años van al cementerio y te ponen flores, rezan por ti.
Todos te queremos y vamos a quererte siempre. Nunca te olvidaré.
Sofía Boyko, 1ºESO A
A mis abuelos José Antonio y José no los conocí, pero si los hubiera conocido seguro que me habrían cuidado, me habrían enseñado a comportarme bien, a ser amable y a compartir las cosas con los demás y, sobre todo, a ser respetuoso.
Mi abuelo de Ibi me hubiera llevado al parque, algunos días me habría recogido del colegio, me podría haber contado historias, cuentos y cosas que le habían pasado. Mi abuelo de Onil, como íbamos todos los domingos a casa de mi abuela, también hubiese disfrutado mucho de mí. Me podría haber enseñado su colección de sellos, mostrarme cuáles eran los que más le gustaban, los que más le había costado conseguir. En verano, como voy a la caseta de Onil, me habría enseñado a plantar tomates, patatas y más cosas. Los dos me podrían haber enseñado mucho, pero por desgracia no fue así.
Nacho Guerrero Ferrer, 1ºESO A
Abuelo, aunque no tuve el placer de conocerte, me hubiese gustado haber vivido contigo muchas cosas. Me imagino cómo hubiese sido estar a tu lado, haber ido a la feria contigo, haber jugado…
Cada vez que voy a tu casa me gustaría que tú estuvieses allí, que pudiésemos compartir los momentos más felices de la vida… Cuando tú te fuiste tu hijo tenía 18 casi 19 años. Él seguramente se acuerda mucho de ti, porque cada vez que ve una foto de vosotros juntos se emociona mucho, aunque intente parecer fuerte y valiente.
Todas las noches rezo porque estés bien. Toda la familia te recordamos, pero la que más yo.
Besos, Aitana.
Aitana Prats Parra, 1ºESO B
Esta carta está dirigida a mi perrita Duki. Quiero que sepas que estés donde estés siempre te voy a querer.
Yo nací y tú ya estabas en el mundo para cuidarme.
Estuve contigo todo el tiempo, no sé porqué, pero siempre me refugiaba en ti, cuando mis padres me castigaban, cuando estaba mal… Y tú siempre me sacabas una sonrisa.
Cuando me acuerdo de los momentos vividos a tu lado siempre se me saltan las lágrimas. Lo pasé fatal cuando te fuiste, estuve un tiempo muy mal. Y la verdad es que aún no me he hecho a la idea de no poder verte nunca más.
Estés donde estés, sé que me estarás escuchando, en un lugar mejor, desde nuestra estrella.
Clara Rivas Boronat, 1ºESO A
¡Hola Don Antonio! Me gustaría que esta carta fuese dedicada a ti.
La verdad es que desde que te fuiste las cosas han cambiado mucho, las misas no son tan interactivas, ni tan divertidas sin ti. Había gente muy ignorante que decía que eras muy serio, pero yo que te conocí bien, sé que no era así, porque tengo muchos recuerdos agradables contigo; como cuando Bárbara quería tomar la eucaristía y tú se la dabas a escondidas sin bendecir, y después acababa en el bolso de mi madre rota en mil trozos. También cuando siempre que íbamos a verte a la Casa Abadía, me dabas caramelos de miel que, aunque no eran mis preferidos, yo me los comía.
En los ensayos, antes de cada comunión, Bárbara se sentaba en tu rodilla. Una de los cosas que más me gustaron de ti, era que no tenías miedo a la muerte, porque te daba igual. Cuando era chiquitín te pregunté qué pasaba cuando te morías y me lo explicaste y desde entonces no le tengo miedo.
La primera vez que hice el cabo de escuadra tú estabas, como todos los años, delante de la Casa Abadía aplaudiendo, y después me dijiste que era la mejor persona que habías visto hacer el cabo.
La última misa que diste fue el día antes de tu muerte, duró menos de una hora, exactamente quince minutos menos, y yo ya me olía algo y le pregunté a mi madre que qué le pasaba a Don Antonio y me dijo que estabas malito.
Esa noche te fuiste al cielo. Cuando me enteré, no daba crédito, la persona más fuerte del mundo y valiente se había ido.
Al día siguiente fui a la Iglesia, y estaba repleta de gente que te quería y te conocía, pero no lloré porque te vi tranquilo, relajado, sereno como me explicaste que se queda la gente.
Siempre que entro al patronato y veo tu foto pienso que eras el mejor, tú sí que eras un superhéroe.
Eres el mejor y me gustaría que me esperases ahí arriba, en el lugar donde tú me dijiste que nadie se enfada.
Javier Latorre Martí, 1ºESO A
Querido abuelo.
Aunque casi no te conocí, me han hablado mucho de ti, de tus expresiones, tus gestos, tu forma de ser y tu trabajo. Cuando te fuiste, yo sólo tenía dos años, y por desgracia no tengo recuerdos de esa época. Tu muerte fue un golpe muy duro, te echamos mucho de menos.
Ninguno de nosotros es capaz de recordar tu voz, así que decidimos que buscaríamos videos de algún bautizo o comunión donde pudiéramos oírte. Yo no sé si lo sabrás, pero decirte que además de mí tienes dos nietas más muy guapas, aunque un poco trastos: Clara y Laura, mis hermanas. Pero también tengo una mala noticia, cuando tú falleciste, meses más tarde falleció nuestro perro Charly, a lo mejor está contigo. La cuestión es que intentamos tener otro, pero no nos podíamos hacer cargo de él. Yo estoy obsesionada con tener un perro, pero mamá no me deja y yo siempre le repito: ¡Ay mamá si el abuelo Juan estuviera vivo sí que tendríamos un perro!
Ahora Villalobos está un poco vacío porque ya no estás ni tú, ni Joaquín, ni Ricardo y se han ido perdiendo tradiciones de toda la vida. Abuelo te prometo que tu recuerdo seguirá siempre vivo en mi familia. Y aunque no te conocí mucho y te perdiste muchos sucesos importantes en mi vida, siempre llevaré tu imagen en mi memoria y siempre estarás en mi corazón, y que sepas que te quiero y que te echo mucho de menos, pero sé que ahora estás en un lugar mejor donde no se sufre, en el cielo con Dios.
Un beso de tu querida nieta Lucía.
Lucía Valls Hernández, 1ºESO B
Mi abuela falleció el 19 de Febrero. Ese día fue muy triste, al igual que los siguientes. Ella fue una persona muy alegre, guapa, buena y trabajadora. Nunca perdió su preciosa sonrisa, hasta en los momentos más difíciles, siempre que llegábamos a su casa nos recibía con una gran sonrisa. Siempre fue una persona muy activa, constante ante cualquier actividad como: coser, tocar el piano…
Yo aprendí muchas cosas de ella, por ejemplo, a ser buena persona, a comportarme bien, a hacer manualidades, a dibujar etc… Era una persona que me ayudaba en lo que hiciese falta, me apoyaba incondicionalmente… Pero, desafortunadamente, siempre llega ese día en el que nos tenemos que despedir de todas las personas a las que queremos, y ese día no lo podemos impedir, aunque no estemos preparados para eso. Me gusta creer que ella no se ha ido del todo y que desde el cielo nos está ayudando. Espero que donde esté, esté bien y sin sufrimiento. Y que desde allí nos guie por buen camino.
Inés Mira Pérez, 1ºESO B
Esta carta se la escribo a mi gran abuelo Ángel Rico Marti, que era el padre de mi padre y falleció el 6 de mayo de 2013. Mi abuelo era una gran persona, muy generosa, muy simpática… Él siempre quería ver a la gente alegre, sobre todo a su familia. A mis hermanos y a mí nos encantaba jugar con él, porque nos hacía reír. A su lado pasamos momentos inolvidables porque cada segundo que pasabas a su lado era como si te regalaran el mundo, porque te lo pasabas genial.
Abuelo, te echo de menos, echo de menos esos momentos que pasabas junto a mí, esas risas… porque contigo me lo he pasado más que bien, aun me acuerdo cuando iba todos los domingos a visitarte y estabas sentado en la silla de ruedas, me dirigía de inmediato hacia ti, era el primero siempre en hacerlo, y me dabas un beso y cinco euros a escondidas para que nadie se enterase… En fin, los momentos que he pasado a tu lado son irrepetibles, éramos como el imán y el metal, estábamos siempre juntos.
Bueno decirte que te echo muchísimo de menos y te mando muchos besos y abrazos. Sé que ahí estás mejor, estás en paz porque eras una gran persona.
Mil besazos de mis hermanos Jorge, Sandra y yo.
Te quiero más que a nadie. Todas las noches pienso en ti y me emociono mucho, pienso que me das un beso y un abrazo.
TE QUIERO MUCHO YAYO
Pablo Rico Berbegal, 1ºESO A
Me dijeron que tenía que escribir una carta y sin pensarlo dos veces supe que quería dedicártela a ti, a mi bisabuelo Agustín. Tú fuiste al único bisabuelo que tuve oportunidad de conocer, y de hecho compartí muchas cosas contigo. Aunque cuando te conocí era pequeña y por ello, no me acuerdo mucho de todo, siempre te he llevado en mi corazón.
Toda la familia te echa mucho de menos, mi abuela (tu hija), cada día me enseña más cosas sobre ti. Recuerdo que te sentabas siempre en la misma esquina del sofá, y yo me sentaba a tu lado para que me contaras una historia. El peor día llegó cuando apenas tenía 6 o 7 años, mis padres me dijeron que estabas muy malito y estabas en el hospital, desde aquel día yo quería ir a verte para saber cómo estabas. Entonces un día mi abuela avisó a mi padre de que estabas a punto de morir, mi padre me dijo que me esperara fuera, pero yo quise entrar y al final entramos todos, vi que estabas cubierto de cables, ahora sé lo que es, pero de pequeña no lo sabía. Parecía que me decías adiós, yo te miraba y no quería pensar lo que te podía pasar cada vez que cerrabas los ojos; mi madre me sacó de la habitación. Fue la última vez que te vi. Pocos días después falleciste.
Gracias por haberme dado la oportunidad de conocerte, siempre fuiste como mi abuelo, y me siento orgullosa de haber pasado momentos junto a ti. Un beso muy grande, de Ainara.
Ainara Bautista Bayona, 1ºESO A