Te encontré por casualidad, como en las grandes historias de amor, y llegaste para cambiar mi vida. Unas pocas palabras bastaron para cautivarme, y desde ese momento supe con certeza que deseaba seguir perdiéndome en tu relato, quería saber de ti, quién eras, descubrir tus mayores enigmas y encontrarme a mí misma en los secretos que me irías desvelando.
Te encontré solo, y por tu forma de mirarme, sentí que me habías estado esperando durante mucho tiempo, para volvernos poco a poco uno, tú, yo, tu entusiasmo por contar, mis ganas de escucharte, tu forma de colmar mis sentidos de inefables sensaciones, mis ávidas ganas de aprender, mi insaciable afán por embarcarme en el misterio que aguardaban tus páginas, esas que me ibas entregando conforme nuestra relación se afianzaba.
Te encontré, y ya no he vuelto a ser la que era, creo que soy mejor porque tú me abriste los ojos al mundo, me mostraste con delicadeza los entresijos de una realidad que había estado oculta para mí; me diste la frase oportuna en el momento acertado, los abrazos más cálidos en los días de tormenta, la paz en tiempos de guerra, la luz al final de un camino que no acertaba a encontrar. Fuiste y serás siempre mi brújula para el desconcierto, el más sabio, como me gustaba llamarte cariñosamente, el lugar donde habitan los mejores recuerdos. Mi hogar, aquel al que quiero volver cuando necesito sentirme en casa, reír a carcajadas, o sumergirme en lágrimas de poder sanador, o, sencillamente, tener un diálogo con mi yo interior.
Gracias libro por regalarme la oportunidad de conocerte, porque, sin duda, ésta bonita amistad que un día forjamos sobrevivirá a nuestros pasos. Yo me iré, llevándome conmigo la experiencia de lo que juntos vivimos, pero tú seguirás conquistando con gratitud y humildad el corazón de los que deseen amarte. Sigue imaginando, soñando, volando libre, e invítanos a seguirte el rumbo…
En la entrada anterior les pedí a los alumnos y alumnas que se animaran a hacer una actividad voluntaria con motivo del Día del Libro y hoy, 23 de abril, tengo el placer de presentaros sus ingeniosas creaciones:
SOLO Y CON UN LIBRO
Javier Rueda Pérez
“Conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, for-man un volumen” Según la RAE, esta definición tan fría define un objeto con el que convivimos, aprendemos, nos expresamos, reflexionamos y pensamos. Instrucciones o grandes enciclopedias, todo son libros. Pero imagínense no conocerlos, vivir sin libros, sin palabras, sin lecciones que aprender.
Manuel era un niño nacido en Guinea, su vida era el camino entre su campamento y las plantaciones de Cacao donde trabajaba desde que tenía uso de razón, primero ayudando a los mayores de su especie y, posteriormente, trabajando como ellos mismos hacían, su idioma era su lengua natal y se comunicaba con los jefes de la plantación mediante gritos y azotes, su vida tenía unos límites establecidos por unos extranjeros blancos a quien él llamaba los patrones, sus 12 años habían transcurrido dentro de un cerco de dos hectáreas trabajando de sol a sol sin tiempo para resolver sus dudas sobre lo que habría al otro lado del cerco, hasta el día en que ese problema entró a formar parte de sus prioridades al ver pasar un camión con letras pintadas a pocos metros de él y luego perderse por el horizonte, el sueño de atravesar el cerco se convirtió en el protagonista de sus cortas noches de calor en el trópico, ¿Cómo sería todo allí fuera? O algo más urgente ¿cómo podría salir de allí? ¿Sería peligroso? Los días de verano pasaban calurosos y pesados con el único objetivo de salir de allí por un instante, con el paso de los días su plan fue tomando forma, se metería en un saco de cacao dentro de dos días a la madrugada, cuando los extraños aprovechaban el descanso de los trabajadores para abrir el cerco dejando salir grandes cargamentos con sacos de cacao. Todo estaba preparado, él se metió en el saco y oyó las extrañas voces de los patrones mientras lo tiraban dentro del camión, por un instante el vehículo se detuvo en un poblado de casas bajas y personas blancas con grandes sombreros de colores, allí se bajó él, era libre, paseando por las estrechas calles de arena fina encontró un papel con letras dibujadas que se llevó al campamento, volvió a subir al camión y volvió al cerco tras un largo recorrido, nadie lo había echado de menos, posiblemente porque habían miles como él viviendo una misma vida. Sus días volvieron a ser como de costumbre, ahora con una nueva preocupación, saber qué significaban esos garabatos, el plan sería el mismo. A la madrugada siguiente, se volvió a colar entre los sacos de cacao y allí esperó hasta que el vehículo se detuviera, pasaron horas y horas, el calor abrasaba la piel pero su energía seguía siendo la misma. Tras unas largas horas más en las que el sol llegó a ponerse dos veces, el vehículo se paró, salió del saco y a su alrededor descubrió un cerco que flotaba rodeado de agua adherido a un trozo de tierra, no era la tierra que él acostumbraba a ver; era dura y lisa de un color grisáceo y se dividía en una especie de trozos cuadrados unidos entre sí, todo estaba repleto de gente blanca con esos sombreros grandes de colores, él estaba solo y sólo tenía un papel con garabatos, volvió al saco, sentía miedo al verse solo en este mar de gente que va y viene, todo volvió a moverse, pronto regresaría al cerco con los suyos, pero el camión se detuvo antes de lo esperado, al salir descubrió un campamento, con casas gigantescas, vehículos, y blancos con esos sombreros que le llamaban tanto la atención, con carteles con garabatos que indicaban “Málaga” se dedicó a vagar por ese nuevo mundo, desconocido para él. Después de entrar en varias casas con grandes cristales y gigantescos carteles de colores en los que la gente hablaba y se llevaba cosas, y tras intentarlo varias veces, una señora con una chaqueta de colores le dijo unas palabras que al parecer se leían en el papel que él portaba “Matar a un ruiseñor, Harper Lee” y de un saco de color rojo que ella portaba colgando del hombro sacó un montón de papeles unidos con tapas duras en los que había millones de letras, su próximo objetivo era descifrarlas, ahora era libre y no tenía un solo papel, tenía un libro lleno de lecciones.
Sergi Juan Beneyto
María Reche Guillem
Poema a las palabras
Álvaro Medina Pérez y Neus Lozano Mira
Qué decir de las palabras,
Indispensables en la vida.
Llenas de ocurrencias e ideas
o de simple información vacía.
Qué decir de las palabras,
Sin tener que utilizarlas.
Están por todas partes
mires donde mires, puedes encontrarlas.
Y es que ellas, fuera de nuestra vida,
fría como el hielo se quedaría,
pero gracias a su abundancia,
el calor no nos abandona.
Y es que son capaces de todo.
De transmitir conocimiento,
opinión, pero, sobre todo,
profundos sentimientos.
Cada palabra es diferente
Cada una con su función particular,
pero cuando todas se unen
forman imponentes oraciones
capaces de mostrar
todo lo que en realidad las palabras dicen.
Todas las palabras, unidas,
forman millones de posibilidades
para expresar ocurrencias e ideas
o simple información vacía.
Y es que se pueden llegar a crear
tantas cosas con ellas,
que al resumirlas tan sólo se puede pensar
qué decir de las palabras.
Sonia Sanchís Arnedo
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Darío García Segura
Mi querido cómplice
Clara Sirvent Martínez
Y ya ves, cuánto tiempo llevamos juntos.
Tantas horas emocionándonos, descubriendo,
compartiendo historias, disfrutando.
Y ya ves, cuántas cosas hemos vivido.
Tantos días viajando.
Riendo y soñando.
Y ya ves, todo el rato que llevamos cerca.
Tantos años el uno al lado del otro
Siempre en mi cabeza.
Y ya ves, que nunca me cansaré de ti.
Solamente con mirarte me haces feliz.
Eres la parte más maravillosa de mi pequeño mundo
Yo por ti lectura, pierdo el rumbo.
Llúcia Castelló Beneyto y Mar Juan Reig
Hojas con historia
Victoria Bernabéu Balibrea
Unas hojas con una historia,
unas hojas que me hacen pensar,
me hacen pasar ratos de alegría,
ratos de tristeza e incluso imaginar.
Leer me permite abrir mis alas,
leer me permite ser quien quiero ser,
poder crear un mundo de locuras,
lleno de personas que quieren aprender.
Leer me ha enseñado a comprender,
leer me permite escribir mejor,
leer abre mi mente,
leer me hace ser un soñador.
He aprendido a reconocer letras,
a reconocer y entender idiomas,
a poder hablar con las personas,
a poder conocer mi historia.
Gracias libros,
por no habernos abandonado,
por hacernos disfrutar de todos los momentos.
¡Gracias por habernos educado!