«Imagina a toda la gente viviendo la vida en paz». Ese fue el deseo expreso de John Lennon hace cuarenta y cuatro años, y lo triste es que se fue sin haber podido asistir a su culminación. Él, un hombre que amaba la vida, que cantaba a la libertad y que creía en la palabra como la mejor combatiente del horror, se marchó dejando tras de sí los rescoldos de un sueño malherido y trastocado, que en su búsqueda desesperada por la conciliación, se encontró de bruces con la guerra.
Se fue sin decir adiós, con la esperanza quebrantada de quien tiene aún un largo camino por recorrer, y sobre todo, muchas metas por alcanzar. Sin embargo, su intuición no le falló cuando compuso aquella canción antes de irse, un esplendoroso desfile de vocablos amados que él reunió para crear un mensaje unívoco de paz.
En nuestros corazones quedó grabada aquella letra entusiasta, que tantas y tantas veces entonamos con ferviente pasión. Palabras alimentadas por la fuerza de nuestra voz, empujadas a salir al mundo al abrazo de nuestro cálido aliento. Y llegaron a volar libres, hubo momentos en que sí lo consiguieron, pero su libertad se vio truncada en mitad de un dadivoso viaje que las trajo de vuelta al papel mojado.
Quizá fue el miedo lo que nos paralizó, o la violencia con su imponente presencia física, pero ante ello siempre nos quedará nuestra fe, el mejor abrigo del alma, para seguir cantando por aquello que nos pertenece sin condición.
Aunemos nuestras ilusiones y deseos para tocar con los dedos un sueño que algún día, sin duda, se hará realidad.
Gracias alumnos y alumnas por devolvernos la esperanza de que un mundo mejor es posible.